/ jueves 24 de septiembre de 2020

La plaza de la República, historia de una mutilación

Cartografía del tiempo

[...] El carretero no va porque le falta la mula.

El Carretero. Dominio Popular.



Hemos visto que el espacio específico –donde ahora se encuentra ubicado el Teatro de la República– ha sido solar, casa habitación, despacho de asuntos de la Santa Inquisición, alhóndiga y escenario de la sociedad queretana. Los edificios del entorno también tienen sus historias. Pero eso será motivo de otra cartografía de la memoria.

Contexto

En la década de los setenta del pasado siglo, la ciudad contaba con 112 mil 995 habitantes –en el censo de 1980 la población muestra el doble–. El espacio urbano se estaba transformando de la misma manera que la composición del tejido social, debido a diversos factores, el impacto demográfico, el asentamiento de empresas e industrias. Así mismo por las nuevas ofertas educativas y centros de formación de mano de obra. Las antiguas zonas rurales y agropecuarias fueron impactadas por la industrialización, el comercio y la vivienda –desde la de interés social hasta la residencial–, la construcción de hospitales y zonas industriales. El ámbito cultural también tuvo transformaciones y fue enriquecido por la migración. Las prácticas sociales de la población local se resignificaron. Muchos hábitos cambiaron, la forma de comprar, nuevos hoteles, restaurantes, centros recreativos y más.

Intervención – mutilación

En diciembre de 1974 el gobernador del estado, Arq. Antonio Calzada Urquiza, autorizó que se llevara a cabo la demolición de las esquinas que convergían con el Teatro de la República. La justificación consistía en destacar y "dar realce al edificio histórico". La reacción y denuncia del atentado manifestada por diversos sectores no tuvo eco. A pesar de la fundamentación de motivos; toda vez que se trataba de un atentado a la traza y edificios patrimoniales que databan de la época virreinal y por otra parte que se violaban leyes federales y acuerdos internacionales. Finalmente la picota derrumbó los edificios y se creó un área de 25 metros cuadrados en cada una de ellas, practicando un corte en diagonal. La plazoleta fue nombrada como "Plaza de la República". El teatro fue intervenido y colocada una escenografía que consistió en un semicírculo de parquet, donde se ubicaron los nombres de los diputados inscritos en el Constituyente de 1917.

La obra pública de la "Nueva Generación" (1973-1979)

En el casco histórico se realizó una remodelación del perímetro. Fueron cerradas al flujo vehicular algunas calles y se adecuaron como andadores. La placa de talavera enmarcada en cantera –ubicada en Andador 16 de septiembre– testimonia la fecha de inauguración y refleja el discurso de aquella época: "Ciudadano: / "LA PLAZA DE LA LIBERTAD", "EL PASEO / DE LA CORREGIDORA" "LA PLAZA DE LA INDEPENDENCIA" / Y "EL PASEO DE LOS INSURGENTES QUERETANOS" / los puso en servicio el Ciudadano Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. / Lic. José López Portillo. / y representa una concepción contemporánea del urba / nismo que rescata el Patrimonio Histórico; integra / el casco de la ciudad y fomenta la convivencia y solidaridad / ciudadana. / Querétaro, diciembre 8 de 1977".

Foto: Cortesía | Colección particular de Edgardo Moreno Pérez

Complejidades

Para acercarnos a entender los cambios, Marc Augé (1995) propuso el estudio del espacio urbano, para identificar los múltiples significados del contexto socio - histórico, sus alteridades, la complejidad del "espacio - tiempo". Es otro itinerario para leer nuestra ciudad y recuperar la memoria. La tercerización del Centro Histórico, la intervención escenográfica para turistas, el "fachadismo" de las viejas casas reconvertidos en hoteles boutique, restaurantes, bares y diversos comercios. Dan como resultado la pérdida de la memoria histórica del espacio y la posibilidad de resignificarla y habitarla. De esta manera quedaron en el recuerdo y la anécdota El Puerto de Mazatlán, El Águila de Oro, La Casa Miguel. El entorno cambió por los procesos de la modernidad y la creación de nuevas necesidades. Desaparecieron las negociaciones dispuestas en el camino a Tierra Adentro y la vida cotidiana que generaba la presencia del Mercado del Carmen entre otras negociaciones mercantiles del entorno: la mueblería Panamá, Las Casas Mexicanas, La RCA Víctor, El Fénix, por citar algunas. El espacio de la época virreinal con su acequia y enlosadas calles, el alumbrado público –desde las lámparas de aceite y esperma, hasta el eléctrico–, las casas habitación; son referencias de ese pasado-presente. Nos ayudan a percibir la ciudad con su equipamiento que responde a las necesidades y cosmovisiones de nuestra sociedad contemporánea.

Paisaje humano

Los personajes de cada época, arrieros, frailes, soldados, aventureros; pícaros, parias, fulleros; "mal ocupados" y vagos muchos con ese estigma fueron puestos a disposición en los obrajes y talleres manufactureros o llevados en la leva. La atmósfera con los gritos de arrieros, pregones de los ambulantes voceando su mercancía… El Sereno, el gendarme, el “peladito”, las beatas, frailes y curas que se distinguían por sus hábitos y tocados. El cilindrero que tocaba alguna pieza de moda: “La chiva”, “La Paloma”, “La Machucha”. También el trovador fuera o dentro de la pulcata que interpretaba: “Qué bien me gusta el pulquito / picadito con cebolla; / pero más me gusta así, / cuando lo sacan de la olla”. En las almuercerías o merenderos improvisados fuera del mercado mientras se degustaban los caldos de gallina o menudo de carnero, se escuchaban los sonecitos interpretados con arpa, guitarra o violín. El grupo de músicos igual de desvelados y sedientos, entonaban con voz –las más de las veces– desafinada y aguardentosa: “El doctor me ha recetado / que me ponga yo seguido / cataplasmas de olvido / con fomentos de otro amor”. Convergían las calles de El Carmen, Miraflores y Callejón de Azpeytia. Mesones; peluquerías, pulcatas… la calle con sus mozas y cargadores. Por ese lugar se hacían anuncios y pregones al sonido del pífano y tamboril, eran anunciados también la presencia de comediantes, cómicos ambulantes y cirqueros. En las confluencias de las calles Benito Juárez, Miguel Hidalgo y Ángela Peralta era el territorio de los cargadores con sus mulas, carros de dos ruedas, o mecapales sujetos a la frente, vestidos por lo regular con pantalones de mezclilla con peto y zapatones de cuero crudo.

Foto: Cortesía | Fototeca ICA

Escenarios, huellas, que nos refieren la historia de la cultura, de la vida cotidiana, de personajes, hechos, imaginarios que quedaron al margen de la historia de bronce. Reflexionar, repensar a la ciudad que aspiramos en estas festividades patrias y el concepto de Nación, que construimos. "Por ahí va la rueda, déjenla rodar / Porque la carreta no puede llegar / Por ahí va la rueda, déjenla rodar / Porque la carreta no puede llegar."

Desde Anbanica - Teocalhueyacan. Septiembre de MMXX.

[...] El carretero no va porque le falta la mula.

El Carretero. Dominio Popular.



Hemos visto que el espacio específico –donde ahora se encuentra ubicado el Teatro de la República– ha sido solar, casa habitación, despacho de asuntos de la Santa Inquisición, alhóndiga y escenario de la sociedad queretana. Los edificios del entorno también tienen sus historias. Pero eso será motivo de otra cartografía de la memoria.

Contexto

En la década de los setenta del pasado siglo, la ciudad contaba con 112 mil 995 habitantes –en el censo de 1980 la población muestra el doble–. El espacio urbano se estaba transformando de la misma manera que la composición del tejido social, debido a diversos factores, el impacto demográfico, el asentamiento de empresas e industrias. Así mismo por las nuevas ofertas educativas y centros de formación de mano de obra. Las antiguas zonas rurales y agropecuarias fueron impactadas por la industrialización, el comercio y la vivienda –desde la de interés social hasta la residencial–, la construcción de hospitales y zonas industriales. El ámbito cultural también tuvo transformaciones y fue enriquecido por la migración. Las prácticas sociales de la población local se resignificaron. Muchos hábitos cambiaron, la forma de comprar, nuevos hoteles, restaurantes, centros recreativos y más.

Intervención – mutilación

En diciembre de 1974 el gobernador del estado, Arq. Antonio Calzada Urquiza, autorizó que se llevara a cabo la demolición de las esquinas que convergían con el Teatro de la República. La justificación consistía en destacar y "dar realce al edificio histórico". La reacción y denuncia del atentado manifestada por diversos sectores no tuvo eco. A pesar de la fundamentación de motivos; toda vez que se trataba de un atentado a la traza y edificios patrimoniales que databan de la época virreinal y por otra parte que se violaban leyes federales y acuerdos internacionales. Finalmente la picota derrumbó los edificios y se creó un área de 25 metros cuadrados en cada una de ellas, practicando un corte en diagonal. La plazoleta fue nombrada como "Plaza de la República". El teatro fue intervenido y colocada una escenografía que consistió en un semicírculo de parquet, donde se ubicaron los nombres de los diputados inscritos en el Constituyente de 1917.

La obra pública de la "Nueva Generación" (1973-1979)

En el casco histórico se realizó una remodelación del perímetro. Fueron cerradas al flujo vehicular algunas calles y se adecuaron como andadores. La placa de talavera enmarcada en cantera –ubicada en Andador 16 de septiembre– testimonia la fecha de inauguración y refleja el discurso de aquella época: "Ciudadano: / "LA PLAZA DE LA LIBERTAD", "EL PASEO / DE LA CORREGIDORA" "LA PLAZA DE LA INDEPENDENCIA" / Y "EL PASEO DE LOS INSURGENTES QUERETANOS" / los puso en servicio el Ciudadano Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. / Lic. José López Portillo. / y representa una concepción contemporánea del urba / nismo que rescata el Patrimonio Histórico; integra / el casco de la ciudad y fomenta la convivencia y solidaridad / ciudadana. / Querétaro, diciembre 8 de 1977".

Foto: Cortesía | Colección particular de Edgardo Moreno Pérez

Complejidades

Para acercarnos a entender los cambios, Marc Augé (1995) propuso el estudio del espacio urbano, para identificar los múltiples significados del contexto socio - histórico, sus alteridades, la complejidad del "espacio - tiempo". Es otro itinerario para leer nuestra ciudad y recuperar la memoria. La tercerización del Centro Histórico, la intervención escenográfica para turistas, el "fachadismo" de las viejas casas reconvertidos en hoteles boutique, restaurantes, bares y diversos comercios. Dan como resultado la pérdida de la memoria histórica del espacio y la posibilidad de resignificarla y habitarla. De esta manera quedaron en el recuerdo y la anécdota El Puerto de Mazatlán, El Águila de Oro, La Casa Miguel. El entorno cambió por los procesos de la modernidad y la creación de nuevas necesidades. Desaparecieron las negociaciones dispuestas en el camino a Tierra Adentro y la vida cotidiana que generaba la presencia del Mercado del Carmen entre otras negociaciones mercantiles del entorno: la mueblería Panamá, Las Casas Mexicanas, La RCA Víctor, El Fénix, por citar algunas. El espacio de la época virreinal con su acequia y enlosadas calles, el alumbrado público –desde las lámparas de aceite y esperma, hasta el eléctrico–, las casas habitación; son referencias de ese pasado-presente. Nos ayudan a percibir la ciudad con su equipamiento que responde a las necesidades y cosmovisiones de nuestra sociedad contemporánea.

Paisaje humano

Los personajes de cada época, arrieros, frailes, soldados, aventureros; pícaros, parias, fulleros; "mal ocupados" y vagos muchos con ese estigma fueron puestos a disposición en los obrajes y talleres manufactureros o llevados en la leva. La atmósfera con los gritos de arrieros, pregones de los ambulantes voceando su mercancía… El Sereno, el gendarme, el “peladito”, las beatas, frailes y curas que se distinguían por sus hábitos y tocados. El cilindrero que tocaba alguna pieza de moda: “La chiva”, “La Paloma”, “La Machucha”. También el trovador fuera o dentro de la pulcata que interpretaba: “Qué bien me gusta el pulquito / picadito con cebolla; / pero más me gusta así, / cuando lo sacan de la olla”. En las almuercerías o merenderos improvisados fuera del mercado mientras se degustaban los caldos de gallina o menudo de carnero, se escuchaban los sonecitos interpretados con arpa, guitarra o violín. El grupo de músicos igual de desvelados y sedientos, entonaban con voz –las más de las veces– desafinada y aguardentosa: “El doctor me ha recetado / que me ponga yo seguido / cataplasmas de olvido / con fomentos de otro amor”. Convergían las calles de El Carmen, Miraflores y Callejón de Azpeytia. Mesones; peluquerías, pulcatas… la calle con sus mozas y cargadores. Por ese lugar se hacían anuncios y pregones al sonido del pífano y tamboril, eran anunciados también la presencia de comediantes, cómicos ambulantes y cirqueros. En las confluencias de las calles Benito Juárez, Miguel Hidalgo y Ángela Peralta era el territorio de los cargadores con sus mulas, carros de dos ruedas, o mecapales sujetos a la frente, vestidos por lo regular con pantalones de mezclilla con peto y zapatones de cuero crudo.

Foto: Cortesía | Fototeca ICA

Escenarios, huellas, que nos refieren la historia de la cultura, de la vida cotidiana, de personajes, hechos, imaginarios que quedaron al margen de la historia de bronce. Reflexionar, repensar a la ciudad que aspiramos en estas festividades patrias y el concepto de Nación, que construimos. "Por ahí va la rueda, déjenla rodar / Porque la carreta no puede llegar / Por ahí va la rueda, déjenla rodar / Porque la carreta no puede llegar."

Desde Anbanica - Teocalhueyacan. Septiembre de MMXX.

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