/ martes 20 de febrero de 2018

Octavio Paz, cuentista

El 15 de diciembre del 2014, Alberto Ruy Sánchez evocaba las palabras de Octavio Paz sobre el cuento: “Yo me di cuenta de que había hecho una poesía con los ojos abiertos, y que lo que me faltaba hacer era cerrar los ojos, zambullirme dentro de mí mismo y, ya dentro, abrirlos para ver qué veía. Y lo que vi son los cuentos de Arenas movedizas[1].

Lo anterior aconteció en el marco de la presentación del libro titulado precisamente así, Arenas movedizas (en el presente texto nos referiremos a la edición de Libertad bajo palabra, editada por Casa del Libro y la Universidad de Alcalá, 1993), en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, con lo que concluían los actos conmemorativos a propósito del centenario de Paz.

Publicados originalmente en 1949, en el momento más surrealista de Octavio Paz, el volumen de cuentos coincide con la publicación de los poemas en prosa de ¿Águila o sol? (1949), género muy recurrente entre los surrealistas. Por cierto, y dicho sea de paso, ¿Águila o sol? fue traducido y comentado parcialmente por Benjamin Péret, uno de los poetas surrealistas franceses más importantes e influyentes dentro del movimiento, además de la celebérrima traducción de Piedra de Sol titulada Pierre De Soleil (Gallimard-Collection Du Monde Entier, 1962). También fue comentado por el crítico fenomenológico Gaston Bachelard en su libro La luz de la vela. Péret, cuya obra se mantiene bajo incomprensible desconocimiento, influyó profundamente con su obra al ámbito latinoamericano: César Moro, Enrique Molina, Enrique Gómez Correa y, por supuesto, el propio Octavio Paz.

A decir de Christopher Domínguez Michael, Octavio Paz se consideraba un auténtico cuentista. En Arenas movedizas, que conforma la segunda parte de ¿Águila o sol? compilado éste a su vez en Libertad bajo palabra, están reunidos casi todos los cuentos de Paz. El mismo Paz, a finales de la década de los años ochenta, hubo de molestarse porque Domínguez Michael no incluyó en su Antología de la narrativa mexicana del siglo XX (Fondo de Cultura Económica, 1989) ninguno de los cuentos sino más bien prosas poéticas, a pesar de que el autor de Piedra de sol se sentía muy satisfecho de sus trabajos como cuentista.

A continuación un breve acercamiento a los cuentos.

El ramo azul.

El título es una analogía con los ojos azules del narrador, acaso un guiño autobiográfico paziano, pero sin pretensiones exotistas. Tampoco se trata de un pretexto para hacer estallar la ira del personaje secundario, aquél que con macabra amabilidad espeta la amenazadora frase: “Es un capricho de mi novia. Quiere un ramito de ojos azules y por aquí hay pocos que los tengan”. En Paz se anticipan ya los escenarios cálidos, solitarios, intimistas, cotidianamente fatídicos que acaso encontrarán un diálogo intertextual en Juan Rulfo, algunos años despúes.

Antes de dormir.

Objeto de estudios psicoanáliticos, frudianos y lacanianos se deleitan ante el desdoblamiento simbólico que representa la vorágine narrativa de este cuento. Desde la entrada se advierte un desdoblamiento dialéctico hacia adentro:

“Te llevo como un objeto perteneciente a otra edad, encontrado un dia al azar y que palpamos con manos ignorantes: ¿fragmentos de qué culto, dueño de qué poderes ya desaparecidos, portador de qué cóleras o de qué maldiciones que el tiempo ha vuelto irrisorias, cifra en pie de qué números caídos?”.

Mi vida con la ola.

Cuando el narrador deja el mar, una ola esbelta y ligera se abre paso entre las otras olas para colgarse del brazo de aquél e irse con él saltando. Aquí comienza el cuento. A partir de esta anécdota, dotada de emotividad, se despliega un raudal de imágenes con significados que acuden a Paz: el tren con rumbo a México, el encarcelamiento del narrador, su vida emocionalmente fluctuante con la ola, en donde se desea que cualquier similitud entre la ola y Elena Garro sea un virtuoso paralelismo o mera coincidencia.

Carta a dos desconocidas.

“Todavía no sé cuál es tu nombre. Te siento tan mía que llamarte de algún modo sería como separarme de ti […]. En cambio, conozco demasiado bien el de ella y hasta qué punto ese nombre se interpone entre nosotros, como una muralla impalpable y elástica que no se puede nunca atravesar”.  Así inica este intento epistolar que remite a la búsqueda dialéctica de “Antes de dormir”. Si en aquél la dialéctica se apropiaba del espacio de la intimidad para ofrecer una dicotomía sensual y existencial, en este breve cuento se confirma la noción de una presencia confusa: “porque pienso que ella son y no son lo mismo”.

Maravillas de la voluntad.

Este cuento corto narra la vida de don Pedro, quien cotidianamente llegaba a nuestra mesa y, tras saludar a los concurrentes, pedía una taza de café, encendía un cigarrillo, escuchaba la plática, bebía a sorbos su tacita, pagaba a la mesera, tomaba su sombrero, recogía su portafolio, nos daba las buenas tardes y se marchaba, no sin antes decir tanto al sentarse como al levantarse: “Ojalá que te mueras”.

Visión del escribiente.

A decir de Guillermo Sheridan, Paz describe la vida del oficinista: “Esa sensación de irrealidad que lo atenaza en esa temporalidad media de las oficinas, en a neutralidad del lenguaje anestesiado, en esa mendicidad rutinaria que borronea la identidad”.

Prisa.

Un cuento corto en donde se pone de manifiesto nuestra vivencia en un universo donde la conciencia del hombre moderno está encerrada, cada una, en su respectiva cárcel personal.

Encuentro.

En lo que parece un divertimento surrealista, Paz juega a encontrarse. Un hombre que, apenas hubo entrado a su casa, va tras de sí mismo: “me vi salir. Intrigado, decidí seguirme”.

Cabeza de ángel.

Quizás un cuento que ameritaría un acercamiento con mayor detenimiento por parte de narradores contemporáneos. En este relato nos encontramos a Paz conjurando al miedo, la violencia y el horror en torno a la dictomía: ángel o demonio. La narradora, a su vez, explica el funcionamiento de una cabeza puesta al revés, en ferviente imagen de la violencia y la aguda elocuencia del simbólismo más siniestro que se puede encontrar en la obra de Paz.

 

@doctorsimulacro


[1] Nancy Corro, “Reeditan ‘Arenas movedizas’, libro de cuentos de Octavio Paz, Milenio Diario, 15 de diciembre del 2014. Disponible en: http://www.milenio.com/cultura/arenas_movedizas-reeditan_arenas_movedizas-libros_octavio_paz-paz_centenario_FCE_0_427757592.html

El 15 de diciembre del 2014, Alberto Ruy Sánchez evocaba las palabras de Octavio Paz sobre el cuento: “Yo me di cuenta de que había hecho una poesía con los ojos abiertos, y que lo que me faltaba hacer era cerrar los ojos, zambullirme dentro de mí mismo y, ya dentro, abrirlos para ver qué veía. Y lo que vi son los cuentos de Arenas movedizas[1].

Lo anterior aconteció en el marco de la presentación del libro titulado precisamente así, Arenas movedizas (en el presente texto nos referiremos a la edición de Libertad bajo palabra, editada por Casa del Libro y la Universidad de Alcalá, 1993), en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, con lo que concluían los actos conmemorativos a propósito del centenario de Paz.

Publicados originalmente en 1949, en el momento más surrealista de Octavio Paz, el volumen de cuentos coincide con la publicación de los poemas en prosa de ¿Águila o sol? (1949), género muy recurrente entre los surrealistas. Por cierto, y dicho sea de paso, ¿Águila o sol? fue traducido y comentado parcialmente por Benjamin Péret, uno de los poetas surrealistas franceses más importantes e influyentes dentro del movimiento, además de la celebérrima traducción de Piedra de Sol titulada Pierre De Soleil (Gallimard-Collection Du Monde Entier, 1962). También fue comentado por el crítico fenomenológico Gaston Bachelard en su libro La luz de la vela. Péret, cuya obra se mantiene bajo incomprensible desconocimiento, influyó profundamente con su obra al ámbito latinoamericano: César Moro, Enrique Molina, Enrique Gómez Correa y, por supuesto, el propio Octavio Paz.

A decir de Christopher Domínguez Michael, Octavio Paz se consideraba un auténtico cuentista. En Arenas movedizas, que conforma la segunda parte de ¿Águila o sol? compilado éste a su vez en Libertad bajo palabra, están reunidos casi todos los cuentos de Paz. El mismo Paz, a finales de la década de los años ochenta, hubo de molestarse porque Domínguez Michael no incluyó en su Antología de la narrativa mexicana del siglo XX (Fondo de Cultura Económica, 1989) ninguno de los cuentos sino más bien prosas poéticas, a pesar de que el autor de Piedra de sol se sentía muy satisfecho de sus trabajos como cuentista.

A continuación un breve acercamiento a los cuentos.

El ramo azul.

El título es una analogía con los ojos azules del narrador, acaso un guiño autobiográfico paziano, pero sin pretensiones exotistas. Tampoco se trata de un pretexto para hacer estallar la ira del personaje secundario, aquél que con macabra amabilidad espeta la amenazadora frase: “Es un capricho de mi novia. Quiere un ramito de ojos azules y por aquí hay pocos que los tengan”. En Paz se anticipan ya los escenarios cálidos, solitarios, intimistas, cotidianamente fatídicos que acaso encontrarán un diálogo intertextual en Juan Rulfo, algunos años despúes.

Antes de dormir.

Objeto de estudios psicoanáliticos, frudianos y lacanianos se deleitan ante el desdoblamiento simbólico que representa la vorágine narrativa de este cuento. Desde la entrada se advierte un desdoblamiento dialéctico hacia adentro:

“Te llevo como un objeto perteneciente a otra edad, encontrado un dia al azar y que palpamos con manos ignorantes: ¿fragmentos de qué culto, dueño de qué poderes ya desaparecidos, portador de qué cóleras o de qué maldiciones que el tiempo ha vuelto irrisorias, cifra en pie de qué números caídos?”.

Mi vida con la ola.

Cuando el narrador deja el mar, una ola esbelta y ligera se abre paso entre las otras olas para colgarse del brazo de aquél e irse con él saltando. Aquí comienza el cuento. A partir de esta anécdota, dotada de emotividad, se despliega un raudal de imágenes con significados que acuden a Paz: el tren con rumbo a México, el encarcelamiento del narrador, su vida emocionalmente fluctuante con la ola, en donde se desea que cualquier similitud entre la ola y Elena Garro sea un virtuoso paralelismo o mera coincidencia.

Carta a dos desconocidas.

“Todavía no sé cuál es tu nombre. Te siento tan mía que llamarte de algún modo sería como separarme de ti […]. En cambio, conozco demasiado bien el de ella y hasta qué punto ese nombre se interpone entre nosotros, como una muralla impalpable y elástica que no se puede nunca atravesar”.  Así inica este intento epistolar que remite a la búsqueda dialéctica de “Antes de dormir”. Si en aquél la dialéctica se apropiaba del espacio de la intimidad para ofrecer una dicotomía sensual y existencial, en este breve cuento se confirma la noción de una presencia confusa: “porque pienso que ella son y no son lo mismo”.

Maravillas de la voluntad.

Este cuento corto narra la vida de don Pedro, quien cotidianamente llegaba a nuestra mesa y, tras saludar a los concurrentes, pedía una taza de café, encendía un cigarrillo, escuchaba la plática, bebía a sorbos su tacita, pagaba a la mesera, tomaba su sombrero, recogía su portafolio, nos daba las buenas tardes y se marchaba, no sin antes decir tanto al sentarse como al levantarse: “Ojalá que te mueras”.

Visión del escribiente.

A decir de Guillermo Sheridan, Paz describe la vida del oficinista: “Esa sensación de irrealidad que lo atenaza en esa temporalidad media de las oficinas, en a neutralidad del lenguaje anestesiado, en esa mendicidad rutinaria que borronea la identidad”.

Prisa.

Un cuento corto en donde se pone de manifiesto nuestra vivencia en un universo donde la conciencia del hombre moderno está encerrada, cada una, en su respectiva cárcel personal.

Encuentro.

En lo que parece un divertimento surrealista, Paz juega a encontrarse. Un hombre que, apenas hubo entrado a su casa, va tras de sí mismo: “me vi salir. Intrigado, decidí seguirme”.

Cabeza de ángel.

Quizás un cuento que ameritaría un acercamiento con mayor detenimiento por parte de narradores contemporáneos. En este relato nos encontramos a Paz conjurando al miedo, la violencia y el horror en torno a la dictomía: ángel o demonio. La narradora, a su vez, explica el funcionamiento de una cabeza puesta al revés, en ferviente imagen de la violencia y la aguda elocuencia del simbólismo más siniestro que se puede encontrar en la obra de Paz.

 

@doctorsimulacro


[1] Nancy Corro, “Reeditan ‘Arenas movedizas’, libro de cuentos de Octavio Paz, Milenio Diario, 15 de diciembre del 2014. Disponible en: http://www.milenio.com/cultura/arenas_movedizas-reeditan_arenas_movedizas-libros_octavio_paz-paz_centenario_FCE_0_427757592.html

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