/ miércoles 22 de mayo de 2019

¿Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo?

En el marco Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo, que se celebró este 21 de mayo próximo, promotores y miembros de la comunidad hñähño reflexionan sobre los beneficios, retos y debilidades que ocasionan las políticas culturales del estado, e instan a escuchar la otra realidad y valores que las comunidades buscan enaltecer

“Amealco, paraíso donde las raíces siguen vivas”, se lee en un letrero sobre la carretera, apenas se cruza la zona limítrofe que separa a Huimilpan de esta tierra de ñäñhos y ñöñhos.

Al llegar a la cabecera, siete letras monumentales de colores reciben a los visitantes en la plaza principal, cuya remodelación en 2016 fue realizada por la administración local para conseguir el nombramiento como sexto “Pueblo Mágico” de Querétaro.

Esta denominación oficial surgió en México en 2001, como parte de un programa turístico federal enfocado en aprovechar la riqueza cultural e histórica del país, para la diversificación y dinamización del turismo.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, estas políticas turísticas incentivan el crecimiento económico y la conservación de la diversidad cultural en las naciones como factor de desarrollo; no obstante, para algunas organizaciones de la sociedad civil sucede todo lo contrario, pues la creación de oferta turística basada fundamentalmente en los atributos históricos- culturales y naturales de las localidades, lesiona el derecho de la población al desarrollo pleno de su cultura, bajo sus propios términos.

“Amealco, paraíso donde las raíces siguen vivas”.

“Todos los procesos de pueblos mágicos que han habido en este país han llevado a lo mismo, incluyendo los nombramientos de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, que solo han gentrificado, encarecido las rentas, expulsado a los habitantes originales de sus asentamientos y deforestado esos lugares; lo mismo está pasando en Tequisquiapan y en cualquier otro Pueblo Mágico que sea vea (…) Sí hay beneficios, pero para los mismos que ya tenían el poder económico y que lo acrecentaron destruyendo la dinámica comunitaria”, asevera Diego Ugalde, un titiritero y poeta que, en 2013, arribó a Amealco junto a su Compañía Banyan de Marionetas.

Recuerda que a cambio de dar cursos gratuitos de títeres para niños, niñas y jóvenes, el Centro Cultural Amealco le proporcionó un espacio en sus instalaciones, aunque no por mucho tiempo; pues debido a su participación en la movilización social que se opuso a la deforestación de la plaza principal- para su remodelación-, fue desalojado.

“Eso nos obligó a crear este espacio”, dice mientras echa un vistazo al vestíbulo del cine teatro ArZá, cuyo nombre en hñäñho quiere dice “El árbol”; haciendo clara referencia “al árbol que tiraron, que defendimos, y que nos trajo hasta aquí”.

Aunque en un principio el lugar fue adaptado para las marionetas, pronto se sumaron al proyecto otras propuestas artísticas, culturales y educativas; y actualmente, figura como un centro cultural independiente.

AUSENCIA DE POLÍTICAS CULTURALES

“El estado como organismo dice apoyar la diversidad cultural y buscar la equidad social, cuando a todas luces sabemos que solo les interesa mostrar una cara turística y folclórica, y explotar la imagen de los pueblos”, manifiesta tras la línea, Joel Merino; un artista triqui cuyo trabajo puede apreciarse tanto en las calles de Bélgica, Suecia, Alemania y Francia, como en las arterias más profundas de la región mixteca oaxaqueña.

Desde Putla Villa de Guerrero, Oaxaca, Merino habla a BARROCO sobre su pueblo. Comparte que lleva un mes en aquellas tierras, impulsando el Festival Arte Tinujei: una iniciativa que busca fomentar el arte y la cultura en zonas como Tlaxiaco y Juxtlahuaca, donde se concentra la mayor parte de la población triqui en el estado.

“Todo se ha echado a andar con mis recursos y el apoyo de la gente que conoce mi trabajo y que, por lo mismo, decidió sumarse a este proyecto; pues si esperamos a que ellos hagan algo – dice refiriéndose al Estado-, la lengua y la cultura desaparecerán y yo no quiero eso. Por ello, a través de Arte Tinujei buscamos generar un diálogo pluricultural, en el que incluimos también a quienes nos son hablantes de alguna lengua indígena. A través de talleres de pintura, fotografía, escritura y de cartel se abordan en comunidad temas como la deforestación, el despojo territorial, la violencia y la opresión a los líderes de movimientos medio ambientales de la región”, detalla Joel sobre este festival, en el que los participantes también intervienen artísticamente, y de manera colectiva, los muros de sus comunidades.

NUMERALIA

21 de mayo, Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo.

6.5% del total de la población habla alguna lengua indígena en México.

24 mil 471 hablantes de otomí hay en el estado.

Además de lo anterior, Joel afirma que el festival también es una estrategia para reconstruir el tejido social en zonas donde se registran altos índices de violencia.

Justo este contexto, fue lo que, en los noventas, empujó a la familia de Merino y otras más, a abandonar sus tierras en San Juan Copala, para migrar hacia Querétaro, donde, aunque llevan casi dos décadas radicando, Joel afirma que aún son discriminados por no ser originarios de la entidad.

“Nos han bloqueado muchos apoyos y proyectos culturales por no ser originarios de Querétaro (…) De hecho, desde hace bastantes años no hemos sido invitados a eventos como el Encuentro de las Culturas Populares y los Pueblos Indígenas en Querétaro, y muchas veces, cuando nos enteramos de las convocatorias o festivales, somos nosotros quienes nos acercamos a estas, para solicitar nuestra participación”, dice el joven triqui, quien además asevera que, como artista, tampoco ha sido invitado a los festivales o exposiciones organizados en la ciudad, “mejor recibo invitaciones en países como Francia, Suecia, Bélgica y Alemania, lastimosamente así es; ni en Querétaro ni en la misma Oaxaca soy considerado”.

No obstante, “el estado utiliza símbolos como la muñeca Lele para presentarse como un estado inclusivo que toma en cuenta a las comunidades indígenas, llevándola como estandarte hasta Francia y China; cuando curiosamente los artesanos y artesanas que se dedican a hacerlas, no se les proporciona ni siquiera el espacio para poder ofrecer sus productos”, apunta.

CULTURA MILENARIA, REDUCIDA


A través del diario oficial La Sombra de Arteaga, el Gobierno del Estado de Querétaro declaró a la muñeca artesanal de Amealco como “Patrimonio Cultural del Estado” (el 18 de abril del 2018), afirmando que su figura “representa tradición, costumbres y raíces de nuestros pueblos originarios”.

En este mismo documento, el Estado recuerda que, en la Constitución Política del Estado de Querétaro, se ratifica el compromiso con el “rescate, la preservación, el fortalecimiento, la protección, la restauración y la difusión del patrimonio cultural que define al pueblo queretano”, con apego a diversos instrumentos normativos impulsados por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia, y la Cultura (UNESCO).

Al respecto, Ugalde señala que al igual que esta declaratoria, otras políticas culturales carecen de un diagnóstico previo, en el que se identifiquen las verdaderas necesidades de las agrupaciones y su contexto sociocultural.

“Es muy fácil y muy grave fetichizar a una cultura entera en una muñequita que ha llegado a altos niveles de surrealismo (…) se han obsesionado con este símbolo y han reducido una cultura milenaria a una muñeca de trapo que se inventó muy recientemente, y que si bien, es una forma de trabajo para las mujeres indígenas, no representa a su cultura”, manifiesta el director de Banyan, destacando algunos errores en la redacción de la declaratoria que, de acuerdo con él, invisibilizan a las culturas asentadas en Amealco, “de entrada dice que la muñeca es hñähñu, cuando los hñähñus son los otomíes de Hidalgo. En Amealco hay ñöñhos y ñäñhos. Además, osan decir que la muñeca representa los roles que las mujeres de Amealco cumplen en sus comunidades. Eso es un insulto y muy delicado, porque la muñeca es una monita sonriente y la de San Ildefonso Tultepec está cargando un bebé, entonces ¿están queriéndonos decir que los roles de las mujeres en las comunidades son sonreír y cargar bebes? Tal afirmación es muy grave en una sociedad con altos índices de violencia. Tan solo en lo que va del año, se han registrado cinco feminicidios en este municipio, así como abusos sexuales, violaciones en las secundarias, y hay una mujer desaparecida en la cabecera. Por todo eso y más, es grave reforzar los estereotipos sobre la mujer y sobre la mujer indígena, cuando la ñäñho y la ñöñho representa el sustrato de una cultura ancestral muy rica: la mujer indígena selecciona la semilla, conoce las plantas del monte, identifica 80 tipos de hongos comestibles, es la que resguarda y transmite la lengua, es la memoria de la comunidad, es la que muele en el metate, la que sabe como arrullar al niño, la que sabe cómo atender un parto, la que sabe parir en casa. Los roles de una mujer indígena en su comunidad son amplísimos: es la que va a la ciudad a trabajar y funda comunidades otomíes; es la que se ha ido a las escuelas normales y se ha vuelto maestra y regresa a su comunidad para preservar la lengua”, afirma.

LA LENGUA

Con el objetivo de sensibilizar a la sociedad sobre los riesgos a los que se enfrentan las lenguas indígenas y su valor como vehículos de la cultura, además de su relevancia para el desarrollo sostenible de los países, la Organización de las Naciones Unidas proclamó al 2019 como el Año Internacional de las Lenguas Indígenas.

Tan solo en 2016, el Foro Permanente de las Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas, alertó que el 40 por ciento de las siete mil lenguas indígenas que se hablan en el mundo están en riesgo de desaparecer. En México solo el 6.5% del total de la población habla alguna lengua indígena (INEGI, 2015), y en Querétaro, el 1 %; siendo el otomí (hñäñho y hñöñho) la más utilizada en el estado, con 24 mil 471 hablantes.

Y aunque el país se sumó a la proclamación, Ugalde asevera que hasta la fecha no ha habido ninguna acción gubernamental en Amealco dirigida a la promoción, difusión y conservación de las lenguas indígenas.

“El INALI (Instituto Nacional de Lenguas Indígenas) está dormido, el CDI (Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas) o INPI (Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas) no existe en Amealco más que para repartir dinero; el gobierno municipal no promueve clases para aprender esta lengua indígena en ninguno de sus espacios, ni tiene señalética indígena en sus oficinas, y en las primarias indígenas hay muy pocos maestros que hablen la lengua, los directores regularmente son de afuera (…)”

“La lengua está en peligro. Los hablantes de menos de diez años son cada vez menos, o sea que dentro de dos generaciones podría perderse esta lengua, y estamos hablando de que tan solo en el municipio hay tres variantes: la de San Idelfonso Tultepec (hñöñho), la de Santiago Mexquititlán ( hñäñho), y la variante de San Miguel Tlaxcaltepec que no se ha estudiado todavía, pero que, se sabe, tiene sus propias particularidades”, afirma.

De ahí que a través de ArZá se promueva la lengua indígena con talleres de hñäñho y náhuatl, así como conferencias, obras de teatro y conciertos de agrupaciones indígenas como Arme; una banda de Chitejé de Garabato, que a través del rock difunde su lengua y su identidad.

Además, el espacio ha servido para el encuentro regional de parteras tradicionales, quienes no solo promueven y difunden los saberes tradicionales de su cultura, sino que también hablan acerca de la autonomía y la salud de las mujeres.

“La pérdida de la cultura indígena en Amealco implicaría no solo perder una lengua, una muñequita, o una manera de vestirse colorida; va mucho más allá. (La lengua) encierra una idea sobre el territorio; contiene la memoria sobre las especias de plantas y animales que viven ahí y su razón de ser. Así que perderla, sería perder al mismo tiempo los bosques, las especies de animales; perder la capacidad de parir en casa y con partos respetados, y con ello, perder a las parteras y curanderas, y simplemente perder toda la identidad y quedarnos con un cascarón vacío enunciado como Pueblo Mágico, que solo sobresaldrá en el mapa del mundo por una sonriente muñequita que se pasea en Shangái”, apunta.

Al igual que ArZá, la Universidad Autónoma de Querétaro, y organizaciones civiles como la Asociación de Artesanos Indígenas Triquis Tinujei, trabajan por la diversidad cultural de Querétaro a través de diferentes proyectos.

Con eventos como el Festival de la Resistencia de los Pueblos Originarios, campañas como “Chuvee: cuida, adopta y esteriliza”, y diferentes proyectos artísticos, Joel Merino busca visibilizar y difundir la cultura de su pueblo, y contribuir al diálogo pluricultural.

“Toda mi obra está en la lengua de mi pueblo. Es interesante ver cómo a través del arte se pueden ampliar panoramas para seguir conservando la lengua. En mi obra yo hablo el triqui de San Juan Copala”, dice Merino, detallando que en su arte traslada la tradición de tejer en telar de su familia, a los muros “o lo que caiga en mis manos”; plasmando los patrones del tejido tradicional triqui, en el que con cada puntada se narra la forma en que el sol se derrama sobre la tierra; describen sus colores y a los distintos animales que la habitan, así como la costumbre de sembrar para seguir conservando las tradiciones, “eso es lo que normalmente cuenta nuestro huipil”, afirma Joel.

- Y a partir de todo lo vertido, ¿qué recomendarían a las instituciones encargadas de promover el fortalecimiento, la preservación y el desarrollo de las culturas y las lenguas indígenas en Querétaro?

“En el marco del Año Internacional de las lenguas Indígenas deberían realizar un diagnóstico real del estado de las lenguas en la entidad. Necesitamos saber cuántos hablantes hay, dónde se encuentran, qué edades tienen, y si lo están transmitiendo o no, y por qué. Además, tendrían que reconfigurar el mapa de las lenguas indígenas en el estado porque en la ciudad de Querétaro se hablan 45 lenguas indígenas, y en el país hay 68; entonces podríamos decir que más del 50 por ciento de las lenguas indígenas de México se hablan aquí: ¡dos terceras partes! Tan solo en la ciudad hay cerca de 1500 hablantes de lengua náhuatl, zapoteco y triqui… y todos ellos son hablantes que tienen derecho a recibir educación en su lengua en la ciudad para mantener esa diversidad cultural magnifica que tenemos. ¡Qué padre que se organiza el Festival de las Culturas Extranjeras!, pero… ¿y el Festival de las Culturas Nacionales para cuándo? (…) Es necesario que se tomen acciones urgentes, y si no, ¡qué dejen trabajar a los que si vamos a trabajar!… y no estorben”, respondió Ugalde.

“Amealco, paraíso donde las raíces siguen vivas”, se lee en un letrero sobre la carretera, apenas se cruza la zona limítrofe que separa a Huimilpan de esta tierra de ñäñhos y ñöñhos.

Al llegar a la cabecera, siete letras monumentales de colores reciben a los visitantes en la plaza principal, cuya remodelación en 2016 fue realizada por la administración local para conseguir el nombramiento como sexto “Pueblo Mágico” de Querétaro.

Esta denominación oficial surgió en México en 2001, como parte de un programa turístico federal enfocado en aprovechar la riqueza cultural e histórica del país, para la diversificación y dinamización del turismo.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, estas políticas turísticas incentivan el crecimiento económico y la conservación de la diversidad cultural en las naciones como factor de desarrollo; no obstante, para algunas organizaciones de la sociedad civil sucede todo lo contrario, pues la creación de oferta turística basada fundamentalmente en los atributos históricos- culturales y naturales de las localidades, lesiona el derecho de la población al desarrollo pleno de su cultura, bajo sus propios términos.

“Amealco, paraíso donde las raíces siguen vivas”.

“Todos los procesos de pueblos mágicos que han habido en este país han llevado a lo mismo, incluyendo los nombramientos de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, que solo han gentrificado, encarecido las rentas, expulsado a los habitantes originales de sus asentamientos y deforestado esos lugares; lo mismo está pasando en Tequisquiapan y en cualquier otro Pueblo Mágico que sea vea (…) Sí hay beneficios, pero para los mismos que ya tenían el poder económico y que lo acrecentaron destruyendo la dinámica comunitaria”, asevera Diego Ugalde, un titiritero y poeta que, en 2013, arribó a Amealco junto a su Compañía Banyan de Marionetas.

Recuerda que a cambio de dar cursos gratuitos de títeres para niños, niñas y jóvenes, el Centro Cultural Amealco le proporcionó un espacio en sus instalaciones, aunque no por mucho tiempo; pues debido a su participación en la movilización social que se opuso a la deforestación de la plaza principal- para su remodelación-, fue desalojado.

“Eso nos obligó a crear este espacio”, dice mientras echa un vistazo al vestíbulo del cine teatro ArZá, cuyo nombre en hñäñho quiere dice “El árbol”; haciendo clara referencia “al árbol que tiraron, que defendimos, y que nos trajo hasta aquí”.

Aunque en un principio el lugar fue adaptado para las marionetas, pronto se sumaron al proyecto otras propuestas artísticas, culturales y educativas; y actualmente, figura como un centro cultural independiente.

AUSENCIA DE POLÍTICAS CULTURALES

“El estado como organismo dice apoyar la diversidad cultural y buscar la equidad social, cuando a todas luces sabemos que solo les interesa mostrar una cara turística y folclórica, y explotar la imagen de los pueblos”, manifiesta tras la línea, Joel Merino; un artista triqui cuyo trabajo puede apreciarse tanto en las calles de Bélgica, Suecia, Alemania y Francia, como en las arterias más profundas de la región mixteca oaxaqueña.

Desde Putla Villa de Guerrero, Oaxaca, Merino habla a BARROCO sobre su pueblo. Comparte que lleva un mes en aquellas tierras, impulsando el Festival Arte Tinujei: una iniciativa que busca fomentar el arte y la cultura en zonas como Tlaxiaco y Juxtlahuaca, donde se concentra la mayor parte de la población triqui en el estado.

“Todo se ha echado a andar con mis recursos y el apoyo de la gente que conoce mi trabajo y que, por lo mismo, decidió sumarse a este proyecto; pues si esperamos a que ellos hagan algo – dice refiriéndose al Estado-, la lengua y la cultura desaparecerán y yo no quiero eso. Por ello, a través de Arte Tinujei buscamos generar un diálogo pluricultural, en el que incluimos también a quienes nos son hablantes de alguna lengua indígena. A través de talleres de pintura, fotografía, escritura y de cartel se abordan en comunidad temas como la deforestación, el despojo territorial, la violencia y la opresión a los líderes de movimientos medio ambientales de la región”, detalla Joel sobre este festival, en el que los participantes también intervienen artísticamente, y de manera colectiva, los muros de sus comunidades.

NUMERALIA

21 de mayo, Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo.

6.5% del total de la población habla alguna lengua indígena en México.

24 mil 471 hablantes de otomí hay en el estado.

Además de lo anterior, Joel afirma que el festival también es una estrategia para reconstruir el tejido social en zonas donde se registran altos índices de violencia.

Justo este contexto, fue lo que, en los noventas, empujó a la familia de Merino y otras más, a abandonar sus tierras en San Juan Copala, para migrar hacia Querétaro, donde, aunque llevan casi dos décadas radicando, Joel afirma que aún son discriminados por no ser originarios de la entidad.

“Nos han bloqueado muchos apoyos y proyectos culturales por no ser originarios de Querétaro (…) De hecho, desde hace bastantes años no hemos sido invitados a eventos como el Encuentro de las Culturas Populares y los Pueblos Indígenas en Querétaro, y muchas veces, cuando nos enteramos de las convocatorias o festivales, somos nosotros quienes nos acercamos a estas, para solicitar nuestra participación”, dice el joven triqui, quien además asevera que, como artista, tampoco ha sido invitado a los festivales o exposiciones organizados en la ciudad, “mejor recibo invitaciones en países como Francia, Suecia, Bélgica y Alemania, lastimosamente así es; ni en Querétaro ni en la misma Oaxaca soy considerado”.

No obstante, “el estado utiliza símbolos como la muñeca Lele para presentarse como un estado inclusivo que toma en cuenta a las comunidades indígenas, llevándola como estandarte hasta Francia y China; cuando curiosamente los artesanos y artesanas que se dedican a hacerlas, no se les proporciona ni siquiera el espacio para poder ofrecer sus productos”, apunta.

CULTURA MILENARIA, REDUCIDA


A través del diario oficial La Sombra de Arteaga, el Gobierno del Estado de Querétaro declaró a la muñeca artesanal de Amealco como “Patrimonio Cultural del Estado” (el 18 de abril del 2018), afirmando que su figura “representa tradición, costumbres y raíces de nuestros pueblos originarios”.

En este mismo documento, el Estado recuerda que, en la Constitución Política del Estado de Querétaro, se ratifica el compromiso con el “rescate, la preservación, el fortalecimiento, la protección, la restauración y la difusión del patrimonio cultural que define al pueblo queretano”, con apego a diversos instrumentos normativos impulsados por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia, y la Cultura (UNESCO).

Al respecto, Ugalde señala que al igual que esta declaratoria, otras políticas culturales carecen de un diagnóstico previo, en el que se identifiquen las verdaderas necesidades de las agrupaciones y su contexto sociocultural.

“Es muy fácil y muy grave fetichizar a una cultura entera en una muñequita que ha llegado a altos niveles de surrealismo (…) se han obsesionado con este símbolo y han reducido una cultura milenaria a una muñeca de trapo que se inventó muy recientemente, y que si bien, es una forma de trabajo para las mujeres indígenas, no representa a su cultura”, manifiesta el director de Banyan, destacando algunos errores en la redacción de la declaratoria que, de acuerdo con él, invisibilizan a las culturas asentadas en Amealco, “de entrada dice que la muñeca es hñähñu, cuando los hñähñus son los otomíes de Hidalgo. En Amealco hay ñöñhos y ñäñhos. Además, osan decir que la muñeca representa los roles que las mujeres de Amealco cumplen en sus comunidades. Eso es un insulto y muy delicado, porque la muñeca es una monita sonriente y la de San Ildefonso Tultepec está cargando un bebé, entonces ¿están queriéndonos decir que los roles de las mujeres en las comunidades son sonreír y cargar bebes? Tal afirmación es muy grave en una sociedad con altos índices de violencia. Tan solo en lo que va del año, se han registrado cinco feminicidios en este municipio, así como abusos sexuales, violaciones en las secundarias, y hay una mujer desaparecida en la cabecera. Por todo eso y más, es grave reforzar los estereotipos sobre la mujer y sobre la mujer indígena, cuando la ñäñho y la ñöñho representa el sustrato de una cultura ancestral muy rica: la mujer indígena selecciona la semilla, conoce las plantas del monte, identifica 80 tipos de hongos comestibles, es la que resguarda y transmite la lengua, es la memoria de la comunidad, es la que muele en el metate, la que sabe como arrullar al niño, la que sabe cómo atender un parto, la que sabe parir en casa. Los roles de una mujer indígena en su comunidad son amplísimos: es la que va a la ciudad a trabajar y funda comunidades otomíes; es la que se ha ido a las escuelas normales y se ha vuelto maestra y regresa a su comunidad para preservar la lengua”, afirma.

LA LENGUA

Con el objetivo de sensibilizar a la sociedad sobre los riesgos a los que se enfrentan las lenguas indígenas y su valor como vehículos de la cultura, además de su relevancia para el desarrollo sostenible de los países, la Organización de las Naciones Unidas proclamó al 2019 como el Año Internacional de las Lenguas Indígenas.

Tan solo en 2016, el Foro Permanente de las Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas, alertó que el 40 por ciento de las siete mil lenguas indígenas que se hablan en el mundo están en riesgo de desaparecer. En México solo el 6.5% del total de la población habla alguna lengua indígena (INEGI, 2015), y en Querétaro, el 1 %; siendo el otomí (hñäñho y hñöñho) la más utilizada en el estado, con 24 mil 471 hablantes.

Y aunque el país se sumó a la proclamación, Ugalde asevera que hasta la fecha no ha habido ninguna acción gubernamental en Amealco dirigida a la promoción, difusión y conservación de las lenguas indígenas.

“El INALI (Instituto Nacional de Lenguas Indígenas) está dormido, el CDI (Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas) o INPI (Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas) no existe en Amealco más que para repartir dinero; el gobierno municipal no promueve clases para aprender esta lengua indígena en ninguno de sus espacios, ni tiene señalética indígena en sus oficinas, y en las primarias indígenas hay muy pocos maestros que hablen la lengua, los directores regularmente son de afuera (…)”

“La lengua está en peligro. Los hablantes de menos de diez años son cada vez menos, o sea que dentro de dos generaciones podría perderse esta lengua, y estamos hablando de que tan solo en el municipio hay tres variantes: la de San Idelfonso Tultepec (hñöñho), la de Santiago Mexquititlán ( hñäñho), y la variante de San Miguel Tlaxcaltepec que no se ha estudiado todavía, pero que, se sabe, tiene sus propias particularidades”, afirma.

De ahí que a través de ArZá se promueva la lengua indígena con talleres de hñäñho y náhuatl, así como conferencias, obras de teatro y conciertos de agrupaciones indígenas como Arme; una banda de Chitejé de Garabato, que a través del rock difunde su lengua y su identidad.

Además, el espacio ha servido para el encuentro regional de parteras tradicionales, quienes no solo promueven y difunden los saberes tradicionales de su cultura, sino que también hablan acerca de la autonomía y la salud de las mujeres.

“La pérdida de la cultura indígena en Amealco implicaría no solo perder una lengua, una muñequita, o una manera de vestirse colorida; va mucho más allá. (La lengua) encierra una idea sobre el territorio; contiene la memoria sobre las especias de plantas y animales que viven ahí y su razón de ser. Así que perderla, sería perder al mismo tiempo los bosques, las especies de animales; perder la capacidad de parir en casa y con partos respetados, y con ello, perder a las parteras y curanderas, y simplemente perder toda la identidad y quedarnos con un cascarón vacío enunciado como Pueblo Mágico, que solo sobresaldrá en el mapa del mundo por una sonriente muñequita que se pasea en Shangái”, apunta.

Al igual que ArZá, la Universidad Autónoma de Querétaro, y organizaciones civiles como la Asociación de Artesanos Indígenas Triquis Tinujei, trabajan por la diversidad cultural de Querétaro a través de diferentes proyectos.

Con eventos como el Festival de la Resistencia de los Pueblos Originarios, campañas como “Chuvee: cuida, adopta y esteriliza”, y diferentes proyectos artísticos, Joel Merino busca visibilizar y difundir la cultura de su pueblo, y contribuir al diálogo pluricultural.

“Toda mi obra está en la lengua de mi pueblo. Es interesante ver cómo a través del arte se pueden ampliar panoramas para seguir conservando la lengua. En mi obra yo hablo el triqui de San Juan Copala”, dice Merino, detallando que en su arte traslada la tradición de tejer en telar de su familia, a los muros “o lo que caiga en mis manos”; plasmando los patrones del tejido tradicional triqui, en el que con cada puntada se narra la forma en que el sol se derrama sobre la tierra; describen sus colores y a los distintos animales que la habitan, así como la costumbre de sembrar para seguir conservando las tradiciones, “eso es lo que normalmente cuenta nuestro huipil”, afirma Joel.

- Y a partir de todo lo vertido, ¿qué recomendarían a las instituciones encargadas de promover el fortalecimiento, la preservación y el desarrollo de las culturas y las lenguas indígenas en Querétaro?

“En el marco del Año Internacional de las lenguas Indígenas deberían realizar un diagnóstico real del estado de las lenguas en la entidad. Necesitamos saber cuántos hablantes hay, dónde se encuentran, qué edades tienen, y si lo están transmitiendo o no, y por qué. Además, tendrían que reconfigurar el mapa de las lenguas indígenas en el estado porque en la ciudad de Querétaro se hablan 45 lenguas indígenas, y en el país hay 68; entonces podríamos decir que más del 50 por ciento de las lenguas indígenas de México se hablan aquí: ¡dos terceras partes! Tan solo en la ciudad hay cerca de 1500 hablantes de lengua náhuatl, zapoteco y triqui… y todos ellos son hablantes que tienen derecho a recibir educación en su lengua en la ciudad para mantener esa diversidad cultural magnifica que tenemos. ¡Qué padre que se organiza el Festival de las Culturas Extranjeras!, pero… ¿y el Festival de las Culturas Nacionales para cuándo? (…) Es necesario que se tomen acciones urgentes, y si no, ¡qué dejen trabajar a los que si vamos a trabajar!… y no estorben”, respondió Ugalde.

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