/ sábado 10 de agosto de 2019

La construcción histórica de las Ciencias Sociales

El libro de cabecera

Immanuel Wallerstein (Nueva York, 28 de septiembre de 1930) es un sociólogo y científico social histórico estadounidense. A pesar de que en sus inicios destacó como un experto en el estudio de los asuntos coloniales africanos, se decantó por la historia y la teoría macroeconómica, específicamente de la economía global capitalista. Junto a Noam Chomsky y Pierre Bourdieu, fue parte del Movimiento Antiglobalización. En sus estudios sobre la historia como ciencia social, se puede establecer una línea crítica directa que nos conduce a Karl Marx y a Fernand Braudel, incluso a Lenin; específicamente en el estudio de la historia podemos vincularlo a Marc Bloch, Ilya Prigogine, Paul Sweezy y Frantz Fanon.

Sus principales aportes teóricos están determinados por su propuesta del Sistema Mundial (World System) o Sistema-Mundo, como se le conoce mayoritariamente y con fervor en Latinoamérica. Más que una teoría, a través de su propuesta establece una explicación histórico-crítica de la Historia, el desarrollo, y los mecanismos globales y funcionales del capitalimo, desde el siglo XVI hasta nuestros días.

A partir del planteamiento anterior, Wallerstein configura tanto el análisis crítico de los hechos y realidades y su influencia en los procesos históricos, como el análisis histórico-crítico de los hechos coyunturales y el ejercicio analítico de escenarios perspectivos del sistema-mundo vigente. De acuerdo con Wallerstein, quien se basa en Kondratiev, nos encontramos en la Fase B, la cual inició después de 1945, y que en plena crisis estructural, comenzara su fase final hacia el 2050.

En concordancia con dicho análisis crítico, Wallerstein propone también una reflexión epistemológico-crítica, considerando la urgente necesidad de reconfigurar y replantear la estructura parcelada de las ciencias sociales actuales, las cuales parecen estar encaminadas a una perspectiva unidisciplinar.

Quizás la importancia de su obra no sea proporcional al conocimiento que se tiene de la misma. Consentido por los movimientos de izquierda latinoamericanos, Wallerstein desarrolla desde la crítica posmarxista su propuesta de sistema-mundo, arriba mencionada, como un intento por explicar el funcionamiento de las relaciones sociales, políticas y económicas a lo largo de la historia. En esta tradición metodológica, Wallerstein se asemeja a Weber y Marx, quienes apelan a la historiografía, la geopolítica y la geoeconomía.

Lenin y Wallerstein coinciden plenamente en una idea: el desarrollo del Capitalimo configura al Imperialismo como culminación o máxima representación. La frase es de Lenin, quien utilizó los términos “periferia” y “centro” para el análisis de la economía y la política internacional. Si tomamos la idea de sistemas-mundo, una serie de mecanismos que redistribuyen los recursos desde la periferia al centro del imperio se representan, y analizamos sus conceptos de centro y periferia, podríamos definir al centro como el mundo desarrollado, industrializado o democrático; mientras que periferia representa a los países subdesarrollados, del Tercer Mundo (posteriormente, Wallerstein rechazaría esta noción), exportadores de materias primas, a la parte pobre del mundo, el mercado mediante el que el centro explota la periferia.

En este sentido, Wallerstein esgrime el análisis desde tres vertientes: centro, semiperiferia y periferia. Como características complementarias para el análisis de los sistemas, propone los ciclos cortos (fluctuaciones de la economía), los ciclos largos (tendencias más profundas y duraderas que representan al desarrollo económico y su posterior declive), contradicción (que consiste en un problema irresoluble al interior del propio sistema, por ejemplo, la caída del consumo causado por la baja en salarios y el estancamiento en la economía, como el 0.1% de crecimiento del PIB en el segundo trimestre de la economía de nuestro país), y Crisis (que se presenta cuando una serie de circunstancias rompen la estructura del sistema).

Para Wallerstein, los estados modernos nunca han sido sociedades sino el conjunto de unidades políticas de la sociedad moderna internacional y económica. Para comprender los sistemas sociales, propone las clases de sistemas:

· Mini-sistemas, como las bandas y tribus.

· Sistemas-mundo, en donde hay división del trabajo a pequeña escala, y la configuración de una sola cultura y un único proceso político. Nuestro país estaría en esta categoría.

· Imperios-mundo, bajo una estructura política.

· Economía-mundo, que contiene múltiples estructuras políticas.

Hacia 1996, se publicó en español la primera edición de Abrir las ciencias sociales (Siglo XXI Editores), en donde, en su papel de coordinador, Wallerstein presenta una evaluación de las Ciencias Sociales, cuya definición y estatuto han sido ambiguos desde su nacimiento. Aunque al principio su distinción estaba completamente definida respecto a las Ciencias Naturales, su desarrollo económico emparentado con las Humanidades, y las crecientes implicaciones sociales de las disciplinas naturales, hicieron borrosos los limites disciplinarios. En paralelo, el crecimiento y la ulterior institucionalización de las universidades a nivel mundial, acentuaron la pertinencia de implementar un ejercicio reflexivo serio sobre la estructuración de las Ciencias Sociales.

El libro pudo ser posible gracias al patrocinio de la Fundación Gulbenkian, en donde académicos de diferentes países, reunidos bajo la presidencia del propio Wallerstein, desde 1993, integraron sus deliberaciones en el informe que integra el libro que en esta ocasión comentamos. Su orientación es el establecimiento de conclusiones concretas que, en aquellos años, ponían a las Ciencias Sociales en los desafíos que implicaba el nuevo milenio.

A más de veinte años de distancia de la primera edición en español de aquel libro, la Universidad Autónoma de Querétaro, a través de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, se congratula en anunciar el inicio de cursos de la primera generación del Doctorado en Ciencias Sociales. En contraste con el fuerte apoyo institucional que distinguía a los altos estudios universitarios de finales del siglo XX en nuestra universidad, dicho doctorado inicia sin becas, sin respuesta ni respaldo institucional federal de Conacyt, otrora organismo autónomo que parece no cansarse de abrir frentes contra la comunidad científica. A pesar del hito que significa para la construcción de las Ciencias Sociales en nuestro Estado, la apertura de la primera generación, y de la pertinencia de dichas ciencias señalada por el propio Wallerstein, tan socorrido por la línea ideológica de no pocos representantes y sectores del gobierno federal, el silencio de Conacyt ha sido tan oprobioso como sintomático, en un escenario en donde el desmantelamiento del estado y la cruzada oclocrática en contra de la educación, la ciencia y la tecnología, con el pretexto de la austeridad republicana, han sido el sello del presente gobierno: la demagogia de la ignorancia que quiere perpetuar nuestra condición de semiperiferia.

@doctorsimulacro

Immanuel Wallerstein (Nueva York, 28 de septiembre de 1930) es un sociólogo y científico social histórico estadounidense. A pesar de que en sus inicios destacó como un experto en el estudio de los asuntos coloniales africanos, se decantó por la historia y la teoría macroeconómica, específicamente de la economía global capitalista. Junto a Noam Chomsky y Pierre Bourdieu, fue parte del Movimiento Antiglobalización. En sus estudios sobre la historia como ciencia social, se puede establecer una línea crítica directa que nos conduce a Karl Marx y a Fernand Braudel, incluso a Lenin; específicamente en el estudio de la historia podemos vincularlo a Marc Bloch, Ilya Prigogine, Paul Sweezy y Frantz Fanon.

Sus principales aportes teóricos están determinados por su propuesta del Sistema Mundial (World System) o Sistema-Mundo, como se le conoce mayoritariamente y con fervor en Latinoamérica. Más que una teoría, a través de su propuesta establece una explicación histórico-crítica de la Historia, el desarrollo, y los mecanismos globales y funcionales del capitalimo, desde el siglo XVI hasta nuestros días.

A partir del planteamiento anterior, Wallerstein configura tanto el análisis crítico de los hechos y realidades y su influencia en los procesos históricos, como el análisis histórico-crítico de los hechos coyunturales y el ejercicio analítico de escenarios perspectivos del sistema-mundo vigente. De acuerdo con Wallerstein, quien se basa en Kondratiev, nos encontramos en la Fase B, la cual inició después de 1945, y que en plena crisis estructural, comenzara su fase final hacia el 2050.

En concordancia con dicho análisis crítico, Wallerstein propone también una reflexión epistemológico-crítica, considerando la urgente necesidad de reconfigurar y replantear la estructura parcelada de las ciencias sociales actuales, las cuales parecen estar encaminadas a una perspectiva unidisciplinar.

Quizás la importancia de su obra no sea proporcional al conocimiento que se tiene de la misma. Consentido por los movimientos de izquierda latinoamericanos, Wallerstein desarrolla desde la crítica posmarxista su propuesta de sistema-mundo, arriba mencionada, como un intento por explicar el funcionamiento de las relaciones sociales, políticas y económicas a lo largo de la historia. En esta tradición metodológica, Wallerstein se asemeja a Weber y Marx, quienes apelan a la historiografía, la geopolítica y la geoeconomía.

Lenin y Wallerstein coinciden plenamente en una idea: el desarrollo del Capitalimo configura al Imperialismo como culminación o máxima representación. La frase es de Lenin, quien utilizó los términos “periferia” y “centro” para el análisis de la economía y la política internacional. Si tomamos la idea de sistemas-mundo, una serie de mecanismos que redistribuyen los recursos desde la periferia al centro del imperio se representan, y analizamos sus conceptos de centro y periferia, podríamos definir al centro como el mundo desarrollado, industrializado o democrático; mientras que periferia representa a los países subdesarrollados, del Tercer Mundo (posteriormente, Wallerstein rechazaría esta noción), exportadores de materias primas, a la parte pobre del mundo, el mercado mediante el que el centro explota la periferia.

En este sentido, Wallerstein esgrime el análisis desde tres vertientes: centro, semiperiferia y periferia. Como características complementarias para el análisis de los sistemas, propone los ciclos cortos (fluctuaciones de la economía), los ciclos largos (tendencias más profundas y duraderas que representan al desarrollo económico y su posterior declive), contradicción (que consiste en un problema irresoluble al interior del propio sistema, por ejemplo, la caída del consumo causado por la baja en salarios y el estancamiento en la economía, como el 0.1% de crecimiento del PIB en el segundo trimestre de la economía de nuestro país), y Crisis (que se presenta cuando una serie de circunstancias rompen la estructura del sistema).

Para Wallerstein, los estados modernos nunca han sido sociedades sino el conjunto de unidades políticas de la sociedad moderna internacional y económica. Para comprender los sistemas sociales, propone las clases de sistemas:

· Mini-sistemas, como las bandas y tribus.

· Sistemas-mundo, en donde hay división del trabajo a pequeña escala, y la configuración de una sola cultura y un único proceso político. Nuestro país estaría en esta categoría.

· Imperios-mundo, bajo una estructura política.

· Economía-mundo, que contiene múltiples estructuras políticas.

Hacia 1996, se publicó en español la primera edición de Abrir las ciencias sociales (Siglo XXI Editores), en donde, en su papel de coordinador, Wallerstein presenta una evaluación de las Ciencias Sociales, cuya definición y estatuto han sido ambiguos desde su nacimiento. Aunque al principio su distinción estaba completamente definida respecto a las Ciencias Naturales, su desarrollo económico emparentado con las Humanidades, y las crecientes implicaciones sociales de las disciplinas naturales, hicieron borrosos los limites disciplinarios. En paralelo, el crecimiento y la ulterior institucionalización de las universidades a nivel mundial, acentuaron la pertinencia de implementar un ejercicio reflexivo serio sobre la estructuración de las Ciencias Sociales.

El libro pudo ser posible gracias al patrocinio de la Fundación Gulbenkian, en donde académicos de diferentes países, reunidos bajo la presidencia del propio Wallerstein, desde 1993, integraron sus deliberaciones en el informe que integra el libro que en esta ocasión comentamos. Su orientación es el establecimiento de conclusiones concretas que, en aquellos años, ponían a las Ciencias Sociales en los desafíos que implicaba el nuevo milenio.

A más de veinte años de distancia de la primera edición en español de aquel libro, la Universidad Autónoma de Querétaro, a través de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, se congratula en anunciar el inicio de cursos de la primera generación del Doctorado en Ciencias Sociales. En contraste con el fuerte apoyo institucional que distinguía a los altos estudios universitarios de finales del siglo XX en nuestra universidad, dicho doctorado inicia sin becas, sin respuesta ni respaldo institucional federal de Conacyt, otrora organismo autónomo que parece no cansarse de abrir frentes contra la comunidad científica. A pesar del hito que significa para la construcción de las Ciencias Sociales en nuestro Estado, la apertura de la primera generación, y de la pertinencia de dichas ciencias señalada por el propio Wallerstein, tan socorrido por la línea ideológica de no pocos representantes y sectores del gobierno federal, el silencio de Conacyt ha sido tan oprobioso como sintomático, en un escenario en donde el desmantelamiento del estado y la cruzada oclocrática en contra de la educación, la ciencia y la tecnología, con el pretexto de la austeridad republicana, han sido el sello del presente gobierno: la demagogia de la ignorancia que quiere perpetuar nuestra condición de semiperiferia.

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