Todas las tradiciones y costumbres tienen un porqué y un origen, en el caso de las danzas de ritual en nuestro país la gran mayoría derivan de los concheros y ellos emergen de Querétaro, eso afirma la investigación realizada por Rosalba Alejandrina Ulloa Cárdenas, investigadora egresada del Centro de Estudios Arqueológicos de El Colegio de Michoacán.
Su proyecto de investigación “La danza de los concheros en Zapopan, Jalisco: Hacia una definición a través de su cultura material” lo inició en 2017 realizando entrevistas con los que se encontraban en su localidad, en el estado de Jalisco, para luego trasladarse a la Ciudad de México, donde el destino la haría cruzar su camino con Omar Ugalde Rodríguez, joven danzante y heredero de la mesa Unión de Danza Azteca de Querétaro.
Pese a que ambos poseían sus propios conocimientos respecto a la danza de los concheros, su mutuo interés y gusto por esta práctica les permitió profundizar como nunca antes en la historia de los concheros, lo que resultaría para Rosalba en una investigación antropológica innovadora que compara a los grupos de esta danza ritual de diferentes regiones; y para Omar, un mayor conocimiento y apreciación para la tradición que sus antepasados lucharon por preservar vivo.
En su tesis, Rosalba realiza una reconstrucción histórica con la finalidad de rescatar, no sólo desde la historia o desde la arqueología, sino desde un sentido evolutivo de esta práctica sociocultural, lo que permite a los lectores comprender el porqué esta tradición se mantiene igual de fuerte que hace 400 años.
Partió desde la búsqueda de la identidad de estos grupos, para ella resultaba primordial poder desarrollar, conceptualmente, la definición de un conchero. “Hay grupos de danzantes que no se asumen como concheros, es decir, no se nombran como tal o portan el escudo en su estandarte, pero sus prácticas coinciden con quienes sí acuñan el nombre. Ahí yo me empecé a preguntarme cuál era el punto de coyuntura en la identidad que no están reconociendo pero sí lo siguen usando; o sea, a mí me llamaba mucho la atención que hay grupos que se identifican como concheros, pero no utilizan el instrumento”, expresó la investigadora.
“Para esto [la reconstrucción de la identidad de los concheros] yo tuve que hacer un recorrido histórico, el cual me trajo aquí, a Querétaro. De lo que pude recuperar me di cuenta que Querétaro es el lugar donde nacen todas las danzas y de donde derivan todos los grupos [de concheros]”, puntualizó.
Este descubrimiento le permitió generar comparativos entre los grupos. Ella se percató de la transformación de los atuendos, cómo los grupos fueron modificando la manera en que se presentaban para ejecutar la danza, y cómo factores religiosos, económicos e ideológicos impactaron en esta evolución.
Hay elementos que fueron modificados por cuestiones de presupuesto, por ejemplo las telas con las que se realizaban los atuendos o los materiales de los instrumentos, las telas o las maderas llegaron a un punto en que no eran costeables para estos grupos, por lo que empezaron a optar por materia prima más accesible como la lámina, en el caso de los instrumentos, y telas con menos detalles, en el caso de los vestuarios.
“Gracias a Omar me percaté que el uso de las pelucas no era algo meramente estético; sino que poseía su significado histórico”, señaló la antropóloga. “Cuando llegaron los invasores españoles, ellos notaron que el punto débil de las mujeres era su cabello largo; así que de la cabellera las sometían para violarlas o desarmarlas”, aportó Omar al comentario de Rosalba, “por esto mismo mis ancestros tomaron la decisión de que a las mujeres se les cortaría el cabello y se fabricarían pelucas para que sean utilizadas por los hombres y cuando los españoles quieran ir por ellas, los hombres serían los señuelos y los sorprenderían en el campo de batalla”.
Pese a que hoy en día, el uso de las pelucas entre los danzantes es variable, tanto la antropóloga y el danzante aseguran que su aporte simbólico e histórico supera a lo estético.
Un factor que motivó la construcción de ésta investigación, fue que Rosalba identificó que todos los trabajos previos se enfocaban en los mismos temas. “Se quedaban en lo general y no profundizaban. Realmente no se comprometían en entender la realidad de la comunidad y el porqué de sus prácticas”, señaló la investigadora, “también muchos de los investigadores buscan el elemento exótico e ignoran la existencia de la otredad. A lo largo de las entrevistas que realicé, me percaté que a los danzantes se les había estado tachando de gente ignorante, de gente sin estudios o que no tienen idea alguna de lo que están haciendo; sin embargo, son una comunidad que poseen un conocimiento ancestral, y si realmente como sociedad nos dieramos la oportunidad de voltear y conocerlos, nos llevaríamos una sorpresa enorme.
“Creo que algo que me sorprendió mucho a mí, y también a la comunidad, fue que siempre que se acercan reporteros o investigadores con nosotros, nunca dejan de hacer preguntas. Siempre es lo primero que hacen, preguntas, preguntas y más preguntas, y a parte nunca se callan. Pero Rosalba no, ella cuando llegó no preguntó nada, solo llegó y se puso a observarnos, como que primero quiso comprender, de manera muy respetuosa, lo que estaba presenciando, tomando fotos o notas, y ya después, preguntó. Aunque he de decir que con el paso del tiempo ni era necesario preguntar porque la gente solita se acercaba a ella”, expresó Omar.
La investigación de momento se encuentra en proceso de publicación de forma editorial para su distribución por el país. El 07 de septiembre se realizó un primer conversatorio en la Galería Libertad correspondiente a la temática de la investigación, desde la historia de la danza de los concheros, los elementos de esta danza, la construcción de la investigación, la visión antropológica, etcétera.
Y como todos los años, se realiza la invitación, sin importar que sean danzantes o no, a participar en las actividades en honor a La Santa Cruz, sea visitando el oratorio o en el Templo de La Cruz.
Herencia viva
Es evidente que las fiestas en honor a La Santa Cruz se avecinan, en el oratorio de la familia de Omar, ubicado en el barrio de La Cruz, se encuentra material con el que han estado practicando. Omar comenta que durante esas fiestas han llegado a recibir hasta 700 personas de diferentes partes de México y otros países, y por el limitado espacio es evidente que no todos tienen un espacio para dormir dentro del lugar; sin embargo, el sentido de comunidad es tan fuerte que algunos optan por descansar en la acera. Ese ha sido su estilo de vida desde que estaba en el vientre de su madre, y hoy en día no hay nada que lo separe de su familia danzante.
El origen de los concheros conlleva un peso histórico que va más allá de nuestra comprensión, se llama así a los grupos de danza ritual que tiene raíces sincréticas (tanto prehispánicas como cristianas), y está vinculado a diversas fiestas religiosas.
“Fue supervivencia”, expresa Omar refiriéndose a la alianza que grupos indígenas hicieron con los españoles en la época de la Conquista: “muchos compañeros danzantes tratan a Conín como un traidor, pero si nos ponemos en el contexto histórico, no es que él no haya querido luchar, si lo hacía se hubiera quedado sin descendencia, mi familia no existiría. Fue una estrategia muy inteligente porque hasta al día de hoy nos mantenemos presentes”.
Omar expresa que la mesa a la que pertenece, Unión de Danza Azteca de Querétaro, es la más longeva de la que se tiene registro. De acuerdo con él, su establecimiento data del 17 de agosto de 1558 por Julián Campos, sacerdote chichimeca y caudillo real, además de ser sobrino nieto de Conín.
En el oratorio tienen la cruz que dio comienzo a esta tradición ancestral. Es una reliquia de aproximadamente 465 años, explica el danzante, y fue con esa cruz con la que se empezó a evangelizar a los danzantes de Querétaro y Michoacán, esencialmente.
La cruz, originalmente, era más pequeña. Su madera es de un café mucho más claro y en el centro tiene el rostro de Cristo. Hace aproximadamente 80 años, el abuelo de Omar, Manuel Rodríguez Campos, mandó a hacer una cruz de mayor tamaño en donde se insertaría la cruz original; esto con la finalidad de conservar la reliquia familiar por muchas generaciones más.
Una particularidad que posee la cruz original, señala Omar, es que quedaron inmortalizadas las huellas de uno de sus ancestros. “En la madera se pueden ver un par de huellas, sobre todo en la parte inferior donde se sujetaba la cruz. Parece como si tuvieran rastros de sangre, pero no estamos seguros; ya la hemos limpiado y las huellas se borran por unas horas pero siempre regresan. Me gusta creer que es mi ancestro negándose a dejar de bailar, en fin y al cabo, los danzantes siempre hemos sido rebeldes”.
Sobre la fiesta de la Santa Cruz
Con cantos, música y ofrendas los concheros queretanos inician la celebración el 12 de septiembre en sus capillas, durante la velada de ese día llaman a sus antepasados para arrancar con el acontecimiento más importante para su tradición: la fiesta de la Santa Cruz de los Milagros.
Esa noche los miembros se reúnen en sus oratorios para entonar alabanzas y tocar sus conchas frente a los altares, y así recibir la guía de los que ya se han ido de este plano existencial.
“Cuando se hacen presentes te hablan al oído, te tocan el hombro, te besan la majilla y te acarician la cabeza”, ha dicho en otra entrevista Omar Ugalde quien asegura que, aunque la danza es la parte más vistosa de su celebración, la Velación de las ánimas – como llaman a este ritual– es lo más importante para ellos.
Y es que en la velación, los concheros afirman que se hacen presentes sus antepasados a quienes les piden consejos sobre los rituales y danzas de los siguientes días, e incluso muchos aprovechan el momento para desahogarse y recibir orientación sobre sus propias vidas.
La Fiesta de la Santa Cruz de los Milagros se celebra en Querétaro cada año en los barrios de La Cruz y San Francisquito, del 12 al 15 de septiembre.
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Agrupados en alrededor de 23 mesas de concheros, los danzantes dan continuidad a una tradición que data de 1531, y que tiene como sustento histórico un mito antiguo sobre la fundación de Querétaro.
De acuerdo con el relato, a mitad de un enfrentamiento entre españoles y chichimecas en el cerro de Sangremal – donde actualmente se ubica el Templo de la Cruz–, apareció en el cielo la imagen de Santiago Apóstol junto a una cruz resplandeciente. Ante el extraño suceso, los indígenas exclamaron: “Él es Dios” en señal de reconocimiento de la cruz, que daría por terminada la sangrienta batalla y el comienzo de la conquista política y espiritual de los españoles.