Hace unos días se conmemoró el Día Internacional de los museos. Antes del 2020, el mundo se había convertido en un museo universal, miles de obras recorrían el planeta. Para nutrir las exposiciones que reclamaba el público. Detrás, un negocio de más de 50.000 millones de euros y una diplomacia paralela emergente ante el Covid-19 en el futuro, el caso más evidente son los más de mil millones de euros que cobrará el Louvre a su satélite de Abu Dabi en concepto del uso de su nombre, la digitalización y cuando se vuelva a la normalidad el préstamo de obra, la organización de exposiciones temporales y la asesoría durante 30 años. Ya es conocido como el “Louvre Del Golfo”
Pero ahora a raíz de la pandemia los museos están en crisis económico, tienen sus arcas (las que se llenaban con los millones del estado y mecenazgo) vacías. Como en España, el Borja-Villel, de la Reina Sofía, reconoce que cuenta con un 45% menos de presupuesto que antes de la crisis. Por su parte el Prado ya solo se financia en un 30% con dinero público. El resto antes se obtenía gracias al turismo que pagaba su entrada y apoyo de la sociedad civil a través de 33.000 amigos del museo: y de los eventos que contrataban con empresas privadas.
De acuerdo con las últimas cifras del instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reportan un caída en la asistencia del 12.3%, situación que se agrava por el Covid-19, que mantiene cerrados los más de 86 recintos que existen en el país y al reabrir sus puertas tienen como sus principales retos garantizar la seguridad para sus trabajadores y visitantes, la re programación de exposiciones, recuperar la confianza de las personas para acudir a los espacios públicos, modernizarse, renovarse y digitalizarse; como señalaron entre otros los directores de los museos Nacional de Antropología, Del Frida Khalo, del Diego Rivera. En el 2019, por ejemplo, el Museo de Antropología registró 3 millones 86 mil 555 visitantes y recaudó en taquilla cerca de 44 millones de pesos basado en el reporte anual de este año del INAH. El gobierno los ha dejado en la orfandad. Ahora están planeando una campaña internacional en redes sociales, visitas exclusivas y el retorno del turismo nacional e internacional a tierras mexicanas. La paradoja es que mientras los grandes museos nacionales en el mundo ante la pandemia pasan penurias o muchos van a quebrar, la museografía privada se va fortalecer en su calidad del valor refugio para los grandes capitales como el Sumaya de la familia Slim. Otros espacios museográficos como el que se encuentra en los acantilados de Juriquilla, “El hotel boutique ecológico y en conjunto con sus eclécticos museos” siguen su proceso y a paso lento, pero despacio y con buena letra como diría el poeta Rubén Dario, y estarán abiertos al público en cuatro años.