/ sábado 9 de noviembre de 2019

“Lexis: una manera de decir”

Tinta para un Atabal

El teatro es poesía que se sale del libro para hacerse humana. Y al hacerse humana habla y grita, llora y se desespera.

Federico García Lorca

Una definición formal de lexis es: el conjunto de todas las palabras y frases de un idioma; pero también nos podríamos referir, de manera particular, al vocabulario utilizado por un escritor, a la "textura" verbal o aspecto retórico de una obra de la literatura, incluyendo los significados habituales de los términos "dicción" y "las imágenes".

Lexis es claramente un aspecto importante de la creación de un estilo o registro adecuado; es decir, la hora de elegir las características del lenguaje y el lenguaje para satisfacer un género en particular, el contexto, la audiencia y el propósito.

Más de la mitad de una vida jugando a conjugar aquellas expresiones que mejor reflejen la realidad y los sueños, los delirios y las pasiones presentidas tan sólo, en cualquier ser, multiplican las opciones del decir, de las formas del hacer, de los caminos para llegar y de los destinos últimos que contendrán el pensamiento de un artista. Incertidumbre total. Hay tantas posibilidades…

“No sé bien lo que quiero hacer, pero sé muy bien lo que no quiero hacer”. Esta frase tomada del texto de Alejandro Jodorowski: “El juego que todos jugamos”, tal vez sea la única certeza.

Cuando parece que el rumbo es incierto, vale la pena detenerse, cerrar los ojos, ver hacia el interior e intentar retener el recuerdo y conservar la memoria, de apresar cada pedacito del ser que se ha diseminado y que con el tiempo se ha quedado esparcido por los lugares transitados durante 17,520 lunas y soles que han cruzado mis noches y mis días. Si fuera posible desandar el tiempo y revivir cada instante, contaría tal vez 15 millones de minutos pensando la vida, creando ilusiones, haciendo teatro.

Foto: Cortesía | Atabal

Aunque los años no garantizan que la experiencia sea completa, 27 de mi casi medio siglo he apostado la vida en el escenario; de los cuales 13 he oscilado entre mis anhelos personales y grupales trabajando duramente para un colectivo, para la consolidación de una compañía, dando, procurando a otros y reservando poco, lo necesario, para mí. Aunque suficiente para fortalecer mi espíritu y mantenerme plena, encontrando en la convivencia y el crear colectivo la razón de mi existencia, éste es un momento en mi carrera en que necesito consolidar mi lenguaje como intérprete, focalizando las necesidades que tengo a partir de mi ser actriz. Es necesario, para visualizarse en un colectivo, reconocer y fortalecer todo aquello que nos hace únicos e individuales; de lo contrario nos quedaríamos vacíos y, por tanto, sin nada que ofrecer para la concreción de un objetivo común suficientemente potente para provocar que este mundo se mueva y se mueva hacia el bien.

Se dice que el artista siempre está iniciando. Por ello hoy me coloco en un nuevo punto de partida, llevando en el cuerpo y en el corazón aquellos procesos que me han aportado el beneficio de continuar en un camino de crecimiento a través de la exploración, aplicando las constantes que he encontrado a lo largo de los años que tengo en formación continua bajo la influencia de diferentes maestros y estilos de dirección.

Sin embargo, considero que parte importante del crecimiento profesional está ligado a la capacidad de transmitir conocimiento y experiencia. Uno de los caminos para entender a los otros, a nuestros pares se encuentra en la apertura de espacios para el intercambio y el diálogo, así tal vez podamos aproximarnos a una explicación de lo que somos actualmente, del artista, de la persona en la que nos hemos convertido.

Y pienso: “algo bueno debo haber hecho en este largo camino del teatro”, porque actualmente se acercan a mí estudiantes o egresados de las carreras de actuación con muchas dudas que les surgen, no solamente al subirse al escenario o construir un personaje, sino también en relación a la incertidumbre de qué hacer, para dónde mirar, cómo accionar o por dónde empezar su vida profesional, cuáles son las opciones, porque en suma lo que buscan es encontrar su camino.

Algo debo contener porque me gusta orientar, guiar, contagiar a los jóvenes de la pasión de vivir la profesión en colectivo, hablarles de la generosidad y de esas constantes que no deben olvidar al pisar un escenario y cómo ponerlas en práctica. Esto a mí me confronta con mis propias limitaciones y me veo en su espejo y me observo en el presente deseando recuperar aquello que también, con los años se va perdiendo o, en todo caso, buscando redimensionar lo que dentro de mí se ha transformado.

Sin duda parte de esa transformación la debo al emprendimiento de procesos creativos dentro de un gran equipo de artistas, con quienes he dialogado dentro y fuera de la escena; así también, al acercamiento humano y profesional de seres increíbles que me han enseñado no solamente múltiples maneras de abordar la escena sino también de observar la vida con una visión humana y social del teatro. Un cuerpo de creadores cuyo trabajo está definido bajo los cánones de veracidad, honestidad, claridad, transparencia, coherencia y rigurosidad en todas sus acciones, siendo capaces de inyectar frescura y sencillez a todo aquel material que tocan y que en esencia es el material sensible que he hecho mío para orientar mi vida.

Un día creé una compañía por la necesidad de permanecer en escena, de tener un vehículo para compartir lo que siento, lo que pienso, lo que deseo. Un día pensé que podría, desde la escena, transformar el mundo. Todos los días me encuentro de frente a la realidad del teatro en nuestro contexto y he aprendido a crear estrategias para que nunca una sala esté vacía, aprendí a gestionar y a inventar maneras de convencer y enamorar. Siempre me ha gustado platicar, conectar, compartir con la gente apasionadamente, que la mejor experiencia de la vida es asistir a una obra de teatro. Pasó el tiempo. Tengo una compañía que ha encontrado su camino. He dialogado desde la escena refiriéndome al dolor y al orgullo que me produce vivir en este país, he entregado lo que tal vez, en otras circunstancias o en otra dimensión, hubiera tenido que ser reservado sólo para mí: pasión, vida y soledad.

Hoy me encuentro en un punto de partida en el que reconozco la necesidad que tengo del contacto con la gente, con mi gente, con el espacio, con los objetos.

Por ello este punto de partida no es estático, ya al momento de decirlo, me encuentro explorando para provocar pronto el reencuentro sensible con mi propio cuerpo y con una nueva “manera de decir”, de compartir (de entre las muchas cosas que me gustaría), lo importante que es disfrutar el presente con lo que sí tenemos: la posibilidad de habitar y movernos libremente por todos los lugares que contienen la historia que nos conforma, recuperando la capacidad de asombro, la mirada extraordinaria sobre lo cotidiano y las múltiples posibilidades que tenemos para, cada día, reinventarnos.

El teatro es poesía que se sale del libro para hacerse humana. Y al hacerse humana habla y grita, llora y se desespera.

Federico García Lorca

Una definición formal de lexis es: el conjunto de todas las palabras y frases de un idioma; pero también nos podríamos referir, de manera particular, al vocabulario utilizado por un escritor, a la "textura" verbal o aspecto retórico de una obra de la literatura, incluyendo los significados habituales de los términos "dicción" y "las imágenes".

Lexis es claramente un aspecto importante de la creación de un estilo o registro adecuado; es decir, la hora de elegir las características del lenguaje y el lenguaje para satisfacer un género en particular, el contexto, la audiencia y el propósito.

Más de la mitad de una vida jugando a conjugar aquellas expresiones que mejor reflejen la realidad y los sueños, los delirios y las pasiones presentidas tan sólo, en cualquier ser, multiplican las opciones del decir, de las formas del hacer, de los caminos para llegar y de los destinos últimos que contendrán el pensamiento de un artista. Incertidumbre total. Hay tantas posibilidades…

“No sé bien lo que quiero hacer, pero sé muy bien lo que no quiero hacer”. Esta frase tomada del texto de Alejandro Jodorowski: “El juego que todos jugamos”, tal vez sea la única certeza.

Cuando parece que el rumbo es incierto, vale la pena detenerse, cerrar los ojos, ver hacia el interior e intentar retener el recuerdo y conservar la memoria, de apresar cada pedacito del ser que se ha diseminado y que con el tiempo se ha quedado esparcido por los lugares transitados durante 17,520 lunas y soles que han cruzado mis noches y mis días. Si fuera posible desandar el tiempo y revivir cada instante, contaría tal vez 15 millones de minutos pensando la vida, creando ilusiones, haciendo teatro.

Foto: Cortesía | Atabal

Aunque los años no garantizan que la experiencia sea completa, 27 de mi casi medio siglo he apostado la vida en el escenario; de los cuales 13 he oscilado entre mis anhelos personales y grupales trabajando duramente para un colectivo, para la consolidación de una compañía, dando, procurando a otros y reservando poco, lo necesario, para mí. Aunque suficiente para fortalecer mi espíritu y mantenerme plena, encontrando en la convivencia y el crear colectivo la razón de mi existencia, éste es un momento en mi carrera en que necesito consolidar mi lenguaje como intérprete, focalizando las necesidades que tengo a partir de mi ser actriz. Es necesario, para visualizarse en un colectivo, reconocer y fortalecer todo aquello que nos hace únicos e individuales; de lo contrario nos quedaríamos vacíos y, por tanto, sin nada que ofrecer para la concreción de un objetivo común suficientemente potente para provocar que este mundo se mueva y se mueva hacia el bien.

Se dice que el artista siempre está iniciando. Por ello hoy me coloco en un nuevo punto de partida, llevando en el cuerpo y en el corazón aquellos procesos que me han aportado el beneficio de continuar en un camino de crecimiento a través de la exploración, aplicando las constantes que he encontrado a lo largo de los años que tengo en formación continua bajo la influencia de diferentes maestros y estilos de dirección.

Sin embargo, considero que parte importante del crecimiento profesional está ligado a la capacidad de transmitir conocimiento y experiencia. Uno de los caminos para entender a los otros, a nuestros pares se encuentra en la apertura de espacios para el intercambio y el diálogo, así tal vez podamos aproximarnos a una explicación de lo que somos actualmente, del artista, de la persona en la que nos hemos convertido.

Y pienso: “algo bueno debo haber hecho en este largo camino del teatro”, porque actualmente se acercan a mí estudiantes o egresados de las carreras de actuación con muchas dudas que les surgen, no solamente al subirse al escenario o construir un personaje, sino también en relación a la incertidumbre de qué hacer, para dónde mirar, cómo accionar o por dónde empezar su vida profesional, cuáles son las opciones, porque en suma lo que buscan es encontrar su camino.

Algo debo contener porque me gusta orientar, guiar, contagiar a los jóvenes de la pasión de vivir la profesión en colectivo, hablarles de la generosidad y de esas constantes que no deben olvidar al pisar un escenario y cómo ponerlas en práctica. Esto a mí me confronta con mis propias limitaciones y me veo en su espejo y me observo en el presente deseando recuperar aquello que también, con los años se va perdiendo o, en todo caso, buscando redimensionar lo que dentro de mí se ha transformado.

Sin duda parte de esa transformación la debo al emprendimiento de procesos creativos dentro de un gran equipo de artistas, con quienes he dialogado dentro y fuera de la escena; así también, al acercamiento humano y profesional de seres increíbles que me han enseñado no solamente múltiples maneras de abordar la escena sino también de observar la vida con una visión humana y social del teatro. Un cuerpo de creadores cuyo trabajo está definido bajo los cánones de veracidad, honestidad, claridad, transparencia, coherencia y rigurosidad en todas sus acciones, siendo capaces de inyectar frescura y sencillez a todo aquel material que tocan y que en esencia es el material sensible que he hecho mío para orientar mi vida.

Un día creé una compañía por la necesidad de permanecer en escena, de tener un vehículo para compartir lo que siento, lo que pienso, lo que deseo. Un día pensé que podría, desde la escena, transformar el mundo. Todos los días me encuentro de frente a la realidad del teatro en nuestro contexto y he aprendido a crear estrategias para que nunca una sala esté vacía, aprendí a gestionar y a inventar maneras de convencer y enamorar. Siempre me ha gustado platicar, conectar, compartir con la gente apasionadamente, que la mejor experiencia de la vida es asistir a una obra de teatro. Pasó el tiempo. Tengo una compañía que ha encontrado su camino. He dialogado desde la escena refiriéndome al dolor y al orgullo que me produce vivir en este país, he entregado lo que tal vez, en otras circunstancias o en otra dimensión, hubiera tenido que ser reservado sólo para mí: pasión, vida y soledad.

Hoy me encuentro en un punto de partida en el que reconozco la necesidad que tengo del contacto con la gente, con mi gente, con el espacio, con los objetos.

Por ello este punto de partida no es estático, ya al momento de decirlo, me encuentro explorando para provocar pronto el reencuentro sensible con mi propio cuerpo y con una nueva “manera de decir”, de compartir (de entre las muchas cosas que me gustaría), lo importante que es disfrutar el presente con lo que sí tenemos: la posibilidad de habitar y movernos libremente por todos los lugares que contienen la historia que nos conforma, recuperando la capacidad de asombro, la mirada extraordinaria sobre lo cotidiano y las múltiples posibilidades que tenemos para, cada día, reinventarnos.

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