/ miércoles 25 de diciembre de 2019

Navidad queretana, tradiciones y sus orígenes

Desde las misas de aguinaldo, los retablitos, los muñecos de cera, pasando por el árbol adornado en la Alameda Hidalgo, hasta la primera procesión de carros representando figuras del Antiguo testamento

La Noche Buena se viene, / La Noche Buena se va… / Y nosotros nos iremos / Y no volveremos más… Dominio popular.

CARTA DE NAVEGACIÓN

Las tradiciones y costumbres se revitalizan en el seno mismo del grupo que las origina, es ahí donde se fortalecen, recrean y trascienden. Tal es el caso de las fiestas decembrinas, tienen como contexto una sociedad más secularizada y abierta a diversas corrientes del pensamiento, somos cada vez más plurales y participativos.

A manera de reflexión comparto algunas notas para comentarlas en la “ola consumista en tiempos de gracia acompasados del Misterio de la Encarnación”. A final de cuentas ha sido motivo de inspiración para los hombres de buena voluntad reflejada en las innumerables obras artísticas alusivas a esta tradición al paso de los siglos; conmovedoras para el goce estético.

Foto: Fernando Reyes | Diario de Querétaro

La Navidad de los abuelos tenía más elementos religiosos, donde convivían rezos y letanías entre piñatas y ponches. Nuestras generaciones le han integrado nuevos elementos sin que pierda la Navidad su esencia, despierta emociones encontradas, porque finalmente la festividad es en la que nos reconocemos como hermanos en un mundo contaminado con el odio, la exclusión e intolerancia.

En el devenir del tiempo se han transformado los estilos de vida y en paralelo se construyen otros que corresponden a conductas creadas por los medios masivos de comunicación como estereotipos de la sociedad de consumo, fenómenos demográficos, interactuación de varios agentes... Las tradiciones y costumbres se convierten entonces, con la patina del tiempo en un subconsciente social; es en esa memoria colectiva donde se insertan y viven las celebraciones navideñas. Festividad introducida por los conquistadores a lo que hoy es nuestro país, en el contacto con las culturas nativas se enriquecieron estas manifestaciones y, el sincretismo religioso surgió con naturalidad.

MISAS DE AGUINALDO, “RETABLITOS”, MUÑECOS DE CERA Y JORNADAS

Las Misas de Aguinaldo se llevaron a cabo en los atrios-cementerios de distintos templos novohispanos, en estas se representaban pasajes y escenas de la natividad mismas que se acompañaban de los instrumentos de cuerda europeos, habría que decir que se incluyeron sonajas y percusiones indígenas. En estas tierras septentrionales se veneraba el nacimiento de Teopitzintli o Piltzintecuhtli “El venerado señor-niño” quien nacía en el solsticio invernal, paralelismo con la milenaria tradición europea y retomada por el cristianismo en la cual se recordaba el nacimiento de Jesús.

En el Convento de las Clarisas en nuestra ciudad de Santiago de Querétaro, se invitaba a las celebraciones que hacían con rezos y cantos a los benefactores así como a las autoridades y a distinguidos predicadores. Había entre las monjas enclaustradas las que se encargaban de elaborar pequeños retablos, “belenes” o ropa menuda para vestir al santo niño. El padre y confesor de las betas Rosas fray Pedro de Sichas, las aleccionó en el Real Colegio de Santa Rosa de Viterbo en el siglo XVIII, para que hicieran “niños dioses” de cera, flores de mano y otras manualidades de las que resultaron ser muy ingeniosas. Hacia la primera mitad del siglo XIX, los queretanos y los visitantes buscaban los cajoncitos adornados con listones de diversos colores, pintados al óleo con paisajes y figuras, muñecos de cera y otras figuras elaboradas por las Rosas como regalos para adornar nacimientos de templos y casas.

Los cantos llamados villancicos se sumaron a estas celebraciones; así mismo las luces, cohetes, piñatas se incorporaron a estas jornadas donde también se rezaba el Rosario. Al hacer la recepción de las imágenes de María, José y El Niño Dios (Santos Peregrinos), así como a sus acompañantes se les ofrecían bebidas calientes, alimentos y dulces. En la ciudad de Querétaro, el 29 de diciembre de 1814, los vecinos se daban cita en la “Plaza de Arriba” para ver levantarse un globo que portaba “pinturas alusivas al nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo.

Foto: Cortesía | Edgardo Moreno Pérez

En diciembre de 1826: “Por la tarde de este mismo día salió por la Estación acostumbrada un lúcido carro que conducía las imágenes de Nuestra Señora y el Señor San José”, El día 24 de diciembre `Salió una lucida Procesión o Rosario, compuesto de catorce primorosamente adornados y de costo en los que iban representadas varias figuras del Antiguo Testamento alusivos al nacimiento del Salvador y otros misterios´ (Argomaniz: 1973).

¡UN ÁRBOL DE NAVIDAD EN QUERÉTARO!

Para los festejos de la Navidad en la ciudad de Querétaro, en el año de 1886, la postura “asistencial” de las autoridades, con el consabido `acto caritativo´ para remediar la pobreza dispuso que uno de los árboles de la Alameda Hidalgo fuera adornado con varios objetos los cuales estaban forrados con los colores de la Bandera Nacional reunidas las fuerzas vivas, los obsequiaron a niños indigentes. La crónica aparecida en La Sombra de Arteaga refiere:

“A las cinco de la tarde la gran glorieta de la Alameda de Querétaro, fue el punto de cita para ver distribuir los obsequios que pendían del árbol de navidad. La excelente música del 13 Batallón amenizó el acto. [...] a las cinco y media los Sres. Gobernador y Prefecto del Centro hicieron bajar del árbol obsequios que envueltos en papel tricolor y consistentes en ropa cortada de telas humildes y sombreros corrientes fueron repartidos a los niños y niñas más pobres de las escuelas públicas. [...] terminado ese acto solemne y conmovedor, la concurrencia se retiró agradablemente satisfecha” (La Sombra de Arteaga: 1886).

El “arbolito” no obstante la mercadotecnia juega hacer que muchas personas adopten cierta distancia de “intelectual”, tiene por muchas vertientes relación con nuestra memoria colectiva. En Querétaro por muchos años se iluminaba el gran árbol que se encuentra al poniente del Jardín Corregidora, (por la acera de la Av. Corregidora). Se le otorgó el nombre del “Árbol de la Amistad”. Finalmente fue rescatado e intervenido teniendo en cuenta que estaba a punto de secarse, por las bombillas que se le colocaban para las festividades de la navidad.

Era extraño ver al interior de los hogares queretanos los “Arbolitos de Navidad,” es hasta la segunda mitad del siglo XX, cuando aparecen como elementos decorativos, con sus foquillos de colores, esferas multicolores, `pelo de ángel´ y escarcha; que comparten el espacio con el tradicional nacimiento recargado de figuras de barro de Tlaquepaque, de cera del Bajío o de porcelana europea. Heno y follaje de los árboles del Cimatario y de Pinal de Amoles, cactáceas y piedras del semidesierto queretano. Por muchos años en la ciudad de Querétaro, se instalaban las vendedoras de heno y musgos, así como de figuras de barro y de ollas para las piñatas en la Plaza de Armas[1].

Foto: Cortesía | Edgardo Moreno Pérez

¿UN PAPÁ NOEL EN LA TRADICIÓN QUERETANA?

Un Santa Claus o Papá Noel apareció en la portada de El Heraldo de Navidad[2] cuando la Junta de Navidad festejaba el Centenario de las Fiestas. En la ilustración, el personaje está recargado sobre un Mundis Orbis, en la mano derecha observa a través una lupa un punto del globo terráqueo y con la siniestra sostiene un antiguo libro, su característica cara mofletuda y barba blanca es la que adoptará en lo sucesivo, en el gorro porta una pluma de ave, usa pechera y puños blancos que sobresalen de tu traje color rojo. Es de notar la alforja de piel que cruza por su ancho cuerpo, en la pantorrilla derecha está atado un arillo de cascabeles además usa botas tejidas para el clima frío.

Este viejecito -chapeado y bonachón- es visto con recelo por muchos “tradicionalistas”, no obstante ya forma parte de la iconografía navideña. Estuvo presente en los libros de La Escuela de Primeras Letras del último tercio del siglo XIX en nuestro país, un artículo titulado “La Pascuas y los Niños Americanos” da cuenta:

“[…]A pesar de su blanca y venerable barba, de su aspecto serio, pero no ceñudo, y de la pesada alforja que lleva a cuestas, no llena de huesos infantiles, como decían los de antaño, sino henchida de preciosos regalos para los obedientes a sus padres y maestros" ( Escuela de primeras letras: 1871). Fue Introducido a los Estados Unidos de Norteamérica por los holandeses que ocuparon la isla de Manhattan, en los primeros años del siglo XX, se le conoció con un trineo acarreado por renos, relacionado por otras fuentes, leyendas y tradiciones como el San Nicolás, el Obispo turco por el siglo VI quien daba regalos y cobijo a los niños pobres, su presencia se remite en las latitudes de Asia Menor.

Se le debe a Abdón Sundblom, la nueva imagen de Santa, o San Nicolás, (Papá Noel). Muy parecida a la que referimos de la portada de El Heraldo de Navidad de 1928. Para el año de 1931 fue el impacto mercadotécnico de una compañía refresquera, quien lo lanzó con una fuerte campaña publicitaria que ha perdurado hasta nuestros días.

Uno de los primeros “Santas” en la capital queretana, se colocaba en la esquina de la avenida Francisco I. Madero con la calle Ignacio Allende, influenciado en imagen por Sundblom, este tocaba una campanilla esta figura era patrocinada por una relojería que se ubicaba en una de las accesorias de la Casa de la Marquesa, por los años de 1964-65. Ahí se ofrecía por la compra de un reloj, una serie de productos, el guajolote para la cena y un laaaaaargo año para pagar.

No podemos negar la presencia este personaje caracterizado con su traje rojo, vientre abultado, blanca y luenga barba. Se le ve en el Jardín Zenea, en las principales calles, fuera de los establecimientos comerciales, algunos voluntarios entran en personaje temporal en asilos, albergues y hospitales, después…, será el obrero, el terapeuta, el empleado de un centro comercial o el desempleado habitual.

La tradición navideña en Querétaro tiene matices diversos, tanto de raigambre indígena como africana, oriental y europea, el “civismo religioso”, `laicismo-sacro´ de la sociedad y de sus autoridades, todo esto ha dado cabida a un mosaico de manifestaciones otorgándoles una singularidad. Disfrutar de estas fiestas es un hecho colectivo, que sólo puede darse en la interacción de la diversidad de subjetividades que confluyen en la comunidad para recrear, modificar y otorgar permanencia en el arraigo en nuestra memoria colectiva y en nuestro ser social.

Desde Anbanica - Teocalhueyacan. Diciembre de MMXIX.


[1] Bernal Ma-. De la Luz, Mitos y Magos Mexicanos Los (Extraños Artesanos de lo Sobrenatural) Porrúa. México: 1973.( pp.87-88).

[2] El Heraldo de Navidad, 1928, # 2, Órgano de la Junta de Navidad de 1928, “Centenario de las Fiestas”

La Noche Buena se viene, / La Noche Buena se va… / Y nosotros nos iremos / Y no volveremos más… Dominio popular.

CARTA DE NAVEGACIÓN

Las tradiciones y costumbres se revitalizan en el seno mismo del grupo que las origina, es ahí donde se fortalecen, recrean y trascienden. Tal es el caso de las fiestas decembrinas, tienen como contexto una sociedad más secularizada y abierta a diversas corrientes del pensamiento, somos cada vez más plurales y participativos.

A manera de reflexión comparto algunas notas para comentarlas en la “ola consumista en tiempos de gracia acompasados del Misterio de la Encarnación”. A final de cuentas ha sido motivo de inspiración para los hombres de buena voluntad reflejada en las innumerables obras artísticas alusivas a esta tradición al paso de los siglos; conmovedoras para el goce estético.

Foto: Fernando Reyes | Diario de Querétaro

La Navidad de los abuelos tenía más elementos religiosos, donde convivían rezos y letanías entre piñatas y ponches. Nuestras generaciones le han integrado nuevos elementos sin que pierda la Navidad su esencia, despierta emociones encontradas, porque finalmente la festividad es en la que nos reconocemos como hermanos en un mundo contaminado con el odio, la exclusión e intolerancia.

En el devenir del tiempo se han transformado los estilos de vida y en paralelo se construyen otros que corresponden a conductas creadas por los medios masivos de comunicación como estereotipos de la sociedad de consumo, fenómenos demográficos, interactuación de varios agentes... Las tradiciones y costumbres se convierten entonces, con la patina del tiempo en un subconsciente social; es en esa memoria colectiva donde se insertan y viven las celebraciones navideñas. Festividad introducida por los conquistadores a lo que hoy es nuestro país, en el contacto con las culturas nativas se enriquecieron estas manifestaciones y, el sincretismo religioso surgió con naturalidad.

MISAS DE AGUINALDO, “RETABLITOS”, MUÑECOS DE CERA Y JORNADAS

Las Misas de Aguinaldo se llevaron a cabo en los atrios-cementerios de distintos templos novohispanos, en estas se representaban pasajes y escenas de la natividad mismas que se acompañaban de los instrumentos de cuerda europeos, habría que decir que se incluyeron sonajas y percusiones indígenas. En estas tierras septentrionales se veneraba el nacimiento de Teopitzintli o Piltzintecuhtli “El venerado señor-niño” quien nacía en el solsticio invernal, paralelismo con la milenaria tradición europea y retomada por el cristianismo en la cual se recordaba el nacimiento de Jesús.

En el Convento de las Clarisas en nuestra ciudad de Santiago de Querétaro, se invitaba a las celebraciones que hacían con rezos y cantos a los benefactores así como a las autoridades y a distinguidos predicadores. Había entre las monjas enclaustradas las que se encargaban de elaborar pequeños retablos, “belenes” o ropa menuda para vestir al santo niño. El padre y confesor de las betas Rosas fray Pedro de Sichas, las aleccionó en el Real Colegio de Santa Rosa de Viterbo en el siglo XVIII, para que hicieran “niños dioses” de cera, flores de mano y otras manualidades de las que resultaron ser muy ingeniosas. Hacia la primera mitad del siglo XIX, los queretanos y los visitantes buscaban los cajoncitos adornados con listones de diversos colores, pintados al óleo con paisajes y figuras, muñecos de cera y otras figuras elaboradas por las Rosas como regalos para adornar nacimientos de templos y casas.

Los cantos llamados villancicos se sumaron a estas celebraciones; así mismo las luces, cohetes, piñatas se incorporaron a estas jornadas donde también se rezaba el Rosario. Al hacer la recepción de las imágenes de María, José y El Niño Dios (Santos Peregrinos), así como a sus acompañantes se les ofrecían bebidas calientes, alimentos y dulces. En la ciudad de Querétaro, el 29 de diciembre de 1814, los vecinos se daban cita en la “Plaza de Arriba” para ver levantarse un globo que portaba “pinturas alusivas al nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo.

Foto: Cortesía | Edgardo Moreno Pérez

En diciembre de 1826: “Por la tarde de este mismo día salió por la Estación acostumbrada un lúcido carro que conducía las imágenes de Nuestra Señora y el Señor San José”, El día 24 de diciembre `Salió una lucida Procesión o Rosario, compuesto de catorce primorosamente adornados y de costo en los que iban representadas varias figuras del Antiguo Testamento alusivos al nacimiento del Salvador y otros misterios´ (Argomaniz: 1973).

¡UN ÁRBOL DE NAVIDAD EN QUERÉTARO!

Para los festejos de la Navidad en la ciudad de Querétaro, en el año de 1886, la postura “asistencial” de las autoridades, con el consabido `acto caritativo´ para remediar la pobreza dispuso que uno de los árboles de la Alameda Hidalgo fuera adornado con varios objetos los cuales estaban forrados con los colores de la Bandera Nacional reunidas las fuerzas vivas, los obsequiaron a niños indigentes. La crónica aparecida en La Sombra de Arteaga refiere:

“A las cinco de la tarde la gran glorieta de la Alameda de Querétaro, fue el punto de cita para ver distribuir los obsequios que pendían del árbol de navidad. La excelente música del 13 Batallón amenizó el acto. [...] a las cinco y media los Sres. Gobernador y Prefecto del Centro hicieron bajar del árbol obsequios que envueltos en papel tricolor y consistentes en ropa cortada de telas humildes y sombreros corrientes fueron repartidos a los niños y niñas más pobres de las escuelas públicas. [...] terminado ese acto solemne y conmovedor, la concurrencia se retiró agradablemente satisfecha” (La Sombra de Arteaga: 1886).

El “arbolito” no obstante la mercadotecnia juega hacer que muchas personas adopten cierta distancia de “intelectual”, tiene por muchas vertientes relación con nuestra memoria colectiva. En Querétaro por muchos años se iluminaba el gran árbol que se encuentra al poniente del Jardín Corregidora, (por la acera de la Av. Corregidora). Se le otorgó el nombre del “Árbol de la Amistad”. Finalmente fue rescatado e intervenido teniendo en cuenta que estaba a punto de secarse, por las bombillas que se le colocaban para las festividades de la navidad.

Era extraño ver al interior de los hogares queretanos los “Arbolitos de Navidad,” es hasta la segunda mitad del siglo XX, cuando aparecen como elementos decorativos, con sus foquillos de colores, esferas multicolores, `pelo de ángel´ y escarcha; que comparten el espacio con el tradicional nacimiento recargado de figuras de barro de Tlaquepaque, de cera del Bajío o de porcelana europea. Heno y follaje de los árboles del Cimatario y de Pinal de Amoles, cactáceas y piedras del semidesierto queretano. Por muchos años en la ciudad de Querétaro, se instalaban las vendedoras de heno y musgos, así como de figuras de barro y de ollas para las piñatas en la Plaza de Armas[1].

Foto: Cortesía | Edgardo Moreno Pérez

¿UN PAPÁ NOEL EN LA TRADICIÓN QUERETANA?

Un Santa Claus o Papá Noel apareció en la portada de El Heraldo de Navidad[2] cuando la Junta de Navidad festejaba el Centenario de las Fiestas. En la ilustración, el personaje está recargado sobre un Mundis Orbis, en la mano derecha observa a través una lupa un punto del globo terráqueo y con la siniestra sostiene un antiguo libro, su característica cara mofletuda y barba blanca es la que adoptará en lo sucesivo, en el gorro porta una pluma de ave, usa pechera y puños blancos que sobresalen de tu traje color rojo. Es de notar la alforja de piel que cruza por su ancho cuerpo, en la pantorrilla derecha está atado un arillo de cascabeles además usa botas tejidas para el clima frío.

Este viejecito -chapeado y bonachón- es visto con recelo por muchos “tradicionalistas”, no obstante ya forma parte de la iconografía navideña. Estuvo presente en los libros de La Escuela de Primeras Letras del último tercio del siglo XIX en nuestro país, un artículo titulado “La Pascuas y los Niños Americanos” da cuenta:

“[…]A pesar de su blanca y venerable barba, de su aspecto serio, pero no ceñudo, y de la pesada alforja que lleva a cuestas, no llena de huesos infantiles, como decían los de antaño, sino henchida de preciosos regalos para los obedientes a sus padres y maestros" ( Escuela de primeras letras: 1871). Fue Introducido a los Estados Unidos de Norteamérica por los holandeses que ocuparon la isla de Manhattan, en los primeros años del siglo XX, se le conoció con un trineo acarreado por renos, relacionado por otras fuentes, leyendas y tradiciones como el San Nicolás, el Obispo turco por el siglo VI quien daba regalos y cobijo a los niños pobres, su presencia se remite en las latitudes de Asia Menor.

Se le debe a Abdón Sundblom, la nueva imagen de Santa, o San Nicolás, (Papá Noel). Muy parecida a la que referimos de la portada de El Heraldo de Navidad de 1928. Para el año de 1931 fue el impacto mercadotécnico de una compañía refresquera, quien lo lanzó con una fuerte campaña publicitaria que ha perdurado hasta nuestros días.

Uno de los primeros “Santas” en la capital queretana, se colocaba en la esquina de la avenida Francisco I. Madero con la calle Ignacio Allende, influenciado en imagen por Sundblom, este tocaba una campanilla esta figura era patrocinada por una relojería que se ubicaba en una de las accesorias de la Casa de la Marquesa, por los años de 1964-65. Ahí se ofrecía por la compra de un reloj, una serie de productos, el guajolote para la cena y un laaaaaargo año para pagar.

No podemos negar la presencia este personaje caracterizado con su traje rojo, vientre abultado, blanca y luenga barba. Se le ve en el Jardín Zenea, en las principales calles, fuera de los establecimientos comerciales, algunos voluntarios entran en personaje temporal en asilos, albergues y hospitales, después…, será el obrero, el terapeuta, el empleado de un centro comercial o el desempleado habitual.

La tradición navideña en Querétaro tiene matices diversos, tanto de raigambre indígena como africana, oriental y europea, el “civismo religioso”, `laicismo-sacro´ de la sociedad y de sus autoridades, todo esto ha dado cabida a un mosaico de manifestaciones otorgándoles una singularidad. Disfrutar de estas fiestas es un hecho colectivo, que sólo puede darse en la interacción de la diversidad de subjetividades que confluyen en la comunidad para recrear, modificar y otorgar permanencia en el arraigo en nuestra memoria colectiva y en nuestro ser social.

Desde Anbanica - Teocalhueyacan. Diciembre de MMXIX.


[1] Bernal Ma-. De la Luz, Mitos y Magos Mexicanos Los (Extraños Artesanos de lo Sobrenatural) Porrúa. México: 1973.( pp.87-88).

[2] El Heraldo de Navidad, 1928, # 2, Órgano de la Junta de Navidad de 1928, “Centenario de las Fiestas”

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