/ sábado 29 de diciembre de 2018

Plaza de Toros. Entorno y vida cotidiana

Cartografía del tiempo

Convites y desfile.

Una parte de la sociedad finisecular asumía el discurso de que la ciencia salvaría al mundo con sus descubrimientos e inventos. No se cuestionaban la marginalidad de los excluidos del sistema, la invisibilidad de los pueblos originarios y la exaltación de los héroes de bronce. En los festejos taurinos del tiempo que venimos reseñando se organizaba un desfile o convite; una banda de música abría camino a los matadores con sus cuadrillas, el alguacil, montando un soberbio potro andaluz de pura raza. La cuadrilla y los matadores en ocasiones iban a caballo y los que formaban el servicio de plaza eran conducidos en elegantes carruajes abiertos; en una plataforma se exhibía las banderillas, capotes, espadas, picas y otros avíos de los capitanes de lidia y sus mozos.

Trofeos, entre claveles y mantones.

Al finalizar el siglo decimonono, la música del Maestro Aguilar y Fuentes con su pintoresco uniforme acompañaban el paseo. El desfile transcurría por las principales calles de la ciudad. De igual manera las reinas del festejo eran conducidas en carruajes adornados con listones y flores. En la plaza las damas queretanas, hijas de las familias que formaban la oligarquía local; vestidas de majas, con sus mantillas y abanicos a la sevillana eran quienes presidían las corridas. Llamadas también en algunos festejos de aficionados como soberanas de la lidia y tenían una tribuna especial adornada con exquisito gusto por el Sr. Juan Plowes Valero. Entregaban claveles, listones de colores, monedas de oro y otros premios a los diestros que se distinguía en la lidia o a los triunfadores de la tarde. La plaza era adornada con flores, mantones y los capotes de paseíllo de los matadores.

Marcha triunfal hasta el Jardín Zenea.

En las alturas del redondel con flámulas y gallardetes de igual manera en los palcos y bambalinas. Al llegar a la plaza de Toros las damas en carruajes descubiertos, una valla de Rurales del 9º Regimientolas custodiaba desde la salida de la calle del Rastro (hoy Av. Benito Juárez Sur.), hasta las puertas de la plaza. La entrada de Sol se encontraba en la Calzada Colón y la de Sombra por la calle que actualmente conocemos como Tolsá. La Banda de Rurales amenizaba con habaneras y marchas el festejo. Después vendría el paseíllo, los turnos de los diestros y sus cuadrillas, con sus respectivos tercios. Al finalizar la corrida se acostumbraba hacer una marcha triunfal acompaña de música bélica y toreadores que terminaba en el jardín Zenea donde proseguía la fiesta con la serenata y en días festivos con fuegos artificiales.[1]

Otra Plaza.

Aproximadamente desde 1870 existía el coso taurino llamado de Occidente, que encontraba emplazado en un terreno que fuera del inmenso inmueble de la Real Fábrica de Tabacos de San Fernando el cual funcionó desde el último tercio del siglo XVIII y terminó operaciones en los años treinta del siglo XIX, después de algunos años de haberse creado el Estado de Querétaro. (Ubicado en el perímetro de las actuales Avenidas del 57, Ezequiel Montes, Miguel Hidalgo y Quintana Roo). Por diversas razones se pensaba en construir una plaza de toros cercana al entorno del Pueblo Nuevo. La cercanía a la Estación del Ferrocarril Central; la habilitación de la zona. La feria, con sus cantinas, juegos y tapadas de gallos. Por otra parte Silvestre Méndez ya no quería administrar la Plaza de Toros Occidente. Estaba en tratos para vender el lote. La plaza no contaba con iluminación nocturna y quizá la que más impactó fue el accidente ocurrido en diciembre de 1890, cuando el techo de una de las lumbreras, se vino abajo y sobrevino el pánico y entre la confusión el público salió despavorido entre gritos, carreras y aventones. El saldo fue de algunas docenas de heridos leves y algunos con cierta gravedad, según el parte médico posterior [2] La plaza siguió dando funciones a la par de la Colón hasta principios del siglo XX. El espacio se fraccionó y la Bonetera Queretana instaló su fábrica. –ya desaparecida-. Hoy en el estacionamiento se aprecian los vestigios de lo que fueran las gradas. Otros tiempos y usos del espacio. Sociedades con sus expresiones y códigos, reflejadas en sus prácticas y creencias.

Desde Anbanica-Teocalhueyacan

Diciembre de MMXVIII

[1]Moreno Pérez, Edgardo. “Fragmentos de la memoria. Otras historias de la Plaza de Toros Colón”. En: El Heraldo de Navidad-2014. Patronato de las Fiestas del Estado de Querétaro.. pp. 68-70.

[2]La Sombra de Arteaga, Periódico Oficial del Gobierno del Estado. Redactor: Luciano Frías y Soto,.1894. Vol. XXV. AHEQ-Hemeroteca.

Convites y desfile.

Una parte de la sociedad finisecular asumía el discurso de que la ciencia salvaría al mundo con sus descubrimientos e inventos. No se cuestionaban la marginalidad de los excluidos del sistema, la invisibilidad de los pueblos originarios y la exaltación de los héroes de bronce. En los festejos taurinos del tiempo que venimos reseñando se organizaba un desfile o convite; una banda de música abría camino a los matadores con sus cuadrillas, el alguacil, montando un soberbio potro andaluz de pura raza. La cuadrilla y los matadores en ocasiones iban a caballo y los que formaban el servicio de plaza eran conducidos en elegantes carruajes abiertos; en una plataforma se exhibía las banderillas, capotes, espadas, picas y otros avíos de los capitanes de lidia y sus mozos.

Trofeos, entre claveles y mantones.

Al finalizar el siglo decimonono, la música del Maestro Aguilar y Fuentes con su pintoresco uniforme acompañaban el paseo. El desfile transcurría por las principales calles de la ciudad. De igual manera las reinas del festejo eran conducidas en carruajes adornados con listones y flores. En la plaza las damas queretanas, hijas de las familias que formaban la oligarquía local; vestidas de majas, con sus mantillas y abanicos a la sevillana eran quienes presidían las corridas. Llamadas también en algunos festejos de aficionados como soberanas de la lidia y tenían una tribuna especial adornada con exquisito gusto por el Sr. Juan Plowes Valero. Entregaban claveles, listones de colores, monedas de oro y otros premios a los diestros que se distinguía en la lidia o a los triunfadores de la tarde. La plaza era adornada con flores, mantones y los capotes de paseíllo de los matadores.

Marcha triunfal hasta el Jardín Zenea.

En las alturas del redondel con flámulas y gallardetes de igual manera en los palcos y bambalinas. Al llegar a la plaza de Toros las damas en carruajes descubiertos, una valla de Rurales del 9º Regimientolas custodiaba desde la salida de la calle del Rastro (hoy Av. Benito Juárez Sur.), hasta las puertas de la plaza. La entrada de Sol se encontraba en la Calzada Colón y la de Sombra por la calle que actualmente conocemos como Tolsá. La Banda de Rurales amenizaba con habaneras y marchas el festejo. Después vendría el paseíllo, los turnos de los diestros y sus cuadrillas, con sus respectivos tercios. Al finalizar la corrida se acostumbraba hacer una marcha triunfal acompaña de música bélica y toreadores que terminaba en el jardín Zenea donde proseguía la fiesta con la serenata y en días festivos con fuegos artificiales.[1]

Otra Plaza.

Aproximadamente desde 1870 existía el coso taurino llamado de Occidente, que encontraba emplazado en un terreno que fuera del inmenso inmueble de la Real Fábrica de Tabacos de San Fernando el cual funcionó desde el último tercio del siglo XVIII y terminó operaciones en los años treinta del siglo XIX, después de algunos años de haberse creado el Estado de Querétaro. (Ubicado en el perímetro de las actuales Avenidas del 57, Ezequiel Montes, Miguel Hidalgo y Quintana Roo). Por diversas razones se pensaba en construir una plaza de toros cercana al entorno del Pueblo Nuevo. La cercanía a la Estación del Ferrocarril Central; la habilitación de la zona. La feria, con sus cantinas, juegos y tapadas de gallos. Por otra parte Silvestre Méndez ya no quería administrar la Plaza de Toros Occidente. Estaba en tratos para vender el lote. La plaza no contaba con iluminación nocturna y quizá la que más impactó fue el accidente ocurrido en diciembre de 1890, cuando el techo de una de las lumbreras, se vino abajo y sobrevino el pánico y entre la confusión el público salió despavorido entre gritos, carreras y aventones. El saldo fue de algunas docenas de heridos leves y algunos con cierta gravedad, según el parte médico posterior [2] La plaza siguió dando funciones a la par de la Colón hasta principios del siglo XX. El espacio se fraccionó y la Bonetera Queretana instaló su fábrica. –ya desaparecida-. Hoy en el estacionamiento se aprecian los vestigios de lo que fueran las gradas. Otros tiempos y usos del espacio. Sociedades con sus expresiones y códigos, reflejadas en sus prácticas y creencias.

Desde Anbanica-Teocalhueyacan

Diciembre de MMXVIII

[1]Moreno Pérez, Edgardo. “Fragmentos de la memoria. Otras historias de la Plaza de Toros Colón”. En: El Heraldo de Navidad-2014. Patronato de las Fiestas del Estado de Querétaro.. pp. 68-70.

[2]La Sombra de Arteaga, Periódico Oficial del Gobierno del Estado. Redactor: Luciano Frías y Soto,.1894. Vol. XXV. AHEQ-Hemeroteca.

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