/ sábado 27 de julio de 2019

La Orestiada

Tinta para un Atabal

La Orestiada de Esquilo es, sin exageración, uno de los más valiosos tesoros culturales de la humanidad. Para empezar, es la única trilogía de obras trágicas griegas del periodo clásico (s. V a. de C.), que se ha conservado hasta nuestros días. Las tres obras que la conforman son: Agamenón, Coéforas y Euménides.

Originalmente esta trilogía formaba, junto con una cuarta obra, Proteo -un drama satírico que se representaba junto a ellas (y que desgraciadamente no ha llegado hasta nosotros)- una tetralogía (cuatro obras) que es la forma habitual como un dramaturgo griego presentaba sus propuestas con miras a participar en los certámenes teatrales que se llevaban a cabo en el marco de las ceremonias lúdico-religiosas denominadas Grandes Dionisiacas. La tetralogía original se representó en los certámenes teatrales en el año 458 a. C., donde ganó el primer premio.

Pero la Orestiada es mucho más que una de las obras más importantes de su autor, Esquilo, que legó al mundo occidental, la concepción del teatro justo en el sentido que le damos hoy en día.

La Orestiada es una profunda reflexión en torno a la evolución del sistema de justicia social tal cual se concibe en occidente, comenzando por la venganza pasional (Agamenón), pasando por una venganza carente de pasión, pero como un compromiso en defensa del honor (Las Coéforas), hasta llegar a la instauración de una institución impartidora de justicia, concepto que terminará por sustituir al de la venganza (Las Euménides).

No está por demás decir que la poesía y la dinámica dramática del texto de Esquilo es de un nivel magistral, imposible de superar como toda obra maestra legítima, lo cual no ha representado obstáculo alguno para que creadores de distintas épocas hayan intentado parafrasear la monumental obra en sendas versiones que han corrido con mayor o menor suerte.

Shakespeare mismo propuso su propia versión de la Orestiada. Y como podría suponerse la versión shakespereana es tan magistral como el original de Esquilo. Hamlet es el alter ego de Orestes, decidido a vengar la muerte de su padre, estableciendo así para la posteridad, una obra dramática paradigmática de la cosmovisión isabelina sustentada al mismo tiempo en la visión clásica renacentista.

La más reciente versión de la Orestiada corresponde a la obra de un joven dramaturgo inglés (apenas 33 años), Robert Icke, que se ha hecho célebre como la "gran esperanza del teatro británico" y es conocido por sus modernas adaptaciones de textos clásicos, incluidas las versiones de María Estuardo (original de Friedrich Schiller). Tío Vania (Anton Chéjov), 1984 (George Orwell) y La Orestiada, recién estrenada en nuestro país, con una duración de casi cuatro horas y un reparto de actores de alto calibraje entre quienes destacan los nombres de Laura Almela y Emma Dib, dos actrices de comprobada y consistente trayectoria sobre las tablas.

Intentos mal logrados

La controvertida crítica de arte Avelina Lésper, famosa por no tocarse el corazón para desenmascarar fraudes en el terreno del arte posmoderno, nos ofrece una lectura tan interesante como válida:

“(...) En el Teatro el Galeón presentaron La Orestiada en una versión del dramaturgo inglés Robert Icke (...) teatro a la medida de la fácil psicología contemporánea, con personajes “más humanos”, es decir, más mediocres. La anécdota no fue adaptada, fue simplificada, reducida a la estatura de un pensamiento incapaz de retar a los dioses al enfrentar a su destino.

“(...) En ésta versión políticamente correcta, Agamenón, “va al trabajo”, platica con sus hijos, Electra, Orestes e Ifigenia, les pregunta “cómo estuvo su día” y cenan en familia, el sacrifico de Ifigenia no existe, en una dulcificación apta para una serie de televisión, le recetan unas pastillas y muere dormida. Patético.

“(...) Clitemnestra y Agamenón son una pareja de telenovela, tienen una larga e inútil discusión sobre el asesinato de Ifigenia de “no la mates” y “si la mato”, que obviamente no llega a nada. El juicio de Orestes por matar a su madre parece terapia de las constelaciones familiares (...) el asunto es que con un texto traicionado la tragedia se degrada en nota roja. La familia de Agamenón no es una familia de tantas, es mítica, y cada uno representa a un arquetipo intemporal, si lo “adaptan” lo caricaturizan, y la tragedia es desproporcionada para un personaje pedestre. (...)”

Un monumento dramático, una catedral gótica, de dimensiones míticas y discurso épico, reducido a la limitada estructura y quejumbroso tono patético de una telenovela. La realidad es que ésta es una magnífica fotografía de la situación del teatro contemporáneo: una comunidad teatral incapaz de asimilar el enfrentamiento con los potentes contenidos de su propia herencia teatral, por lo que decide descafeinarla, procesarla para que se vuelva asimilable a los gustos milennials...

La traducción

Paradójicamente, casi de manera simultánea a este estreno, la UNAM acaba de publicar un texto paradigmático de la crítica dramática. La tragedia griega: un estudio literario del profesor Humphrey Davey Findley Kitto de la Universidad de Brístol. Se trata de un texto que llega con un enorme retraso al español. Por alguna oscura razón el profesor Kitto, negó en vida todo permiso para traducir este texto al lenguaje español.

Resultado de esta imposibilidad de traducción, la teoría dramática del profesor Kitto tuvo que ser dada a conocer a generaciones y generaciones de estudiantes de teatro por Luisa Josefina Hernández, maestra emérita de la UNAM a través de su cátedra en la facultad de Filosofía y Letras y en la Escuela Nacional de Arte Teatral.

El libro del profesor Kitto, publicado por vez primera en su lengua original en 1939, consiste en un análisis sistemático de todas y cada una de las obras dramáticas que aún se conservan de los dramaturgos griegos trágicos del siglo V a. de C. La claridosa lectura de Kitto nos ayuda a entender el sentido temático correcto de la visión clásica del drama.

A Robert Icke y a muchos otros jóvenes creadores de teatro les vendría muy bien una hojeada a este maravilloso e importante texto de teoría del drama.

La Orestiada de Esquilo es, sin exageración, uno de los más valiosos tesoros culturales de la humanidad. Para empezar, es la única trilogía de obras trágicas griegas del periodo clásico (s. V a. de C.), que se ha conservado hasta nuestros días. Las tres obras que la conforman son: Agamenón, Coéforas y Euménides.

Originalmente esta trilogía formaba, junto con una cuarta obra, Proteo -un drama satírico que se representaba junto a ellas (y que desgraciadamente no ha llegado hasta nosotros)- una tetralogía (cuatro obras) que es la forma habitual como un dramaturgo griego presentaba sus propuestas con miras a participar en los certámenes teatrales que se llevaban a cabo en el marco de las ceremonias lúdico-religiosas denominadas Grandes Dionisiacas. La tetralogía original se representó en los certámenes teatrales en el año 458 a. C., donde ganó el primer premio.

Pero la Orestiada es mucho más que una de las obras más importantes de su autor, Esquilo, que legó al mundo occidental, la concepción del teatro justo en el sentido que le damos hoy en día.

La Orestiada es una profunda reflexión en torno a la evolución del sistema de justicia social tal cual se concibe en occidente, comenzando por la venganza pasional (Agamenón), pasando por una venganza carente de pasión, pero como un compromiso en defensa del honor (Las Coéforas), hasta llegar a la instauración de una institución impartidora de justicia, concepto que terminará por sustituir al de la venganza (Las Euménides).

No está por demás decir que la poesía y la dinámica dramática del texto de Esquilo es de un nivel magistral, imposible de superar como toda obra maestra legítima, lo cual no ha representado obstáculo alguno para que creadores de distintas épocas hayan intentado parafrasear la monumental obra en sendas versiones que han corrido con mayor o menor suerte.

Shakespeare mismo propuso su propia versión de la Orestiada. Y como podría suponerse la versión shakespereana es tan magistral como el original de Esquilo. Hamlet es el alter ego de Orestes, decidido a vengar la muerte de su padre, estableciendo así para la posteridad, una obra dramática paradigmática de la cosmovisión isabelina sustentada al mismo tiempo en la visión clásica renacentista.

La más reciente versión de la Orestiada corresponde a la obra de un joven dramaturgo inglés (apenas 33 años), Robert Icke, que se ha hecho célebre como la "gran esperanza del teatro británico" y es conocido por sus modernas adaptaciones de textos clásicos, incluidas las versiones de María Estuardo (original de Friedrich Schiller). Tío Vania (Anton Chéjov), 1984 (George Orwell) y La Orestiada, recién estrenada en nuestro país, con una duración de casi cuatro horas y un reparto de actores de alto calibraje entre quienes destacan los nombres de Laura Almela y Emma Dib, dos actrices de comprobada y consistente trayectoria sobre las tablas.

Intentos mal logrados

La controvertida crítica de arte Avelina Lésper, famosa por no tocarse el corazón para desenmascarar fraudes en el terreno del arte posmoderno, nos ofrece una lectura tan interesante como válida:

“(...) En el Teatro el Galeón presentaron La Orestiada en una versión del dramaturgo inglés Robert Icke (...) teatro a la medida de la fácil psicología contemporánea, con personajes “más humanos”, es decir, más mediocres. La anécdota no fue adaptada, fue simplificada, reducida a la estatura de un pensamiento incapaz de retar a los dioses al enfrentar a su destino.

“(...) En ésta versión políticamente correcta, Agamenón, “va al trabajo”, platica con sus hijos, Electra, Orestes e Ifigenia, les pregunta “cómo estuvo su día” y cenan en familia, el sacrifico de Ifigenia no existe, en una dulcificación apta para una serie de televisión, le recetan unas pastillas y muere dormida. Patético.

“(...) Clitemnestra y Agamenón son una pareja de telenovela, tienen una larga e inútil discusión sobre el asesinato de Ifigenia de “no la mates” y “si la mato”, que obviamente no llega a nada. El juicio de Orestes por matar a su madre parece terapia de las constelaciones familiares (...) el asunto es que con un texto traicionado la tragedia se degrada en nota roja. La familia de Agamenón no es una familia de tantas, es mítica, y cada uno representa a un arquetipo intemporal, si lo “adaptan” lo caricaturizan, y la tragedia es desproporcionada para un personaje pedestre. (...)”

Un monumento dramático, una catedral gótica, de dimensiones míticas y discurso épico, reducido a la limitada estructura y quejumbroso tono patético de una telenovela. La realidad es que ésta es una magnífica fotografía de la situación del teatro contemporáneo: una comunidad teatral incapaz de asimilar el enfrentamiento con los potentes contenidos de su propia herencia teatral, por lo que decide descafeinarla, procesarla para que se vuelva asimilable a los gustos milennials...

La traducción

Paradójicamente, casi de manera simultánea a este estreno, la UNAM acaba de publicar un texto paradigmático de la crítica dramática. La tragedia griega: un estudio literario del profesor Humphrey Davey Findley Kitto de la Universidad de Brístol. Se trata de un texto que llega con un enorme retraso al español. Por alguna oscura razón el profesor Kitto, negó en vida todo permiso para traducir este texto al lenguaje español.

Resultado de esta imposibilidad de traducción, la teoría dramática del profesor Kitto tuvo que ser dada a conocer a generaciones y generaciones de estudiantes de teatro por Luisa Josefina Hernández, maestra emérita de la UNAM a través de su cátedra en la facultad de Filosofía y Letras y en la Escuela Nacional de Arte Teatral.

El libro del profesor Kitto, publicado por vez primera en su lengua original en 1939, consiste en un análisis sistemático de todas y cada una de las obras dramáticas que aún se conservan de los dramaturgos griegos trágicos del siglo V a. de C. La claridosa lectura de Kitto nos ayuda a entender el sentido temático correcto de la visión clásica del drama.

A Robert Icke y a muchos otros jóvenes creadores de teatro les vendría muy bien una hojeada a este maravilloso e importante texto de teoría del drama.

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