Recién estrenada en salas, la cinta “El ombligo de Guie´dani” del director, escritor y productor mexicano de origen catalán, Xavi Salas, retrata la historia de una mujer zapoteca del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca; quien como muchas otras indígenas de su comunidad, se ve en la necesidad de migrar hacia la Ciudad de México, junto a su pequeña hija “Guie´dani”, para emplearse como trabajadora doméstica.
Aún cuando la película ha sido equiparada con Roma por críticos de cine y diferentes medios de comunicación, Salas asegura que no hay argumento más equivocado, pues su filme habla desde otro lugar: no desde el yo y la nostalgia –como lo hace Alfonso Cuarón– sino más bien desde la discriminación, la desigualdad y la explotación que viven las mujeres indígenas en las casas de las familias clasemedieras mexicanas.
Para lograrlo, el director platica que no sólo se introdujo en la cultura de este pueblo, también entrevistó a trabajadoras zapotecas radicadas en la Ciudad de México y Oaxaca, para conocer sus experiencias y reconstruir así los diferentes escenarios y personajes de su historia.
Lamentando que sean pocas las películas que muestran a las mujeres indígenas revelándose contra el sistema sociocultural y político, afirma que con base en la documentación de la realidad de las trabajadoras domésticas zapotecas, pudo alejarse de los estereotipos que existen en el imaginario de los mexicanos sobre su forma de ser y sus aspiraciones vitales.
Muestra de ello, dice Xavi, es la protagonista (Sótera Cruz) “Guie´dani” –nombre que en zapoteco quiere decir “Flor salvaje”–, quien contrario al personaje que interpreta Yalitza Aparicio en Roma, “no quiere ese mundo de riqueza, de opulencia, que esa familia considera como felicidad, como muchos otros mexicanos; ella quiere regresar a su pueblo, siendo zapoteca, teniendo su lengua, y su humildad (…) La mujer zapoteca es la mas aguerrida de toda la República, y Gui´edani es una niña que representa a la nueva generación de mujeres que da manotazos sobre la mesa para decir: ¡ya basta!”
El elenco fue conformado por actores profesionales y mujeres del Istmo de Tehuantepec que el director encontró tras dos años de hacer casting en la zona, pues considera que esta parte del proceso “es lo más importante después del guion”.
Otro de los aspectos importantes para el director fue el aprendizaje y uso del zapoteco como lengua central, por lo que en el equipo, incluyó a tres traductores que garantizaron el rigor lingüístico de la película.
“Yo tenía muy claro que la quería contar en zapoteco (…) Quería hacer justicia a la lengua y a la comunidad, y que fuera modelo para otros que quieren trabajar en películas que hablen de las diferentes zonas, territorios y lenguas de México… para que en el país haya muchas más películas en lenguas que no sean el español, pues es sorprendente que en un país tan rico, el 99% de las cintas solo esté en esta lengua, es alarmante”, advierte.
Con pocos recursos, y apoyado por los mismos integrantes para su realización, Salas compartió sentirse satisfecho con los resultados; aunque señala, es urgente que el gobierno mexicano intervenga no sólo en el impulso, sino también en la distribución del cine local a nivel nacional.
“En función de la asistencia [a las salas] es el tiempo que nos van a mantener más o menos [en cartelera], ese es otro de los debates importantes que estamos teniendo [en la comunidad cinematográfica]: el boicot al cine mexicano… Necesitamos apoyo de los espectadores; pues aunque hay mucha gente que quiere verla, no tenemos salas. Nos retiran de la publicidad en los portales de determinadas exhibidoras y nos ponen los peores horarios, con el objetivo de que el público no la pueda ver. No podemos competir en igualdad de condiciones, el gobierno tiene que intervenir en la democratización de la distribución en México”, puntualiza.