/ viernes 27 de noviembre de 2020

Las cinco vías Tomistas que demuestran la existencia de Dios

Literatura y filosofía

Introito

Para hablar de las cinco vías de Santo Tomás de Aquino, con las que demuestra la existencia de Dios, es necesario considerar tres cosas: 1) el contexto en el que las formula, 2) los antecedentes en los que se basa y 3) las consecuencias de sus demostraciones. Estas precisiones, aunque sucintas, será el orden de mis reflexiones analíticas.

Contexto

La Escolástica es un período que vino a revolucionar la vida de las personas. Por un lado, estaba presente la pugna por el poder entre el papado y los reinos, de lo cual se desprendía que algunos reinos o principados se posicionaran de uno u otro lado. Esto provocaba un ambiente tenso y peligroso para el pueblo que, de manera irremediable, quedaba en el centro de la disputa. Por otro lado, la Iglesia innovaba el mundo intelectual al crear las primeras universidades, lo cual venía a provocar no poco malestar en las agrupaciones de profesores que ya existían y que actuaban de manera particular, con intereses sobre todo económicos y que contaban —esto es muy importante— con el apoyo de algunos reyes. La pugna llegó a tal grado que algunos maestros universitarios que pertenecían a órdenes religiosas, entre ellas la franciscana, a la que pertenecía Duns Escoto, fueron hostigados para que firmaran su adhesión al rey, en contra del Papa. En fin, todo esto hacía que las disputas estuvieran cargadas de tensión y hasta de violencia.

Es en este ambiente, en el que el máximo exponente de la Escolástica, el dominico Santo Tomás de Aquino, escribe la Suma Teológica (nótese, al respecto, que suma indica un tratado exhaustivo, completo). En dicha obra, escribe su “Tratado de Dios Uno”. En ella explica las cinco vías para demostrar la existencia de Dios. Ahora bien, el hecho de que lo haga a través de la razón se debe a que los teólogos y filósofos de aquella época, incluyendo árabes, judíos y cristianos estaban redescubriendo a Aristóteles. Es por ello que el estagirita utiliza la lógica y la metafísica, para argumentar sus ideas y desarrollar sus propias reflexiones. Al final de cuentas, la fe necesita de la razón, lo mismo que ésta de la primera.

Antecedentes

Aristóteles es la base para el desarrollo del pensamiento filosófico y teológico durante la Escolástica (así como Platón lo fue en la Patrística). Ahora bien, en el tema que nos ocupa, el estagirita había hablado de un motor inmóvil y había demostrado, de manera lógica, que debería haber algo que fuera el ‘principio de todo’ y que, en consecuencia, no tuviera él mismo un principio. Además, presentó una serie de pruebas argumentativas con las que demostró la validez y certeza de sus razonamientos. Esto vino a aclarar algunos conceptos que, hasta entonces (siglo IV a. C.), estaban vigentes, sobre todo las ideas de Parménides, Heráclito y Platón, que explicaban la realidad (el mundo) de otra manera. Sin embargo, fue Aristóteles quien sentó las bases de la racionalización lógica para su demostración y, sobre todo, fue él quien postuló el hecho de que debería haber ‘algo’ (léase ‘alguien’) inteligente que diera origen, desarrollo y mantenimiento al mundo.

Más de mil años después de Aristóteles, un pensador cristiano, San Anselmo, también hablaría de la demostración de Dios, para él la prueba ontológica (necesidad de que Dios exista) era el argumento fundamental. Después, algunos franciscanos, como Alejandro de Hales y Buenaventura, hablaron también de la necesidad de que Dios existiera, a partir, sobre todo, de que se puede pensar en su existencia. Sin embargo, sería Santo Tomás de Aquino, quien sistematizaría estas reflexiones y, siguiendo —sobre todo— a Aristóteles, construiría sus famosas cinco vías para demostrar la existencia de Dios.

Cinco vías para demostrar la existencia de Dios

Las cinco vías de Santo Tomás de Aquino que demuestran la existencia de Dios son: 1) la simplicidad de la divina esencial, 2) la perfección de la divina esencial, 3) la infinidad de Dios, 4) la inmutabilidad de Dios y 5) la unidad de Dios. Estas vías han sido explicadas de una forma más propia para nuestra época, de la siguiente manera: 1.- Por la observación del movimiento de todas las cosas en el universo. 2.- Por la necesidad de una causa para todo lo que existe, porque nada puede darse (el «ser») sin haber sido. 3.- Por el orden que maravillosamente rige a todos los seres del universo. 4.- La vida, que no puede brotar de la materia muestra primitiva, necesita forzosamente de un vivificador. A partir de esto, se desprende la ley moral. Esta actúa dentro de la conciencia de cada individuo, y no se puede evadir. Además, está el hecho de la contingencia, o la necesidad de todos los seres. Así, para demostrar la existencia de Dios se dice que es: 1) por efecto a la causa; 2) porque el universo no pudo hacerse a sí mismo; 3) porque el universo no tuvo principio, ya que todo indica que no existió siempre; 4) porque existe un motor primero que lo impulsa; y 5) porque el movimiento, el orden y la vida que hay en el universo, exige la presencia de un primer motor. De esto se colige que las cualidades de los seres están en relación con un ser primigenio que da origen a dichas cualidades. Así, la cualidad de los seres creados tiene por origen a un Creador (Motor inmóvil) que posee esas mismas cualidades pero, en grado superior. En suma: las criaturas reciben las perfecciones que poseen. Ahora bien, el ser que da origen a tales cualidades es el que tiene la suma (totalidad) de ellas. Y ese ser necesario es Dios, Causa de todo lo que existe; anterior a cuanto existe; infinito en tamaño, poder, bondad y sabiduría; capaz de poner en movimiento el universo entero; de darle orden y destino. Es, pues, autor de la vida y donador de toda cualidad y bondad a sus criaturas. Hay que considerar que Dios es persona, en tanto tiene características que lo definen en un sentido propio. Ese Ser, distinto y superior a sus criaturas, tiene que ser inteligente y libre, poseedor de entendimiento y voluntad. Así, Santo Tomás de Aquino, a través de sus cinco vías, no sólo va a demostrar a Dios, sino —inclusive— traza las líneas que permiten conocerlo y, por consecuencia, admirar, valorar y agradecer sus obras.

Consecuencias

Nuestra posición ante Dios es, en buena medida, producto de conocer las cinco vías tomistas para demostrar la existencia de Dios. Es por ello que, no siendo autónomos en nuestra existencia, tanto en un sentido material como cognoscente, nos posiciona como sujetos-de-Dios; es decir, sujetados a Él, a su creación y a la posibilidad de conocernos en la medida en que lo conozcamos a Él (antropología teológica). Así, no podemos pretender ser lo que somos sólo desde nuestra propia conducta, pues ello nos llevaría a un solipsismo que sólo alcanzaría a denotar nuestro interés (o necesidad) de justificar racionalmente el límite de nuestra existencia. Sería, dicho en otras palabras, un razonamiento de perogrullo. No hay que olvidar —entonces— que Dios es nuestro creador.

Habría que comprender —en todo caso— los planes de Dios. Él no nos deja a nuestras limitadas fuerzas intelectuales respecto del conocimiento de Él. Las vías que pone a nuestro intelecto Tomás de Aquino es, en ese sentido, una forma de ejercer la posibilidad de ser creaturas de Dios a su imagen (racionalidad o inteligencia, libertad o libre albedrío y voluntad) y a su semejanza (ser interlocutores de Dios), pues aunque no podemos conocerlo en su substancia (lo que es), al menos sí podemos conocerlo en su esencia (esse = modo de ser). Es por ello que en la medida en que conozcamos los planes de Dios, estaremos en mejores condiciones de comprender el sentido de nuestra vida, su origen, y, sobre todo, su propósito, para encontrarnos a nosotros mismos.

Introito

Para hablar de las cinco vías de Santo Tomás de Aquino, con las que demuestra la existencia de Dios, es necesario considerar tres cosas: 1) el contexto en el que las formula, 2) los antecedentes en los que se basa y 3) las consecuencias de sus demostraciones. Estas precisiones, aunque sucintas, será el orden de mis reflexiones analíticas.

Contexto

La Escolástica es un período que vino a revolucionar la vida de las personas. Por un lado, estaba presente la pugna por el poder entre el papado y los reinos, de lo cual se desprendía que algunos reinos o principados se posicionaran de uno u otro lado. Esto provocaba un ambiente tenso y peligroso para el pueblo que, de manera irremediable, quedaba en el centro de la disputa. Por otro lado, la Iglesia innovaba el mundo intelectual al crear las primeras universidades, lo cual venía a provocar no poco malestar en las agrupaciones de profesores que ya existían y que actuaban de manera particular, con intereses sobre todo económicos y que contaban —esto es muy importante— con el apoyo de algunos reyes. La pugna llegó a tal grado que algunos maestros universitarios que pertenecían a órdenes religiosas, entre ellas la franciscana, a la que pertenecía Duns Escoto, fueron hostigados para que firmaran su adhesión al rey, en contra del Papa. En fin, todo esto hacía que las disputas estuvieran cargadas de tensión y hasta de violencia.

Es en este ambiente, en el que el máximo exponente de la Escolástica, el dominico Santo Tomás de Aquino, escribe la Suma Teológica (nótese, al respecto, que suma indica un tratado exhaustivo, completo). En dicha obra, escribe su “Tratado de Dios Uno”. En ella explica las cinco vías para demostrar la existencia de Dios. Ahora bien, el hecho de que lo haga a través de la razón se debe a que los teólogos y filósofos de aquella época, incluyendo árabes, judíos y cristianos estaban redescubriendo a Aristóteles. Es por ello que el estagirita utiliza la lógica y la metafísica, para argumentar sus ideas y desarrollar sus propias reflexiones. Al final de cuentas, la fe necesita de la razón, lo mismo que ésta de la primera.

Antecedentes

Aristóteles es la base para el desarrollo del pensamiento filosófico y teológico durante la Escolástica (así como Platón lo fue en la Patrística). Ahora bien, en el tema que nos ocupa, el estagirita había hablado de un motor inmóvil y había demostrado, de manera lógica, que debería haber algo que fuera el ‘principio de todo’ y que, en consecuencia, no tuviera él mismo un principio. Además, presentó una serie de pruebas argumentativas con las que demostró la validez y certeza de sus razonamientos. Esto vino a aclarar algunos conceptos que, hasta entonces (siglo IV a. C.), estaban vigentes, sobre todo las ideas de Parménides, Heráclito y Platón, que explicaban la realidad (el mundo) de otra manera. Sin embargo, fue Aristóteles quien sentó las bases de la racionalización lógica para su demostración y, sobre todo, fue él quien postuló el hecho de que debería haber ‘algo’ (léase ‘alguien’) inteligente que diera origen, desarrollo y mantenimiento al mundo.

Más de mil años después de Aristóteles, un pensador cristiano, San Anselmo, también hablaría de la demostración de Dios, para él la prueba ontológica (necesidad de que Dios exista) era el argumento fundamental. Después, algunos franciscanos, como Alejandro de Hales y Buenaventura, hablaron también de la necesidad de que Dios existiera, a partir, sobre todo, de que se puede pensar en su existencia. Sin embargo, sería Santo Tomás de Aquino, quien sistematizaría estas reflexiones y, siguiendo —sobre todo— a Aristóteles, construiría sus famosas cinco vías para demostrar la existencia de Dios.

Cinco vías para demostrar la existencia de Dios

Las cinco vías de Santo Tomás de Aquino que demuestran la existencia de Dios son: 1) la simplicidad de la divina esencial, 2) la perfección de la divina esencial, 3) la infinidad de Dios, 4) la inmutabilidad de Dios y 5) la unidad de Dios. Estas vías han sido explicadas de una forma más propia para nuestra época, de la siguiente manera: 1.- Por la observación del movimiento de todas las cosas en el universo. 2.- Por la necesidad de una causa para todo lo que existe, porque nada puede darse (el «ser») sin haber sido. 3.- Por el orden que maravillosamente rige a todos los seres del universo. 4.- La vida, que no puede brotar de la materia muestra primitiva, necesita forzosamente de un vivificador. A partir de esto, se desprende la ley moral. Esta actúa dentro de la conciencia de cada individuo, y no se puede evadir. Además, está el hecho de la contingencia, o la necesidad de todos los seres. Así, para demostrar la existencia de Dios se dice que es: 1) por efecto a la causa; 2) porque el universo no pudo hacerse a sí mismo; 3) porque el universo no tuvo principio, ya que todo indica que no existió siempre; 4) porque existe un motor primero que lo impulsa; y 5) porque el movimiento, el orden y la vida que hay en el universo, exige la presencia de un primer motor. De esto se colige que las cualidades de los seres están en relación con un ser primigenio que da origen a dichas cualidades. Así, la cualidad de los seres creados tiene por origen a un Creador (Motor inmóvil) que posee esas mismas cualidades pero, en grado superior. En suma: las criaturas reciben las perfecciones que poseen. Ahora bien, el ser que da origen a tales cualidades es el que tiene la suma (totalidad) de ellas. Y ese ser necesario es Dios, Causa de todo lo que existe; anterior a cuanto existe; infinito en tamaño, poder, bondad y sabiduría; capaz de poner en movimiento el universo entero; de darle orden y destino. Es, pues, autor de la vida y donador de toda cualidad y bondad a sus criaturas. Hay que considerar que Dios es persona, en tanto tiene características que lo definen en un sentido propio. Ese Ser, distinto y superior a sus criaturas, tiene que ser inteligente y libre, poseedor de entendimiento y voluntad. Así, Santo Tomás de Aquino, a través de sus cinco vías, no sólo va a demostrar a Dios, sino —inclusive— traza las líneas que permiten conocerlo y, por consecuencia, admirar, valorar y agradecer sus obras.

Consecuencias

Nuestra posición ante Dios es, en buena medida, producto de conocer las cinco vías tomistas para demostrar la existencia de Dios. Es por ello que, no siendo autónomos en nuestra existencia, tanto en un sentido material como cognoscente, nos posiciona como sujetos-de-Dios; es decir, sujetados a Él, a su creación y a la posibilidad de conocernos en la medida en que lo conozcamos a Él (antropología teológica). Así, no podemos pretender ser lo que somos sólo desde nuestra propia conducta, pues ello nos llevaría a un solipsismo que sólo alcanzaría a denotar nuestro interés (o necesidad) de justificar racionalmente el límite de nuestra existencia. Sería, dicho en otras palabras, un razonamiento de perogrullo. No hay que olvidar —entonces— que Dios es nuestro creador.

Habría que comprender —en todo caso— los planes de Dios. Él no nos deja a nuestras limitadas fuerzas intelectuales respecto del conocimiento de Él. Las vías que pone a nuestro intelecto Tomás de Aquino es, en ese sentido, una forma de ejercer la posibilidad de ser creaturas de Dios a su imagen (racionalidad o inteligencia, libertad o libre albedrío y voluntad) y a su semejanza (ser interlocutores de Dios), pues aunque no podemos conocerlo en su substancia (lo que es), al menos sí podemos conocerlo en su esencia (esse = modo de ser). Es por ello que en la medida en que conozcamos los planes de Dios, estaremos en mejores condiciones de comprender el sentido de nuestra vida, su origen, y, sobre todo, su propósito, para encontrarnos a nosotros mismos.

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