/ miércoles 1 de noviembre de 2023

Arte del más allá: Aída Petit Jean retrata fantasmas en sus cuadros

Desde el expresionismo abstracto, la autora plasma espíritus que se comunican con ella a través de sus pinturas, “simplemente aparecen”, asegura


La primera vez que vi un cuadro de Aída Petit Jean fue en TikTok. Un rostro lúgubre de mirada profunda atrapó la mía en la inmediatez de esa red social, quedé hipnotizada. Y es que no se trataba de un retrato cualquiera, era la imagen viva de un fantasma.

La pintora mexicana se ha vuelto viral en redes sociales con esta propuesta, que ella misma describe como un portal hacia lo desconocido. Y más que causar miedo, dice que busca que la gente vuelque su mirada hacia la oscuridad, para que encuentren un poco de luz y a sus propios fantasmas.

Aída visitó la ciudad hace unos días para formar parte de la exposición colectiva Ánimas y otras apariciones, en la que también participan Rubén Maya, Ángela Leyva, Gabriela González Leal, Kikyz1313, Mariana Flores Quijano, Rodrigo Cifuentes, Sebastián Molina y Teódulo Rómulo.

La colección se encuentra en el Museo de Arte de Querétaro, con piezas como Speculari, Bilis negra- humores X-XVI, La vidente y El proceso de la bruja, de la autoría de Aída Petit Jean.

Para conocer más sobre esta propuesta, nos reunimos con la pintora horas antes de la inauguración. La cita fue en Gramlich, una cafetería ubicada en el centro de la ciudad que siempre me recuerda a Nighthawks de Edward Hopper. Aída se abrió paso en este establecimiento, y no pude pasar desapercibido su gran parecido con Stevie Nicks de Fleetwood Mac.

La luz que entraba por los grandes ventanales bañaba todo la cafetería, pero había una mesa en el fondo, con un poco de sombra, que ella eligió para la entrevista: "prefiero el lado oscuro", dijo con una sonrisa.

Contrario a lo que la gente esperaría, Aída es de un trato cálido y de voz aterciopelada. Cuenta que los últimos 20 años de su vida trabajó como monje en la tradición Ishaya, y que fue en pandemia que retomó de nuevo su arte luego de que su hermana encontrara uno de sus cuadros en el Museo de Arte de Querétaro (MaQro).

Foto: Irais Sánchez | Diario de Querétaro

“¿Cómo llegó ahí?”, le pregunto. Ella sonríe y me mira en silencio como conjurando la respuesta. Cree que todo sucede por algo y en su justo momento. La obra la donó hace tiempo al gobierno mexicano a través del Programa Nacional de Pago en Especie, que se gestó en 1957 como una iniciativa a la que respondieron artistas mexicanos como Gerardo Murillo (Dr. Atl) y David Alfaro Siqueiros, al entregar a la Secretaría de Hacienda algunas de sus obras como pago de sus impuestos.

Desde 2001 Querétaro recibe parte de esta colección a través de un sorteo, y las piezas quedan al resguardo y exhibición del MaQro y Galería Libertad. Así fue como llegó su obra al estado.

Así que su hermana encontró la pieza en esta colección, le mandó una fotografía, y ese fue el detonante para que ella regresara a pintar.

Aunque dejó de hacerlo durante mucho tiempo, la artista de ahora 66 años asevera que los fantasmas siempre permanecieron con ella. Los siente, los sueña y “simplemente aparecen” en el lienzo cuando ella pasa la pintura. Lo han hecho desde que comenzó su carrera como artista, y desde entonces los ha apreciado no desde el terror, sino desde lo energético y lo emocional.

Dice que los dejó de pintar para dedicarse de lleno al mundo espiritual después de una tragedia familiar; se fue a trabajar en sus propios fantasmas con la meditación, y ahora ha vuelto como retratista de ellos, como una médium que utiliza el expresionismo abstracto como canal.

“Por eso el blanco y el negro han sido tan importantes en mi trabajo porque son las dos fuerzas, una creadora y otra destructora, se necesitan las dos, no puede existir una sin la otra. No todo puede ser luz en la vida, necesitamos la oscuridad, los contrastes. Así que cuando mezclo estos dos colores ellos aparecen, y lo hacen cuando quieren; también son efímeros, se quedan cuando quieren y a veces solo alcanzo a tomarles una foto”, asegura.

Foto: Irais Sánchez | Diario de Querétaro

“Y yo no los trazo, normalmente en la pintura hay un boceto o hay una técnica que te hace pintar un rostro, y la verdad es que yo no sé hacer eso; nunca aprendí realmente a dibujar. Lo que hago es empezar a colocar la pintura sobre el lienzo, blanco, negro… y juego con eso. A veces uso otros colores, pero últimamente esos dos porque me di cuenta que con ellos ocurre la magia”, detalla la artista.

“Es como si alguien se pusiera detrás del lienzo, y al pasar yo la pintura, se imprimiera su rostro”, agrega.

Aunque este fenómeno le sucede durante su proceso creativo, asevera que desde pequeña los ha visto traspasar paredes, también ha hablado con ellos y ahora ellos la buscan en sus pinceladas.

“Los fantasmas me cuentan historias, me pone fondos con diferentes situaciones, ciudades y otras personas, por lo que tengo que separar al fantasma de lo que le rodea, porque son muchas dimensiones las que me presenta que todavía no puede entender”.

Y aunque no se trata de presencias demoníacas, reconoce que no todo es bonito cuando explora ese lado oscuro.

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“Me han mostrado su belleza, me han mostrado que también existen y quieren ser reconocidos; quieren que la gente vea que la muerte existe, y que no se acaba la vida, que lo que nos sucede es maravilloso y muchas veces es por eso que no se quieren ir, porque quieren seguir explorando.

“En ese sentido mis retratos son portales que nos sirven para ver hacia allá y a ellos para ver hacia acá… si los ves bien no tienen realmente ni ojos, pero nos ven; sin embargo, he tenido fantasmas terribles que hasta a mí me dan miedo, y a esos no los he dejado estar. A esos los borro y les hecho solvente o más pintura para que desaparezcan. Una vez pinté a uno como autómata, me dejé llevar en el movimiento, y cuando vi el resultado me dije: qué bello, pero que miedo, esto es demasiado, no puedo contener todavía toda esta energía… y lo borré”.

Aunque la gente está interesada en adquirir su obra, la artista comparte que por el momento no busca venderla; se inclina más en abrir un museo con todas sus piezas, para que quien lo visite contacte con su propia oscuridad, se atreva a ver a sus fantasmas a los ojos y salga renovado.

“Que sepan que no tienen que ser médiums ni espiritistas para hacerlo, para captar otros realidades”.

Para conocer más sobre la artista, seguir su trabajo en redes sociales


La primera vez que vi un cuadro de Aída Petit Jean fue en TikTok. Un rostro lúgubre de mirada profunda atrapó la mía en la inmediatez de esa red social, quedé hipnotizada. Y es que no se trataba de un retrato cualquiera, era la imagen viva de un fantasma.

La pintora mexicana se ha vuelto viral en redes sociales con esta propuesta, que ella misma describe como un portal hacia lo desconocido. Y más que causar miedo, dice que busca que la gente vuelque su mirada hacia la oscuridad, para que encuentren un poco de luz y a sus propios fantasmas.

Aída visitó la ciudad hace unos días para formar parte de la exposición colectiva Ánimas y otras apariciones, en la que también participan Rubén Maya, Ángela Leyva, Gabriela González Leal, Kikyz1313, Mariana Flores Quijano, Rodrigo Cifuentes, Sebastián Molina y Teódulo Rómulo.

La colección se encuentra en el Museo de Arte de Querétaro, con piezas como Speculari, Bilis negra- humores X-XVI, La vidente y El proceso de la bruja, de la autoría de Aída Petit Jean.

Para conocer más sobre esta propuesta, nos reunimos con la pintora horas antes de la inauguración. La cita fue en Gramlich, una cafetería ubicada en el centro de la ciudad que siempre me recuerda a Nighthawks de Edward Hopper. Aída se abrió paso en este establecimiento, y no pude pasar desapercibido su gran parecido con Stevie Nicks de Fleetwood Mac.

La luz que entraba por los grandes ventanales bañaba todo la cafetería, pero había una mesa en el fondo, con un poco de sombra, que ella eligió para la entrevista: "prefiero el lado oscuro", dijo con una sonrisa.

Contrario a lo que la gente esperaría, Aída es de un trato cálido y de voz aterciopelada. Cuenta que los últimos 20 años de su vida trabajó como monje en la tradición Ishaya, y que fue en pandemia que retomó de nuevo su arte luego de que su hermana encontrara uno de sus cuadros en el Museo de Arte de Querétaro (MaQro).

Foto: Irais Sánchez | Diario de Querétaro

“¿Cómo llegó ahí?”, le pregunto. Ella sonríe y me mira en silencio como conjurando la respuesta. Cree que todo sucede por algo y en su justo momento. La obra la donó hace tiempo al gobierno mexicano a través del Programa Nacional de Pago en Especie, que se gestó en 1957 como una iniciativa a la que respondieron artistas mexicanos como Gerardo Murillo (Dr. Atl) y David Alfaro Siqueiros, al entregar a la Secretaría de Hacienda algunas de sus obras como pago de sus impuestos.

Desde 2001 Querétaro recibe parte de esta colección a través de un sorteo, y las piezas quedan al resguardo y exhibición del MaQro y Galería Libertad. Así fue como llegó su obra al estado.

Así que su hermana encontró la pieza en esta colección, le mandó una fotografía, y ese fue el detonante para que ella regresara a pintar.

Aunque dejó de hacerlo durante mucho tiempo, la artista de ahora 66 años asevera que los fantasmas siempre permanecieron con ella. Los siente, los sueña y “simplemente aparecen” en el lienzo cuando ella pasa la pintura. Lo han hecho desde que comenzó su carrera como artista, y desde entonces los ha apreciado no desde el terror, sino desde lo energético y lo emocional.

Dice que los dejó de pintar para dedicarse de lleno al mundo espiritual después de una tragedia familiar; se fue a trabajar en sus propios fantasmas con la meditación, y ahora ha vuelto como retratista de ellos, como una médium que utiliza el expresionismo abstracto como canal.

“Por eso el blanco y el negro han sido tan importantes en mi trabajo porque son las dos fuerzas, una creadora y otra destructora, se necesitan las dos, no puede existir una sin la otra. No todo puede ser luz en la vida, necesitamos la oscuridad, los contrastes. Así que cuando mezclo estos dos colores ellos aparecen, y lo hacen cuando quieren; también son efímeros, se quedan cuando quieren y a veces solo alcanzo a tomarles una foto”, asegura.

Foto: Irais Sánchez | Diario de Querétaro

“Y yo no los trazo, normalmente en la pintura hay un boceto o hay una técnica que te hace pintar un rostro, y la verdad es que yo no sé hacer eso; nunca aprendí realmente a dibujar. Lo que hago es empezar a colocar la pintura sobre el lienzo, blanco, negro… y juego con eso. A veces uso otros colores, pero últimamente esos dos porque me di cuenta que con ellos ocurre la magia”, detalla la artista.

“Es como si alguien se pusiera detrás del lienzo, y al pasar yo la pintura, se imprimiera su rostro”, agrega.

Aunque este fenómeno le sucede durante su proceso creativo, asevera que desde pequeña los ha visto traspasar paredes, también ha hablado con ellos y ahora ellos la buscan en sus pinceladas.

“Los fantasmas me cuentan historias, me pone fondos con diferentes situaciones, ciudades y otras personas, por lo que tengo que separar al fantasma de lo que le rodea, porque son muchas dimensiones las que me presenta que todavía no puede entender”.

Y aunque no se trata de presencias demoníacas, reconoce que no todo es bonito cuando explora ese lado oscuro.

➡️ Si quieres recibir las noticias en tu Whatsapp, envía la palabra ALTA

“Me han mostrado su belleza, me han mostrado que también existen y quieren ser reconocidos; quieren que la gente vea que la muerte existe, y que no se acaba la vida, que lo que nos sucede es maravilloso y muchas veces es por eso que no se quieren ir, porque quieren seguir explorando.

“En ese sentido mis retratos son portales que nos sirven para ver hacia allá y a ellos para ver hacia acá… si los ves bien no tienen realmente ni ojos, pero nos ven; sin embargo, he tenido fantasmas terribles que hasta a mí me dan miedo, y a esos no los he dejado estar. A esos los borro y les hecho solvente o más pintura para que desaparezcan. Una vez pinté a uno como autómata, me dejé llevar en el movimiento, y cuando vi el resultado me dije: qué bello, pero que miedo, esto es demasiado, no puedo contener todavía toda esta energía… y lo borré”.

Aunque la gente está interesada en adquirir su obra, la artista comparte que por el momento no busca venderla; se inclina más en abrir un museo con todas sus piezas, para que quien lo visite contacte con su propia oscuridad, se atreva a ver a sus fantasmas a los ojos y salga renovado.

“Que sepan que no tienen que ser médiums ni espiritistas para hacerlo, para captar otros realidades”.

Para conocer más sobre la artista, seguir su trabajo en redes sociales

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