/ jueves 2 de diciembre de 2021

Sobrevivientes guardan luto por el futuro

El espectador

“El festival de danza contemporánea `No estacionarse, Danza en Movimiento´, creado por Juan Olvera Cordero y Daniela Camacho Trejo-Luna, inició su segunda década con nombres de ensambles que ya no son, sino ellos mismos los fundadores, con danzas en solitario, con coreografías unipersonales, creadas en el confinamiento pandémico. Solo en la divinidad o la excelsitud está permitida y dada la conjunción de la exquisitez de la experiencia con las proezas de la mocedad.”

Preparé la anterior entrada antes de iniciarse la onceava edición del citado festival el 16 de noviembre en el Foro Escénico del Museo de la Ciudad de Querétaro. No pude asistir a la inauguración y la consideré invalidada por ya no constarme los hechos que la respaldarían. Ciertamente iba a asistir prejuiciado, tan solo a que el escenario me validara lo que el programa me llevaba a premeditar. Con la involuntaria ausencia a la primera fecha ideé otra perspectiva sobre la marcha. Al propósito deseché presenciar por segunda vez “Eterno femenino”, habiendo conocido este trabajo en la Temporada de Otoño 2021 del Colegio Nacional de Danza Contemporánea. Del conversatorio en la penúltima fecha saqué el título de esta colaboración. Mientras transcurría la función de cierre, el sábado 20 de noviembre, por parte del grupo Danscoreo —ya mítico para los estándares de la danza queretana— recordé el “teatro del cuerpo” que trajo a Querétaro, en el tránsito secular, durante ocho ediciones el Encuentro Internacional de la guía y mano Teatro Línea de Sombra, con sede en el Teatro del Seguro Social, antes de irse a Pachuca tras reclamos localistas —siquiera una participación “off”— planteados al coordinador del Consejo Estatal de la Cultura y las Artes. El correr de “No guion”, de Francisco Córdova, también me instaló en los espacios públicos —Plaza Constitución— admirando las acrobacias de jóvenes lumpen, trasgrediendo el equilibrio y la gravedad. No vi ausentes pinceladas de performance “emocional”, por los “emos” aferrados a la negrura, que no la oscuridad, con irrebatible claridad. Dada la pasada presentación no-estacionada con “120 noches” y nuevamente con la plantilla más numerosa entre todos los grupos participantes, estuve expectante por el trazo con que Danscoreo ocuparía el amplio espacio del Foro Escénico. Lo ocupó achicándolo y apeñuscándose entre el público que instaló por tres lados, menos el fondo, prescindiendo mayormente de la gradería. Tanta inversión física, tanta compenetración mental, tanta coordinación, tanta disciplina, tanto riesgo, tanta energía… para bailar tan poco; no entiendo. Una sencillísima escenografía, casi neutra, le permite a un nostálgico retraerse a “2001, Odisea del Espacio”, y entonces ver a los intérpretes habitando un hoyo negro, cada uno con su brillo que no alcanza para darle brillantez al espacio.

Mientras llegaba el final de la función clausurante me pregunté por la danza: ¿quién bailó contemporáneo en las tres funciones presenciadas los días 17, 19 y 20 de noviembre en este festival de danza contemporánea?

No es disparatado o inexacto apuntar que el grupo artístico Línea Vertical, encabezado actualmente por Carlota Desirée Mendoza Bardullas, o sea, Charly, nació para y por la danza aérea. Su constancia en esta característica hace predecible su actuación, que una vez al año no hace daño, máxime cuando la repite, o sea, en las ediciones X y XI del festival No Estacionarse presentó “Andanzas”, pero esta vez, miércoles 17 de noviembre, despertando curiosidad e interés por la gitanería subrayada con un saltimbanquismo legüero. Los parlamentos expresados por la actriz Delmy Muñoz, esta vez también bailarina y acróbata, responden y respaldan lo expuesto y visto. “Cultura gitana, eterno misterio a través del tiempo, modo inconfundible de hacer música, con ritmos e interpretaciones propias, cuya oralidad carga la emoción popular. Celebración de vida y muerte con armonía y sentido. Profundidad existencial con energía femenina, liberación de sordidez inhóspita. Canto errante, disperso y oprimido. Eterno vagar para aliviar el dolor de vivir. El pueblo gitano ha hecho de la aflicción y la precariedad los emblemas del virtuosismo artístico.”

Fue el viernes 19 de noviembre cuando en verdad vi danza contemporánea, principalmente por parte de Ana Aboytes con la interpretación de su coreografía “Ghost, breve ensayo sobre la pérdida”. La introspección, ir a su interior para encontrar un tema y despertarlo, darle forma expositiva mediante expresividad dancística que le es posible mediante el movimiento de su cuerpo entrenado con la Técnica Graham, se transportó a “Plateada por dentro”, la coreografía que creó para graduarse en 2012 como ejecutante en el Colegio Nacional de Danza Contemporánea. “Ghost…” lo vi en el Danscoreo Studio en octubre 10 y ciertamente los mayores recursos para la creación escenográfica, esencialmente lumínicos, y la amplitud espacial del Foro Escénico resultaron muy favorecedores para la proyección y expresividad de la intérprete.

En la misma función y también por segunda vez vi “Un ojo al gato”, de y por el coreógrafo Osvaldo Colín. A pesar de ocupar la altura que permiten cinco filas de la gradería en el Foro Escénico, no me percaté del “gato” trazado en el piso del escenario, o sea, mi ojo no fue para ese gato, imperceptible con las líneas cuyo propósito resulta indescifrable, en cambio sí vi la novedad de una perinola para señalar el azar rector y vector de la vida, y la incompetencia del personaje para hacerla girar, obviando un derrotero esquivo, subrayando el garete del albur. Ambos trabajos, aun siendo unipersonales, les resultó favorable la amplitud que no tuvieron en el Danscoreo Studio. La ganona de la noche fue “Sentires después de mí” que tuvo toda la facha de un dueto improvisado para sentir el cuerpo y gozar su movimiento y desplazamiento, proyectando el placer de volver al “plateau”, sentir nuevamente la vibra de un público. Como apuntó el legendario maestro de teatro Gustavo Silva en el turno del conversatorio.

En el respectivo turno conversacional, Sergio Pérez Morales, quizá el bailarín en activo de mayor edad en México, preguntó ¿con qué elementos componen los jóvenes? Extrañados, con una sonrisa Aboytes y Colín se excluyeron de tal categoría, antes de señalar los ingredientes de las improvisaciones presentadas.

En efecto, No estacionarse, Danza en Movimiento, es un festival, que sin ser excluyente, no ha conectado con milenials del contemporáneo, que me consta las hay.

“El festival de danza contemporánea `No estacionarse, Danza en Movimiento´, creado por Juan Olvera Cordero y Daniela Camacho Trejo-Luna, inició su segunda década con nombres de ensambles que ya no son, sino ellos mismos los fundadores, con danzas en solitario, con coreografías unipersonales, creadas en el confinamiento pandémico. Solo en la divinidad o la excelsitud está permitida y dada la conjunción de la exquisitez de la experiencia con las proezas de la mocedad.”

Preparé la anterior entrada antes de iniciarse la onceava edición del citado festival el 16 de noviembre en el Foro Escénico del Museo de la Ciudad de Querétaro. No pude asistir a la inauguración y la consideré invalidada por ya no constarme los hechos que la respaldarían. Ciertamente iba a asistir prejuiciado, tan solo a que el escenario me validara lo que el programa me llevaba a premeditar. Con la involuntaria ausencia a la primera fecha ideé otra perspectiva sobre la marcha. Al propósito deseché presenciar por segunda vez “Eterno femenino”, habiendo conocido este trabajo en la Temporada de Otoño 2021 del Colegio Nacional de Danza Contemporánea. Del conversatorio en la penúltima fecha saqué el título de esta colaboración. Mientras transcurría la función de cierre, el sábado 20 de noviembre, por parte del grupo Danscoreo —ya mítico para los estándares de la danza queretana— recordé el “teatro del cuerpo” que trajo a Querétaro, en el tránsito secular, durante ocho ediciones el Encuentro Internacional de la guía y mano Teatro Línea de Sombra, con sede en el Teatro del Seguro Social, antes de irse a Pachuca tras reclamos localistas —siquiera una participación “off”— planteados al coordinador del Consejo Estatal de la Cultura y las Artes. El correr de “No guion”, de Francisco Córdova, también me instaló en los espacios públicos —Plaza Constitución— admirando las acrobacias de jóvenes lumpen, trasgrediendo el equilibrio y la gravedad. No vi ausentes pinceladas de performance “emocional”, por los “emos” aferrados a la negrura, que no la oscuridad, con irrebatible claridad. Dada la pasada presentación no-estacionada con “120 noches” y nuevamente con la plantilla más numerosa entre todos los grupos participantes, estuve expectante por el trazo con que Danscoreo ocuparía el amplio espacio del Foro Escénico. Lo ocupó achicándolo y apeñuscándose entre el público que instaló por tres lados, menos el fondo, prescindiendo mayormente de la gradería. Tanta inversión física, tanta compenetración mental, tanta coordinación, tanta disciplina, tanto riesgo, tanta energía… para bailar tan poco; no entiendo. Una sencillísima escenografía, casi neutra, le permite a un nostálgico retraerse a “2001, Odisea del Espacio”, y entonces ver a los intérpretes habitando un hoyo negro, cada uno con su brillo que no alcanza para darle brillantez al espacio.

Mientras llegaba el final de la función clausurante me pregunté por la danza: ¿quién bailó contemporáneo en las tres funciones presenciadas los días 17, 19 y 20 de noviembre en este festival de danza contemporánea?

No es disparatado o inexacto apuntar que el grupo artístico Línea Vertical, encabezado actualmente por Carlota Desirée Mendoza Bardullas, o sea, Charly, nació para y por la danza aérea. Su constancia en esta característica hace predecible su actuación, que una vez al año no hace daño, máxime cuando la repite, o sea, en las ediciones X y XI del festival No Estacionarse presentó “Andanzas”, pero esta vez, miércoles 17 de noviembre, despertando curiosidad e interés por la gitanería subrayada con un saltimbanquismo legüero. Los parlamentos expresados por la actriz Delmy Muñoz, esta vez también bailarina y acróbata, responden y respaldan lo expuesto y visto. “Cultura gitana, eterno misterio a través del tiempo, modo inconfundible de hacer música, con ritmos e interpretaciones propias, cuya oralidad carga la emoción popular. Celebración de vida y muerte con armonía y sentido. Profundidad existencial con energía femenina, liberación de sordidez inhóspita. Canto errante, disperso y oprimido. Eterno vagar para aliviar el dolor de vivir. El pueblo gitano ha hecho de la aflicción y la precariedad los emblemas del virtuosismo artístico.”

Fue el viernes 19 de noviembre cuando en verdad vi danza contemporánea, principalmente por parte de Ana Aboytes con la interpretación de su coreografía “Ghost, breve ensayo sobre la pérdida”. La introspección, ir a su interior para encontrar un tema y despertarlo, darle forma expositiva mediante expresividad dancística que le es posible mediante el movimiento de su cuerpo entrenado con la Técnica Graham, se transportó a “Plateada por dentro”, la coreografía que creó para graduarse en 2012 como ejecutante en el Colegio Nacional de Danza Contemporánea. “Ghost…” lo vi en el Danscoreo Studio en octubre 10 y ciertamente los mayores recursos para la creación escenográfica, esencialmente lumínicos, y la amplitud espacial del Foro Escénico resultaron muy favorecedores para la proyección y expresividad de la intérprete.

En la misma función y también por segunda vez vi “Un ojo al gato”, de y por el coreógrafo Osvaldo Colín. A pesar de ocupar la altura que permiten cinco filas de la gradería en el Foro Escénico, no me percaté del “gato” trazado en el piso del escenario, o sea, mi ojo no fue para ese gato, imperceptible con las líneas cuyo propósito resulta indescifrable, en cambio sí vi la novedad de una perinola para señalar el azar rector y vector de la vida, y la incompetencia del personaje para hacerla girar, obviando un derrotero esquivo, subrayando el garete del albur. Ambos trabajos, aun siendo unipersonales, les resultó favorable la amplitud que no tuvieron en el Danscoreo Studio. La ganona de la noche fue “Sentires después de mí” que tuvo toda la facha de un dueto improvisado para sentir el cuerpo y gozar su movimiento y desplazamiento, proyectando el placer de volver al “plateau”, sentir nuevamente la vibra de un público. Como apuntó el legendario maestro de teatro Gustavo Silva en el turno del conversatorio.

En el respectivo turno conversacional, Sergio Pérez Morales, quizá el bailarín en activo de mayor edad en México, preguntó ¿con qué elementos componen los jóvenes? Extrañados, con una sonrisa Aboytes y Colín se excluyeron de tal categoría, antes de señalar los ingredientes de las improvisaciones presentadas.

En efecto, No estacionarse, Danza en Movimiento, es un festival, que sin ser excluyente, no ha conectado con milenials del contemporáneo, que me consta las hay.

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