/ lunes 8 de abril de 2019

Rod Stewart, 1989; la caída del muro

El movimiento de rock nacional continuaba sus conquistas culturales, de las que esta tierra del Bajío pronto se vio relegada

“Teníamos la loca idea de que con la llegada de Rod Stewart iba a ver un boom, más apertura, una oportunidad de que los grupos queretanos se institucionalizaran, pero no fue así”, reflexionaba Francisco González, mejor conocido en los circuitos del rock queretano como “Gori”, acerca de la llegada a Querétaro del cantante con raíces escocesas y el poco impacto que representaron los dos conciertos que ofreció, en 1989, para la escena musical de esta ciudad.

Aquella declaración, publicada en el reportaje “Eso que llaman QueretaRock” en las páginas de este diario (10 de julio de 2013), reflejaba la frustración de quien había dedicado su vida a la difusión de la música de rock local y a la organización de tocadas y conciertos de este género en Querétaro. Y es que las expectativas que trajo Stewart a estas tierras fueron altas.

Es la puerta que por fin que se está abriendo, ya era hora (…) ya estamos listos para un concierto, ya es el momento de que podamos, ya no queremos ser tercermundistas en el rock, ojalá podamos entrar

Luis de Llano Macedo/Productor

Out of order fue el nombre de la gira con la que el británico volteó a ver a México. En abril de 1989, tres fueron la ciudades mexicanas que pisó el músico: Monterrey (7 de abril), Guadalajara (12 de abril) y, al no lograr el permiso de las autoridades de gobierno para celebrar un concierto de este tamaño en el entonces Distrito Federal, los organizadores optaron por Querétaro (9 de abril), que se convertiría en la sorpresa de aquella visita.

De estas ciudades, sólo la del Bajío logró tener una fecha más. La demanda orilló a los organizadores a ofrecer un segundo concierto para el 10 de abril. En total, según registros de prensa de la época, 100 mil fanáticos fueron testigos de lo ofrecido por Stewart en el estadio Corregidora, 65 mil de ellos estuvieron presentes en el primer show, celebrado un domingo. Personas provenientes del Distrito Federal, Guanajuato, Puebla, San Luis Potosí, Estado de México y hasta de Quintana Roo, se contaron entre los presentes.

Fotos: archivo DIARIO DE QUERÉTARO

El muro

Han pasado tres décadas de aquellas presentaciones, que han sido calificadas como el “parteaguas” en la historia de las presentaciones de rock en México.

“Es la puerta que por fin se está abriendo, ¡ya era hora! (…) Ya estamos listos para un concierto, ya es el momento de que podamos, ya no queremos ser tercermundistas en el rock, ojalá podamos entrar”, expresaba el productor Luis de Llano Macedo, en una entrevista realizada por Óscar Cadena, transmitida por Televisa en un programa especial de Cámara infraganti en 1989, en torno a los shows en Querétaro del intérprete de Hot Legs.

La historia parece haberle dado la razón, el muro había caído y Querétaro era el epicentro de aquel derrumbe; sin embargo, “la Berlín mexicana” fue la menos beneficiada de esa apertura para las presentaciones masivas de rock.

El Festival Avandaro, organizado en septiembre de 1971, recuerda el doctor en Comunicación y profesor investigador en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), Sergio Rivera Magos, generaría un prejuicio social respecto a las concentraciones masivas de jóvenes en torno al rock. Los gobiernos priistas, con la matanza de estudiantes del 68 a cuestas, habrían restringido la celebración de conciertos de rock multitudinarios.

Es ahí donde radica la importancia de los shows ofrecidos por Stewart, por ello el gran poder de convocatoria que se reportó en Querétaro, añade el entrevistado, quien además fue testigo de los dos conciertos que el británico ofreció en la capital queretana.

“Era importante el concierto por la carga simbólica que tenía. No solo era el fan que quería ir a ver a Rod Stewart, sino el mensaje que la etapa oscura, de cierta represión al rock mexicano, (…) había terminado, no oficialmente, pero simbólicamente había terminado y estábamos listos para tener este formato de concierto de estadio”, señala Rivera Magos.

En el mundo, el rock de estadio ya alcanzaba gran popularidad. El documental Seven Ages of Rock, de la cadena BBC, atribuye la creación de este tipo de espectáculos a la legendaria banda Led Zepellin, quienes a inicios de los 70 estructuraron sus conciertos conforme a la demanda de los grandes aforos. Sin embargo, en agosto de 1965, fueron Los Beatles los primeros en llenar un estadio para una presentación en el Shea Stadium.

Fotos: archivo DIARIO DE QUERÉTARO

Los shows de Stewart fueron la coronación de intentos previos por “derribar la puerta” en México. El primer gran antecedente es Puebla, quien se convirtió, una década después del mítico Avandaro, en anfitrión del grupo Queen. El 17 de octubre de 1981 los ingleses pisaron la cancha del estadio Ignacio Zaragoza, en donde hasta “zapatazos” hubo. Un sombrero de paja que Freddie Mercury ostentó en algún momento del show, habría herido susceptibilidades del público.

En noviembre de 1988, la ciudad de León, Guanajuato recibió al guitarrista Carlos Santana. El Bajío sacaba “el pico y el mazo” para seguir golpeando “el muro”. En aquella presentación, recuerda el locutor de Radio y Televisión Querétaro, Paco Sosa, los teloneros fueron Kenny y los eléctricos y Ritmo peligroso, “que estaban muy fuertes en el rock mexicano”, acota.

Ya entrada la década de los 90 la puerta se abrió y nunca se ha vuelto a cerrar; llegó el Tratado de Libre Comercio (1994) y con el impulso comercial han llegado todos los grandes de la música internacional. La Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, con su infraestructura y concentración demográfica, han sido los más beneficiados.

Además, la capital mexicana se convertiría, a la postre, en una de las ciudades con mayor número de eventos masivos musicales.

Según el reporte anual de Pollstar (publicación comercial para la industria del concierto), citado por el periódico El Economista en su versión digital, el Auditorio Nacional se alzó en 2017 como el líder mundial en su categoría: “Theatre Venues con menos de 10,000 asientos”, al vender 1 millón 466, 180 boletos.

Mientras que el Foro Sol vendió, en ese mismo año, 1 millón 049, 030 boletos, que lo colocó como el recinto más exitoso en la categoría “Outdoor Stadiums Festival Sites”.

“Los eventos masivos o musicales hicieron posible vivir ese placer de identificación que tiene la música. De alguna manera era poder escenificar las identidades roqueras de aquel tiempo (…) como sucede ahora, con una masa de aficionados”, destaca Jesús Estrada Milán, maestro en Estudios Culturales por el Colegio de la Frontera y sociólogo por la UAQ.

El rock mexicano

Los conciertos de Rod Stewart surgieron en medio de una serie de cambios en la música mexicana. Las cosechas del movimiento de roqueros en el país, que comenzaron desde la Ciudad de México en los 80, tomaron fuerza con el denominado “Rock en tu idioma”. Este esfuerzo se materializó en voz de Caifanes, Alquimia, Maldita Vecindad, Neón, Los Amantes de Lola, Bon y los Enemigos del Silencio, Fobia, Ritmo Peligroso, Rostros Ocultos, entre otros.

La batuta la tomó Jalisco, quien con su “rock tapatío” presumía a figuras como Rita Guerrero (Santa Sabina), Kenny (“la de los Eléctricos”), Sombrero Verde (ahora Maná), y otros más.

Una década después, a finales de los 90, Monterrey cristalizaría su propio movimiento: “La avanzada regia”, este se conformó de bandas como Control Machete, Zurdok, Jumbo, Plastilina Mosh, Cabrito Vudú, y una larga lista de músicos y grupos, muchos de ellos aún vigentes. Querétaro se quedaría al margen y nunca consolidó un movimiento similar.

“Lo de Rod Stewart en Querétaro fue obra del azar, de la casualidad, de la circunstancia, no es que estuviera incluido en el circuito de lugares para presentar rock, sino que en ese entonces, el D.F. no logró organizar este concierto”, enfatiza Rivera Magos.

Querétaro, tras la fiesta que generó el británico, no superó la resaca y capitalizó muy poco de lo generado por estas presentaciones. Y es que el estadio Corregidora no vería la presencia de otro cantante hasta 1993, año en que recibió a Luis Miguel; el llamado “Sol de México” repitió concierto en el coso mundialista en diciembre de 1994. Sin embargo, el rock masivo seguía sin aparecer.

Fotos: archivo DIARIO DE QUERÉTARO

¿Y la escena local?

El género musical en la ciudad seguía en el underground y mantenía casi los mismos espacios que había conquistado a principios de los 70.

El fallecido artista plástico y promotor musical, Julio César Cervantes “El Diablo”, recordó, en el ya citado reportaje “Eso que llaman Queretarock”, que este género musical “se mantuvo siempre en las famosas tardeadas en el Club de Leones (ahora convertido en albergue), en el salón Concordia, en el Patinarama (hoy salón Chamali)…” y no saldrían de ahí hasta la década del 90.

Otra de las zonas en las que el rock emergía en Querétaro fue Carrillo Puerto. La que ahora es una de las siete delegaciones capitalinas albergó eventos musicales a finales de los 70 y principios de los 80. Grupos como Enigma o Tree Souls in My Mind tocaron ahí, entre el olor a estiércol y tierra de la zona, que aún mantenía un aspecto rural.

Al mismo tiempo, en Lomas de Casa Blanca y San Francisquito se gestaba un movimiento de heavy metal. Para los 80, estas iniciativas se coronaban con tres grupos representativos de la escena local: Gypsi (Carrillo Puerto); Limones Punk (San Francisquito) y Six Beer (Lomas de Casa Blanca), los dos últimos grupos enlistados aún intentan mantener vivo su espíritu roquero.

Fotos: archivo DIARIO DE QUERÉTARO

Este mismo movimiento organizó tocadas multitudinarias en el estacionamiento del Corregidora, de 1992 al 2004, con grupos de la escena underground de todo el país.

El fin de este movimiento pareció dar paso al rock masivo foráneo, al que Querétaro volvió a recibir. Air Supply (2006), Scorpions (2008) y Riders of the Storm, conformada por los exmiembros de The Doors (2009), fueron los primeros grandes en volver a estas tierras. La plaza de toros Santa María y el auditorio Josefa Ortiz de Domínguez, las sedes elegidas. Megadeth y Korn tomaron el referido recinto taurino más tarde, en 2016.

El Festival Pulso GNP, cuyos esfuerzos similares se remontan al Reventour Estrella (2010) y al Corona Music Fest (2011 y 2012), trajo bandas de la talla de MGMT y The Vaccines el año pasado. Este año, la misma iniciativa presume a Interpol como su banda principal.

Mientras tanto, la escena del rock local carece de un movimiento organizado, algunos grupos con proyección nacional como Little Jesus y Odisseo presumen entre sus miembros a músicos hechos en Querétaro, pero aún la ciudad espera una cosecha mayor.

Fotos: archivo DIARIO DE QUERÉTARO

“Teníamos la loca idea de que con la llegada de Rod Stewart iba a ver un boom, más apertura, una oportunidad de que los grupos queretanos se institucionalizaran, pero no fue así”, reflexionaba Francisco González, mejor conocido en los circuitos del rock queretano como “Gori”, acerca de la llegada a Querétaro del cantante con raíces escocesas y el poco impacto que representaron los dos conciertos que ofreció, en 1989, para la escena musical de esta ciudad.

Aquella declaración, publicada en el reportaje “Eso que llaman QueretaRock” en las páginas de este diario (10 de julio de 2013), reflejaba la frustración de quien había dedicado su vida a la difusión de la música de rock local y a la organización de tocadas y conciertos de este género en Querétaro. Y es que las expectativas que trajo Stewart a estas tierras fueron altas.

Es la puerta que por fin que se está abriendo, ya era hora (…) ya estamos listos para un concierto, ya es el momento de que podamos, ya no queremos ser tercermundistas en el rock, ojalá podamos entrar

Luis de Llano Macedo/Productor

Out of order fue el nombre de la gira con la que el británico volteó a ver a México. En abril de 1989, tres fueron la ciudades mexicanas que pisó el músico: Monterrey (7 de abril), Guadalajara (12 de abril) y, al no lograr el permiso de las autoridades de gobierno para celebrar un concierto de este tamaño en el entonces Distrito Federal, los organizadores optaron por Querétaro (9 de abril), que se convertiría en la sorpresa de aquella visita.

De estas ciudades, sólo la del Bajío logró tener una fecha más. La demanda orilló a los organizadores a ofrecer un segundo concierto para el 10 de abril. En total, según registros de prensa de la época, 100 mil fanáticos fueron testigos de lo ofrecido por Stewart en el estadio Corregidora, 65 mil de ellos estuvieron presentes en el primer show, celebrado un domingo. Personas provenientes del Distrito Federal, Guanajuato, Puebla, San Luis Potosí, Estado de México y hasta de Quintana Roo, se contaron entre los presentes.

Fotos: archivo DIARIO DE QUERÉTARO

El muro

Han pasado tres décadas de aquellas presentaciones, que han sido calificadas como el “parteaguas” en la historia de las presentaciones de rock en México.

“Es la puerta que por fin se está abriendo, ¡ya era hora! (…) Ya estamos listos para un concierto, ya es el momento de que podamos, ya no queremos ser tercermundistas en el rock, ojalá podamos entrar”, expresaba el productor Luis de Llano Macedo, en una entrevista realizada por Óscar Cadena, transmitida por Televisa en un programa especial de Cámara infraganti en 1989, en torno a los shows en Querétaro del intérprete de Hot Legs.

La historia parece haberle dado la razón, el muro había caído y Querétaro era el epicentro de aquel derrumbe; sin embargo, “la Berlín mexicana” fue la menos beneficiada de esa apertura para las presentaciones masivas de rock.

El Festival Avandaro, organizado en septiembre de 1971, recuerda el doctor en Comunicación y profesor investigador en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), Sergio Rivera Magos, generaría un prejuicio social respecto a las concentraciones masivas de jóvenes en torno al rock. Los gobiernos priistas, con la matanza de estudiantes del 68 a cuestas, habrían restringido la celebración de conciertos de rock multitudinarios.

Es ahí donde radica la importancia de los shows ofrecidos por Stewart, por ello el gran poder de convocatoria que se reportó en Querétaro, añade el entrevistado, quien además fue testigo de los dos conciertos que el británico ofreció en la capital queretana.

“Era importante el concierto por la carga simbólica que tenía. No solo era el fan que quería ir a ver a Rod Stewart, sino el mensaje que la etapa oscura, de cierta represión al rock mexicano, (…) había terminado, no oficialmente, pero simbólicamente había terminado y estábamos listos para tener este formato de concierto de estadio”, señala Rivera Magos.

En el mundo, el rock de estadio ya alcanzaba gran popularidad. El documental Seven Ages of Rock, de la cadena BBC, atribuye la creación de este tipo de espectáculos a la legendaria banda Led Zepellin, quienes a inicios de los 70 estructuraron sus conciertos conforme a la demanda de los grandes aforos. Sin embargo, en agosto de 1965, fueron Los Beatles los primeros en llenar un estadio para una presentación en el Shea Stadium.

Fotos: archivo DIARIO DE QUERÉTARO

Los shows de Stewart fueron la coronación de intentos previos por “derribar la puerta” en México. El primer gran antecedente es Puebla, quien se convirtió, una década después del mítico Avandaro, en anfitrión del grupo Queen. El 17 de octubre de 1981 los ingleses pisaron la cancha del estadio Ignacio Zaragoza, en donde hasta “zapatazos” hubo. Un sombrero de paja que Freddie Mercury ostentó en algún momento del show, habría herido susceptibilidades del público.

En noviembre de 1988, la ciudad de León, Guanajuato recibió al guitarrista Carlos Santana. El Bajío sacaba “el pico y el mazo” para seguir golpeando “el muro”. En aquella presentación, recuerda el locutor de Radio y Televisión Querétaro, Paco Sosa, los teloneros fueron Kenny y los eléctricos y Ritmo peligroso, “que estaban muy fuertes en el rock mexicano”, acota.

Ya entrada la década de los 90 la puerta se abrió y nunca se ha vuelto a cerrar; llegó el Tratado de Libre Comercio (1994) y con el impulso comercial han llegado todos los grandes de la música internacional. La Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, con su infraestructura y concentración demográfica, han sido los más beneficiados.

Además, la capital mexicana se convertiría, a la postre, en una de las ciudades con mayor número de eventos masivos musicales.

Según el reporte anual de Pollstar (publicación comercial para la industria del concierto), citado por el periódico El Economista en su versión digital, el Auditorio Nacional se alzó en 2017 como el líder mundial en su categoría: “Theatre Venues con menos de 10,000 asientos”, al vender 1 millón 466, 180 boletos.

Mientras que el Foro Sol vendió, en ese mismo año, 1 millón 049, 030 boletos, que lo colocó como el recinto más exitoso en la categoría “Outdoor Stadiums Festival Sites”.

“Los eventos masivos o musicales hicieron posible vivir ese placer de identificación que tiene la música. De alguna manera era poder escenificar las identidades roqueras de aquel tiempo (…) como sucede ahora, con una masa de aficionados”, destaca Jesús Estrada Milán, maestro en Estudios Culturales por el Colegio de la Frontera y sociólogo por la UAQ.

El rock mexicano

Los conciertos de Rod Stewart surgieron en medio de una serie de cambios en la música mexicana. Las cosechas del movimiento de roqueros en el país, que comenzaron desde la Ciudad de México en los 80, tomaron fuerza con el denominado “Rock en tu idioma”. Este esfuerzo se materializó en voz de Caifanes, Alquimia, Maldita Vecindad, Neón, Los Amantes de Lola, Bon y los Enemigos del Silencio, Fobia, Ritmo Peligroso, Rostros Ocultos, entre otros.

La batuta la tomó Jalisco, quien con su “rock tapatío” presumía a figuras como Rita Guerrero (Santa Sabina), Kenny (“la de los Eléctricos”), Sombrero Verde (ahora Maná), y otros más.

Una década después, a finales de los 90, Monterrey cristalizaría su propio movimiento: “La avanzada regia”, este se conformó de bandas como Control Machete, Zurdok, Jumbo, Plastilina Mosh, Cabrito Vudú, y una larga lista de músicos y grupos, muchos de ellos aún vigentes. Querétaro se quedaría al margen y nunca consolidó un movimiento similar.

“Lo de Rod Stewart en Querétaro fue obra del azar, de la casualidad, de la circunstancia, no es que estuviera incluido en el circuito de lugares para presentar rock, sino que en ese entonces, el D.F. no logró organizar este concierto”, enfatiza Rivera Magos.

Querétaro, tras la fiesta que generó el británico, no superó la resaca y capitalizó muy poco de lo generado por estas presentaciones. Y es que el estadio Corregidora no vería la presencia de otro cantante hasta 1993, año en que recibió a Luis Miguel; el llamado “Sol de México” repitió concierto en el coso mundialista en diciembre de 1994. Sin embargo, el rock masivo seguía sin aparecer.

Fotos: archivo DIARIO DE QUERÉTARO

¿Y la escena local?

El género musical en la ciudad seguía en el underground y mantenía casi los mismos espacios que había conquistado a principios de los 70.

El fallecido artista plástico y promotor musical, Julio César Cervantes “El Diablo”, recordó, en el ya citado reportaje “Eso que llaman Queretarock”, que este género musical “se mantuvo siempre en las famosas tardeadas en el Club de Leones (ahora convertido en albergue), en el salón Concordia, en el Patinarama (hoy salón Chamali)…” y no saldrían de ahí hasta la década del 90.

Otra de las zonas en las que el rock emergía en Querétaro fue Carrillo Puerto. La que ahora es una de las siete delegaciones capitalinas albergó eventos musicales a finales de los 70 y principios de los 80. Grupos como Enigma o Tree Souls in My Mind tocaron ahí, entre el olor a estiércol y tierra de la zona, que aún mantenía un aspecto rural.

Al mismo tiempo, en Lomas de Casa Blanca y San Francisquito se gestaba un movimiento de heavy metal. Para los 80, estas iniciativas se coronaban con tres grupos representativos de la escena local: Gypsi (Carrillo Puerto); Limones Punk (San Francisquito) y Six Beer (Lomas de Casa Blanca), los dos últimos grupos enlistados aún intentan mantener vivo su espíritu roquero.

Fotos: archivo DIARIO DE QUERÉTARO

Este mismo movimiento organizó tocadas multitudinarias en el estacionamiento del Corregidora, de 1992 al 2004, con grupos de la escena underground de todo el país.

El fin de este movimiento pareció dar paso al rock masivo foráneo, al que Querétaro volvió a recibir. Air Supply (2006), Scorpions (2008) y Riders of the Storm, conformada por los exmiembros de The Doors (2009), fueron los primeros grandes en volver a estas tierras. La plaza de toros Santa María y el auditorio Josefa Ortiz de Domínguez, las sedes elegidas. Megadeth y Korn tomaron el referido recinto taurino más tarde, en 2016.

El Festival Pulso GNP, cuyos esfuerzos similares se remontan al Reventour Estrella (2010) y al Corona Music Fest (2011 y 2012), trajo bandas de la talla de MGMT y The Vaccines el año pasado. Este año, la misma iniciativa presume a Interpol como su banda principal.

Mientras tanto, la escena del rock local carece de un movimiento organizado, algunos grupos con proyección nacional como Little Jesus y Odisseo presumen entre sus miembros a músicos hechos en Querétaro, pero aún la ciudad espera una cosecha mayor.

Fotos: archivo DIARIO DE QUERÉTARO

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