/ domingo 28 de marzo de 2021

80 años sin Virginia Wolf, la autora de Orlando

La mujer que sufrió, se burló y decidió escribirlo, se suicidó en 1941 luego de haber vivido una existencia marcada por la transgresión

El 8 febrero de 1910, una broma contra la Armada Real Británica fue la primera plana de todos los periódicos ingleses: cinco personas blancas se habían hecho pasar por príncipes etíopes para que fueran recibidos con bombo y platillo en el buque de guerra más importante de las fuerzas británicas: el HMS Dreadnought.

Virginia Woolf era la única mujer de ese grupo de bromistas. Aún no era la escritora mundialmente conocida que sería años después. Era una chica veinteañera con ganas de divertirse, pero sobre todo de transgredirlo todo. Se cortó el cabello a casquete corto, se pintó la cara de negro y se puso los telares más exóticos para parecer un noble africano. Los marinos ingleses se tragaron la broma completa.

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Según se cuenta en la biografía Virginia Woolf. La vida por escrito (2015), de Irene Chikiar Bauer, la autora de La señora Dalloway se convirtió en una de las voces femeninas más rebeldes del siglo XX gracias a esa combinación de humor rebelde, prosa profunda y actitud temperamental. Hoy se cumplen 80 años de la fatídica decisión que terminó con su vida: se suicidó arrojándose al río Ouse.

“Virginia Woolf ha sido y será una escritora célebre; precursora del modernismo y personaje de culto, fue una autora prolífica y una personalidad enigmática que siempre tuvo admiradores y detractores”, escribe Bauer. “También ha sido considerada precursora por las feministas, sujeto de interés para los estudios queer e incluso, a lo que atañe a su salud mental y a su suicido, materia de análisis para psicólogos y médicos. Haber confesado que sufrió acoso en su infancia y adolescencia disparó especulaciones de quienes llegaron a afirmar que fue una niña abusada, una sobreviviente del incesto”.

Tomando en cuenta los abusos que sufrió de parte de sus hermanastros, la broma a la Armada Británica y novelas como Orlando (1928), es de esperarse que la obra de Virginia Woolf hoy tenga una vigencia y una significación incluso mayor que hace casi un siglo, asegura en entrevista el poeta y editor, Víctor Manuel Mendiola, cuya editorial El Tucán de Virginia —que fundó con Guillermo Samperio— adoptó ese nombre en honor a la autora inglesa.

“Desde la perspectiva femenina, su obra tiene una relevancia enorme si pensamos en Orlando, donde se expone esa mirada de mujer que es capaz de transformarse en hombre y luego otra vez en mujer. Es la comprensión del otro y la crítica moral hacia el dominio del fuerte”, explica Mendiola.

Según recopila Bauer con base en los diarios de la propia Woolf, los abusos de sus hermanastros, Gerald y George, marcaron un parteaguas en su vida. Virginia los describía como “un desafortunado pececito encerrado en el mismo tanque con una ballena inmanejable y turbulenta”.

Fue por ello que se refugió, casi obsesivamente, en la lectura. Y luego en la escritura. “Quiero trabajar como una máquina a vapor, aunque los editores no acepten lo que escribo”, escribió Woolf en sus diarios.

Con una desconfianza abrasadora hacia las actitudes masculinas, dice Bauer, comenzó a tener encuentros amorosos con la poeta y diseñadora de jardines inglesa, Vita Sackville-West, a quien le escribió en una ocasión: “Vita, deja a tu marido e iremos a Hampton Court a cenar juntas al lado del río y a pasear en el jardín a la luz de la luna. Llegaremos a casa tarde, nos beberemos una botella de vino y te diré todas las cosas que tengo en mi cabeza, millones, miríadas. No se agitarán durante el día, sólo en la oscuridad, junto al río. Piénsalo. Deja a tu marido, te digo, y ven”. Virginia también estaba casada. Ambas encontraron un remanso de paz y de confianza en un mundo masculino que les generaba temor.

“Virginia Woolf formó parte de un momento de cambio en el que el lenguaje dejó de ser realista para convertirse en uno mucho más complejo, que divaga más y que adquiere mayor conciencia. Una conciencia, en parte, de la nueva posición de la mujer y de la necesidad de seguir cambiando esa posición. Virginia deja claro que la mujer tiene derecho a tener su espacio, su autonomía, su independencia, su libertad”, agrega Mendiola.

La anécdota de la broma a la Armada trascendió a los chismes de café y luego a los periódicos. El Daily Mirror contó la historia a petición del poeta Horace de Vere Cole, la mente que maquinó todo el montaje. “Los hemos engañado y se lo merecen”, dijo Cole a nombre de todo el Círculo Bloomsbury. Las británicas no podían creer que una chica se hubiese atrevido a tanto. Y que tuviera tanta exposición pública por haberse mofado de las fuerzas reales. En ese año, las mujeres ni siquiera podían votar en Inglaterra.

Esta historia ilustra bien quién fue Virginia Woolf, escritora universal y feminista recalcitrante, quien murió hace exactamente 80 años por decisión propia, como todo lo que hizo en su vida.


El 8 febrero de 1910, una broma contra la Armada Real Británica fue la primera plana de todos los periódicos ingleses: cinco personas blancas se habían hecho pasar por príncipes etíopes para que fueran recibidos con bombo y platillo en el buque de guerra más importante de las fuerzas británicas: el HMS Dreadnought.

Virginia Woolf era la única mujer de ese grupo de bromistas. Aún no era la escritora mundialmente conocida que sería años después. Era una chica veinteañera con ganas de divertirse, pero sobre todo de transgredirlo todo. Se cortó el cabello a casquete corto, se pintó la cara de negro y se puso los telares más exóticos para parecer un noble africano. Los marinos ingleses se tragaron la broma completa.

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Según se cuenta en la biografía Virginia Woolf. La vida por escrito (2015), de Irene Chikiar Bauer, la autora de La señora Dalloway se convirtió en una de las voces femeninas más rebeldes del siglo XX gracias a esa combinación de humor rebelde, prosa profunda y actitud temperamental. Hoy se cumplen 80 años de la fatídica decisión que terminó con su vida: se suicidó arrojándose al río Ouse.

“Virginia Woolf ha sido y será una escritora célebre; precursora del modernismo y personaje de culto, fue una autora prolífica y una personalidad enigmática que siempre tuvo admiradores y detractores”, escribe Bauer. “También ha sido considerada precursora por las feministas, sujeto de interés para los estudios queer e incluso, a lo que atañe a su salud mental y a su suicido, materia de análisis para psicólogos y médicos. Haber confesado que sufrió acoso en su infancia y adolescencia disparó especulaciones de quienes llegaron a afirmar que fue una niña abusada, una sobreviviente del incesto”.

Tomando en cuenta los abusos que sufrió de parte de sus hermanastros, la broma a la Armada Británica y novelas como Orlando (1928), es de esperarse que la obra de Virginia Woolf hoy tenga una vigencia y una significación incluso mayor que hace casi un siglo, asegura en entrevista el poeta y editor, Víctor Manuel Mendiola, cuya editorial El Tucán de Virginia —que fundó con Guillermo Samperio— adoptó ese nombre en honor a la autora inglesa.

“Desde la perspectiva femenina, su obra tiene una relevancia enorme si pensamos en Orlando, donde se expone esa mirada de mujer que es capaz de transformarse en hombre y luego otra vez en mujer. Es la comprensión del otro y la crítica moral hacia el dominio del fuerte”, explica Mendiola.

Según recopila Bauer con base en los diarios de la propia Woolf, los abusos de sus hermanastros, Gerald y George, marcaron un parteaguas en su vida. Virginia los describía como “un desafortunado pececito encerrado en el mismo tanque con una ballena inmanejable y turbulenta”.

Fue por ello que se refugió, casi obsesivamente, en la lectura. Y luego en la escritura. “Quiero trabajar como una máquina a vapor, aunque los editores no acepten lo que escribo”, escribió Woolf en sus diarios.

Con una desconfianza abrasadora hacia las actitudes masculinas, dice Bauer, comenzó a tener encuentros amorosos con la poeta y diseñadora de jardines inglesa, Vita Sackville-West, a quien le escribió en una ocasión: “Vita, deja a tu marido e iremos a Hampton Court a cenar juntas al lado del río y a pasear en el jardín a la luz de la luna. Llegaremos a casa tarde, nos beberemos una botella de vino y te diré todas las cosas que tengo en mi cabeza, millones, miríadas. No se agitarán durante el día, sólo en la oscuridad, junto al río. Piénsalo. Deja a tu marido, te digo, y ven”. Virginia también estaba casada. Ambas encontraron un remanso de paz y de confianza en un mundo masculino que les generaba temor.

“Virginia Woolf formó parte de un momento de cambio en el que el lenguaje dejó de ser realista para convertirse en uno mucho más complejo, que divaga más y que adquiere mayor conciencia. Una conciencia, en parte, de la nueva posición de la mujer y de la necesidad de seguir cambiando esa posición. Virginia deja claro que la mujer tiene derecho a tener su espacio, su autonomía, su independencia, su libertad”, agrega Mendiola.

La anécdota de la broma a la Armada trascendió a los chismes de café y luego a los periódicos. El Daily Mirror contó la historia a petición del poeta Horace de Vere Cole, la mente que maquinó todo el montaje. “Los hemos engañado y se lo merecen”, dijo Cole a nombre de todo el Círculo Bloomsbury. Las británicas no podían creer que una chica se hubiese atrevido a tanto. Y que tuviera tanta exposición pública por haberse mofado de las fuerzas reales. En ese año, las mujeres ni siquiera podían votar en Inglaterra.

Esta historia ilustra bien quién fue Virginia Woolf, escritora universal y feminista recalcitrante, quien murió hace exactamente 80 años por decisión propia, como todo lo que hizo en su vida.


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