/ lunes 1 de febrero de 2021

El corazón de Maryse Condé

El libro de cabecera

Aún resuena el escándalo sexual en la Academia Sueca en el 2018, año en el que se suspendió la entrega del galardón. Sin embargo, Maryse Condé (Pointe-à-Pitre, Guadalupe, 1937) ganó el premio Nobel Alternativo. A pesar de la oscuridad que recaía sobre el universo literario, aquel reconocimiento colocó el foco en la autora, cuya fama no ha dejado de crecer desde entonces.

Mi primer acercamiento literario a la obra de la autora nacida en el archipiélago francés ha sido a través de Corazón que ríe, corazón que llora (Impedimenta, 2011) en la traducción de Martha Asunción Alonso. Un relato autobiográfico que opta por la honestidad y por la conciencia diáfana de la infancia de Maryse Condé, que se debate entre el encuentro de dos culturas a razón de un ejercicio de autodescubrimiento de una mujer que se abre paso en un mundo de blancos.

Más allá de los atajos cognitivos que esgrimen a la primera provocación los dogmas de la nueva inquisición de lo políticamente correcto, en Corazón que ríe, corazón que llora nos encontramos ante un paseo por Pointe-à-Pitre, la capital de la isla caribeña de Guadalupe, territorio francés de ultramar. Allí la autora pasó su infancia como la menor de ocho hermanos hasta que se graduó en la escuela secundaria y fue enviada por su familia a París para estudiar en el Lycée Fénelon y en La Sorbona, donde se doctoró en Literatura Comparada. En la misma novela podemos acceder a la experiencia estética fundante de su convicción por la creación literaria.

Después de graduarse fue profesora de literatura inglesa en Guinea, Ghana y Senegal, territorios sobre los que escribiría en algunas de sus obras más importantes, entre las que destacan las dos entregas de Segu: Las murallas de la tierra (1984) y La tierra desmoronada (1985); Yo, Tituba, la bruja negra de Salem (1986) o Desirada (1988) una historia de identidad, feminidad y supervivencia que se alzó con el Premio Carbet del Caribe y que Impedimenta publicará en este 2021.

Catedrática en las universidades de Columbia, UCLA y Berkeley, Condé actualmente vive con su segundo marido en el sur de Francia. Además es una reconocida activista feminista, que formó parte del Comité por la Memoria de la Esclavitud en Francia, e impulsó la conocida como «Ley Taubira», que reconoce la esclavitud como un crimen contra la humanidad. Ha dedicado su obra a difundir la historia y la cultura africana en el Caribe.

Corazón que ríe, corazón que llora es una obra profunda, ingenua y melancólica que explora con una honestidad no exenta de candor la infancia y juventud de la autora en la isla antillana de Guadalupe. De hecho, el libro está considerado como un texto imprescindible dentro de su producción y, en lo personal, es una puerta de entrada idónea al universo condeano.

Una novela íntima en la que Condé da un giro autobiográfico a su obra, retratando en primera persona, a través de sus recuerdos de infancia, temas fundamentales en sus novelas como los asuntos raciales, de género y culturales en los distintos periodos de la Historia. Es decir, nos encontramos ante un texto que esconde el origen de todos los orígenes, el surgimiento de una conciencia creadora y de una voz narrativa y narradora que presumen una originalidad abrumadora, única en las letras francófonas y ajena a las modas que experimentan con la forma y sacrifican el fondo.

Cuando uno lee a Condé, es como si asistiera a historias para dormir, llenas de recuerdos infantiles a través de las cuales se despliegan las relaciones entre los pueblos africanos y la diáspora, especialmente el Caribe, siempre bajo una fuerte mirada feminista.

Para fecundar a la memoria, ente que por momentos se pierde entre sus propias lagunas o se nos escapa a la vuelta de la esquina, Condé acude a los mecanismos libres de fabulación, y opta por una integración narrativa mediante una colección de cuentos que se suceden en canon como si de una cadena de perlas se tratase.

Con una traducción a cargo de Martha Asunción Alonso, Corazón que ríe, corazón que llora cuenta la historia de una joven Maryse, desde su nacimiento en pleno Mardi Gras, con los gritos de su madre confundiéndose con los tambores del carnaval, hasta el primer amor, el primer dolor, la vocación literaria o la primera muerte. Los recuerdos de una escritora que, muchos años después, echa la vista atrás y narra su propio pasado, buscando hacer las paces consigo misma y con sus orígenes. Acudimos al despertar del cuerpo, a la iniciación de los placeres, al advenimiento de la edad adulta y a la inmersión en la metamorfosis de la niña sobreprotegida, aquella que no advierte su condición de negra (como ella misma lo afirma) para convertirse en una mujer libre que extiende sus alas, que se muestra sedienta de altura, que se confronta ante las alegrías y los tropiezos de ser ella misma, en una búsqueda constante, intuitiva y exenta de prejuicios, mediante la cual cualquier lector podrá sentirse identificado.

Corazón que ríe, corazón que llora es un libro lleno de pequeñas historias, que nos posiciona en una condición pendular entre las lágrimas y las alegrías. Corazón que ríe, corazón que llora es un libro conmovedor, pero al mismo tiempo alegre, sobre mujeres únicas y supervivientes, pero no solamente para mujeres porque, al final de cuentas, el placer por la literatura no conoce género.

Aún resuena el escándalo sexual en la Academia Sueca en el 2018, año en el que se suspendió la entrega del galardón. Sin embargo, Maryse Condé (Pointe-à-Pitre, Guadalupe, 1937) ganó el premio Nobel Alternativo. A pesar de la oscuridad que recaía sobre el universo literario, aquel reconocimiento colocó el foco en la autora, cuya fama no ha dejado de crecer desde entonces.

Mi primer acercamiento literario a la obra de la autora nacida en el archipiélago francés ha sido a través de Corazón que ríe, corazón que llora (Impedimenta, 2011) en la traducción de Martha Asunción Alonso. Un relato autobiográfico que opta por la honestidad y por la conciencia diáfana de la infancia de Maryse Condé, que se debate entre el encuentro de dos culturas a razón de un ejercicio de autodescubrimiento de una mujer que se abre paso en un mundo de blancos.

Más allá de los atajos cognitivos que esgrimen a la primera provocación los dogmas de la nueva inquisición de lo políticamente correcto, en Corazón que ríe, corazón que llora nos encontramos ante un paseo por Pointe-à-Pitre, la capital de la isla caribeña de Guadalupe, territorio francés de ultramar. Allí la autora pasó su infancia como la menor de ocho hermanos hasta que se graduó en la escuela secundaria y fue enviada por su familia a París para estudiar en el Lycée Fénelon y en La Sorbona, donde se doctoró en Literatura Comparada. En la misma novela podemos acceder a la experiencia estética fundante de su convicción por la creación literaria.

Después de graduarse fue profesora de literatura inglesa en Guinea, Ghana y Senegal, territorios sobre los que escribiría en algunas de sus obras más importantes, entre las que destacan las dos entregas de Segu: Las murallas de la tierra (1984) y La tierra desmoronada (1985); Yo, Tituba, la bruja negra de Salem (1986) o Desirada (1988) una historia de identidad, feminidad y supervivencia que se alzó con el Premio Carbet del Caribe y que Impedimenta publicará en este 2021.

Catedrática en las universidades de Columbia, UCLA y Berkeley, Condé actualmente vive con su segundo marido en el sur de Francia. Además es una reconocida activista feminista, que formó parte del Comité por la Memoria de la Esclavitud en Francia, e impulsó la conocida como «Ley Taubira», que reconoce la esclavitud como un crimen contra la humanidad. Ha dedicado su obra a difundir la historia y la cultura africana en el Caribe.

Corazón que ríe, corazón que llora es una obra profunda, ingenua y melancólica que explora con una honestidad no exenta de candor la infancia y juventud de la autora en la isla antillana de Guadalupe. De hecho, el libro está considerado como un texto imprescindible dentro de su producción y, en lo personal, es una puerta de entrada idónea al universo condeano.

Una novela íntima en la que Condé da un giro autobiográfico a su obra, retratando en primera persona, a través de sus recuerdos de infancia, temas fundamentales en sus novelas como los asuntos raciales, de género y culturales en los distintos periodos de la Historia. Es decir, nos encontramos ante un texto que esconde el origen de todos los orígenes, el surgimiento de una conciencia creadora y de una voz narrativa y narradora que presumen una originalidad abrumadora, única en las letras francófonas y ajena a las modas que experimentan con la forma y sacrifican el fondo.

Cuando uno lee a Condé, es como si asistiera a historias para dormir, llenas de recuerdos infantiles a través de las cuales se despliegan las relaciones entre los pueblos africanos y la diáspora, especialmente el Caribe, siempre bajo una fuerte mirada feminista.

Para fecundar a la memoria, ente que por momentos se pierde entre sus propias lagunas o se nos escapa a la vuelta de la esquina, Condé acude a los mecanismos libres de fabulación, y opta por una integración narrativa mediante una colección de cuentos que se suceden en canon como si de una cadena de perlas se tratase.

Con una traducción a cargo de Martha Asunción Alonso, Corazón que ríe, corazón que llora cuenta la historia de una joven Maryse, desde su nacimiento en pleno Mardi Gras, con los gritos de su madre confundiéndose con los tambores del carnaval, hasta el primer amor, el primer dolor, la vocación literaria o la primera muerte. Los recuerdos de una escritora que, muchos años después, echa la vista atrás y narra su propio pasado, buscando hacer las paces consigo misma y con sus orígenes. Acudimos al despertar del cuerpo, a la iniciación de los placeres, al advenimiento de la edad adulta y a la inmersión en la metamorfosis de la niña sobreprotegida, aquella que no advierte su condición de negra (como ella misma lo afirma) para convertirse en una mujer libre que extiende sus alas, que se muestra sedienta de altura, que se confronta ante las alegrías y los tropiezos de ser ella misma, en una búsqueda constante, intuitiva y exenta de prejuicios, mediante la cual cualquier lector podrá sentirse identificado.

Corazón que ríe, corazón que llora es un libro lleno de pequeñas historias, que nos posiciona en una condición pendular entre las lágrimas y las alegrías. Corazón que ríe, corazón que llora es un libro conmovedor, pero al mismo tiempo alegre, sobre mujeres únicas y supervivientes, pero no solamente para mujeres porque, al final de cuentas, el placer por la literatura no conoce género.

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