/ viernes 1 de junio de 2018

Eso que llaman narrativa femenina

Son dos divergencias en la idea de pensamiento, ninguna de ellas correcta o incorrecta, ninguna con mayor veracidad: una de ellas postula la universalidad de la creación, que más allá de escribir bajo el signo de un género, postula una universalidad asexuada, quizá también postula la calidad como punto de partida. Y la otra es la que postula que sí hay una estética y poética creada por mujeres, aunque en un punto de pronto creo que no está tan deslindada la una de la otra.

Preguntarse sobre qué escriben las mujeres es algo que ha estado presente durante mucho tiempo sin llegar a una verdad absoluta, solo a un desacuerdo que cada vez más pareciera abrirse con los choques generacionales o que también encuentra un punto en común al enfrentarse a la violencia de género como un tema necesario de hablar a través de la escritura.

Escribir desde la corporalidad, la realidad, la vida, un enfoque, entre otras, son las vertientes de las que parten, pero aún con el cuestionamiento de si es posible escribir desde los zapatos del otro sexo.

La lucha generacional

La brecha generacional es la principal discrepancia de opinión. Hay generaciones más experimentadas que no creen en esta universalidad, “no importa tanto si escribe una mujer o un hombre, sino la calidad, pero también nos ha tocado reconocer que hay un canon masculino, que hay una preponderancia y hay que ir ganando espacios”, explicó Paola Velasco, editora de la revista Tierra Adentro en el marco del Encuentro entre las Lumbres 2018.

La discusión vigente y hoy por hoy que aún se reflexiona, “yo sí creo en la universalidad, hay la amplitud de la herramienta, pero también creo en la perspectiva de género en la literatura, es importante decir en sus contextos propio de la época, cada siglo ha dados su participaciones”, dijo Amaranta Caballero, escritora originaria de Guanajuato que ha participado en diversos festivales internacionales de poesía.

“Yo creo que sí hay una forma en la que nosotras escribimos, es característico, no creo en la universalidad sino en la particularidad de cada escritor; pero dentro existe el género, porque nosotras tenemos una visión especial, tenemos un ojo particular de ver las cosas y lo vemos en la narrativa femenina”, contrapuso la escritora oriunda de Hermosillo, Georgina St. Clair.

“Cuenta el cuerpo que tenemos en cuanto a las percepciones que tenemos con la realidad en la que interactuamos, cuando se hace obra hay un lenguaje especifico que plasma una visión del mundo, ese lenguaje traduce tu forma de estar en el mundo. Tú eliges qué visión, la corporal o la mediada por la otredad, me parece que puede haber una escritura hecha por mujeres que no necesariamente se considera lo clásico de las mujeres, me parece que las dos condiciones pueden ser consideradas en el acto de las mujeres”, sumó Ada Aurora, candidata al Sistema Nacional de Investigadores y escritora colimense.

Una lucha en común

Hombres escribiendo personajes femeninos, mujeres escribiendo personajes masculinos, a lo largo de la historia ha quedado un antecedente de la capacidad de escritura que cada uno tiene para escribir del sexo opuesto pese a las discusiones y pese al desacuerdo que existe; pero algo que une a todas las escritoras y es el compromiso que sienten al escribir y demandar sobre la situación actual que viven las mujeres.

“Yo sé que tengo un compromiso que comparte las mismas características: que al igual que yo, sufre las olas de violencia. Yo siento que estamos en una época que podemos ser capaces de ser, de cruzar la particularidad y tenemos un compromiso, pero que es mas allá de hablar sobre una mujer mexicana”, refirió la escritora zacatecana Cecilia Andrade.

El ejercicio literario se ve permeado por el día a día, conforme el tiempo está cambiando, no se puede evitar escribir de lo que se vive, de lo que está pasando; las voces demandan y ponen el foco en una situación que supera la universalidad.

“Cuando veo que el pueblo vecino se metieron a la casa de una chica y la mataron o que un día me abrieron la ventana para tomarme una foto no se puede evitar; siento que ha sido criticado mucho, pero creo que también podemos expresarnos a través de ellas, las letras. Creo que es inevitable hablar desde un lugar femenino en este sistema de miedo en el que nos tienen sometidas. Cuando me preguntan cómo vivo mi juventud, sólo puedo decir que con miedo. Nos están destruyendo y de la única forma en la que puedo seguir es a través de la escritura, no podemos decir cuándo terminará, pero quedará el registro”, resaltó la premiada poeta zacatecana Frydha Ramos.

Más allá de reconocer en la posición de desventaja en la que se ha manejado a la mujer, frente a las nuevas oleadas de violencia que superan lo simbólico, la narración se convierte en una forma única de construir el mundo. “La violencia es un tema que nos preocupa a las mujeres, necesitamos escribir con la conciencia”, sumó Aurora.

“No hay una separación, entendemos que el arte como medio de expresión es universal, pero cuando llegamos a una circunstancia en la que tenemos que cuestionar sobre la mujer y la perspectiva de género, la violencia, estamos respirando también un panorama en el cual tenemos que ser mucho más activas para lograr tener esos cambios.

Reconocer que siempre hemos estado en una posición de desventaja frente a las circunstancias de violencia, no sólo es simbólica, sino también en nuevas formas muy sofisticadas. Somos humanos en función de que narramos, la narración es una forma de reconstruir el mundo”, agregó Caballero.

Son dos divergencias en la idea de pensamiento, ninguna de ellas correcta o incorrecta, ninguna con mayor veracidad: una de ellas postula la universalidad de la creación, que más allá de escribir bajo el signo de un género, postula una universalidad asexuada, quizá también postula la calidad como punto de partida. Y la otra es la que postula que sí hay una estética y poética creada por mujeres, aunque en un punto de pronto creo que no está tan deslindada la una de la otra.

Preguntarse sobre qué escriben las mujeres es algo que ha estado presente durante mucho tiempo sin llegar a una verdad absoluta, solo a un desacuerdo que cada vez más pareciera abrirse con los choques generacionales o que también encuentra un punto en común al enfrentarse a la violencia de género como un tema necesario de hablar a través de la escritura.

Escribir desde la corporalidad, la realidad, la vida, un enfoque, entre otras, son las vertientes de las que parten, pero aún con el cuestionamiento de si es posible escribir desde los zapatos del otro sexo.

La lucha generacional

La brecha generacional es la principal discrepancia de opinión. Hay generaciones más experimentadas que no creen en esta universalidad, “no importa tanto si escribe una mujer o un hombre, sino la calidad, pero también nos ha tocado reconocer que hay un canon masculino, que hay una preponderancia y hay que ir ganando espacios”, explicó Paola Velasco, editora de la revista Tierra Adentro en el marco del Encuentro entre las Lumbres 2018.

La discusión vigente y hoy por hoy que aún se reflexiona, “yo sí creo en la universalidad, hay la amplitud de la herramienta, pero también creo en la perspectiva de género en la literatura, es importante decir en sus contextos propio de la época, cada siglo ha dados su participaciones”, dijo Amaranta Caballero, escritora originaria de Guanajuato que ha participado en diversos festivales internacionales de poesía.

“Yo creo que sí hay una forma en la que nosotras escribimos, es característico, no creo en la universalidad sino en la particularidad de cada escritor; pero dentro existe el género, porque nosotras tenemos una visión especial, tenemos un ojo particular de ver las cosas y lo vemos en la narrativa femenina”, contrapuso la escritora oriunda de Hermosillo, Georgina St. Clair.

“Cuenta el cuerpo que tenemos en cuanto a las percepciones que tenemos con la realidad en la que interactuamos, cuando se hace obra hay un lenguaje especifico que plasma una visión del mundo, ese lenguaje traduce tu forma de estar en el mundo. Tú eliges qué visión, la corporal o la mediada por la otredad, me parece que puede haber una escritura hecha por mujeres que no necesariamente se considera lo clásico de las mujeres, me parece que las dos condiciones pueden ser consideradas en el acto de las mujeres”, sumó Ada Aurora, candidata al Sistema Nacional de Investigadores y escritora colimense.

Una lucha en común

Hombres escribiendo personajes femeninos, mujeres escribiendo personajes masculinos, a lo largo de la historia ha quedado un antecedente de la capacidad de escritura que cada uno tiene para escribir del sexo opuesto pese a las discusiones y pese al desacuerdo que existe; pero algo que une a todas las escritoras y es el compromiso que sienten al escribir y demandar sobre la situación actual que viven las mujeres.

“Yo sé que tengo un compromiso que comparte las mismas características: que al igual que yo, sufre las olas de violencia. Yo siento que estamos en una época que podemos ser capaces de ser, de cruzar la particularidad y tenemos un compromiso, pero que es mas allá de hablar sobre una mujer mexicana”, refirió la escritora zacatecana Cecilia Andrade.

El ejercicio literario se ve permeado por el día a día, conforme el tiempo está cambiando, no se puede evitar escribir de lo que se vive, de lo que está pasando; las voces demandan y ponen el foco en una situación que supera la universalidad.

“Cuando veo que el pueblo vecino se metieron a la casa de una chica y la mataron o que un día me abrieron la ventana para tomarme una foto no se puede evitar; siento que ha sido criticado mucho, pero creo que también podemos expresarnos a través de ellas, las letras. Creo que es inevitable hablar desde un lugar femenino en este sistema de miedo en el que nos tienen sometidas. Cuando me preguntan cómo vivo mi juventud, sólo puedo decir que con miedo. Nos están destruyendo y de la única forma en la que puedo seguir es a través de la escritura, no podemos decir cuándo terminará, pero quedará el registro”, resaltó la premiada poeta zacatecana Frydha Ramos.

Más allá de reconocer en la posición de desventaja en la que se ha manejado a la mujer, frente a las nuevas oleadas de violencia que superan lo simbólico, la narración se convierte en una forma única de construir el mundo. “La violencia es un tema que nos preocupa a las mujeres, necesitamos escribir con la conciencia”, sumó Aurora.

“No hay una separación, entendemos que el arte como medio de expresión es universal, pero cuando llegamos a una circunstancia en la que tenemos que cuestionar sobre la mujer y la perspectiva de género, la violencia, estamos respirando también un panorama en el cual tenemos que ser mucho más activas para lograr tener esos cambios.

Reconocer que siempre hemos estado en una posición de desventaja frente a las circunstancias de violencia, no sólo es simbólica, sino también en nuevas formas muy sofisticadas. Somos humanos en función de que narramos, la narración es una forma de reconstruir el mundo”, agregó Caballero.

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