Por: Edgardo Moreno Pérez
A: Valeria, Emilio, Diego y Julián, para lareconstrucción de la memoria.
Estado especial del espírituEs la noche del martes 23 de enero de 1917, la sesión ordinaria58ª del Congreso Constituyente está a punto de comenzar en elTeatro Iturbide de la ciudad de Querétaro. La preside Luis M.Rojas y funge como secretario el queretano Truchuelo. En laOrden del Día se tiene previsto concluir con ladiscusión del artículo 123, en especial la fracción XVIII quetrata sobre “las huelgas”. Una vez que es agotada la lista deoradores, el diputado Bojórquez [1] pide la palabra entregritos de ¡A votar! ¡A votar! Finalmente se le concede y entrerisas, chiflidos, aplausos y gritos toma la tribuna y expresa entreotras cosas: “Quiero simplemente poner de manifiesto que el buenhumor de los ciudadanos diputados no solamente se debe a un estadoespecial del espíritu que se ha venido manifestando siempredespués de la hora de cenar, sino también porque en esto momentosestamos aprobando una verdadera ley que responde a una de lasgrandes necesidades de la Revolución y una de las más grandespromesas” […] Más allá de lo anecdótico sobre las visitas delos diputados a los restaurantes, fondas habilitadas como cantinasy casas de recreo, por el rumbo de las calles de la Zarabanda,El Regocijo, la Sonaja y el Zumbido. (Actual calle de Río dela Loza sur, entre las avenidas de V. Carranza y Zaragoza.). Existeun hilo conductor entre los trabajadores queretanos y los debatesde ese artículo en particular. Que fue junto con los artículos3º, 27 y 130 fueron los emblemáticos del discursoposrevolucionario, hasta las recientes reformas“estructurales”.Cambiar las condiciones de trabajo, elsindicalismo, el derecho a huelga o paros, la jornada laboral, eldía de descanso, la responsabilidad patronal en los accidentes enlas fábricas, la regulación del trabajo de las mujeres y niños;eran aspiraciones de los trabajadores queretanos.[2] Sobre todo los de ElHércules. Algunos pertenecieron a los llamados Batallones Rojos ycombatieron en varios frentes, la mayoría con Obregón en lasbatallas del Bajío.[3]
Demandas de trabajadores queretanos
Frente a la portada neoclásica de La Academia, sobre la callede Jaime y del Serafín, (actual esquina de la calle deIndependencia y la Av. Benito Juárez), una centena demanifestantes gritaba y ondeaba banderas. Era la mañana del 21 denoviembre de 1916. Dentro del edificio se encontraban los diputadosque aspiraban integrarse al Constituyente convocado para reformarla Constitución de 1857.Los fuertes golpes en la puerta hacen queel presidente eventual Antonio Aguilar solicite se investigue losque sucede fuera del recinto. Se le informa que es una comisióndel pueblo de Querétaro que desea saludar a los diputados. Elpresidente somete a la Asamblea la pertinencia de la solicitud,siendo aprobada unánimemente.[4] Una comisión los introduce al salón alos representantes populares. El C. Rafael Jiménez expresa:“Cábeme él para mí altísimo honor de hablar en nombre delpueblo trabajador queretano. Los obreros de las fábricas ytalleres, que todo el día están agotando sus energías en lastareas diarias, ya sea en los telares o en la fragua, y que a pesarde eso, mientras sus manos están entretenidas en manufacturar losartículos que más tarde vendrán a servir de comodidad, mientrasque sus fuerzas se están gastando en elaborar lo que más tardeserá aprovechado por todo el pueblo, piensan también en lasaflicciones de la patria. […]
Trayendo el más rico, el más espléndido, el más espontaneosaludo, vine a decir a ustedes, señores constituyentes, que esperaelaboréis una Constitución que real y efectivamente venga allenar las necesidades políticas y sociales. Está revolución queentraña en sí no sólo necesidades políticas, como bien sabéistodos, como bien lo sentimos los hijos del pueblo, entrañatambién necesidades sociales muy hondas; esta revolución, que sehizo para regenerar al pueblo, para levantar a los menesterosos,para redimir a la raza indígena, ha sido recibida unánimementecon los brazos abiertos, como una bendición del cielo, por todoslos desheredaros de la fortuna, por todos los que llevan sobre sufrente la vergüenza de no tener lo suficiente para vivir comogentes y que habitan en un inmundo tugurio, y todo esto es elresultado de la avaricia de los malos capitalistas mexicanos.”[…][5]Aguirre Berlanga, en nombrede la asamblea contesta y agradece. Termina con vivas, hurras y aplausos nutridos. Había sido la primera sesión donde fueinstalado el Colegio Electoral, quien revisaría las credencialesde los ciudadanos que aspiraban a ser diputados ante el CongresoConstituyente. En este acto, quedó demostrado el interés de quelas reformas incluyeran aspectos de carácter social y garantíasindividuales. En el ánimo de muchos de los presentes quedaronresonando las aspiraciones de la clase trabajadora, en voz de losqueretanos.
Activismo obrero
Un obrero poblano teniendo como improvisadatribuna una banca, frente a la fábrica El Hércules,[6] se dirigióa una decena de trabajadores que recién terminaban su jornadalaboral. Entre otras cosas dijo: “Compañeros yo soy obrero dePuebla y acabo de llegar de la Revolución, como ustedes puedenver, todavía visto el uniforme militar. Hace unos días conseguítrabajo aquí. Ahora me propongo organizar a todos los compañerospara formar un sindicato y defender así nuestros intereseslaborales.”[7]En el mes de enero de 1916,la fábrica de Hilados de El Hércules, volvía a reanudar suslabores, no sin enfrentarse a los problemas de desabasto dematerias primas, de movilidad para el producto terminado. Losferrocarriles eran el medio de transporte militar, trasladabahombres, armas, municiones y abastecimiento a los frentes comoprioridad. Algunas vías férreas habían sido deshabilitadas porlos diversos grupos confrontados en guerra civil. En ese entornoacudieron a darse de alta en la fábrica, trabajadores del DistritoFederal, Puebla y Guanajuato, muchos de ellos sobrevivientes de losBatallones Rojos que combatieron en el Bajío.
Nace el sindicato de Hércules
“El 29 de agosto de 1916, fue convocada una reunión en elbarrio de Tejas, en una rinconada del lugar, frente al domiciliodel señor Pedro Esguerra, de oficio correiteiro[8] en la fábrica.”Los delegados enviados de la Casa del Obrero Mundial, expusieronlos beneficios de formar un sindicato y de la afiliación a sucentral. Una vez aceptados los puntos, nos relata Don Chon: “acontinuación votamos por los compañeros que nos parecieron másidóneos para ocupar los puestos del primer Comité Ejecutivo,Resultando electo por mayoría de votos, el compañero PedroEsguerra para ocupar el cargo de Secretario General.”[9]La primerasede sindical, fue una vecindad habilitada con un salón desesiones, un estrado al fondo y bancas de madera. El 24 denoviembre los obreros saludaron a Venustiano Carranza, que sedirigía a la ciudad de Querétaro para la inauguración delConstituyente el 1 de diciembre de ese mismo año. “Venía acaballo al frente de un numeroso contingente militar. Se detuvo arecibir un ramo de flores, de mano de un grupo de obreras, y aescuchar una salutación de labios de un obrero. Despuésprosiguió su marcha”.[10]
A cien años muchas cosas cambiado en la dinámica detransformaciones y continuidades sociales. Los procesos no sonhomogéneos, ni simultáneos. Interpretamos o construimos entiempos distintos y con diversos intereses. Aquí los tres relatos,tres momentos que nos dan una idea de las luchas y aspiracionessociales de un grupo de queretanos que vivieron hace un siglo. Laposibilidad de plantearlas más allá de las efemérides. Es el quelos actores sociales viven su realidad, en los contextos de sutiempo que son complejos y dinámicos. Para reconstruir lamemoria.
Desde las faldas del Zimatario.
Querétaro. Querétaro. MMXVI
