/ miércoles 7 de octubre de 2020

Tatuaje como arte corporal, la piel a modo de lienzo

Elisa “Rata vieja”, estudiante de la facultad de Bellas Artes de la UAQ, ha pasado de su gusto por la fotografía a documentar con su cámara la modificación de la dermis, experimentar la técnica de la inyección de tinta y ampliar sus límites a través de la plástica. Ahora, busca que el tatuaje sea reconocido entre las demás disciplinas e implementar una materia curricular para su profesionalización

Cuando era más joven Elisa deseaba introducirse en la industria del cine. La idea de participar en los rodajes como guionista le apasionaba, sin embargo, el difícil y costoso acceso a este sector hizo que encontrara en la fotografía otra forma de aproximarse; un arte que con el tiempo, la terminaría vinculando con su vocación actual como artista multidisciplinaria y tatuadora profesional.

Su historia comenzó con su primer tatuaje, dice en entrevista con BARROCO. Desde ese día no pudo parar, y en menos de seis meses ya contaba con una gran colección de ellos sobre la piel. Su fascinación por este proceso la llevó pronto a captar con su cámara las experiencias de otras personas, logrando documentar diferentes reacciones durante la transformación de la dermis, así como las historias y los significados que encerraban esas modificaciones.

Foto: Fernando Reyes | Diario de Querétaro

¿Qué simbolizan? ¿Qué significan? ¿Qué los motiva? Preguntas como estas dieron lugar a un proyecto documental que terminaría llevando a Elisa a cuestionarse si esta pasión que había germinado en su piel y crecido con la fotografía, era lo que ella quería hacer profesionalmente.

Sin embargo, hace diez años la perspectiva que se tenía en Querétaro sobre los tatuajes era muy diferente a la de ahora. Empezando porque eran pocos los profesionales que se dedicaban a esta labor y mucho el tabú en torno a la modificación de la piel.

Además, no había espacios donde aprender, y la labor seguía siendo restringida para las mujeres.

“Nunca pude entrar formalmente a un estudio de aprendiz, aunque lo intenté (…) Yo me veía barriendo en un estudio dos años hasta que me dejaran agarrar una máquina. Me lo imaginaba así, en un rollo medio gringo. Pero pues no me dieron chance. Creo que en ese tiempo en Querétaro no había mujeres tatuadoras, eran muy pocas, o estábamos igual todas: aprendiendo y apenas empezando. Pero pues sí era una onda muy de hombres todavía. No quiero entrar en el rollo de que a lo mejor eso influyó, pero sí, en ningún lugar me dieron oportunidad formalmente de ser aprendiz”, recuerda.

Sobre la marcha, y tatuando a sus amigos, Elisa fue afinando su técnica bajo el seudónimo de “Elisa Rata Vieja”: “No faltó quien me dijera: 'estás aprendiendo, pues yo te doy chance'. Saben que la vas a regar pero te dicen: 'órale, va'. Esa banda es la que te ayuda a crecer y a aprender más”, asevera.

Foto: Fernando Reyes | Diario de Querétaro

Con el tiempo, y a través de videotutoriales y páginas de internet, pudo conocer otras propuestas que enriquecieron su trabajo, así como a creadores locales como Eddy Rivera, que le abrieron las puertas de sus espacios para la práctica.

“Eddy me diseñó un pequeño curso de tatuaje, y me daba chance de practicar en su estudio. Primero iba a verlo trabajar y me mostraba toda la onda de las máquinas, de la higiene, de todo, hasta que un día me dijo: 'tal día ya vas a tatuar'. Me orientó, me facilitó muchas cosas ahí en su estudio y gracias a él no la regué en esa primera ocasión”.

Con más de seis años como tatuadora, Elisa Rata Vieja ha transitado por diversas estilos, emulando incluso sobre la piel las técnicas de otras disciplinas como el grabado. Sin embargo, asegura que más que adherirse a un estilo, busca unificar la fotografía, la pintura, el tatuaje y la música –artes entre las que se mueve– bajo un mismo concepto.

“Hace unos años descubrí al que yo le llamo mi gurú del tatuaje: Robert Borbas. Cuando conocí su propuesta (“Grindesign”), dije: ¡wow!, yo nunca había visto que alguien trabajara con los puntos para crear volúmenes, para crear texturas. Él trabaja en puro negro y rojo, no utiliza otros colores. Y además de tatuar, pinta, hace ilustración y música. Su estilo lo concentra en todo lo que hace. Lejos de querer imitar esta propuesta, decidí que yo quería que lo que yo hiciera fuera un todo también”.

Foto: Cortesía | @Elisa “Rata vieja”

De las clínicas a la academia

Además del old school, new traditional, ornamental, dot work (puntillismo) y el estilo realista, actualmente muchos profesionales de la tinta caminan hacia otras disciplinas para emular sus técnicas en la piel.

Tal es el caso del brush o el avantgarde, un estilo experimental en el que se imita el efecto del pincel o la pintura sobre la dermis, y se pueden llegar a mezclar elementos de la fotografía, el esténcil e incluso, temas de corrientes artísticas como el surrealismo y el minimalismo.

Esta irrupción de nuevas formas dentro del tatuaje responde al interés que han despertado sus técnicas en creadores de otras disciplinas, así como la inclinación de los profesionales de la tinta por el estudio de diferentes técnicas.

“He visto tatuadores que, para hacer un diseño, hacen hasta instalaciones y esculturas y un chorro de cosas. Por eso decidí estudiar artes plásticas, para obtener herramientas que me permitieran generar otras propuestas, sin embargo, ahora ya ni siquiera estoy clavada con el rollo de la producción. Mi meta en estos momentos, es diseñar una materia de tatuajes y proponerla en la facultad de Bellas Artes ( de la UAQ) para que así como en el grabado, la escultura y la pintura… lograr que se le dé esa seriedad al tatuaje; que haya una escuela donde puedas ir a estudiar sus técnicas y te enseñen acerca de la higiene, para que no dependas de ser aprendiz en un estudio o de ver tutoriales en internet… ese es mi proyecto de titulación”, comparte Elisa.

No obstante, aunque la aceptación del tatuaje ha aumentado considerablemente en la sociedad, lamenta que en la academia aún se cuestionen sus cualidades artísticas, pese a que su ejecución requiere de un gran dominio técnico; un importante acervo conceptual y estético, aunado al conocimiento sobre el cuerpo humano, los materiales y herramientas que se emplean antes, durante y después de la intervención.

Foto: Cortesía | @Elisa “Rata vieja”

“Hay muchas cosas a considerar cuando se va a tatuar, como por ejemplo la zona de la piel que se va a intervenir. No es lo mismo tatuar en un brazo que tatuar en las costillas (…) Entre otras cosas hay que saber calibrar la máquina y prever que (los trazos) cicatricen bien, que debe de verse bien. En ese sentido, no solamente es la práctica, también la teoría”, afirma.

El hecho de que exista una materia especializada en el tatuaje no solo abonará a la profesionalización de esta labor, agrega, sino también permitirá ampliar la teoría sobre las máquinas y las agujas; la química de las tintas y sus efectos, y la naturaleza del soporte de esta disciplina: la piel, un material vivo que no solo reacciona diferente a los pigmentos, sino que se va modificando con el tiempo.

“Es igual que en la pintura. Con el óleo trabajas con solventes, por ello tienes que saber cómo debe estar tu espacio para que trabajes con este material, cómo tienes que desecharlo; al igual que con el grabado que se trabaja con ácidos. Hay métodos para todo. En el caso del tatuaje, sería una materia que no se limitaría solo al aprendizaje técnico, sino a la creación de una interdisciplina en colaboración con facultades como enfermería a lo mejor, para la parte de la higiene y los cuidados de la piel”.

Foto: Cortesía | @Elisa “Rata vieja”

Arte y documento

De acuerdo con algunos estudios, la práctica del tatuaje es tan antigua como la humanidad misma. Y aunque a lo largo de los años, y en las diferentes culturas, las motivaciones han sido varias –ritual, protectora, identificatoria y decorativa–, la acción responde a la misma necesidad humana por decorar deliberadamente el cuerpo.

Sin alejarse por completo de su función ritual y simbólica inicial, en la época actual el tatuaje ha sido empleado como una marca de individualización, en el que prevalece la expresión del yo y la memoria personal de quien lo ostenta.

Foto: Cortesía | @Elisa “Rata vieja”

Y aunque por mucho tiempo en las sociedades occidentales la modificación de la piel fue asociada a la criminalidad, degeneración o patología, en la actualidad ya ha penetrado en todas las capas sociales, trascendiendo los tabús.

Este cambio ha venido acompañado de su consideración entre las disciplinas artísticas, por lo que no solo se ha buscado ampliar sus límites estéticos, sino también, emular las técnicas de otras artes en la piel, como un homenaje al arte mismo.

Destacando su valor estético e histórico, es que se han impulsado también en el mundo iniciativas museográficas como el Museo del Tatuaje en México y el Tattoo Museum en Ámsterdam, además de exhibiciones (“Arte y Tatuajes en Prisión” ) y organizaciones para la preservación del arte de la piel (savemyink.tattoo).

Foto: Cortesía | @Elisa “Rata vieja”

Cuando era más joven Elisa deseaba introducirse en la industria del cine. La idea de participar en los rodajes como guionista le apasionaba, sin embargo, el difícil y costoso acceso a este sector hizo que encontrara en la fotografía otra forma de aproximarse; un arte que con el tiempo, la terminaría vinculando con su vocación actual como artista multidisciplinaria y tatuadora profesional.

Su historia comenzó con su primer tatuaje, dice en entrevista con BARROCO. Desde ese día no pudo parar, y en menos de seis meses ya contaba con una gran colección de ellos sobre la piel. Su fascinación por este proceso la llevó pronto a captar con su cámara las experiencias de otras personas, logrando documentar diferentes reacciones durante la transformación de la dermis, así como las historias y los significados que encerraban esas modificaciones.

Foto: Fernando Reyes | Diario de Querétaro

¿Qué simbolizan? ¿Qué significan? ¿Qué los motiva? Preguntas como estas dieron lugar a un proyecto documental que terminaría llevando a Elisa a cuestionarse si esta pasión que había germinado en su piel y crecido con la fotografía, era lo que ella quería hacer profesionalmente.

Sin embargo, hace diez años la perspectiva que se tenía en Querétaro sobre los tatuajes era muy diferente a la de ahora. Empezando porque eran pocos los profesionales que se dedicaban a esta labor y mucho el tabú en torno a la modificación de la piel.

Además, no había espacios donde aprender, y la labor seguía siendo restringida para las mujeres.

“Nunca pude entrar formalmente a un estudio de aprendiz, aunque lo intenté (…) Yo me veía barriendo en un estudio dos años hasta que me dejaran agarrar una máquina. Me lo imaginaba así, en un rollo medio gringo. Pero pues no me dieron chance. Creo que en ese tiempo en Querétaro no había mujeres tatuadoras, eran muy pocas, o estábamos igual todas: aprendiendo y apenas empezando. Pero pues sí era una onda muy de hombres todavía. No quiero entrar en el rollo de que a lo mejor eso influyó, pero sí, en ningún lugar me dieron oportunidad formalmente de ser aprendiz”, recuerda.

Sobre la marcha, y tatuando a sus amigos, Elisa fue afinando su técnica bajo el seudónimo de “Elisa Rata Vieja”: “No faltó quien me dijera: 'estás aprendiendo, pues yo te doy chance'. Saben que la vas a regar pero te dicen: 'órale, va'. Esa banda es la que te ayuda a crecer y a aprender más”, asevera.

Foto: Fernando Reyes | Diario de Querétaro

Con el tiempo, y a través de videotutoriales y páginas de internet, pudo conocer otras propuestas que enriquecieron su trabajo, así como a creadores locales como Eddy Rivera, que le abrieron las puertas de sus espacios para la práctica.

“Eddy me diseñó un pequeño curso de tatuaje, y me daba chance de practicar en su estudio. Primero iba a verlo trabajar y me mostraba toda la onda de las máquinas, de la higiene, de todo, hasta que un día me dijo: 'tal día ya vas a tatuar'. Me orientó, me facilitó muchas cosas ahí en su estudio y gracias a él no la regué en esa primera ocasión”.

Con más de seis años como tatuadora, Elisa Rata Vieja ha transitado por diversas estilos, emulando incluso sobre la piel las técnicas de otras disciplinas como el grabado. Sin embargo, asegura que más que adherirse a un estilo, busca unificar la fotografía, la pintura, el tatuaje y la música –artes entre las que se mueve– bajo un mismo concepto.

“Hace unos años descubrí al que yo le llamo mi gurú del tatuaje: Robert Borbas. Cuando conocí su propuesta (“Grindesign”), dije: ¡wow!, yo nunca había visto que alguien trabajara con los puntos para crear volúmenes, para crear texturas. Él trabaja en puro negro y rojo, no utiliza otros colores. Y además de tatuar, pinta, hace ilustración y música. Su estilo lo concentra en todo lo que hace. Lejos de querer imitar esta propuesta, decidí que yo quería que lo que yo hiciera fuera un todo también”.

Foto: Cortesía | @Elisa “Rata vieja”

De las clínicas a la academia

Además del old school, new traditional, ornamental, dot work (puntillismo) y el estilo realista, actualmente muchos profesionales de la tinta caminan hacia otras disciplinas para emular sus técnicas en la piel.

Tal es el caso del brush o el avantgarde, un estilo experimental en el que se imita el efecto del pincel o la pintura sobre la dermis, y se pueden llegar a mezclar elementos de la fotografía, el esténcil e incluso, temas de corrientes artísticas como el surrealismo y el minimalismo.

Esta irrupción de nuevas formas dentro del tatuaje responde al interés que han despertado sus técnicas en creadores de otras disciplinas, así como la inclinación de los profesionales de la tinta por el estudio de diferentes técnicas.

“He visto tatuadores que, para hacer un diseño, hacen hasta instalaciones y esculturas y un chorro de cosas. Por eso decidí estudiar artes plásticas, para obtener herramientas que me permitieran generar otras propuestas, sin embargo, ahora ya ni siquiera estoy clavada con el rollo de la producción. Mi meta en estos momentos, es diseñar una materia de tatuajes y proponerla en la facultad de Bellas Artes ( de la UAQ) para que así como en el grabado, la escultura y la pintura… lograr que se le dé esa seriedad al tatuaje; que haya una escuela donde puedas ir a estudiar sus técnicas y te enseñen acerca de la higiene, para que no dependas de ser aprendiz en un estudio o de ver tutoriales en internet… ese es mi proyecto de titulación”, comparte Elisa.

No obstante, aunque la aceptación del tatuaje ha aumentado considerablemente en la sociedad, lamenta que en la academia aún se cuestionen sus cualidades artísticas, pese a que su ejecución requiere de un gran dominio técnico; un importante acervo conceptual y estético, aunado al conocimiento sobre el cuerpo humano, los materiales y herramientas que se emplean antes, durante y después de la intervención.

Foto: Cortesía | @Elisa “Rata vieja”

“Hay muchas cosas a considerar cuando se va a tatuar, como por ejemplo la zona de la piel que se va a intervenir. No es lo mismo tatuar en un brazo que tatuar en las costillas (…) Entre otras cosas hay que saber calibrar la máquina y prever que (los trazos) cicatricen bien, que debe de verse bien. En ese sentido, no solamente es la práctica, también la teoría”, afirma.

El hecho de que exista una materia especializada en el tatuaje no solo abonará a la profesionalización de esta labor, agrega, sino también permitirá ampliar la teoría sobre las máquinas y las agujas; la química de las tintas y sus efectos, y la naturaleza del soporte de esta disciplina: la piel, un material vivo que no solo reacciona diferente a los pigmentos, sino que se va modificando con el tiempo.

“Es igual que en la pintura. Con el óleo trabajas con solventes, por ello tienes que saber cómo debe estar tu espacio para que trabajes con este material, cómo tienes que desecharlo; al igual que con el grabado que se trabaja con ácidos. Hay métodos para todo. En el caso del tatuaje, sería una materia que no se limitaría solo al aprendizaje técnico, sino a la creación de una interdisciplina en colaboración con facultades como enfermería a lo mejor, para la parte de la higiene y los cuidados de la piel”.

Foto: Cortesía | @Elisa “Rata vieja”

Arte y documento

De acuerdo con algunos estudios, la práctica del tatuaje es tan antigua como la humanidad misma. Y aunque a lo largo de los años, y en las diferentes culturas, las motivaciones han sido varias –ritual, protectora, identificatoria y decorativa–, la acción responde a la misma necesidad humana por decorar deliberadamente el cuerpo.

Sin alejarse por completo de su función ritual y simbólica inicial, en la época actual el tatuaje ha sido empleado como una marca de individualización, en el que prevalece la expresión del yo y la memoria personal de quien lo ostenta.

Foto: Cortesía | @Elisa “Rata vieja”

Y aunque por mucho tiempo en las sociedades occidentales la modificación de la piel fue asociada a la criminalidad, degeneración o patología, en la actualidad ya ha penetrado en todas las capas sociales, trascendiendo los tabús.

Este cambio ha venido acompañado de su consideración entre las disciplinas artísticas, por lo que no solo se ha buscado ampliar sus límites estéticos, sino también, emular las técnicas de otras artes en la piel, como un homenaje al arte mismo.

Destacando su valor estético e histórico, es que se han impulsado también en el mundo iniciativas museográficas como el Museo del Tatuaje en México y el Tattoo Museum en Ámsterdam, además de exhibiciones (“Arte y Tatuajes en Prisión” ) y organizaciones para la preservación del arte de la piel (savemyink.tattoo).

Foto: Cortesía | @Elisa “Rata vieja”

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