/ sábado 14 de agosto de 2021

Leyendas queretanas | La llorona

Historia contada desde tiempos ancestrales; la mujer que por despecho mató a sus hijos para quitarse después la vida y en la que su alma pena arrepentida

En Querétaro, como en muchos lugares se escucha la leyenda de “La llorona”, esta historia que contaban los abuelos y que a los niños causa temor, tiene sus orígenes desde la época prehispánica, se dice que a Fray Bernardino de Sahagún (misionero franciscano cuyas obras han ayudado a la reconstrucción de los hechos del México antiguo), los indígenas le aseguraron que por las noches una mujer gritaba, “¡Hijitos míos, pues ya tenemos que irnos lejos! Y otras veces ¡Hijitos míos ¿a dónde os llevaré?”, en referencia a su intento de salvar a los nativos de la masacre que estaba por venir con la llegada de los conquistadores españoles y que finalmente el fraile la llamó Tonantzin (Nuestra Madre).

Historiadores han hecho referencia que fue Malillani, mejor conocida como “La Malinche”, quien tras ser abandonada por Hernán Cortez y arrebatada del hijo que tuvo con el conquistador, lloraba y gritaba en busca del infante.

En Querétaro esta historia ha trascendido de generación en generación y uno de los tantos mitos el cual es relatado en el libro “Leyendas de Querétaro”, de Talía Román Cerón, menciona a una bellísima mujer indígena, que se entrega enamorada a un noble español con el cual tuvo tres hijos, para después ser abandonada; enloquecida de dolor ahogó a los pequeños para después quitarse la vida. Tras morir fue cuestionada por su actuar contra carne de su carne y castigada a buscarlos en los ríos, por toda la eternidad. De ahí que se diga que es muy común escuchar los lamentos cerca de ríos y lagunas.

En el Querétaro del ayer, la gente que vivía en la “otra banda”, evitaba llegar tarde a su casa, pues debían cruzar el río y decían que al dar las 11:00 de la noche, desde la oscuridad y entre penumbras se escuchaban los lamentos de ultratumba y con ellos la silueta de una mujer con vestido blanco, cabellos muy negros y desmarañados, que a su paso dejaba el frío de la muerte.

“Yo la he escuchado” cuenta doña María Cárdenas, vecina de la calle de Primavera, “no crea que se escucha, así como dicen, buscando a sus hijos, es un grito de lamento que se escucha de momento lejos y cuando pasa por la casa, cimbra las ventanas; como si estuviera temblando, luego desaparece. Eso pasa como a las 3:00 de la mañana”, y continúa, “mi mamá decía que por eso siempre se debe tener un crucifijo tanto en la entrada de la casa, como cuando se tiene un niño, hay que ponerlo arriba de la cama y que este bendito, para que ella, no se lo lleve”.

Foto: Tamara Medina | Diario de Querétaro

Otro relato urbano que corre es en Santa María Magdalena, Esther Martínez plática que por los años 80, la comunidad apenas comenzaba no tenían tantas casas y la mayoría eran familiares, por lo que todos se conocían. “Nosotros estábamos chiquillos y comenzaron a decir que se aparecía la llorona, que se escuchaba que cruzaba toda la colonia; ya desde las 7:00, más tardar a las 8:00 de la noche todos estábamos encerrados, porque si se escuchaba que de lejos gritaban “ayyyyyy mis hijos”, ya después de mucho tiempo se supo que era una señora de esas que van mucho a la iglesia y que casi acababa de enviudar y tenía un querido al que veía por el cerro, entonces para que nadie la viera, salía toda tapada de negro y gritando, hasta que la descubrieron” cuenta entre risas.

Pero una llorona moderna fue la también llamada “La Hiena de Querétaro”, Claudia Mijangos quien tras ser abandonada y estar enamorada de un sacerdote, una noche después de ir a una kermess al colegio Fray Luis de León, donde sus hijos eran alumnos y ella maestra de catecismo, les arrebató con saña la vida a sus tres hijos, para después tratar de hacer lo mismo, pero tras el aviso por parte de una vecina, la policía y paramédicos que acudieron al lugar lograron encontrarla con vida, no así a los menores, quienes yacían en medio de un río de sangre. Vecinos del lugar dicen que en esa casa, que un tiempo fue lugar para hacer rituales satánicos y todo tipo de vandalismo, guarda una atmósfera bastante aterradora y aún cuando las autoridades la bardearon, quienes pasan por la banqueta, dicen sentir una vibra maligna.

Cada estado guarda sus propios secretos de esta leyenda, que ya es toda una tradición que ha sido llevada al teatro, televisión y la pantalla grande.

En Querétaro, como en muchos lugares se escucha la leyenda de “La llorona”, esta historia que contaban los abuelos y que a los niños causa temor, tiene sus orígenes desde la época prehispánica, se dice que a Fray Bernardino de Sahagún (misionero franciscano cuyas obras han ayudado a la reconstrucción de los hechos del México antiguo), los indígenas le aseguraron que por las noches una mujer gritaba, “¡Hijitos míos, pues ya tenemos que irnos lejos! Y otras veces ¡Hijitos míos ¿a dónde os llevaré?”, en referencia a su intento de salvar a los nativos de la masacre que estaba por venir con la llegada de los conquistadores españoles y que finalmente el fraile la llamó Tonantzin (Nuestra Madre).

Historiadores han hecho referencia que fue Malillani, mejor conocida como “La Malinche”, quien tras ser abandonada por Hernán Cortez y arrebatada del hijo que tuvo con el conquistador, lloraba y gritaba en busca del infante.

En Querétaro esta historia ha trascendido de generación en generación y uno de los tantos mitos el cual es relatado en el libro “Leyendas de Querétaro”, de Talía Román Cerón, menciona a una bellísima mujer indígena, que se entrega enamorada a un noble español con el cual tuvo tres hijos, para después ser abandonada; enloquecida de dolor ahogó a los pequeños para después quitarse la vida. Tras morir fue cuestionada por su actuar contra carne de su carne y castigada a buscarlos en los ríos, por toda la eternidad. De ahí que se diga que es muy común escuchar los lamentos cerca de ríos y lagunas.

En el Querétaro del ayer, la gente que vivía en la “otra banda”, evitaba llegar tarde a su casa, pues debían cruzar el río y decían que al dar las 11:00 de la noche, desde la oscuridad y entre penumbras se escuchaban los lamentos de ultratumba y con ellos la silueta de una mujer con vestido blanco, cabellos muy negros y desmarañados, que a su paso dejaba el frío de la muerte.

“Yo la he escuchado” cuenta doña María Cárdenas, vecina de la calle de Primavera, “no crea que se escucha, así como dicen, buscando a sus hijos, es un grito de lamento que se escucha de momento lejos y cuando pasa por la casa, cimbra las ventanas; como si estuviera temblando, luego desaparece. Eso pasa como a las 3:00 de la mañana”, y continúa, “mi mamá decía que por eso siempre se debe tener un crucifijo tanto en la entrada de la casa, como cuando se tiene un niño, hay que ponerlo arriba de la cama y que este bendito, para que ella, no se lo lleve”.

Foto: Tamara Medina | Diario de Querétaro

Otro relato urbano que corre es en Santa María Magdalena, Esther Martínez plática que por los años 80, la comunidad apenas comenzaba no tenían tantas casas y la mayoría eran familiares, por lo que todos se conocían. “Nosotros estábamos chiquillos y comenzaron a decir que se aparecía la llorona, que se escuchaba que cruzaba toda la colonia; ya desde las 7:00, más tardar a las 8:00 de la noche todos estábamos encerrados, porque si se escuchaba que de lejos gritaban “ayyyyyy mis hijos”, ya después de mucho tiempo se supo que era una señora de esas que van mucho a la iglesia y que casi acababa de enviudar y tenía un querido al que veía por el cerro, entonces para que nadie la viera, salía toda tapada de negro y gritando, hasta que la descubrieron” cuenta entre risas.

Pero una llorona moderna fue la también llamada “La Hiena de Querétaro”, Claudia Mijangos quien tras ser abandonada y estar enamorada de un sacerdote, una noche después de ir a una kermess al colegio Fray Luis de León, donde sus hijos eran alumnos y ella maestra de catecismo, les arrebató con saña la vida a sus tres hijos, para después tratar de hacer lo mismo, pero tras el aviso por parte de una vecina, la policía y paramédicos que acudieron al lugar lograron encontrarla con vida, no así a los menores, quienes yacían en medio de un río de sangre. Vecinos del lugar dicen que en esa casa, que un tiempo fue lugar para hacer rituales satánicos y todo tipo de vandalismo, guarda una atmósfera bastante aterradora y aún cuando las autoridades la bardearon, quienes pasan por la banqueta, dicen sentir una vibra maligna.

Cada estado guarda sus propios secretos de esta leyenda, que ya es toda una tradición que ha sido llevada al teatro, televisión y la pantalla grande.

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