/ miércoles 31 de octubre de 2018

El Mictlán y los nueve pisos del inframundo

Para la tradición Mexica, el comportamiento en vida era tan importante honrar los valores con los cuales eran educados, para poder llegar al descanso eterno

Hablar de la celebración de Día de Muertos, es una de las referencias y tradiciones más importantes y conocidas de México, sin embargo esta es una costumbre que nada tiene que ver con la cosmovisión Mexica. Y el paso de los muertos por el inframundo, haciendo referencia al Mictlán y a sus dioses.

Para la tradición Mexica, el comportamiento en vida era tan importante honrar los valores con los cuales eran educados, para poder llegar al descanso eterno, para poder ser dignos de cruzar el inframundo y poder llegar al Mictlán.

La representación de la vida y la muerte desde la los tiempos prehispánicos, han sido un referente la cultura y la veneración de los que ya no están, pero sobre todo, el recordar que se debe de seguir una vida basada en el respeto y honor, para así ser recordados y llegar al lugar de los muertos para poder descansar y tener la satisfacción de haber tenido una buena vida.

Mictlántecihtli y Mictlancíhuatl, dioses del infierno Mixteca, la dualidad gobernaba el Mictlán, (Lugar de los Muertos), y habitaban en las profundidades de la tierra, en la novena y último piso del Mictlán, el cual se orienta al norte, ya que era el lugar donde los muertos podían lograr el descanso eterno.

La representación de estos Dioses era hecha con máscaras formadas por cráneos humanos y cabellos negros, sus cuerpos estaban cubiertos con huesos y sus ojos estelares viviendo en completa oscuridad.

Al comienzo de los tiempos, cuando el mundo se conformaba, Quetzalcóaltl, bajo al Mictlán, en busca de los huesos de los Dioses para crear al hombre, por lo que Mictlántecuhtli le dijo “te puedes llevar esos huesos, pero al final han de regresar a mí”, de ahí la creencia de que todos los muertos deben de bajar al Mictlán y rendir cuentas ante Dioses, después de luchar contra Xochitonal.

Xochitonal, era el encargado de vigilar y cuidar el paso de los muertos por el río Apanhuiayo, y una vez que el tonalli (alma) llegaba aquí debía de luchar contra él y vencerlo o siplemente eludirlo, si es que había fallecía por causas naturales, y así poder llegar a las orillas de Chiconahuapan, el lugar donde se encontrarían con Mictlántecuhtle y morir definitivamente en su presencia.

Xólotl cruzando el Mictlampa.

Sin embargo, en el primero de los nueve pisos del Mictlán, el Itzcuintlán, es el lugar donde exitian los Xoloitzcuintle, el perro consagrado del Xólotl, quien en el pasado fuese el custodio del Dios Sol durante las horas diurnas como el Dios del Ocaso, pero por haber atentado contra Tonatiuh durante su recorrido a través de la bóveda celeste, fue enviado al Mictlán por los Dioses Creadores para conciliar a los perros domésticos con los muertos.

Se decía que según el cómo hubiera sido tu trato en la tierra con los perros, era el trato y camino que te hacia seguir por el río Apanhuiayo, y para cruzar el agua, se necesitaba la fuerza del perro Xoloitzcuintle, que en vida se criaba sólo para tal menester y al que le ponían un hilo flojo de algodón en su pescuezo para cuando el difunto llegase a la ribera.

Tepeme Monamictlán (lugar en que se juntan las montañas) y casa de Tepeyóllotl (Dios de las Montañas y los Ecos; Señor de los jaguares) era el segundo piso por donde tenían que cruzar los muertos, esperando el momento correcto para pasar entre las montañas sin que estas los aplastaran.

El corazón de la montaña, con toda seguridad Tepeyollotl.

El tercer piso Itztépetl, la montaña de obsidiana, era por donde los muertos debían de caminar por un sendero, que los iba desgarrando despojándolos de todas sus pertenencias terrenales y era custodiado por Itztlacoliuhqui, Dios de la Obsidiana, Señor del Castigo.

Cehuelóyan, lugar donde hay mucha nieve, el cuarto piso y la primera región de Itzehecáyan, era habitado por Mictlampehécatl, Dios del Viento Frío del Norte, que llevaba el invierno desde el Mictlán hasta la tierra.

Pancuetlacalóyan el quinto piso, lugar donde las personas se voltean como bandera, también hogar de Mictlampehécatl, la segunda región del extenso complejo Itzehecáyan, al pie del último collado del Cehuecáyan, ahí comenzaba una extensa área desértica de difícil movimiento con ocho páramos donde no existía la gravedad, y los muertos estaban a merced de los vientos.

En el sexto piso, lugar donde te flechan, Temiminalóyan, es un largo sendero donde se lanzaban puntiagudas flechas, flechas que se habían perdido en las batallas terrenales, y que podían acribillar a los muertos.

Teyollocualóyan, lugar donde te comen el corazón es el séptimo piso del Mictlán, otro de los hogares Tepeyóllotl, el Señor del Jaguar, era habitado por fieras salvajes que abrían el pecho del muerto, para una vez que cruzarán el sendero, un jaguar comiera su corazón.

Apanohualóyan, el octavo piso, lugar donde se tiene que cruzar agua, la región de la desembocadura del río Apanohuacalhuia, una masa acuática de aguas negras donde el muerto ya sin corazón se debatía por largo rato en las aguas negras para salir, pero, ahí no acabarían sus penas, pues el difunto tendría que atravesar un extenso valle lleno de nueve hondos ríos, los ríos de los nueve estados de la conciencia.

El noveno piso, Chiconahualóyan, lugar donde se tiene nueve aguas, hogar de los Dioses de la Muerte, Mictlántecihtli y Mictlancíhuatl, donde los muertos ya no podían ver a su alrededor.

Su estado de cansancio provocaría la reflexión de las decisiones y movimientos de la historia del muerto, y se conectaría con todo lo que le sucedió en vida, con todo lo que le rodeaba.

Al librar todas las batallas, los señores de la muerte liberaban a los muertos de su tonalli, logrando así el descanso anhelado; recibían una grata compensación. Al caer la tarde, Tonatiuh bajaba a iluminar el Mictlán y todo era paz y calma.

Así se ven Popocatépetl e Iztaccihuatl en el Mictlán.

El muerto se volvía uno con todo. Así, dejaban de padecer y entraba en el Mictlán.

Hablar de la celebración de Día de Muertos, es una de las referencias y tradiciones más importantes y conocidas de México, sin embargo esta es una costumbre que nada tiene que ver con la cosmovisión Mexica. Y el paso de los muertos por el inframundo, haciendo referencia al Mictlán y a sus dioses.

Para la tradición Mexica, el comportamiento en vida era tan importante honrar los valores con los cuales eran educados, para poder llegar al descanso eterno, para poder ser dignos de cruzar el inframundo y poder llegar al Mictlán.

La representación de la vida y la muerte desde la los tiempos prehispánicos, han sido un referente la cultura y la veneración de los que ya no están, pero sobre todo, el recordar que se debe de seguir una vida basada en el respeto y honor, para así ser recordados y llegar al lugar de los muertos para poder descansar y tener la satisfacción de haber tenido una buena vida.

Mictlántecihtli y Mictlancíhuatl, dioses del infierno Mixteca, la dualidad gobernaba el Mictlán, (Lugar de los Muertos), y habitaban en las profundidades de la tierra, en la novena y último piso del Mictlán, el cual se orienta al norte, ya que era el lugar donde los muertos podían lograr el descanso eterno.

La representación de estos Dioses era hecha con máscaras formadas por cráneos humanos y cabellos negros, sus cuerpos estaban cubiertos con huesos y sus ojos estelares viviendo en completa oscuridad.

Al comienzo de los tiempos, cuando el mundo se conformaba, Quetzalcóaltl, bajo al Mictlán, en busca de los huesos de los Dioses para crear al hombre, por lo que Mictlántecuhtli le dijo “te puedes llevar esos huesos, pero al final han de regresar a mí”, de ahí la creencia de que todos los muertos deben de bajar al Mictlán y rendir cuentas ante Dioses, después de luchar contra Xochitonal.

Xochitonal, era el encargado de vigilar y cuidar el paso de los muertos por el río Apanhuiayo, y una vez que el tonalli (alma) llegaba aquí debía de luchar contra él y vencerlo o siplemente eludirlo, si es que había fallecía por causas naturales, y así poder llegar a las orillas de Chiconahuapan, el lugar donde se encontrarían con Mictlántecuhtle y morir definitivamente en su presencia.

Xólotl cruzando el Mictlampa.

Sin embargo, en el primero de los nueve pisos del Mictlán, el Itzcuintlán, es el lugar donde exitian los Xoloitzcuintle, el perro consagrado del Xólotl, quien en el pasado fuese el custodio del Dios Sol durante las horas diurnas como el Dios del Ocaso, pero por haber atentado contra Tonatiuh durante su recorrido a través de la bóveda celeste, fue enviado al Mictlán por los Dioses Creadores para conciliar a los perros domésticos con los muertos.

Se decía que según el cómo hubiera sido tu trato en la tierra con los perros, era el trato y camino que te hacia seguir por el río Apanhuiayo, y para cruzar el agua, se necesitaba la fuerza del perro Xoloitzcuintle, que en vida se criaba sólo para tal menester y al que le ponían un hilo flojo de algodón en su pescuezo para cuando el difunto llegase a la ribera.

Tepeme Monamictlán (lugar en que se juntan las montañas) y casa de Tepeyóllotl (Dios de las Montañas y los Ecos; Señor de los jaguares) era el segundo piso por donde tenían que cruzar los muertos, esperando el momento correcto para pasar entre las montañas sin que estas los aplastaran.

El corazón de la montaña, con toda seguridad Tepeyollotl.

El tercer piso Itztépetl, la montaña de obsidiana, era por donde los muertos debían de caminar por un sendero, que los iba desgarrando despojándolos de todas sus pertenencias terrenales y era custodiado por Itztlacoliuhqui, Dios de la Obsidiana, Señor del Castigo.

Cehuelóyan, lugar donde hay mucha nieve, el cuarto piso y la primera región de Itzehecáyan, era habitado por Mictlampehécatl, Dios del Viento Frío del Norte, que llevaba el invierno desde el Mictlán hasta la tierra.

Pancuetlacalóyan el quinto piso, lugar donde las personas se voltean como bandera, también hogar de Mictlampehécatl, la segunda región del extenso complejo Itzehecáyan, al pie del último collado del Cehuecáyan, ahí comenzaba una extensa área desértica de difícil movimiento con ocho páramos donde no existía la gravedad, y los muertos estaban a merced de los vientos.

En el sexto piso, lugar donde te flechan, Temiminalóyan, es un largo sendero donde se lanzaban puntiagudas flechas, flechas que se habían perdido en las batallas terrenales, y que podían acribillar a los muertos.

Teyollocualóyan, lugar donde te comen el corazón es el séptimo piso del Mictlán, otro de los hogares Tepeyóllotl, el Señor del Jaguar, era habitado por fieras salvajes que abrían el pecho del muerto, para una vez que cruzarán el sendero, un jaguar comiera su corazón.

Apanohualóyan, el octavo piso, lugar donde se tiene que cruzar agua, la región de la desembocadura del río Apanohuacalhuia, una masa acuática de aguas negras donde el muerto ya sin corazón se debatía por largo rato en las aguas negras para salir, pero, ahí no acabarían sus penas, pues el difunto tendría que atravesar un extenso valle lleno de nueve hondos ríos, los ríos de los nueve estados de la conciencia.

El noveno piso, Chiconahualóyan, lugar donde se tiene nueve aguas, hogar de los Dioses de la Muerte, Mictlántecihtli y Mictlancíhuatl, donde los muertos ya no podían ver a su alrededor.

Su estado de cansancio provocaría la reflexión de las decisiones y movimientos de la historia del muerto, y se conectaría con todo lo que le sucedió en vida, con todo lo que le rodeaba.

Al librar todas las batallas, los señores de la muerte liberaban a los muertos de su tonalli, logrando así el descanso anhelado; recibían una grata compensación. Al caer la tarde, Tonatiuh bajaba a iluminar el Mictlán y todo era paz y calma.

Así se ven Popocatépetl e Iztaccihuatl en el Mictlán.

El muerto se volvía uno con todo. Así, dejaban de padecer y entraba en el Mictlán.

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