/ miércoles 20 de mayo de 2020

Sólo la naturaleza cura

Vitral

Entiendo la preocupación, están muriendo miles, decenas de miles de personas en el mundo por causa del Covid-19, pero eso no me quita la idea de que todos los sistemas médicos del mundo deberían estar investigando también a los que no se enferman o a los que son portadores pero no tiene ningún síntoma. ¿Por qué no se enferman, por qué están sanos, cuáles son sus características fisiológicas, corporales, emocionales, sanguíneas, inmunológicas? Lo que hace que esta gente no se enferme debe ser motivo de estudio para de ahí sacar conclusiones que pudieran ser aplicables al resto de las personas, a las que sí han presentado síntomas, pero sobre todo para los que se han agravado por la presencia del virus en su cuerpo. Esta gente que sólo es portadora, pero que no tienen síntomas ni se enferman, debe ser investigada cuidadosamente. La medicina alopática sólo estudia la enfermedad y es comprensible, pero también debe estudiar sobre todo la salud, ésta debe ser su principal objeto de estudio.

Igualmente, para enfrentar esta pandemia, por qué no recurrir a los sistemas naturistas o a las medicinas tradicionales para buscar la recuperación y salud de los enfermos. El naturismo es pura lógica: comer sano, evitar la comida chatarra, limpiar el aire, los mares, la comida que se come, limpiar la mente, las emociones. Todos estos factores pueden incidir en la recuperación de la salud de las personas sin padecer los brutales sufrimientos de la medicina invasiva. Para decenas de miles de personas la hidroterapia, los baños de sol con abluciones, comer frutas y verduras, colocar fajas de barro al vientre para sacar el calor interno, las frotaciones de agua fría al despertar, los tés, pueden ser soluciones viables y salutíferas. Son temas y prácticas estudiadas desde hace mucho tiempo. Desde el siglo XIX importantes naturópatas como Hipócrates, Priessnitz, Kneipp, Kühne, Rickli, Just, Peczely, el Padre Tadeo y Lezaeta Acharán, han planteado y comprobado muchos de sus descubrimientos y técnicas. ¿Por qué no rescatarlos, revisarlos, someterlos a juicio y experimentación? No son locuras, la medicina alopática no es la única que existe ni la única científica. Es valiosa, sin duda, pero existen otras opciones igual de valiosas y efectivas que pueden complementarse unas con otras en la búsqueda de la salud en general, y en particular ante la problemática que plantea la pandemia por Covid-19. La salud también es un asunto personal, es decir, no es sólo cuestión de depositar nuestra salud en manos de un doctor que cuando nos enfermamos vamos a que nos alivie. No, el ser humano debe hacerse responsable de su salud a cada paso, debe ser el principal constructor de ella y no sólo depositarla en manos ajenas, sino hacerse responsable de ella.

Se entiende que por la emergencia, pero llama la atención que no se hable de prevención o cuando menos que no se ponga en ésta un énfasis mucho mayor en contra del Covid-19. Todo se enfoca a la resolución de síntomas, y peor, cuando esos síntomas ya están muy avanzados. Consta en declaraciones públicas que se le ha dicho a la gente que no vayan a los hospitales hasta que ya no puedan respirar. Es un error garrafal. A la par que la curación de síntomas, lo cual es lógico atender primero, debe ir la prevención para que la gente no caiga enferma y no basta con los cubrebocas ni la sana distancia. Es fundamental hablar con más fuerza del papel que juega la alimentación, comer sano, frutas, verduras, hacer ejercicio, caminar al aire libre guardando distancia, evitar los ambientes tóxicos, bajarle a las harinas blancas, a las grasas, a las bebidas embotelladas, a las carnes rojas. ¿Por qué el gobierno no está llevando a cabo una labor preventiva intensa? Se requiere de encargados de la salud pública que no le hagan al artista o al investigador de falsos complots, se requieren verdaderos grupos colegiados en donde más allá de los intereses políticos se pongan al frente los intereses del pueblo, de los pueblos, de las naciones.

A veces pareciera que ya es tarde y que no puede hacerse nada, pero hay que intentarlo. En efecto, en nuestro país hay muchos asuntos pendientes y en espera de arreglo. Uno de ellos es la cuestión de la salud pública. El problema de los hospitales viene de hace mucho tiempo. No se les asigna el presupuesto necesario para levantar más hospitales, contratar más médicos, enfermeras y el personal necesario. Todo el que haya ido a un hospital público sabe lo que es estar esperando horas en urgencias y que no haya cama, tener que esperar enfermo en una silla o en una camilla en el pasillo y ser atendido por médicos cansados, agotados, saturados. Y encima de todo ello aparece el Covid-19, la pandemia que termina de golpear al aparato de salud pública en México. Si ni siquiera para curar se dan abasto, mucho menos está puesto el foco en la cuestión de la prevención.

En una sociedad todo está interrelacionado, no hay nada aislado. La sociedad es un ente complejo en donde interactúan de muchas formas las estructuras que la conforman. Es decir, la salud no es nada más un problema de la medicina, es un tema relacionado con la economía, con las políticas públicas, con cuestiones ideológicas y también culturales. Un pueblo sano está en mayor capacidad de rendir con más energía, claridad y contundencia en todos los aspectos. En cambio, un pueblo enfermo, que tiene los primeros lugares mundiales en obesidad, diabetes y otras enfermedades, es uno que no puede rendir ni para el trabajo ni para la creación. Pero lo peor de todo es saber que después de la pandemia no habrá cambios de fondo estructurales en la situación de la salud pública en México. Desafortunadamente, la crisis económica que vendrá seguirá impidiendo la posibilidad de construir hospitales y de contratar más personal sanitario.

Es el mismo pueblo el que tendrá que buscar las formas para estar más sano, para manejar un criterio preventivo, para no caer en la enfermedad, y ese camino pasa por una vida más sana, natural, por comer sano, beber agua natural, hacer ejercicio, salir a caminar, llevar una vida menos sedentaria, por no tomar tantas bebidas embotelladas y por no comer tantos productos chatarra que dañan la salud. Esto es difícil cuando no hay una cultura ni una promoción masiva y contundente a nivel de política de estado para educar al pueblo. Sin embargo, resolver estas condicionantes y promover salidas, espacios de solución, es urgente. No hay tiempo que perder, el futuro se construye ahora, en el presente, y está de por medio la salud de los bebés, de los niños, los adolescentes y los jóvenes que serán los ciudadanos de mañana, y también la salud de los adultos mayores y ancianos que merecen vivir una vida digna y ser atendidos como se merecen: con profesionalismo y calidad de vida.

https://escritosdealfonsofrancotiscareno.blogspot.com

Entiendo la preocupación, están muriendo miles, decenas de miles de personas en el mundo por causa del Covid-19, pero eso no me quita la idea de que todos los sistemas médicos del mundo deberían estar investigando también a los que no se enferman o a los que son portadores pero no tiene ningún síntoma. ¿Por qué no se enferman, por qué están sanos, cuáles son sus características fisiológicas, corporales, emocionales, sanguíneas, inmunológicas? Lo que hace que esta gente no se enferme debe ser motivo de estudio para de ahí sacar conclusiones que pudieran ser aplicables al resto de las personas, a las que sí han presentado síntomas, pero sobre todo para los que se han agravado por la presencia del virus en su cuerpo. Esta gente que sólo es portadora, pero que no tienen síntomas ni se enferman, debe ser investigada cuidadosamente. La medicina alopática sólo estudia la enfermedad y es comprensible, pero también debe estudiar sobre todo la salud, ésta debe ser su principal objeto de estudio.

Igualmente, para enfrentar esta pandemia, por qué no recurrir a los sistemas naturistas o a las medicinas tradicionales para buscar la recuperación y salud de los enfermos. El naturismo es pura lógica: comer sano, evitar la comida chatarra, limpiar el aire, los mares, la comida que se come, limpiar la mente, las emociones. Todos estos factores pueden incidir en la recuperación de la salud de las personas sin padecer los brutales sufrimientos de la medicina invasiva. Para decenas de miles de personas la hidroterapia, los baños de sol con abluciones, comer frutas y verduras, colocar fajas de barro al vientre para sacar el calor interno, las frotaciones de agua fría al despertar, los tés, pueden ser soluciones viables y salutíferas. Son temas y prácticas estudiadas desde hace mucho tiempo. Desde el siglo XIX importantes naturópatas como Hipócrates, Priessnitz, Kneipp, Kühne, Rickli, Just, Peczely, el Padre Tadeo y Lezaeta Acharán, han planteado y comprobado muchos de sus descubrimientos y técnicas. ¿Por qué no rescatarlos, revisarlos, someterlos a juicio y experimentación? No son locuras, la medicina alopática no es la única que existe ni la única científica. Es valiosa, sin duda, pero existen otras opciones igual de valiosas y efectivas que pueden complementarse unas con otras en la búsqueda de la salud en general, y en particular ante la problemática que plantea la pandemia por Covid-19. La salud también es un asunto personal, es decir, no es sólo cuestión de depositar nuestra salud en manos de un doctor que cuando nos enfermamos vamos a que nos alivie. No, el ser humano debe hacerse responsable de su salud a cada paso, debe ser el principal constructor de ella y no sólo depositarla en manos ajenas, sino hacerse responsable de ella.

Se entiende que por la emergencia, pero llama la atención que no se hable de prevención o cuando menos que no se ponga en ésta un énfasis mucho mayor en contra del Covid-19. Todo se enfoca a la resolución de síntomas, y peor, cuando esos síntomas ya están muy avanzados. Consta en declaraciones públicas que se le ha dicho a la gente que no vayan a los hospitales hasta que ya no puedan respirar. Es un error garrafal. A la par que la curación de síntomas, lo cual es lógico atender primero, debe ir la prevención para que la gente no caiga enferma y no basta con los cubrebocas ni la sana distancia. Es fundamental hablar con más fuerza del papel que juega la alimentación, comer sano, frutas, verduras, hacer ejercicio, caminar al aire libre guardando distancia, evitar los ambientes tóxicos, bajarle a las harinas blancas, a las grasas, a las bebidas embotelladas, a las carnes rojas. ¿Por qué el gobierno no está llevando a cabo una labor preventiva intensa? Se requiere de encargados de la salud pública que no le hagan al artista o al investigador de falsos complots, se requieren verdaderos grupos colegiados en donde más allá de los intereses políticos se pongan al frente los intereses del pueblo, de los pueblos, de las naciones.

A veces pareciera que ya es tarde y que no puede hacerse nada, pero hay que intentarlo. En efecto, en nuestro país hay muchos asuntos pendientes y en espera de arreglo. Uno de ellos es la cuestión de la salud pública. El problema de los hospitales viene de hace mucho tiempo. No se les asigna el presupuesto necesario para levantar más hospitales, contratar más médicos, enfermeras y el personal necesario. Todo el que haya ido a un hospital público sabe lo que es estar esperando horas en urgencias y que no haya cama, tener que esperar enfermo en una silla o en una camilla en el pasillo y ser atendido por médicos cansados, agotados, saturados. Y encima de todo ello aparece el Covid-19, la pandemia que termina de golpear al aparato de salud pública en México. Si ni siquiera para curar se dan abasto, mucho menos está puesto el foco en la cuestión de la prevención.

En una sociedad todo está interrelacionado, no hay nada aislado. La sociedad es un ente complejo en donde interactúan de muchas formas las estructuras que la conforman. Es decir, la salud no es nada más un problema de la medicina, es un tema relacionado con la economía, con las políticas públicas, con cuestiones ideológicas y también culturales. Un pueblo sano está en mayor capacidad de rendir con más energía, claridad y contundencia en todos los aspectos. En cambio, un pueblo enfermo, que tiene los primeros lugares mundiales en obesidad, diabetes y otras enfermedades, es uno que no puede rendir ni para el trabajo ni para la creación. Pero lo peor de todo es saber que después de la pandemia no habrá cambios de fondo estructurales en la situación de la salud pública en México. Desafortunadamente, la crisis económica que vendrá seguirá impidiendo la posibilidad de construir hospitales y de contratar más personal sanitario.

Es el mismo pueblo el que tendrá que buscar las formas para estar más sano, para manejar un criterio preventivo, para no caer en la enfermedad, y ese camino pasa por una vida más sana, natural, por comer sano, beber agua natural, hacer ejercicio, salir a caminar, llevar una vida menos sedentaria, por no tomar tantas bebidas embotelladas y por no comer tantos productos chatarra que dañan la salud. Esto es difícil cuando no hay una cultura ni una promoción masiva y contundente a nivel de política de estado para educar al pueblo. Sin embargo, resolver estas condicionantes y promover salidas, espacios de solución, es urgente. No hay tiempo que perder, el futuro se construye ahora, en el presente, y está de por medio la salud de los bebés, de los niños, los adolescentes y los jóvenes que serán los ciudadanos de mañana, y también la salud de los adultos mayores y ancianos que merecen vivir una vida digna y ser atendidos como se merecen: con profesionalismo y calidad de vida.

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