/ sábado 20 de julio de 2019

Jardín de Santa Clara - Francisco I. Madero

Cartografía del tiempo

Ficciones y crónicas

"No me deja pasar el guardia. / He traspasado el límite de edad. / provengo de un país que ya no existe. / mis papeles no están en orden. / Me falta un sello. / Necesito otra firma. / No hablo el idioma. / No tengo cuenta en el banco. / Reprobé el examen de admisión. / Cancelaron mi puesto en la gran fábrica. / Me desemplearon hoy y para siempre. / Carezco por completo de influencias. / Llevo aquí en este mundo largo tiempo. / Y nuestros amos dicen que ya es hora de callarme y hundirme en la basura". Indeseable. JEP.

Pasado - presente

Transitar por la avenida Francisco I. Madero, en el tramo de las calles Ignacio Allende y Vicente Guerrero, -adecuada como pasaje peatonal-, nos ofrece la posibilidad desde el presente de encontrarnos con eventos del pasado. De manera transversal iremos filtrando imágenes que son polisémicas, cargadas de nuevos significados y simbolizaciones. Espacio que hoy ocupa el Jardín de Santa Clara, también llamado Jardín Francisco I. Madero y que en otro tiempo fuera el atrio -cementerio del opulento monasterio de las religiosas claras.

Trazo

En la segunda mitad del siglo XVI, otomíes, chichimecas y purépechas. Intervienen para secar las ciénagas donde crecían matorrales y carrizales. Con el objeto de trazar el primitivo asentamiento de Querétaro, tomando el punto geométrico destinado para el convento de los Observantes Franciscanos y templo dedicado al patrono del pueblo de indios; Santiago Apóstol.

Desde el arco principal del convento franciscano se tendía el Camino Real que conducía al Bajío Oriental. Esa calle posteriormente se le llamó del Hospital, toda vez que se erigió ese inmueble en 1586.

Foto: Cortesía

Tierra Adentro

Con el descubrimiento de vetas argentíferas en Tierra Adentro; el pueblo comenzó a tener una gran actividad agrícola y ganadera, y consolidó el giro textil. La gran mortandad de indígenas derivó en una migración forzada de nativos, para trabajar en las tierras mercedadas a españoles a través de la sujeción en congregas. Otra migración fue la de comerciantes y estancieros para explotar el punto estratégico de la llamada "garganta de Tierra Adentro".

Convento

Una sociedad en ciernes con nuevas prácticas sociales y un sistema de creencias pragmático donde los otomíes aliados de la corona española, en la conquista de la Gran Chichimeca; tenían privilegios y extensas dotaciones de tierras. El cacique y gobernador el pueblo, hijo del conquistador Conni, Diego de Tapia es convencido por su guía espiritual para que fundara el convento de Santa Clara en Querétaro y dar estado a su hija María Luisa. Una vez realizados los prolegómenos en 1607 arribaron las fundadoras a "estrecho edificio de adobes" en la calle de los Cinco Señores. (Av. B. Juárez, entre Francisco I. Madero y Pino Suárez).

Integración urbana

El 21 de julio de 1633 en una procesión solemne, las clarisas se trasladaron a su nuevo convento. Que al paso de los siglos se convirtió en un microcosmos, una pequeña ciudad intramuros del espacio monacal. Observando bajo la Regla de Urbano IV los votos de pobreza, castidad, obediencia y clausura. Los toques de campanas y esquilones regularon la vida cotidiana de las profesas y de los vecinos. El siguiente tramo del Camino Real -calle del Hospital-, se le denominó 1ª. Calle de Santa Clara; convertida en la época virreinal en una rua principal; recorrida por cientos de carromatos y diligencias. Camino de misioneros, aventureros, gambusinos, militares y colonos en búsqueda de "hacer la América" y huyendo de la mirada inquisitorial, en algunos casos.

Atrio y cementerio

El edificio del templo y convento fue objeto de diversas intervenciones arquitectónicas. La construcción forma parte desde hace cuatro centurias, del paisaje urbano de la ciudad; torre de tres cuerpos con su singular remate; cúpula con sus destellos policromos de la mayólica. En otro tiempo tuvo tres puertas con arcos que daban acceso al atrio-cementerio cubierto de losas y piedras. En el caso del convento de Santa Clara el atrio era de forma rectangular que aún conserva como jardín hasta nuestros días. En ese espacio se encontraba la portería y los locutorios. Era un sitio concurrido para asistir a las misas, las funciones especiales, las festividades de los santos patrones; profesiones o decesos de las emparedadas.

Portería - Babel

Por donde es hoy el jardín de Santa Clara -Francisco I. Madero-, entraban y salían diversos artículos y productos; bastimentos, leña, carbón, legumbres, frutas y carne de diversos animales. Era una estampa colorida, trajes y vestidos, sombreros, rebozos de bolita y mantones de Manila. Trajes de piel de venado del arriero, hasta el satín y terciopelo bordado con alamares de un pretencioso marqués hasta el patío y sombrero arriscado del campesino. Se escuchan conversaciones en castellano, otomí, purépecha, náhuatl y una suerte de todas ellas combinadas. Acémilas pacientes, con ojos entornados esperando la descarga o carga de enseres. Territorio del médico de las monjas, del comerciante y el especulador, del artesano. Sitio del visitador y de las autoridades virreinales. Trayecto de artistas, doradores, imagineros, retablistas, alarifes y demás personajes salidos de las páginas de un libro de bribones y pícaros del Siglo de Oro.

En la siguiente entrega atisbaremos las crónicas del siglo decimonono relacionadas con el céntrico jardín de Santa Clara -Madero-.

Desde Anbanica - Teocalhueyacan. Julio de MMXIX.

Ficciones y crónicas

"No me deja pasar el guardia. / He traspasado el límite de edad. / provengo de un país que ya no existe. / mis papeles no están en orden. / Me falta un sello. / Necesito otra firma. / No hablo el idioma. / No tengo cuenta en el banco. / Reprobé el examen de admisión. / Cancelaron mi puesto en la gran fábrica. / Me desemplearon hoy y para siempre. / Carezco por completo de influencias. / Llevo aquí en este mundo largo tiempo. / Y nuestros amos dicen que ya es hora de callarme y hundirme en la basura". Indeseable. JEP.

Pasado - presente

Transitar por la avenida Francisco I. Madero, en el tramo de las calles Ignacio Allende y Vicente Guerrero, -adecuada como pasaje peatonal-, nos ofrece la posibilidad desde el presente de encontrarnos con eventos del pasado. De manera transversal iremos filtrando imágenes que son polisémicas, cargadas de nuevos significados y simbolizaciones. Espacio que hoy ocupa el Jardín de Santa Clara, también llamado Jardín Francisco I. Madero y que en otro tiempo fuera el atrio -cementerio del opulento monasterio de las religiosas claras.

Trazo

En la segunda mitad del siglo XVI, otomíes, chichimecas y purépechas. Intervienen para secar las ciénagas donde crecían matorrales y carrizales. Con el objeto de trazar el primitivo asentamiento de Querétaro, tomando el punto geométrico destinado para el convento de los Observantes Franciscanos y templo dedicado al patrono del pueblo de indios; Santiago Apóstol.

Desde el arco principal del convento franciscano se tendía el Camino Real que conducía al Bajío Oriental. Esa calle posteriormente se le llamó del Hospital, toda vez que se erigió ese inmueble en 1586.

Foto: Cortesía

Tierra Adentro

Con el descubrimiento de vetas argentíferas en Tierra Adentro; el pueblo comenzó a tener una gran actividad agrícola y ganadera, y consolidó el giro textil. La gran mortandad de indígenas derivó en una migración forzada de nativos, para trabajar en las tierras mercedadas a españoles a través de la sujeción en congregas. Otra migración fue la de comerciantes y estancieros para explotar el punto estratégico de la llamada "garganta de Tierra Adentro".

Convento

Una sociedad en ciernes con nuevas prácticas sociales y un sistema de creencias pragmático donde los otomíes aliados de la corona española, en la conquista de la Gran Chichimeca; tenían privilegios y extensas dotaciones de tierras. El cacique y gobernador el pueblo, hijo del conquistador Conni, Diego de Tapia es convencido por su guía espiritual para que fundara el convento de Santa Clara en Querétaro y dar estado a su hija María Luisa. Una vez realizados los prolegómenos en 1607 arribaron las fundadoras a "estrecho edificio de adobes" en la calle de los Cinco Señores. (Av. B. Juárez, entre Francisco I. Madero y Pino Suárez).

Integración urbana

El 21 de julio de 1633 en una procesión solemne, las clarisas se trasladaron a su nuevo convento. Que al paso de los siglos se convirtió en un microcosmos, una pequeña ciudad intramuros del espacio monacal. Observando bajo la Regla de Urbano IV los votos de pobreza, castidad, obediencia y clausura. Los toques de campanas y esquilones regularon la vida cotidiana de las profesas y de los vecinos. El siguiente tramo del Camino Real -calle del Hospital-, se le denominó 1ª. Calle de Santa Clara; convertida en la época virreinal en una rua principal; recorrida por cientos de carromatos y diligencias. Camino de misioneros, aventureros, gambusinos, militares y colonos en búsqueda de "hacer la América" y huyendo de la mirada inquisitorial, en algunos casos.

Atrio y cementerio

El edificio del templo y convento fue objeto de diversas intervenciones arquitectónicas. La construcción forma parte desde hace cuatro centurias, del paisaje urbano de la ciudad; torre de tres cuerpos con su singular remate; cúpula con sus destellos policromos de la mayólica. En otro tiempo tuvo tres puertas con arcos que daban acceso al atrio-cementerio cubierto de losas y piedras. En el caso del convento de Santa Clara el atrio era de forma rectangular que aún conserva como jardín hasta nuestros días. En ese espacio se encontraba la portería y los locutorios. Era un sitio concurrido para asistir a las misas, las funciones especiales, las festividades de los santos patrones; profesiones o decesos de las emparedadas.

Portería - Babel

Por donde es hoy el jardín de Santa Clara -Francisco I. Madero-, entraban y salían diversos artículos y productos; bastimentos, leña, carbón, legumbres, frutas y carne de diversos animales. Era una estampa colorida, trajes y vestidos, sombreros, rebozos de bolita y mantones de Manila. Trajes de piel de venado del arriero, hasta el satín y terciopelo bordado con alamares de un pretencioso marqués hasta el patío y sombrero arriscado del campesino. Se escuchan conversaciones en castellano, otomí, purépecha, náhuatl y una suerte de todas ellas combinadas. Acémilas pacientes, con ojos entornados esperando la descarga o carga de enseres. Territorio del médico de las monjas, del comerciante y el especulador, del artesano. Sitio del visitador y de las autoridades virreinales. Trayecto de artistas, doradores, imagineros, retablistas, alarifes y demás personajes salidos de las páginas de un libro de bribones y pícaros del Siglo de Oro.

En la siguiente entrega atisbaremos las crónicas del siglo decimonono relacionadas con el céntrico jardín de Santa Clara -Madero-.

Desde Anbanica - Teocalhueyacan. Julio de MMXIX.

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