/ miércoles 25 de mayo de 2022

Góticos en Querétaro: Más allá de la cresta y los estoperoles

Ante los estereotipos y la popularización de la estética, miembros de esta contracultura sostienen que lo dark no solo tiene que ver con la imagen, sino con una filosofía de vida

Javier Salinas tiene 37 años. Toda su vida ha vivido en el barrio de Bolaños, en Querétaro, y actualmente trabaja como enfermero en una institución de salud pública. Nadie imaginaría que debajo de su uniforme blanco lleva tatuadas sobre el pecho las siglas de la máxima del punk DIY (Do It Yourself / Hazlo tu mismo).

“El goth es hijo del punk” dice el también historiador, quien es conocido en la escena dark como Basura. A unos días del Día Mundial Gótico – que desde el 2009 se celebra todos los 22 de mayo)– habla sobre este movimiento contracultural que empezó a hacerse más visible en Querétaro a finales de los años noventa, y del que aún considera que forma parte, aunque ya no porte su cresta.

Recuerda que tenía 14 años cuando vio por primera vez a Robert Smith en la portada de Bloodflowers. “Lo vi y me dije: `wey, no estoy solo en el mundo, quiero ser como él. Y a partir de ahí empecé a pintarme la cara blanca y los labios rojos y a dejarme crecer el cabello (…). En la adolescencia uno carece mucho de modelos, los que tienes en casa no son los que tu quieres y normalmente termina siendo una figura pop del cine o de la música; para mí esa persona fue Robert Smith”.

Al igual que otros jóvenes, la música se convirtió en su puerta de entrada a ese movimiento contracultural que surgió a finales de la década de los 70 en Reino Unido, y que comenzó a desarrollarse a través de los sonidos de bandas como Siouxsie and the Banshees, Bauhaus, Joy Division, y por supuesto, The Cure.

Aún no eran los dosmiles cuando Javier empezó a interesarse en el rock gótico, synth pop y dark wave; eran géneros poco escuchados y distribuidos en la ciudad, por lo que como otros melómanos, empezó a viajar a diferentes ciudades para conseguir casetes y discos en toquines y tianguis culturales.

Esta inmersión le permitió tejer relaciones con darks de Ciudad de México, Aguascalientes y Guanajuato. Y aunque en Querétaro ya los había , asegura que los círculos eran más cerrados; para entrar a las fiestas se tenía que conocer a “alguien” y dominar todo un bagaje cultural que, además música, contemplaba literatura y cine de terror.

“A los 15 años empecé a leer muchísimo. Mi triada era Baudelaire, Sade y Rimbaud, hasta la fecha lo es… El pedo dark me llevó a un pedo cultural porque siempre te cuestionaban sobre qué bandas te gustan, de dónde eran y qué libros habías leído… eran tan hostiles que tu tenías que saberlo sí o sí. Eso me llevó a investigar y a saber más y a meterme a la universidad. A la fecha no paro de investigar, no paro de leer y no paro de buscar música nueva. Fue un impulso de: ¡Despierta, wey! no estés como toda la gente dormida, no te conformes con el `sa sa sá´, busca qué más hay (…) Así que, si yo no hubiera sido dark a los 14 años, yo creo que ahorita estaría casado o juntado; tendría una panza enorme, seis hijos a los que no podría mantener y no tendría mi casa llena de libros y mis perros y la vida que me gusta llevar”.

Por esa razón, es que Javier considera que el movimiento gótico no es una subcultura, sino una cultura compleja, en la que sus miembros, además compartir un gusto cultural, coinciden en valores estéticos y emocionales.

“Un goth es alguien que le apasiona el lado B de las cosas (…) que gusta de la cultura, sobre todo de la oscura; que investiga y tiene hambre de conocer; para mí eso sería un gótico. Alguien que está en lo siniestro pero no es mediocre, sino que siempre está buscando algo nuevo: una banda, un libro una ropita, un maquillaje nuevo… siempre está movido. Claro que lo goth también ha evolucionado muchísimo desde que se definió como tal. Pero ser gótico siempre será encontrar belleza en lo considerado terrible, en tener esa capacidad y sensibilidad de apreciar lo bonito en lo más culero… para mí eso sería un gótico, así como leer Una carroña de Baudelaire”.

Javier define a esta contracultura como un movimiento que asume una estética siniestra para negar lo socialmente negado como bello y, al mismo tiempo, combinar la rebeldía del punk con la melancolía.

Existe además un interés estético en el terror, la muerte, el dolor, la oscuridad y todo aquello considerado siniestro. Hay un rechazo contundente a la sociedad, considerada violenta, decadente y alienante.

“Tratan sobre temas considerados como tabúes como la muerte, el satanismo, el sadomasoquismo o la decadencia de las religiones. Por estas razones son prejuzgados como vampiros, andróginos, satanistas o bisexuales, y han generado muchos rumores y leyendas urbanas según en el contexto donde estén presentes”, dice el investigador Luis Bolaños Gordillo en el artículo Los jóvenes góticos incipientes: entre la música alternativa y una percepción desolada de la existencias (Scielo, 2011).

Foto: Cortesía | Javier Salinas

“Fue una cacería de brujas”

La mañana del 7 de enero del 2000, fueron encontrados en diferentes puntos del Centro Histórico de Querétaro, los restos del cuerpo de una joven. Los responsables del asesinato fueron señalados como Los darketos, provocando una “cacería de brujas” contra toda persona que fuera relacionada en lo más mínimo con esta tribu urbana, lamenta Javier.

“Éramos niños de 14 y 15 años que aunque vestíamos diferente, no éramos asesinos (…) Yo empecé a ir a toquines en el 2000; pero, ¿sabes?, lo que sucedió con Blanca, la chica descuartizada que apareció en bolsas negras, eso fue fatal. A mi me afectó mucho. (…) En el Centro de Querétaro me corretearon mucho porque iba de negro y con las uñas negras. Nos corretaban para madrearnos y la gente se persignaba cuando nos veía”.

Dos meses antes de lo ocurrido, el Museo de la Ciudad había organizado Esplendor de los cadáveres, un festival que, por primera vez en este recinto, reunió a creadores– como Encefálisis, Ogo, Veneno para las hadas, Yolanda Andrade, SEMEFO, entre otros– e investigadores – como Naief Yehya y Edgardo Ganado– entorno a la cultura dark y por lo cual sería vinculado más tarde con los hechos.

“El Museo de la Ciudad, desde el 97, ha sido siempre un templo para la cultura dark. Pero luego de que ocurriera lo de Blanca, la chica asesinada, le echaron la culpa (…) El Museo de la Ciudad estuvo vetado, sin eventos…”, recordó Javier.

Sobre lo sucedido, Gabriel Hörner, director del Museo de la Ciudad, relató que el festival no solo buscaba congregar a los integrantes de esta subcultura, sino también acercarla a la población para derribar todas las creencias y estereotipos que hasta ese momento, se vertían sobre ella.

Foto: Donna Oliveros | Diario de Querétaro

“Desde que se inauguró el museo (14 de febrero de 1997) estábamos muy interesados en darles espacio de expresión a grupos de jóvenes marginados; en esa época, hace 25 años, había una presencia muy fuerte del movimiento gótico o dark como se le decía entonces, pero estaba muy estigmatizado, eran muy mal vistos por los grupos `bien pensantes´ y nosotros decidimos que los queríamos atender y ofrecerles todas las herramientas e instrumentos del arte y la cultura alrededor de las cosas que les interesaban.

“Fue por eso que en 1999 hicimos un festival grande donde hubo una serie tocadas con las bandas más importantes del momento en el país, además de una exposición de arte contemporáneo sobre el tema de la muerte y el cadáver; actividades académicas y un programa de conferencias sobre aspectos relacionados con el tema desde el psicoanálisis e incluso, participó el teólogo Carlos Mendoza, con `La ilusión de la muerte´”.

Aunque hubo una fuerte campaña mediática en contra del museo, al paso de un tiempo todo regresó a la normalidad, asevera Hörner, y entonces el recinto pudo retomar su objetivo inicial: ser un punto de encuentro para aquellos discursos “que no son tan aceptados normalmente por las instituciones culturales.”

Javier afirma que hoy las cosas han cambiado mucho para los góticos en el estado, debido principalmente a las redes sociales y la industria cultural; sin embargo, no es algo que celebra del todo.

“Yo salía en medias rotas, maquillaje, peluca…y era ya de que `chinga tu madre´ y te aventaban y sí, me gustaba provocar, causarles miedo por sus traumas. Pero ahora está tan aceptado todo que me da flojera vestirme así (…) Ahorita cualquier wey puede llegar a cualquier bar así y todo mundo le va a pedir fotos. Porque Drag Race y esos programas han masificado que el hombre se maquille o que le hombre se vista de negro. Algo han ayudado las redes sociales a que uno sea más tolerante, pero a la vez a que uno se lo tome todo más a la ligera. Hoy el goth se ha masificado tanto que es más una estética que una cultura”.

Los góticos de ahora van a las tiendas a comprar su ropa, “nosotros íbamos al tianguis a comprar ropa de tres pesos y decías: ese estampado me gusta, lo hacías blusa, camisa o medias… y nos la pasabamos quince días cociendo a mano para vernos diferente: `Do It Yourself´”, reafirma Javier señalando el tatuaje de su pecho.

¿Qué hay de la moda dark?

Se encuentra inspirada en la estética punk pero también en la moda victoriana, eduardiana y de la Belle Époque; es una afronta a la ideología hegemónica desde un discurso nutrido por la literatura romántica y decadentista.

Javier Salinas tiene 37 años. Toda su vida ha vivido en el barrio de Bolaños, en Querétaro, y actualmente trabaja como enfermero en una institución de salud pública. Nadie imaginaría que debajo de su uniforme blanco lleva tatuadas sobre el pecho las siglas de la máxima del punk DIY (Do It Yourself / Hazlo tu mismo).

“El goth es hijo del punk” dice el también historiador, quien es conocido en la escena dark como Basura. A unos días del Día Mundial Gótico – que desde el 2009 se celebra todos los 22 de mayo)– habla sobre este movimiento contracultural que empezó a hacerse más visible en Querétaro a finales de los años noventa, y del que aún considera que forma parte, aunque ya no porte su cresta.

Recuerda que tenía 14 años cuando vio por primera vez a Robert Smith en la portada de Bloodflowers. “Lo vi y me dije: `wey, no estoy solo en el mundo, quiero ser como él. Y a partir de ahí empecé a pintarme la cara blanca y los labios rojos y a dejarme crecer el cabello (…). En la adolescencia uno carece mucho de modelos, los que tienes en casa no son los que tu quieres y normalmente termina siendo una figura pop del cine o de la música; para mí esa persona fue Robert Smith”.

Al igual que otros jóvenes, la música se convirtió en su puerta de entrada a ese movimiento contracultural que surgió a finales de la década de los 70 en Reino Unido, y que comenzó a desarrollarse a través de los sonidos de bandas como Siouxsie and the Banshees, Bauhaus, Joy Division, y por supuesto, The Cure.

Aún no eran los dosmiles cuando Javier empezó a interesarse en el rock gótico, synth pop y dark wave; eran géneros poco escuchados y distribuidos en la ciudad, por lo que como otros melómanos, empezó a viajar a diferentes ciudades para conseguir casetes y discos en toquines y tianguis culturales.

Esta inmersión le permitió tejer relaciones con darks de Ciudad de México, Aguascalientes y Guanajuato. Y aunque en Querétaro ya los había , asegura que los círculos eran más cerrados; para entrar a las fiestas se tenía que conocer a “alguien” y dominar todo un bagaje cultural que, además música, contemplaba literatura y cine de terror.

“A los 15 años empecé a leer muchísimo. Mi triada era Baudelaire, Sade y Rimbaud, hasta la fecha lo es… El pedo dark me llevó a un pedo cultural porque siempre te cuestionaban sobre qué bandas te gustan, de dónde eran y qué libros habías leído… eran tan hostiles que tu tenías que saberlo sí o sí. Eso me llevó a investigar y a saber más y a meterme a la universidad. A la fecha no paro de investigar, no paro de leer y no paro de buscar música nueva. Fue un impulso de: ¡Despierta, wey! no estés como toda la gente dormida, no te conformes con el `sa sa sá´, busca qué más hay (…) Así que, si yo no hubiera sido dark a los 14 años, yo creo que ahorita estaría casado o juntado; tendría una panza enorme, seis hijos a los que no podría mantener y no tendría mi casa llena de libros y mis perros y la vida que me gusta llevar”.

Por esa razón, es que Javier considera que el movimiento gótico no es una subcultura, sino una cultura compleja, en la que sus miembros, además compartir un gusto cultural, coinciden en valores estéticos y emocionales.

“Un goth es alguien que le apasiona el lado B de las cosas (…) que gusta de la cultura, sobre todo de la oscura; que investiga y tiene hambre de conocer; para mí eso sería un gótico. Alguien que está en lo siniestro pero no es mediocre, sino que siempre está buscando algo nuevo: una banda, un libro una ropita, un maquillaje nuevo… siempre está movido. Claro que lo goth también ha evolucionado muchísimo desde que se definió como tal. Pero ser gótico siempre será encontrar belleza en lo considerado terrible, en tener esa capacidad y sensibilidad de apreciar lo bonito en lo más culero… para mí eso sería un gótico, así como leer Una carroña de Baudelaire”.

Javier define a esta contracultura como un movimiento que asume una estética siniestra para negar lo socialmente negado como bello y, al mismo tiempo, combinar la rebeldía del punk con la melancolía.

Existe además un interés estético en el terror, la muerte, el dolor, la oscuridad y todo aquello considerado siniestro. Hay un rechazo contundente a la sociedad, considerada violenta, decadente y alienante.

“Tratan sobre temas considerados como tabúes como la muerte, el satanismo, el sadomasoquismo o la decadencia de las religiones. Por estas razones son prejuzgados como vampiros, andróginos, satanistas o bisexuales, y han generado muchos rumores y leyendas urbanas según en el contexto donde estén presentes”, dice el investigador Luis Bolaños Gordillo en el artículo Los jóvenes góticos incipientes: entre la música alternativa y una percepción desolada de la existencias (Scielo, 2011).

Foto: Cortesía | Javier Salinas

“Fue una cacería de brujas”

La mañana del 7 de enero del 2000, fueron encontrados en diferentes puntos del Centro Histórico de Querétaro, los restos del cuerpo de una joven. Los responsables del asesinato fueron señalados como Los darketos, provocando una “cacería de brujas” contra toda persona que fuera relacionada en lo más mínimo con esta tribu urbana, lamenta Javier.

“Éramos niños de 14 y 15 años que aunque vestíamos diferente, no éramos asesinos (…) Yo empecé a ir a toquines en el 2000; pero, ¿sabes?, lo que sucedió con Blanca, la chica descuartizada que apareció en bolsas negras, eso fue fatal. A mi me afectó mucho. (…) En el Centro de Querétaro me corretearon mucho porque iba de negro y con las uñas negras. Nos corretaban para madrearnos y la gente se persignaba cuando nos veía”.

Dos meses antes de lo ocurrido, el Museo de la Ciudad había organizado Esplendor de los cadáveres, un festival que, por primera vez en este recinto, reunió a creadores– como Encefálisis, Ogo, Veneno para las hadas, Yolanda Andrade, SEMEFO, entre otros– e investigadores – como Naief Yehya y Edgardo Ganado– entorno a la cultura dark y por lo cual sería vinculado más tarde con los hechos.

“El Museo de la Ciudad, desde el 97, ha sido siempre un templo para la cultura dark. Pero luego de que ocurriera lo de Blanca, la chica asesinada, le echaron la culpa (…) El Museo de la Ciudad estuvo vetado, sin eventos…”, recordó Javier.

Sobre lo sucedido, Gabriel Hörner, director del Museo de la Ciudad, relató que el festival no solo buscaba congregar a los integrantes de esta subcultura, sino también acercarla a la población para derribar todas las creencias y estereotipos que hasta ese momento, se vertían sobre ella.

Foto: Donna Oliveros | Diario de Querétaro

“Desde que se inauguró el museo (14 de febrero de 1997) estábamos muy interesados en darles espacio de expresión a grupos de jóvenes marginados; en esa época, hace 25 años, había una presencia muy fuerte del movimiento gótico o dark como se le decía entonces, pero estaba muy estigmatizado, eran muy mal vistos por los grupos `bien pensantes´ y nosotros decidimos que los queríamos atender y ofrecerles todas las herramientas e instrumentos del arte y la cultura alrededor de las cosas que les interesaban.

“Fue por eso que en 1999 hicimos un festival grande donde hubo una serie tocadas con las bandas más importantes del momento en el país, además de una exposición de arte contemporáneo sobre el tema de la muerte y el cadáver; actividades académicas y un programa de conferencias sobre aspectos relacionados con el tema desde el psicoanálisis e incluso, participó el teólogo Carlos Mendoza, con `La ilusión de la muerte´”.

Aunque hubo una fuerte campaña mediática en contra del museo, al paso de un tiempo todo regresó a la normalidad, asevera Hörner, y entonces el recinto pudo retomar su objetivo inicial: ser un punto de encuentro para aquellos discursos “que no son tan aceptados normalmente por las instituciones culturales.”

Javier afirma que hoy las cosas han cambiado mucho para los góticos en el estado, debido principalmente a las redes sociales y la industria cultural; sin embargo, no es algo que celebra del todo.

“Yo salía en medias rotas, maquillaje, peluca…y era ya de que `chinga tu madre´ y te aventaban y sí, me gustaba provocar, causarles miedo por sus traumas. Pero ahora está tan aceptado todo que me da flojera vestirme así (…) Ahorita cualquier wey puede llegar a cualquier bar así y todo mundo le va a pedir fotos. Porque Drag Race y esos programas han masificado que el hombre se maquille o que le hombre se vista de negro. Algo han ayudado las redes sociales a que uno sea más tolerante, pero a la vez a que uno se lo tome todo más a la ligera. Hoy el goth se ha masificado tanto que es más una estética que una cultura”.

Los góticos de ahora van a las tiendas a comprar su ropa, “nosotros íbamos al tianguis a comprar ropa de tres pesos y decías: ese estampado me gusta, lo hacías blusa, camisa o medias… y nos la pasabamos quince días cociendo a mano para vernos diferente: `Do It Yourself´”, reafirma Javier señalando el tatuaje de su pecho.

¿Qué hay de la moda dark?

Se encuentra inspirada en la estética punk pero también en la moda victoriana, eduardiana y de la Belle Époque; es una afronta a la ideología hegemónica desde un discurso nutrido por la literatura romántica y decadentista.

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