/ miércoles 28 de marzo de 2018

El legado de Rabell

Dentro de la casona ubicada en Venustiano Carranza 39, sobre el cerro de Sangremal, que presume en su cima el templo de la Cruz, se encuentra el teatro que alberga a El Corral de Comedias.

En este mismo sitio está la residencia de Francisco Rabell Fernández, mejor conocido como Paco Rabell, quien fundó esta compañía teatral en 1980. Ahí recibió a DIARIO DE QUERÉTARO para hablar sobre el legado que ahora ha encargado a Diego Rabell, su nieto, quien se convirtió en director de El Corral… desde octubre de 2017.

“El director general ahora es Diego, hijo de Luis Rabell; es la tercera generación (la que ahora toma el cargo), aunque ahí ya anda una chaparrita que juega mucho conmigo (…) ahí ya se avecina la cuarta generación que subirá a los escenarios”, apunta sobre su bisnieta.

Don Paco cumplirá 84 años en septiembre próximo y aunque su andar ya no tiene el vigor de antes, su memoria parece refrescarse cada vez que habla de su mayor pasión: el teatro, como lo hizo en esta entrevista.

Los clásicos

El Corral de Comedias nace el 19 de diciembre de 1980, tras la salida de Paco de las filas de la compañía decana del teatro en Querétaro: Los Cómicos de la Legua. Con las aportaciones de Hugo Gutiérrez Vega y la experiencia e inquietud de Rabell Fernández, este nuevo espacio abrió sus puertas para dar vida a clásicos españoles como “Sancho Panza en la ínsula de Barataria” y “Farsa y justicia del señor corregidor” (ambas adaptaciones de Alejandro Casona), que se convirtieron en las primeras puestas que montaron.

Sin embargo, el foro de la entonces naciente compañía inició su vocación teatral años antes, cuando se convirtió en el salón de ensayos de Los Cómicos.

Actores como el propio Gutiérrez Vega, Roberto y Juan Servín Muñoz o Álvaro Arreola, entre otros, moldearon personajes y repasaron guiones entre los muros de esta casona, como rememora don Paco.

“Pero nunca se nos ocurrió hacer teatro aquí, solo una vez, cuando teníamos un grupo infantil en 1973, y ese año, en un cervantino, vino la Compañía Clásica de Roma y los vimos actuar en el seguro. Después de la función, les dijimos: Oigan ¿qué van a hacer ahora? No pues mañana vamos a estar aquí. Pues los invitamos a cenar y les cobramos la cena con una obra del grupo infantil”.

Padrinos

El fundador de la compañía recuerda, además, que la consolidación del espacio escénico y de la compañía en sí se dio de la mano de figuras del teatro que dominaban la escena nacional de ese entonces.

Héctor Bonilla y Alejandro Bichir fueron piezas fundamentales para llevar gente al espacio de Venustiano Carranza y lograr que el nombre de El Corral fuera sinónimo de entretenimiento y calidad.

A Bichir, recuerda don Paco y su hijo José Luis Rabell, quien se unió a la charla, lo conocieron por recomendación del especialista en teatro Rafael López Miarnau.

“Nos lo recomendó el maestro Rafael López, porque empezó la politiquería (entre miembros de Los Cómicos de la Legua) en torno a la primera gira por España y había un sector que me bombardeaba las ideas de hacer esa gira”.

Entonces, Rabell Fernández necesitaba de un critico que le ayudara a ajustar las obras que buscaban llevar a la “madre patria” y fue Alejandro Bichir, el encargado de las criticas.

“Me puso en manos de un muchacho que estaba resultando muy bueno como director, que estaba haciendo “Madre Coraje” en el teatro Comonfort. Criticó el ropaje y cosas así, entonces me fui a España y dimos funciones allá y fue la primera gira de Los Cómicos de la Legua”.

En pago por sus servicios, Paco se llevó a Bichir a España, donde el entonces joven director pidió sumarse al elenco, pues no quiso perder la oportunidad de subir al escenario de El Corral de Comedias de Almagro.

Desde entonces, Alejandro fue amigo cercano de los Rabell; después se sumó Bonilla, a quien conocieron en el Poliforum Siqueiros de la Ciudad de México.

“Invitamos a Héctor Bonilla (a Querétaro) y estaba lloviznando y vio la función, cuando vio la función se me acerco y me dijo: Mira Paco, ya me creaste la necesidad de actuar en este teatro, invítame.

“Escoge la obra que quieras y yo la hago con ustedes. Y yo creo que leyó aquí (don Paco se señala la frente): ¿Con qué te pago cabrón? Y no cobró ni un quinto”, agrega el teatrero con nostalgia.

Fueron seis funciones las que Héctor ofreció a El Corral, quien fue parte de la puesta “El gran teatro del mundo”, original de Pedro Calderón de la Barca, bajo la dirección de José Luis Rabell, quien entonces tenia 21 años.

“Bonilla hacia ‘¿Mi vida es mi vida?’”, acota José Luis, “Y saltaba de telenovela en telenovela y era la imagen de Bacardi, imagínate”, irrumpe el fundador.

Así, fueron conociendo a otros personajes de la escena teatral en México, como al resto de la familia Bichir (Demián, Odiseo y Bruno) y a los actores Luis Gimeno y Gonzalo Vega, este ultimo, también ofreció actuar gratis para esta compañía queretana, pero dificultades de salud del propio histrión, imposibilitaron su participación.

Además, resaltan a actores locales que dejaron su huella en la compañía, como Manuel Naredo, Margarita Adame, Antonio Noriega, Jesús del Llano, Paloma Borja y Jorge Martínez.

“Aparte de Rafa Lozada, el periodista, “El chicharrín” famoso, promocionándonos con las obras y como actor. Cubrió toda la gira del 88 y gente que nos ha apoyado, en primer lugar Leonardo Kosta, que nos ayudó en la edición del teatro. Nos escribió la primera obra política, “La pastorela del tapado”, él la escribió y tuvimos mucho éxito con ella”, subraya Luis.

En reconstrucción

En los más de 37 años de vida de El Corral, se han montado 98 obras diferentes, entre las que destacan “La pastorela” y “Se Casó Tacho con Tencha la del Ocho”. La primera nació en 1981, la segunda salió a escena por primera vez en 2001. Ambas presumen casi 900 representaciones cada una.

Actualmente, la suma de tantas funciones se ve lejos de los objetivos de la compañía. Los públicos cambian y la competencia crece, por lo que los nuevos formatos e historias caben dentro de este tradicional foro.

“Creo ha sido que nos engolosinamos un poco con un programa, lo repetimos y repetimos. Con “Amigos hasta la muerte” nos fue muy bien, pero ya después la gente no responde, debemos renovarnos”, puntualiza Luis Rabell.

Para este año, la compañía ha trazado un programa que conjuga lo clásico con lo nuevo e incluso lo experimental. El pasado viernes estrenaron “Game of Trumps”, un montaje de sátira y comedia política, en la que harán parodia sobre el proceso electoral de este año en México.

La puesta, que estará en funciones hasta el mes de junio, incluirá los acontecimientos que durante las campañas electorales sean más mediáticos, por lo que prevén mantener vigente el montaje para el público que los visite.

De igual forma, a la puesta le incluyeron tecnología a través del “maping”, con proyecciones que serán parte de la propuesta escénica, así como pantallas que presentarán videos durante las funciones.

Esta obra abrirá la temporada de este año, la cual toma la estafeta de Fuenteovejuna. Además, han consideraron la reposición de “Sueño de una noche de verano”, que dirigirá una vez más Diego Rabell, el actual director de la compañía.

“Haremos “Sueño de una noche de verano”, Diego la retoma, va sobre la misma idea, pero en esas obras soy enemigo de la tecnología, hay que resaltar el texto, es Shakespeare. Queremos hacer “Parque Bicentenario”, una obra en la que aparecen héroes de la independencia y la revolución, la queremos enriquecer y hacer “maping”.

En este camino de reconstrucción de la compañía, han abierto las puertas a nuevas protestas, como las que ha emprendido Jerónimo Rabell con sus propuestas clown.

Incluso, Paco Rabell no descarta la posibilidad de ser parte de nuevos de los montajes, de los cuales lleva distanciado un par de años, “Por supuesto que extraño los escenarios, pero ya me cuesta mucho trabajo (subir a escena), pero ahí tengo mi caminadora y en una de esas me lanzo y hago un papel”, sentencia.

Dentro de la casona ubicada en Venustiano Carranza 39, sobre el cerro de Sangremal, que presume en su cima el templo de la Cruz, se encuentra el teatro que alberga a El Corral de Comedias.

En este mismo sitio está la residencia de Francisco Rabell Fernández, mejor conocido como Paco Rabell, quien fundó esta compañía teatral en 1980. Ahí recibió a DIARIO DE QUERÉTARO para hablar sobre el legado que ahora ha encargado a Diego Rabell, su nieto, quien se convirtió en director de El Corral… desde octubre de 2017.

“El director general ahora es Diego, hijo de Luis Rabell; es la tercera generación (la que ahora toma el cargo), aunque ahí ya anda una chaparrita que juega mucho conmigo (…) ahí ya se avecina la cuarta generación que subirá a los escenarios”, apunta sobre su bisnieta.

Don Paco cumplirá 84 años en septiembre próximo y aunque su andar ya no tiene el vigor de antes, su memoria parece refrescarse cada vez que habla de su mayor pasión: el teatro, como lo hizo en esta entrevista.

Los clásicos

El Corral de Comedias nace el 19 de diciembre de 1980, tras la salida de Paco de las filas de la compañía decana del teatro en Querétaro: Los Cómicos de la Legua. Con las aportaciones de Hugo Gutiérrez Vega y la experiencia e inquietud de Rabell Fernández, este nuevo espacio abrió sus puertas para dar vida a clásicos españoles como “Sancho Panza en la ínsula de Barataria” y “Farsa y justicia del señor corregidor” (ambas adaptaciones de Alejandro Casona), que se convirtieron en las primeras puestas que montaron.

Sin embargo, el foro de la entonces naciente compañía inició su vocación teatral años antes, cuando se convirtió en el salón de ensayos de Los Cómicos.

Actores como el propio Gutiérrez Vega, Roberto y Juan Servín Muñoz o Álvaro Arreola, entre otros, moldearon personajes y repasaron guiones entre los muros de esta casona, como rememora don Paco.

“Pero nunca se nos ocurrió hacer teatro aquí, solo una vez, cuando teníamos un grupo infantil en 1973, y ese año, en un cervantino, vino la Compañía Clásica de Roma y los vimos actuar en el seguro. Después de la función, les dijimos: Oigan ¿qué van a hacer ahora? No pues mañana vamos a estar aquí. Pues los invitamos a cenar y les cobramos la cena con una obra del grupo infantil”.

Padrinos

El fundador de la compañía recuerda, además, que la consolidación del espacio escénico y de la compañía en sí se dio de la mano de figuras del teatro que dominaban la escena nacional de ese entonces.

Héctor Bonilla y Alejandro Bichir fueron piezas fundamentales para llevar gente al espacio de Venustiano Carranza y lograr que el nombre de El Corral fuera sinónimo de entretenimiento y calidad.

A Bichir, recuerda don Paco y su hijo José Luis Rabell, quien se unió a la charla, lo conocieron por recomendación del especialista en teatro Rafael López Miarnau.

“Nos lo recomendó el maestro Rafael López, porque empezó la politiquería (entre miembros de Los Cómicos de la Legua) en torno a la primera gira por España y había un sector que me bombardeaba las ideas de hacer esa gira”.

Entonces, Rabell Fernández necesitaba de un critico que le ayudara a ajustar las obras que buscaban llevar a la “madre patria” y fue Alejandro Bichir, el encargado de las criticas.

“Me puso en manos de un muchacho que estaba resultando muy bueno como director, que estaba haciendo “Madre Coraje” en el teatro Comonfort. Criticó el ropaje y cosas así, entonces me fui a España y dimos funciones allá y fue la primera gira de Los Cómicos de la Legua”.

En pago por sus servicios, Paco se llevó a Bichir a España, donde el entonces joven director pidió sumarse al elenco, pues no quiso perder la oportunidad de subir al escenario de El Corral de Comedias de Almagro.

Desde entonces, Alejandro fue amigo cercano de los Rabell; después se sumó Bonilla, a quien conocieron en el Poliforum Siqueiros de la Ciudad de México.

“Invitamos a Héctor Bonilla (a Querétaro) y estaba lloviznando y vio la función, cuando vio la función se me acerco y me dijo: Mira Paco, ya me creaste la necesidad de actuar en este teatro, invítame.

“Escoge la obra que quieras y yo la hago con ustedes. Y yo creo que leyó aquí (don Paco se señala la frente): ¿Con qué te pago cabrón? Y no cobró ni un quinto”, agrega el teatrero con nostalgia.

Fueron seis funciones las que Héctor ofreció a El Corral, quien fue parte de la puesta “El gran teatro del mundo”, original de Pedro Calderón de la Barca, bajo la dirección de José Luis Rabell, quien entonces tenia 21 años.

“Bonilla hacia ‘¿Mi vida es mi vida?’”, acota José Luis, “Y saltaba de telenovela en telenovela y era la imagen de Bacardi, imagínate”, irrumpe el fundador.

Así, fueron conociendo a otros personajes de la escena teatral en México, como al resto de la familia Bichir (Demián, Odiseo y Bruno) y a los actores Luis Gimeno y Gonzalo Vega, este ultimo, también ofreció actuar gratis para esta compañía queretana, pero dificultades de salud del propio histrión, imposibilitaron su participación.

Además, resaltan a actores locales que dejaron su huella en la compañía, como Manuel Naredo, Margarita Adame, Antonio Noriega, Jesús del Llano, Paloma Borja y Jorge Martínez.

“Aparte de Rafa Lozada, el periodista, “El chicharrín” famoso, promocionándonos con las obras y como actor. Cubrió toda la gira del 88 y gente que nos ha apoyado, en primer lugar Leonardo Kosta, que nos ayudó en la edición del teatro. Nos escribió la primera obra política, “La pastorela del tapado”, él la escribió y tuvimos mucho éxito con ella”, subraya Luis.

En reconstrucción

En los más de 37 años de vida de El Corral, se han montado 98 obras diferentes, entre las que destacan “La pastorela” y “Se Casó Tacho con Tencha la del Ocho”. La primera nació en 1981, la segunda salió a escena por primera vez en 2001. Ambas presumen casi 900 representaciones cada una.

Actualmente, la suma de tantas funciones se ve lejos de los objetivos de la compañía. Los públicos cambian y la competencia crece, por lo que los nuevos formatos e historias caben dentro de este tradicional foro.

“Creo ha sido que nos engolosinamos un poco con un programa, lo repetimos y repetimos. Con “Amigos hasta la muerte” nos fue muy bien, pero ya después la gente no responde, debemos renovarnos”, puntualiza Luis Rabell.

Para este año, la compañía ha trazado un programa que conjuga lo clásico con lo nuevo e incluso lo experimental. El pasado viernes estrenaron “Game of Trumps”, un montaje de sátira y comedia política, en la que harán parodia sobre el proceso electoral de este año en México.

La puesta, que estará en funciones hasta el mes de junio, incluirá los acontecimientos que durante las campañas electorales sean más mediáticos, por lo que prevén mantener vigente el montaje para el público que los visite.

De igual forma, a la puesta le incluyeron tecnología a través del “maping”, con proyecciones que serán parte de la propuesta escénica, así como pantallas que presentarán videos durante las funciones.

Esta obra abrirá la temporada de este año, la cual toma la estafeta de Fuenteovejuna. Además, han consideraron la reposición de “Sueño de una noche de verano”, que dirigirá una vez más Diego Rabell, el actual director de la compañía.

“Haremos “Sueño de una noche de verano”, Diego la retoma, va sobre la misma idea, pero en esas obras soy enemigo de la tecnología, hay que resaltar el texto, es Shakespeare. Queremos hacer “Parque Bicentenario”, una obra en la que aparecen héroes de la independencia y la revolución, la queremos enriquecer y hacer “maping”.

En este camino de reconstrucción de la compañía, han abierto las puertas a nuevas protestas, como las que ha emprendido Jerónimo Rabell con sus propuestas clown.

Incluso, Paco Rabell no descarta la posibilidad de ser parte de nuevos de los montajes, de los cuales lleva distanciado un par de años, “Por supuesto que extraño los escenarios, pero ya me cuesta mucho trabajo (subir a escena), pero ahí tengo mi caminadora y en una de esas me lanzo y hago un papel”, sentencia.

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