El colectivo “Restauradoras con Glitter” conformado por mujeres especialistas en conservación y restauración del patrimonio cultural, emitieron ayer una carta dirigida al presidente de la República y a la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, en la que manifiestan su postura ante el plan de construcción y reparación del Ángel de la Independencia, tras las pintas realizadas el pasado 16 de agosto durante la marcha feminista.
Entre las 404 firmantes se encuentran las restauradoras queretanas Analí Núñez y Annelliese Kriebel, quienes en entrevista con DIARIO DE QUERÉTARO hablaron sobre este postulado, donde a través de cinco puntos principales el colectivo dio a conocer su opinión profesional en torno a las implicaciones, así como sus propuestas de acción.
“Se ha hecho demasiado énfasis en los supuestos actos vandálicos de esta manifestación y no propiamente en las causas que lo generaron, de manera que nuestra participación como profesionales [de la conservación] tendrá que ver con darle más peso a lo que se estaba difundiendo en ese momento (…) la Comisión Nacional de los Derechos Humanos determina que un acto simbólico –así se trate de la apropiación e intervención de un monumento– no se puede catalogar o difundir como acto vandálico; [la categorización] deberá realizarse con base en las causas y no en sus efectos”, explicó Núñez sobre uno de los puntos de la carta, donde se aclara que aunque el colectivo no promueve que se realicen pintas sobre los bienes culturales, comprende su importancia social y transgresora.
“Las pintas son un mero síntoma de la violencia desorbitada en que vivimos, y como tal deberían socializarse por los medios para promover la atención del problema de fondo. Sostenemos que su permanencia debe ser un recordatorio palpable de la condenable situación de violencia en nuestro país, y que por ende ninguna deberá ser removida hasta que no se atienda y se dé solución al problema de la violencia de género en nuestro país”, se lee en la misiva.
Analí detalló que para la restauración existen protocolos de acción con los que se determina si hay o no que intervenir un bien material. En caso de que se tenga que hacer, los profesionales deben manifestar por escrito las razones y su justificación.
Por su relevancia social, histórica y simbólica, el colectivo considera que en todo caso, las pintas deben ser documentadas antes de ser removidas, para mantener viva la memoria colectiva, así como vigente la demanda de que es urgente plantear y gestionar soluciones al problema. “Las reacciones de las compañeras también tuvo que ver con el hecho de que rápidamente se cubrió el monumento y se taparon las pintas; se tomó la decisión de que tenía que intervenirse inmediatamente, cosa que no ocurre generalmente (…) independientemente de cualquier tipo de intervención a la que nos enfoquemos, tenemos que registrar siempre la historicidad del objeto, siempre tiene que quedar legible por lo que ha pasado el bien. Es muy probable que [el Gobierno] no determine que esas pintas se queden ahí, sin embargo, su documentación y registro son parte fundamental de la memoria de ese objeto, y siempre hay que documentar y en este caso no tendría por qué ser la excepción, tomando en cuenta además que se trata de una manifestación muy clara, muy legítima y que además nos atañe a nosotras”, aseveró Analí. Kriebel anunció que la agrupación pretende hacer todo el registro de las pintas, y posiblemente su documentación “se convierta en una publicación.
Incuso hemos considerado que pueda realizarse una exposición en el Museo Memoria y Tolerancia para hacerlo público”.
En el documento, las Restauradoras con Glitter señalan que ningún profesional de la conservación debe prestarse a realizar a la intervención de remoción de las pintas hasta que el Gobierno Federal garantice la seguridad de las mujeres en el territorio mexicano, así como resultados visibles en la reducción y castigo de la violencia de género.