/ sábado 11 de diciembre de 2021

Porfirio Díaz en la ciudad de Querétaro. Diciembre de 1903

Cartografía del tiempo y la memoria

Cante el pueblo al Honor ante el héroe / Que en la lid del progreso triunfó, / Y, alcanzando laureles de gloria, / Con la Paz, á la patria exaltó

Fragmento del “Himno de la Paz”. Compuesto por Aguilar y Fuentes para la visita de Porfirio Díaz a Querétaro.


Con un ambiente de festejos navideños, en diciembre de 1903 estuvo de visita en Querétaro el presidente de México; cuando había consolidado su régimen a costa de ejercer con mano dura la disidencia y controlar a la caballada y por otro lado conciliar intereses con el clero, el capitalismo nacional y extranjero. “El Héroe de Puebla” se encontraba en su cuarta reelección y preparaba la quinta, con una formula nueva que incluía una vise-presidencia y la extensión del mandato a seis años. El mismo esquema de gobierno vitalicio se llevaba en el estado de Querétaro en la persona de Francisco González de Cosío.

Albores del siglo XX. La imitación de las costumbres europeas, sobre todo el modelo francés era seguido por la burguesía nacional. La construcción de esa identidad se expresa en la ropa, accesorios, amaneramientos y actitudes, teniendo como escenarios los conciertos, kermeses, bailes, veladas de ópera, el teatro y la zarzuela en el escenario del Teatro de Iturbide. Más populares las serenatas de la Alameda y del Jardín Zenea; las fiestas patronales y públicas, como la conmemoración de la independencia o las fiestas navideñas. Las corridas de toros en las plazas Colón y de Occidente, las tapadas de gallos y carreras de caballos. El cinematógrafo reunía a los queretanos en el Teatro de Iturbide.

En la ciudad de Querétaro había una gran actividad económica; se encontraban en operación varias industrias textiles y manufactureras, la producción de ranchos y haciendas eran rentables; se estrenaba una nueva línea ferroviaria y otra estación para el Ferrocarril Nacional, al norte de la ciudad. Al sur operaba el Ferrocarril Central desde 1882. De igual manera se inauguraban nuevas líneas del tranvía urbano. Los dueños del capital participaban en Exposiciones Internacionales; París, 1900, Búfalo 1901, San Luis Misuri 1905, con productos y manufacturas de la región. La Normal de Estado contaba con un nuevo edificio y se implementaban gabinetes y laboratorios para el Colegio Civil quien orientaba sus planes de estudio hacia el Positivismo. En estos años los hermanos Flores Magón fundan el periódico Regeneración y se organiza el Club Liberal “Ponciano Arriaga” en la capital Potosina. También sede de la primera Convención Liberal y se lanza un “Manifiesto a la Nación” donde se demandaban reformas sociales y agrarias. Se exaltaba al indígena de la Raza de Bronce en monumentos, disertaciones, trabajos de arqueología en Teotihuacán. Por otra parte se hacía una feroz guerra contra los yaquis y los mayas. En este contexto es cuando se realiza la visita presidencial a la ciudad de Querétaro los días 20 y 21 de diciembre de 1903. La crónica de la época nos lleva a recrear las manifestaciones de la oligarquía queretana de hace cien años; asimismo nos remite a el culto y la exaltación con que el imaginario colectivo investía a los caudillos y a la figura presidencial.

Foto: Cortesía | Edgardo Moreno

Arcos triunfales. Varios arcos de triunfo fueron armados en las estaciones y en las bocacalles por donde pasaría la comitiva. la crónica periodística expresó:“El Adorno de la Ciudad. El Sr. Presidente vino por el Nacional de México, pasando unos cuantos kilómetros debajo de la estación de dicho ferrocarril, para tomar en un punto adecuado, por medio de una conexión, especial, los rieles el Central Mexicano, en cuya estación desembarcaría, por no estar aún terminadas las construcciones del primero de dichos ferrocarriles en la estación respectiva. En ella, sin embargo, la Compañía hizo construir un hermoso arco de madera, revestido artísticamente, y dirigido por el ingeniero D. Felipe Bécquer, y que fue muy alabado por la corrección arquitectónica de su estilo romano. Bajo dicho arco pasó el tren presidencial. (La Sombra de Arteaga... 1903). Otro arco fue construido en la entrada sur de la calzada Colón en su extremo norte [Zaragoza esquina con Juárez] se encontraba un arco formado con canastas de mimbre y otras figuras del mismo material, así como de carrizo y bejuco, elaborados en Tequisquiapan. En el extremo sur de de la calle de la Academia se encontraba otro arco formado con “musgo y flores, con profusión de camelias y gardenias.” Otro arco de “estilo gótico” se colocó en la esquina de la Academia. [Actual Juárez esquina con Independencia PTE.] En el jardín Santa Clara un monumento que costaba de columnas sobre ellas una pirámide trunca con iconos alusivos a la patria y la república. […] “Situada en la esquina de la calle de San Agustín formaba elegante entrada á la 1ª. Calle de Santa Clara.” [Actual Allende y Madero.] La Sombra de Arteaga., ídem). Por su parte los vecinos adornaron sus casa, ventanas, balcones y puertas; la avenida de lo que hoy es Juárez desde Zaragoza hasta Av. Universidad, se adornaron con “mástiles y flámulas tricolores” “franjeadas con guirnaldas y tachonadas con festones de los colores nacionales”. En el Palacio de Gobierno se acondicionaron varios salones para el presidente y su esposa, uno en especial contaba con un piano de concierto para uso de la Sra. Carmen Romero. El ebanista queretano Enrique Durán fue el encargado de realizar moblaje “guardarropa con lunas, cómodas, tocador, lavabo, mesa de centro con su cubierta de mármol.”

Arribo del “cesar de la nación”. El día 20 de diciembre se percibía en la ciudad un movimiento inusual, de carruajes, personas que se dirigían a la Estación del Ferrocarril Central, rondas de policías, de miembros del ejército recorrían las principales calles. La estación del Ferrocarril central lucía engalanada con festones, una alfombra llegaba desde el vestíbulo hasta el andén de pasajeros; los batallones 14º de Infantería y el 7º de Rurales mantenían a la gente controlada formando una cerrada valla. La música del regimiento entonaba marchas marciales; a lo largo de la explanada y de la vía se encontraba una muchedumbre expectante, la calzada Colón hasta el palacio de Gobierno estaba llenas de personas acomodadas en las banquetas. Los empleados y funcionarios públicos acompañaban al Gobernador del Estado. Por otra parte los gobernadores de los estados vecinos en la estación del Ferrocarril Nacional se incorporaron al tren presidencial, volábamos a la crónica: “a las 3 P. M. y fue celebrado con salvas”. […] "Al detenerse el tren en la estación del Central, a las 3 y 50 minutos P. M., y aparecer el Sr. General Díaz en el vestíbulo, una estruendosa aclamación brotó al unísono de millares de pechos, sofocando la salva de artillería, las notas del Himno Nacional y el batir marcha de las bandas. Las campanas de la ciudad repicaban á vuelo. Las damas agitaban sus pañuelos y todos los hombres permanecieron con la cabeza descubierta".

Entrada a la ciudad. Una vez pasados los prolegómenos del recibimiento, palabras de bienvenida e intercambio de saludos y presentaciones de los miembros del gabinete que acompañaban a Díaz, en un carruaje se dirigieron al Palacio de Gobierno siguiendo el trayecto marcado ex profeso. Un largo desfile de carruajes, precedido por docenas de reporteros y fotógrafos entró a la ciudad. Don Porfirio con su sombrero de copa alta y de levita negra, de vez en vez levantaba su mano derecha como un esbozo de saludo a la multitud que le aclamaba con cierta reverencia; era un hombre mítico y hasta legendario, con todo el poder y la autoridad concentrada en el culto a su figura. El redactor del Periódico Oficial describe: "Ventanas, balcones y azoteas se miraban henchidas de espectadores. Las aclamaciones eran incesantes, y de todas partes llovían flores y confeti sobre los carruajes". Desde un balcón del Palacio de Gobierno, Porfirio Díaz de setenta y tres años de edad parecía un patriarca, sin demostrar emociones saludaba a la muchedumbre que se arremolinaba y lo vitoreaba, desde ese punto observó el desfile de la tropa acantonada en la ciudad. Posteriormente acompañado de los miembros de su gabinete y del gobernador anfitrión, en un carruaje descubierto Porfirio Díaz realizó una visita al Hospicio Vergara Y al hospital Civil ubicado en el ex -Beaterio de Santa Rosa de Viterbo.

En las próximas entregas seguiremos con la visita presidencial, reflejo de un grupo humano con sus valores, actitudes y motivaciones. La crónica de aquella época nos dará la oportunidad de recorrer, lugares simbólicos de los queretanos de ayer y hoy. Monumentos, plazas, colegios y fábricas. Enmarcado en un ambiente festivo entre iluminaciones y atmósferas navideñas.



Desde Anbanica - Teocalhueyacan. Diciembre de MMXXI.

Cante el pueblo al Honor ante el héroe / Que en la lid del progreso triunfó, / Y, alcanzando laureles de gloria, / Con la Paz, á la patria exaltó

Fragmento del “Himno de la Paz”. Compuesto por Aguilar y Fuentes para la visita de Porfirio Díaz a Querétaro.


Con un ambiente de festejos navideños, en diciembre de 1903 estuvo de visita en Querétaro el presidente de México; cuando había consolidado su régimen a costa de ejercer con mano dura la disidencia y controlar a la caballada y por otro lado conciliar intereses con el clero, el capitalismo nacional y extranjero. “El Héroe de Puebla” se encontraba en su cuarta reelección y preparaba la quinta, con una formula nueva que incluía una vise-presidencia y la extensión del mandato a seis años. El mismo esquema de gobierno vitalicio se llevaba en el estado de Querétaro en la persona de Francisco González de Cosío.

Albores del siglo XX. La imitación de las costumbres europeas, sobre todo el modelo francés era seguido por la burguesía nacional. La construcción de esa identidad se expresa en la ropa, accesorios, amaneramientos y actitudes, teniendo como escenarios los conciertos, kermeses, bailes, veladas de ópera, el teatro y la zarzuela en el escenario del Teatro de Iturbide. Más populares las serenatas de la Alameda y del Jardín Zenea; las fiestas patronales y públicas, como la conmemoración de la independencia o las fiestas navideñas. Las corridas de toros en las plazas Colón y de Occidente, las tapadas de gallos y carreras de caballos. El cinematógrafo reunía a los queretanos en el Teatro de Iturbide.

En la ciudad de Querétaro había una gran actividad económica; se encontraban en operación varias industrias textiles y manufactureras, la producción de ranchos y haciendas eran rentables; se estrenaba una nueva línea ferroviaria y otra estación para el Ferrocarril Nacional, al norte de la ciudad. Al sur operaba el Ferrocarril Central desde 1882. De igual manera se inauguraban nuevas líneas del tranvía urbano. Los dueños del capital participaban en Exposiciones Internacionales; París, 1900, Búfalo 1901, San Luis Misuri 1905, con productos y manufacturas de la región. La Normal de Estado contaba con un nuevo edificio y se implementaban gabinetes y laboratorios para el Colegio Civil quien orientaba sus planes de estudio hacia el Positivismo. En estos años los hermanos Flores Magón fundan el periódico Regeneración y se organiza el Club Liberal “Ponciano Arriaga” en la capital Potosina. También sede de la primera Convención Liberal y se lanza un “Manifiesto a la Nación” donde se demandaban reformas sociales y agrarias. Se exaltaba al indígena de la Raza de Bronce en monumentos, disertaciones, trabajos de arqueología en Teotihuacán. Por otra parte se hacía una feroz guerra contra los yaquis y los mayas. En este contexto es cuando se realiza la visita presidencial a la ciudad de Querétaro los días 20 y 21 de diciembre de 1903. La crónica de la época nos lleva a recrear las manifestaciones de la oligarquía queretana de hace cien años; asimismo nos remite a el culto y la exaltación con que el imaginario colectivo investía a los caudillos y a la figura presidencial.

Foto: Cortesía | Edgardo Moreno

Arcos triunfales. Varios arcos de triunfo fueron armados en las estaciones y en las bocacalles por donde pasaría la comitiva. la crónica periodística expresó:“El Adorno de la Ciudad. El Sr. Presidente vino por el Nacional de México, pasando unos cuantos kilómetros debajo de la estación de dicho ferrocarril, para tomar en un punto adecuado, por medio de una conexión, especial, los rieles el Central Mexicano, en cuya estación desembarcaría, por no estar aún terminadas las construcciones del primero de dichos ferrocarriles en la estación respectiva. En ella, sin embargo, la Compañía hizo construir un hermoso arco de madera, revestido artísticamente, y dirigido por el ingeniero D. Felipe Bécquer, y que fue muy alabado por la corrección arquitectónica de su estilo romano. Bajo dicho arco pasó el tren presidencial. (La Sombra de Arteaga... 1903). Otro arco fue construido en la entrada sur de la calzada Colón en su extremo norte [Zaragoza esquina con Juárez] se encontraba un arco formado con canastas de mimbre y otras figuras del mismo material, así como de carrizo y bejuco, elaborados en Tequisquiapan. En el extremo sur de de la calle de la Academia se encontraba otro arco formado con “musgo y flores, con profusión de camelias y gardenias.” Otro arco de “estilo gótico” se colocó en la esquina de la Academia. [Actual Juárez esquina con Independencia PTE.] En el jardín Santa Clara un monumento que costaba de columnas sobre ellas una pirámide trunca con iconos alusivos a la patria y la república. […] “Situada en la esquina de la calle de San Agustín formaba elegante entrada á la 1ª. Calle de Santa Clara.” [Actual Allende y Madero.] La Sombra de Arteaga., ídem). Por su parte los vecinos adornaron sus casa, ventanas, balcones y puertas; la avenida de lo que hoy es Juárez desde Zaragoza hasta Av. Universidad, se adornaron con “mástiles y flámulas tricolores” “franjeadas con guirnaldas y tachonadas con festones de los colores nacionales”. En el Palacio de Gobierno se acondicionaron varios salones para el presidente y su esposa, uno en especial contaba con un piano de concierto para uso de la Sra. Carmen Romero. El ebanista queretano Enrique Durán fue el encargado de realizar moblaje “guardarropa con lunas, cómodas, tocador, lavabo, mesa de centro con su cubierta de mármol.”

Arribo del “cesar de la nación”. El día 20 de diciembre se percibía en la ciudad un movimiento inusual, de carruajes, personas que se dirigían a la Estación del Ferrocarril Central, rondas de policías, de miembros del ejército recorrían las principales calles. La estación del Ferrocarril central lucía engalanada con festones, una alfombra llegaba desde el vestíbulo hasta el andén de pasajeros; los batallones 14º de Infantería y el 7º de Rurales mantenían a la gente controlada formando una cerrada valla. La música del regimiento entonaba marchas marciales; a lo largo de la explanada y de la vía se encontraba una muchedumbre expectante, la calzada Colón hasta el palacio de Gobierno estaba llenas de personas acomodadas en las banquetas. Los empleados y funcionarios públicos acompañaban al Gobernador del Estado. Por otra parte los gobernadores de los estados vecinos en la estación del Ferrocarril Nacional se incorporaron al tren presidencial, volábamos a la crónica: “a las 3 P. M. y fue celebrado con salvas”. […] "Al detenerse el tren en la estación del Central, a las 3 y 50 minutos P. M., y aparecer el Sr. General Díaz en el vestíbulo, una estruendosa aclamación brotó al unísono de millares de pechos, sofocando la salva de artillería, las notas del Himno Nacional y el batir marcha de las bandas. Las campanas de la ciudad repicaban á vuelo. Las damas agitaban sus pañuelos y todos los hombres permanecieron con la cabeza descubierta".

Entrada a la ciudad. Una vez pasados los prolegómenos del recibimiento, palabras de bienvenida e intercambio de saludos y presentaciones de los miembros del gabinete que acompañaban a Díaz, en un carruaje se dirigieron al Palacio de Gobierno siguiendo el trayecto marcado ex profeso. Un largo desfile de carruajes, precedido por docenas de reporteros y fotógrafos entró a la ciudad. Don Porfirio con su sombrero de copa alta y de levita negra, de vez en vez levantaba su mano derecha como un esbozo de saludo a la multitud que le aclamaba con cierta reverencia; era un hombre mítico y hasta legendario, con todo el poder y la autoridad concentrada en el culto a su figura. El redactor del Periódico Oficial describe: "Ventanas, balcones y azoteas se miraban henchidas de espectadores. Las aclamaciones eran incesantes, y de todas partes llovían flores y confeti sobre los carruajes". Desde un balcón del Palacio de Gobierno, Porfirio Díaz de setenta y tres años de edad parecía un patriarca, sin demostrar emociones saludaba a la muchedumbre que se arremolinaba y lo vitoreaba, desde ese punto observó el desfile de la tropa acantonada en la ciudad. Posteriormente acompañado de los miembros de su gabinete y del gobernador anfitrión, en un carruaje descubierto Porfirio Díaz realizó una visita al Hospicio Vergara Y al hospital Civil ubicado en el ex -Beaterio de Santa Rosa de Viterbo.

En las próximas entregas seguiremos con la visita presidencial, reflejo de un grupo humano con sus valores, actitudes y motivaciones. La crónica de aquella época nos dará la oportunidad de recorrer, lugares simbólicos de los queretanos de ayer y hoy. Monumentos, plazas, colegios y fábricas. Enmarcado en un ambiente festivo entre iluminaciones y atmósferas navideñas.



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