/ lunes 14 de enero de 2019

La Alameda Hidalgo. Las historias

Cartografía del tiempo

La Alameda. Espacio para la recreación y el esparcimiento colectivo, es parte de la memoria y los imaginarios de los queretanos por lo cual es un lugar simbólico; con un valor histórico y estético contenido en la geografía y paisaje urbano. Las Alameda ha sido incluida en la Declaratoria de la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, sus nueve hectáreas conforman un área verde de vital importancia para la ciudad de Querétaro. [1]

“Un paseo decente…”La Alameda se ubicó (en la última década del siglo XVIII) en donde se encontraban los vallados de agua de la Hacienda de Callejas, terrenos de la Hacienda de Casa Blanca y solares de los agustinos. Con la finalidad de contar con un "paseo decente y vigilado", para una población que se había incrementado, en 1777 se habían censado 26 habitantes y en 1810 ya sumaban 50 mil. Su ubicación geográfica, entre los Reales de Minas y la Ciudad de México la posicionaron en la Ruta de la Plata, para así poder distribuir productos agrícolas y ganaderos de sus haciendas; manufacturas diversas, entre las que destacaba el giro textil. La Real Fábrica de Tabacos ocupaba casi tres mil trabajadores en su mayoría mujeres.

Iniciativas. En 1795, el Corregidor J. Ruiz Calado informó al virrey Marqués de Branciforte que se carecía de un paseo público, en el que la gente pudiera "desahogarse de sus fatigas". Y del recelo de la concurrencia a la Otra Banda, a las huertas, casas de juego y otras "diversiones ilícitas". Por lo tanto advirtieron que si se construyera la Alameda se "remediarían muchos males". En esta se pretendía plantar 6 mil árboles, trazar una calle de 80 varas de largo; «con sus respectivas carreras para coches y gente de a pie». Una plazuela central formada por 90 calles. El costo estimado en esa época fue de 4 mil pesos, mismos que se cubrirían con la contribución de los vecinos. El 23 de enero de 1796 el proyecto fue aprobado por el virrey.

Alameda Hidalgo, 2018. Foto: Cortesía


Inconvenientes. Pronto los inconvenientes surgieron. El terreno era irregular y se inundaba en tiempos de lluvia; por lo que se tenían que invertir más recursos para levantar el nivel. En ese entonces se solicitó un permiso para corridas de toros y con el dinero obtenido costear el Paseo de la Alameda. El Ayuntamiento nombró a Tomás Antonio de las Cabadas como administrador en 1797; sustituido por Antonio Lorenzo de Orje y Manuel de la Bárcena. Designaron como Maestro Mayor Sobrestante a Mariano Oriñuela, Agrimensor Titulado y autor del proyecto, a él se le pagaron 500 pesos, "durante 5 o 6 meses". Un año más tarde, de la Bárcena presentó su informe al Cabildo, en el cual declaraba que se habían gastado 8, 553 pesos 3 reales (el total de los fondos); además se valió de la ocasión para entregar su renuncia.

Avances. Al finalizar el siglo XVIII, en La Alameda se habían plantado 3 mil árboles y construido algunos muros con pilastras, cimientos, escaños, un puente, calzadas dentro y fuera. 23 mil varas de acequia por lo que los fondos se agotaron. El Cabildo en un Acuerdo del 9 de agosto de 1798 mandó levantar a Oriñuela nuevos planos de lo ejecutado y de lo que faltaba; él presentó las plantas y dibujos referentes a las portadas y fuentes con su decoración y presupuesto. En este incluyó: 1, 700 fresnos -que se habían secado del plantío previo-, la conclusión del terraplén y consolidación de calles y calzadas; los cimientos que restaban para cubrir las 1,600 varas del cuadro de La Alameda; balaustradas, cinco puertas de acceso 5 fuentes, glorietas y los salarios.

Nuevo diseño. El diseño de Oriñuela tenía como base un cuadrado de 400 varas por lado (336 ms). Aproximadamente 11.3 hectáreas, cortado por calzadas rectas, perpendiculares y en diagonal comprendía 5 fuentes de diferentes diseños, la central de mayores dimensiones y decoración. El acceso sería por 5 portadas de cantera labrada, según las órdenes de la arquitectura clásica: toscano, dórico, jónico, corintio y compuesto. Cada uno dotados de un arco central para dar paso a los carruajes y jinetes además de puertas laterales para los concurrentes a pie, también estaría rodeada por una balaustrada y pilares para seguridad y resguardo. El costo estimado fue de 20, 284 pesos. El proyecto original no logró concluirse, por falta de recursos y por los impuestos que resultaban gravosos para los vecinos. Más tarde sobrevino la Guerra de la Independencia y el constante desencuentro de proyectos de Nación así como las diversas guerras de intervención.

Entorno. Frente a estos terrenos en el año de 1791, se llevó a cabo la construcción de una fuente pública conocida como fuente de “los Ahorcados” por encontrarse cerca al patíbulo. Una plaza de toros fue levantada en 1796 [esquina entre Zaragoza y Vergara] al costado norte de donde estaba proyectada la Alameda, la cual sirvió para realizar cuarenta corridas de toros y con esto financiar los gastos para el trazo y su construcción.

Comenzaba el siglo XIX. José Zelaá; nos refiere algunas condiciones en que se encontraba la ciudad a principios del siglo XIX cuando se adecuaba y construía la Alameda “Está hasta ahora comenzada una hermosa Alameda, que llegándose a concluir será un deliciosos paseo”. La ciudad tenía entonces una población de cincuenta mil personas, que conformaba una sociedad pluriétnica, con marcadas desigualdades económicas: "Se compone de más de ciento y cincuenta y cinco quadras [sic] ó manzanas, de doscientas sesenta y dos calles y callejones, y de seis plazas y plazuelas" […] Operaban 18 obrajes de paños finos, 129 trapiches de españoles y 198 de indios, se fabrican frazadas, jergas, bayetas, sayales, mantas y “otros géneros de algodón y lana”; 8 cererías, 5 fábricas de listones, 35 de sombreros, 10 tenerías, 38 tiendas, en la Fábrica de Tabacos trabajaban “dos mil y quinientas personas de ambos sexos”. En otra entrega seguiremos caminando por la vieja Alameda, para conocer otras historias.

Desde Anbanica - Teocalhueyacan.

Diciembre de MMXVIII.

[1] Moreno Pérez, Edgardo. “Nuestra Bicentenaria Alameda Hidalgo”. En: Revista Querétaro Ayer y Hoy. Querétaro. Julio de 2005. No. 30. Separata: pp. 1-9.

La Alameda. Espacio para la recreación y el esparcimiento colectivo, es parte de la memoria y los imaginarios de los queretanos por lo cual es un lugar simbólico; con un valor histórico y estético contenido en la geografía y paisaje urbano. Las Alameda ha sido incluida en la Declaratoria de la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, sus nueve hectáreas conforman un área verde de vital importancia para la ciudad de Querétaro. [1]

“Un paseo decente…”La Alameda se ubicó (en la última década del siglo XVIII) en donde se encontraban los vallados de agua de la Hacienda de Callejas, terrenos de la Hacienda de Casa Blanca y solares de los agustinos. Con la finalidad de contar con un "paseo decente y vigilado", para una población que se había incrementado, en 1777 se habían censado 26 habitantes y en 1810 ya sumaban 50 mil. Su ubicación geográfica, entre los Reales de Minas y la Ciudad de México la posicionaron en la Ruta de la Plata, para así poder distribuir productos agrícolas y ganaderos de sus haciendas; manufacturas diversas, entre las que destacaba el giro textil. La Real Fábrica de Tabacos ocupaba casi tres mil trabajadores en su mayoría mujeres.

Iniciativas. En 1795, el Corregidor J. Ruiz Calado informó al virrey Marqués de Branciforte que se carecía de un paseo público, en el que la gente pudiera "desahogarse de sus fatigas". Y del recelo de la concurrencia a la Otra Banda, a las huertas, casas de juego y otras "diversiones ilícitas". Por lo tanto advirtieron que si se construyera la Alameda se "remediarían muchos males". En esta se pretendía plantar 6 mil árboles, trazar una calle de 80 varas de largo; «con sus respectivas carreras para coches y gente de a pie». Una plazuela central formada por 90 calles. El costo estimado en esa época fue de 4 mil pesos, mismos que se cubrirían con la contribución de los vecinos. El 23 de enero de 1796 el proyecto fue aprobado por el virrey.

Alameda Hidalgo, 2018. Foto: Cortesía


Inconvenientes. Pronto los inconvenientes surgieron. El terreno era irregular y se inundaba en tiempos de lluvia; por lo que se tenían que invertir más recursos para levantar el nivel. En ese entonces se solicitó un permiso para corridas de toros y con el dinero obtenido costear el Paseo de la Alameda. El Ayuntamiento nombró a Tomás Antonio de las Cabadas como administrador en 1797; sustituido por Antonio Lorenzo de Orje y Manuel de la Bárcena. Designaron como Maestro Mayor Sobrestante a Mariano Oriñuela, Agrimensor Titulado y autor del proyecto, a él se le pagaron 500 pesos, "durante 5 o 6 meses". Un año más tarde, de la Bárcena presentó su informe al Cabildo, en el cual declaraba que se habían gastado 8, 553 pesos 3 reales (el total de los fondos); además se valió de la ocasión para entregar su renuncia.

Avances. Al finalizar el siglo XVIII, en La Alameda se habían plantado 3 mil árboles y construido algunos muros con pilastras, cimientos, escaños, un puente, calzadas dentro y fuera. 23 mil varas de acequia por lo que los fondos se agotaron. El Cabildo en un Acuerdo del 9 de agosto de 1798 mandó levantar a Oriñuela nuevos planos de lo ejecutado y de lo que faltaba; él presentó las plantas y dibujos referentes a las portadas y fuentes con su decoración y presupuesto. En este incluyó: 1, 700 fresnos -que se habían secado del plantío previo-, la conclusión del terraplén y consolidación de calles y calzadas; los cimientos que restaban para cubrir las 1,600 varas del cuadro de La Alameda; balaustradas, cinco puertas de acceso 5 fuentes, glorietas y los salarios.

Nuevo diseño. El diseño de Oriñuela tenía como base un cuadrado de 400 varas por lado (336 ms). Aproximadamente 11.3 hectáreas, cortado por calzadas rectas, perpendiculares y en diagonal comprendía 5 fuentes de diferentes diseños, la central de mayores dimensiones y decoración. El acceso sería por 5 portadas de cantera labrada, según las órdenes de la arquitectura clásica: toscano, dórico, jónico, corintio y compuesto. Cada uno dotados de un arco central para dar paso a los carruajes y jinetes además de puertas laterales para los concurrentes a pie, también estaría rodeada por una balaustrada y pilares para seguridad y resguardo. El costo estimado fue de 20, 284 pesos. El proyecto original no logró concluirse, por falta de recursos y por los impuestos que resultaban gravosos para los vecinos. Más tarde sobrevino la Guerra de la Independencia y el constante desencuentro de proyectos de Nación así como las diversas guerras de intervención.

Entorno. Frente a estos terrenos en el año de 1791, se llevó a cabo la construcción de una fuente pública conocida como fuente de “los Ahorcados” por encontrarse cerca al patíbulo. Una plaza de toros fue levantada en 1796 [esquina entre Zaragoza y Vergara] al costado norte de donde estaba proyectada la Alameda, la cual sirvió para realizar cuarenta corridas de toros y con esto financiar los gastos para el trazo y su construcción.

Comenzaba el siglo XIX. José Zelaá; nos refiere algunas condiciones en que se encontraba la ciudad a principios del siglo XIX cuando se adecuaba y construía la Alameda “Está hasta ahora comenzada una hermosa Alameda, que llegándose a concluir será un deliciosos paseo”. La ciudad tenía entonces una población de cincuenta mil personas, que conformaba una sociedad pluriétnica, con marcadas desigualdades económicas: "Se compone de más de ciento y cincuenta y cinco quadras [sic] ó manzanas, de doscientas sesenta y dos calles y callejones, y de seis plazas y plazuelas" […] Operaban 18 obrajes de paños finos, 129 trapiches de españoles y 198 de indios, se fabrican frazadas, jergas, bayetas, sayales, mantas y “otros géneros de algodón y lana”; 8 cererías, 5 fábricas de listones, 35 de sombreros, 10 tenerías, 38 tiendas, en la Fábrica de Tabacos trabajaban “dos mil y quinientas personas de ambos sexos”. En otra entrega seguiremos caminando por la vieja Alameda, para conocer otras historias.

Desde Anbanica - Teocalhueyacan.

Diciembre de MMXVIII.

[1] Moreno Pérez, Edgardo. “Nuestra Bicentenaria Alameda Hidalgo”. En: Revista Querétaro Ayer y Hoy. Querétaro. Julio de 2005. No. 30. Separata: pp. 1-9.

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