/ miércoles 18 de julio de 2018

Qué extraño tan diferente

José Luis de la Vega, 1951-2018, fue uno de los principales autores de nuestra ciudad. Comenzó a escribir entre los años 1971-1973, en el taller literario de Alejandro Aura, impartido en la galería Arte Galerías de Allende, que perteneció a la poeta Paula de Allende, la cual estuvo situada en lo que hoy es la casa de gobierno, a un lado de la Galería Libertad.

Poeta, miembro fundador del SUPAUAQ, activista político, economista, antropólogo, académico, promotor/maestro de la literatura de los jóvenes, su vida giró en un ámbito donde la poesía seguía siendo vista como un divertimento en la ciudad, pero perteneció a un grupo de ruptura conformado por José Luis Sierra Salcedo, Arturo Santana (quien llega de Jalisco en los años 80)*, Fernando Tapia, Tony Vázquez Arellano, Julio César Cervantes “El Diablo”, Blas César Terán Páramo, Augusto Isla Estrada y Juan Antonio Isla Estrada, quienes se dieron a la tarea de encontrar una nueva manera de expresarse a través de la palabra.

Nuestra literatura, por decirlo de algún modo, y sin que esto suene territorial, sólo contaba con publicaciones de diario hacia el siglo XIX, de manera que los autores que comenzaron a dejar trabajo en formato de libro no nacieron sino hasta el primer tercio del siglo XX.

José Luis de la Vega y su generación se circunscriben dentro de esas primeras generaciones de escritores que comenzaron a dejarnos una herencia literaria junto a los nombres de Salvador Alcocer Montes, Florentino Chávez Trejo, Felipe Koh Canul, Francisco Cervantes, Humberto Carreón Hurtado, Pablo Cabrera y Hugo Gutiérrez Vega**, formando una línea de continuidad que nos permite hablar hoy de la poesía publicada en Querétaro hacia el siglo XX, en la cual se puede destacar la pluralidad de las voces y de las expresiones, y línea que, si debemos examinar a detalle haciendo justicia, continúa fluyendo hacia la generación que nacimos en los 70, de la cual espero haya hijos orgullosos dentro de los chamacos que ahora intentan escribir literatura.

Quizás, la última parte de la obra de José Luis de la Vega, sea el trabajo más inquietante que me tocó leer en su momento, las Canciones de la patria me siguen pareciendo una búsqueda incesante por lograr una renovación del lenguaje, una apuesta por dejar atrás las exageraciones en las que el común de los escritores cae, confundiendo la poesía con la grandilocuencia. A su vez, el territorio que aborda al recrear los últimos momentos de vida de los héroes, conecta este trabajo con poemas que en el XIX vivieron su plenitud, dada la situación histórica, de manera que, al presentarnos un rescate temático, se obliga a encontrar el tono épico, un tono que, en nuestra actualidad, carente de la figura del héroe, es un reto de talla para el escritor. Pienso que las Canciones de la patria me siguen inquietando porque su unidad se me revela con el tono de un noticiero de televisión, como si uno estuviera escuchando a López Dóriga dar las noticias de la noche sobre acontecimientos que pasaron hace 200 años. En ello, en esta forma de narrar el poema, encuentro la belleza inusitada de la inteligencia, pues al considerar que la épica actual sólo puede entonarse desde la pantalla chica, José Luis de la Vega descubre un nuevo punto de vista para sentar al lector frente a un libro de poesía.

Junto con José Luis de la Vega, como ya lo mencioné, hay un grupo de escritores que merecen ser leídos y revisados. La poesía ha vivido en esta ciudad como una herencia, de una boca a otra ha llegado hasta nuestros días. Injusto sería no recordar aquí también a Julio César Cervantes “El Diablo”, fallecido una semana antes que José Luis. Injusto sería no mencionar a cada uno de los olvidados que intentaron dejar por lo menos un poco de belleza en la vida. Luis Alberto Arellano tan joven. (Aunque sigo pensándolo un galimatías). Todos y cada uno, independientemente de las posturas o las compradas cajitas de Corn Flakes de las jerarquías, aportaron para que lo que llamamos “literatura queretana”, “literatura local”, “orates de cafetería”, etc., esté aquí para nosotros.

Injusto es también no mencionar la herencia que deja en la formación de nuevos escritores José Luis de la Vega, mostros suyos son Erich Tang, Paula Muñoz Inclán, Jesús Reyes Bustos “El Ciego”, Tzolkin Montiel Ugalde, Cheli Oh, todos decididos a buscar su expresión a través de la palabra escrita, y todos talentosos apostando por encontrar cada día el poema.

Injusto no mencionar la tristeza, lo solo que se siente el mundo cada vez que alguien inteligente y sensible lo deja, porque si algo falta aquí es sabiduría para vivir tratando de no cargar más barcos. Pero en todo caso, José Luis de la Vega fue un poeta, y a los poetas no se los chinga el tiempo, de eso estoy seguro.

*Arturo Santana llega a establecerse en Querétaro iniciando los años 80 del siglo pasado, al primer poeta que conoce es a José Luis de la Vega, y le da a leer su libro inédito Paterna Vía; la calidad del trabajo hace que De la Vega dé el poema a Blas César Terán, quien lo publica por primera vez en el suplemento semanal El ruido de las letras. Este fue el recibimiento que tuvo Arturo Santana como poeta en la ciudad.

**Hugo Gutiérrez Vega también es de Jalisco, al igual que Arturo Santana. Ambos llegaron a completar su formación a la ciudad. (De la Vega Dixit).


José Luis de la Vega, 1951-2018, fue uno de los principales autores de nuestra ciudad. Comenzó a escribir entre los años 1971-1973, en el taller literario de Alejandro Aura, impartido en la galería Arte Galerías de Allende, que perteneció a la poeta Paula de Allende, la cual estuvo situada en lo que hoy es la casa de gobierno, a un lado de la Galería Libertad.

Poeta, miembro fundador del SUPAUAQ, activista político, economista, antropólogo, académico, promotor/maestro de la literatura de los jóvenes, su vida giró en un ámbito donde la poesía seguía siendo vista como un divertimento en la ciudad, pero perteneció a un grupo de ruptura conformado por José Luis Sierra Salcedo, Arturo Santana (quien llega de Jalisco en los años 80)*, Fernando Tapia, Tony Vázquez Arellano, Julio César Cervantes “El Diablo”, Blas César Terán Páramo, Augusto Isla Estrada y Juan Antonio Isla Estrada, quienes se dieron a la tarea de encontrar una nueva manera de expresarse a través de la palabra.

Nuestra literatura, por decirlo de algún modo, y sin que esto suene territorial, sólo contaba con publicaciones de diario hacia el siglo XIX, de manera que los autores que comenzaron a dejar trabajo en formato de libro no nacieron sino hasta el primer tercio del siglo XX.

José Luis de la Vega y su generación se circunscriben dentro de esas primeras generaciones de escritores que comenzaron a dejarnos una herencia literaria junto a los nombres de Salvador Alcocer Montes, Florentino Chávez Trejo, Felipe Koh Canul, Francisco Cervantes, Humberto Carreón Hurtado, Pablo Cabrera y Hugo Gutiérrez Vega**, formando una línea de continuidad que nos permite hablar hoy de la poesía publicada en Querétaro hacia el siglo XX, en la cual se puede destacar la pluralidad de las voces y de las expresiones, y línea que, si debemos examinar a detalle haciendo justicia, continúa fluyendo hacia la generación que nacimos en los 70, de la cual espero haya hijos orgullosos dentro de los chamacos que ahora intentan escribir literatura.

Quizás, la última parte de la obra de José Luis de la Vega, sea el trabajo más inquietante que me tocó leer en su momento, las Canciones de la patria me siguen pareciendo una búsqueda incesante por lograr una renovación del lenguaje, una apuesta por dejar atrás las exageraciones en las que el común de los escritores cae, confundiendo la poesía con la grandilocuencia. A su vez, el territorio que aborda al recrear los últimos momentos de vida de los héroes, conecta este trabajo con poemas que en el XIX vivieron su plenitud, dada la situación histórica, de manera que, al presentarnos un rescate temático, se obliga a encontrar el tono épico, un tono que, en nuestra actualidad, carente de la figura del héroe, es un reto de talla para el escritor. Pienso que las Canciones de la patria me siguen inquietando porque su unidad se me revela con el tono de un noticiero de televisión, como si uno estuviera escuchando a López Dóriga dar las noticias de la noche sobre acontecimientos que pasaron hace 200 años. En ello, en esta forma de narrar el poema, encuentro la belleza inusitada de la inteligencia, pues al considerar que la épica actual sólo puede entonarse desde la pantalla chica, José Luis de la Vega descubre un nuevo punto de vista para sentar al lector frente a un libro de poesía.

Junto con José Luis de la Vega, como ya lo mencioné, hay un grupo de escritores que merecen ser leídos y revisados. La poesía ha vivido en esta ciudad como una herencia, de una boca a otra ha llegado hasta nuestros días. Injusto sería no recordar aquí también a Julio César Cervantes “El Diablo”, fallecido una semana antes que José Luis. Injusto sería no mencionar a cada uno de los olvidados que intentaron dejar por lo menos un poco de belleza en la vida. Luis Alberto Arellano tan joven. (Aunque sigo pensándolo un galimatías). Todos y cada uno, independientemente de las posturas o las compradas cajitas de Corn Flakes de las jerarquías, aportaron para que lo que llamamos “literatura queretana”, “literatura local”, “orates de cafetería”, etc., esté aquí para nosotros.

Injusto es también no mencionar la herencia que deja en la formación de nuevos escritores José Luis de la Vega, mostros suyos son Erich Tang, Paula Muñoz Inclán, Jesús Reyes Bustos “El Ciego”, Tzolkin Montiel Ugalde, Cheli Oh, todos decididos a buscar su expresión a través de la palabra escrita, y todos talentosos apostando por encontrar cada día el poema.

Injusto no mencionar la tristeza, lo solo que se siente el mundo cada vez que alguien inteligente y sensible lo deja, porque si algo falta aquí es sabiduría para vivir tratando de no cargar más barcos. Pero en todo caso, José Luis de la Vega fue un poeta, y a los poetas no se los chinga el tiempo, de eso estoy seguro.

*Arturo Santana llega a establecerse en Querétaro iniciando los años 80 del siglo pasado, al primer poeta que conoce es a José Luis de la Vega, y le da a leer su libro inédito Paterna Vía; la calidad del trabajo hace que De la Vega dé el poema a Blas César Terán, quien lo publica por primera vez en el suplemento semanal El ruido de las letras. Este fue el recibimiento que tuvo Arturo Santana como poeta en la ciudad.

**Hugo Gutiérrez Vega también es de Jalisco, al igual que Arturo Santana. Ambos llegaron a completar su formación a la ciudad. (De la Vega Dixit).


Finanzas

Empresas enfrentan retos para smartshoring

Presidente del Clúster Vórtice IT, Jorge Buitrón indicó que las empresas requieren analizar cuáles son sus necesidades específicas

Local

Pedirá UAQ a Kuri parte del antiguo hospital para proyecto de policlínica

Rectora señaló la importancia de que la universidad pueda abordar y resolver problemas prioritarios en el ámbito de la salud

Elecciones 2024

Rompe Santiago Nieto la neutralidad de UAQ

Aprovechó una conferencia para promoción; “los lineamientos lo permiten”, justifica la rectora

Local

UTEQ con "trajes a la medida" para empresas

La universidad tiene la posibilidad de modificar hasta un 30 por ciento los programas de estudio

Elecciones 2024

Proponen ley de economía circular

Candidatos del PAN al Senado plantean cero tolerancia en delitos ambientales, así como una Ley de la Industria Eléctrica y tasa cero en IVA para actividades de conservación de bosques

Elecciones 2024

Sí a candidatos, no proselitismo: rectora de la UAQ

Amaya Llano explicó que a través del Consejo Universitario se establecieron una serie de lineamientos para el periodo electoral