Desde la época precolombina se producían variedades de pan que se hacían con harina de amaranto, maíz o mezquino revuelto con miel, técnicas que fueron introducidas por los españoles.
Los indígenas usaban metales de piedra en donde molían los granos y semillas para después convertirlos en harina, los españoles fueron quienes trajeron molinos de rueda de piedra que eran impulsados por energía hidráulica o animales.
El origen de este delicioso alimento se remonta a la llegada del trigo a nuestro país, uno de los primeros panes fue el pambaxo, ancestro del pambazo, la pieza de este pan tenía un precio muy accesible por lo que se convirtió en la preferida por la clase baja. Al pasar los años, la panadería mexicana se desarrolló creando diversas formas y sabores.
El porfiriato también tuvo importancia para la historia de la panadería, la cultura francesa influyó, al prestar atención en la consistencia y preparación del bolillo, se ven características heredadas de la panadería francesa, además de la masa que se utiliza.
Una hipótesis sobre el origen del bolillo es que fue introducido por Camille Pirotte, quien era panadero de la corte de Maximiliano de Habsburgo, llegando a México en 1864 en la segunda intervención francesa, el emperador habría ordenado a su tropa que enseñaran a los tapatíos los oficios y conocimientos que dominaran.
Pirotte se volvió muy popular y querido por los tapatíos, ya que regalaba a la población el pan que no se vendía, aquí surge el nombre del pan, conocido como “birote”, pues al no poder pronunciar el apellido del famoso panadero, las personas comenzaron a llamarle birote.
En el sigo XX, gracias al crecimiento de las panaderías, los panaderos mexicanos empezaron a vender el bolillo caliente que les ayudó a destacar y vender más que la competencia.
El bolillo o pan de sal actualmente tiene variedades muy parecidas pero con un sabor único e inigualable.
Fuente: mexicodesconocido. com