Para tener una idea aproximada de lo que fue el movimiento por la Independencia de México, el cine puede mostrarnos con ventajas cómo pudo haber sido aquella gesta. Todo depende en manos de quién quede la propuesta fílmica, y del contexto social y cultural en el que los creadores se encuentren. Así, hay quienes han realizado películas huecas, superfluas, acartonadas, involuntariamente cómicas y acríticas. Hay eventos que acontecen en toda revolución y que traen dolor, tragedia, muerte, hambre, pobreza, persecuciones, injusticias, despojo, crímenes. Todo ello en una relación contradictoria entre individuos con altos ideales y grandes aspiraciones y una realidad brutal. Cómo llevar a la pantalla este cúmulo de vivencias encontradas, repletas de pasiones humanas e intereses.
Hidalgo, la historia jamás contada, del director Antonio Serrano (México 2010), lo intenta. Propone realizar una película digna, más allá de maniqueísmos simplones o de mundos en blanco y negro, y aunque se toma varias libertades ficticias, sabe retratar tanto la vida del cura, las costumbres de la época, y el terror y dolor infinitos que debe haber vivido Miguel Hidalgo y Costilla luego de su encarcelamiento, tortura y condena a muerte. La cinta nos lo deja ver desde la primera escena en donde el Hidalgo es juzgado, defenestrado y humillado hasta la ignominia. La auto llamada Santa inquisición, terrible y temida, responsable de tantos crímenes e injusticias, fue la encargada de juzgar al cura Hidalgo, y para sembrar un escarmiento entre todos los que tuvieran ánimos independentistas dejó caer toda su furia sobre el párroco de Dolores. El edicto de condena contra el sacerdote queda como testimonio -parafraseando a Borges- de la historia universal de la infamia, y como una prueba de porqué fue correcto quitar el poder terrestre a una institución católica tan abusiva, represora y criminal. Dice el edicto: “(resultado del proceso) del que resulta probado contra vos el delito de heregía, y apostasía de nuestra Santa Fé Católica, y que sois un hombre, sedicioso, cismático, y herege formal por las doce proposiciones, que habéis proferido, … ( en) vuestras conversaciones, y conducta, y son en compendio las siguientes:… Negáis, que Dios castiga en este mundo con penas temporales; … Habéis hablado con desprecio de los Papas, y del Gobierno de la Iglesia, como manejado por hombres ignorantes…. y negáis la perpetua Virginidad de la Virgen MARÍA … habéis sido tan libertino que hicisteis pacto con vuestra manceba de que os buscase mugeres para fornicar, y que para lo mismo le buscaríais á ella hombres, asegurándola que no hay Infierno, ni Jesucristo… que sois tan sovervio, que decís que no os habéis graduado de Doctor en esta Real Universidad por ser su claustro una quadrilla de ignorantes …”
Después siguió el Decreto de excomunión, del cual se presentan aquí algunas de sus más dolosas líneas: “Por autoridad del Dios Omnipotente, El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo y de los santos cánones, y de las virtudes celestiales, ángeles, arcángeles, tronos, dominaciones, papas, querubines y serafines: de todos los santos inocentes, quienes a la vista del santo cordero se encuentran dignos de cantar la nueva canción, y de los santos mártires y santos confesores, y de las santas vírgenes, y de los santos, juntamente con todos los santos y electos de Dios:
Sea condenado Miguel Hidalgo y Costilla, excura del pueblo de Dolores … Lo excomulgamos y anatemizamos, y de los umbrales de la iglesia del todo poderoso Dios, lo secuestramos para que pueda ser atormentado eternamente por indecibles sufrimientos … Que el Hijo, quien sufrió por nosotros, lo maldiga. Que el Espíritu Santo, que nos fue dado a nosotros en el bautismo, lo maldiga. Que la Santa Cruz a la cual Cristo, por nuestra salvación, ascendió victorioso sobre sus enemigos, lo maldiga. Que la santa y eterna madre de Dios, lo maldiga. Que San Miguel, el abogado de los santos, lo maldiga. Que todos los ángeles, los principados y arcángeles, los principados y las potestades y todos los ejércitos celestiales, lo maldigam… Sea condenado Miguel Hidalgo y Costilla, en dondequiera que esté, en la casa o en el campo, en el camino o en las veredas, en los bosques o en el agua, y aún en la iglesia. Que sea maldito en la vida o en la muerte, en el comer o en el beber; en el ayuno o en la sed, en el dormir, en la vigilia y andando, estando de pie o sentado; estando acostado o andando, mingiendo o cantando, y en toda sangría. Que sea maldito en su pelo, que sea maldito en su cerebro, que sea maldito en la corona de su cabeza y en sus sienes; en su frente y en sus oídos, en sus cejas y en sus mejillas, en sus quijadas y en sus narices, en sus dientes anteriores y en sus molares, en sus labios y en su garganta, en sus hombros y en sus muñecas, en sus brazos, en sus manos y en sus dedos …
Que sea condenado en su boca, en su pecho y en su corazón y en todas las vísceras de su cuerpo. Que sea condenado en sus venas y en sus muslos, en sus caderas, en sus rodillas, en sus piernas, pies y en las uñas de sus pies. Que sea maldito en todas las junturas y articulaciones de su cuerpo, desde arriba de su cabeza hasta la planta de su pie; que no haya nada bueno en él. Que el hijo del Dios viviente, con toda la gloria de su majestad, lo maldiga. Y que el cielo, con todos los poderes que en él se mueven, se levanten contra él.
Que lo maldigan y condenen. ¡Amén! Así sea. ¡Amén !.”