/ jueves 14 de abril de 2022

In memorian

Tinta para un Atabal

Fernando Martínez Monroy ha significado uno de los casos más sólidos, fructífero (dise­minado desde varias cátedras), coherente y de precisión para difundir el legado de la maestra Luisa Josefina Hernández y su teoría del drama. Pero no solo eso sino que ha logrado darle a esta misma teoría una continuidad legítima y valedera con valiosas aportaciones, que han significado para los estudiosos de la teoría del drama en general, un importante progreso al contribuir a la evolución de la enseñanza profesional del teatro en nuestro país.

Aunque Martínez Monroy abordó prácticamente todas las actividades del quehacer teatral (ya sea como actor, director, dramaturgo, guionista, escenógrafo, productor y director artístico), finalmente terminaría por ganarle su vocación hacia la docencia y esta sabia decisión no puede sino hablar de él como una persona honesta que supo vencer cualquier asomo de egolatría para sacrificarse como un humilde profesor que lo dio todo a favor de sus alumnos.

Las instituciones de nuestro país de mayor prestigio en la enseñanza profesional del teatro fueron los bastiones desde donde Martínez Monroy logró la difusión de sus esclarecedores conocimientos: la Universidad Nacional Autónoma de México desde luego, en la licenciatura de Literatura Dramática y Teatro, ubicada en la Facultad de Filosofía y Letras; el Centro Universitario de Teatro; la Escuela Nacional de Arte Teatral; también en la Universidad Anáhuac y en la Universidad Autónoma del Estado de México, entre muchas otras instituciones educativas en donde colaboró en vida. Aunque es preciso señalar que hace veinticinco años el docente inició su proyecto de vida, la creación de una compañía teatral: Ápeiron Teatro, que también funcionaría como centro educativo formador de las nuevas generaciones de gente de teatro.

Ápeiron Teatro, como un homenaje a la memoria del maestro, seguirá ahora como asociación civil -ahora a cargo de los socios y colaboradores del grupo- y con la misión con que el mismo maestro Monroy la concibió. Ahí está su página en Facebook y su foro en la Ciudad de México, para quien guste explorarlos.

Tuvimos el privilegio de conocer a Monroy cuando ambos éramos muy jóvenes, como alumnos de Luisa Josefina Hernández en la licenciatura de Literatura Dramática y Teatro. Desde aquellos lejanos años, Fernando se destacaba por ser el adjunto de Hernández y, no obstante, su manera de ser era ya desde entonces accesible, amistosa y enormemente generosa.

Por aquellos años, Fernando, un par de años mayor que nosotros, estaba a punto de titularse, razón que nos permitió ser testigos del nacimiento y evolución de su tesis de licenciatura: eligió como tema el análisis de las formas del género trágico en la dramaturgia de Arthur Miller, con la asesoría de la maestra Luisa Josefina Hernández, y consistía en abordar cuatro obras fundamentales del dramaturgo norteamericano (a saber: Todos eran mis hijos, Panorama desde el puente, La muerte de un viajante y Las brujas de Salem). Al requerir información mucho más específica, Fernando consiguió la dirección postal de Miller y audazmente le escribió explicándole el tema de su tesis y solicitándole ayuda. Para sorpresa de todos, incluyendo a Fernando mismo, Miller le respondió amablemente disculpándose de no contar con el material que Fernando requería. Fernando atesoraba esta misiva, ¡y con toda razón!

Con todo, Fernando terminó su tesis y hoy se puede consultar en la biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Es un magnífico ejemplo del instinto analítico de un todavía muy joven Fernando pero que ya daba señas de la asombrosa capacidad de observación detallada, característica muy particular del sistema de análisis de Martínez Monroy.

Al poco tiempo de su titulación Fernando logró una beca para irse a estudiar a la Universidad Complutense de Madrid, como candidato a Doctor en Filología, y durante algún tiempo nuestra amistad se mantuvo a partir de cartas (aún no existía la magia del internet), con eventuales visitas relámpago a México en sus cortos periodos vacacionales, hasta que finalmente, a su regreso, Fernando comenzó a destacarse como un gran profesor: este era el inicio de una larga y fructífera trayectoria profesional que lo llevó a ser solicitado en muchas instituciones educativas debido a su profundo talento para comunicar grandes y complejas verdades de manera accesible, es decir, el toque distintivo de los grandes maestros.

Durante la pandemia, el maestro Monroy, al igual que miles de docentes de todo el mundo, se vio obligado a confinarse en su domicilio para continuar con su labor a través de las clases en línea. Generoso como era usual en él, siempre que la institución educativa para la que trabajara lo permitiera, subía sus clases de análisis de texto a la plataforma Youtube para que toda la gente que así lo quisiera, pudiera tener acceso a sus clases. Hoy este material es inestimable; en ese canal abierto a todo público -en el que se encuentra como “Fernando Martínez Monroy In Memoriam”- se tiene acceso a mas de 70 videos que en su mayoría son de muy larga duración (más de dos horas), en donde podemos observar el gran maestro que fue Fernando Martínez Monroy.

Observar el análisis que lleva a cabo de obras de dramaturgos tales como Shakespeare, Ibsen, Arthur Miller, Eugene O’Neill, Tennesse Williams, Sergio Magaña, Juan Ruiz de Alarcón, Sófocles, Esquilo, Aristófanes, Eurípides, entre varios otros, es una muy afortunada experiencia que se recomienda plenamente, sobre todo porque Fernando sabe y logra destacar la esencia vital de estas grandiosas obras maestras de la literatura dramática universal, de forma tal que sus clases, si bien inician como lecciones de teoría y composición dramática, terminan por convertirse en auténticos compendios de sabiduría para vivir la vida. Invitamos al amable lector a que no se pierda esta experiencia y aproveche el legado de un maestro generoso como los ha habido pocos.

Nacido en la Ciudad de México el 26 de mayo de 1964, Fernando Martínez Monroy falleció el pasado 16 de diciembre a la edad de 57 años.

Fernando Martínez Monroy ha significado uno de los casos más sólidos, fructífero (dise­minado desde varias cátedras), coherente y de precisión para difundir el legado de la maestra Luisa Josefina Hernández y su teoría del drama. Pero no solo eso sino que ha logrado darle a esta misma teoría una continuidad legítima y valedera con valiosas aportaciones, que han significado para los estudiosos de la teoría del drama en general, un importante progreso al contribuir a la evolución de la enseñanza profesional del teatro en nuestro país.

Aunque Martínez Monroy abordó prácticamente todas las actividades del quehacer teatral (ya sea como actor, director, dramaturgo, guionista, escenógrafo, productor y director artístico), finalmente terminaría por ganarle su vocación hacia la docencia y esta sabia decisión no puede sino hablar de él como una persona honesta que supo vencer cualquier asomo de egolatría para sacrificarse como un humilde profesor que lo dio todo a favor de sus alumnos.

Las instituciones de nuestro país de mayor prestigio en la enseñanza profesional del teatro fueron los bastiones desde donde Martínez Monroy logró la difusión de sus esclarecedores conocimientos: la Universidad Nacional Autónoma de México desde luego, en la licenciatura de Literatura Dramática y Teatro, ubicada en la Facultad de Filosofía y Letras; el Centro Universitario de Teatro; la Escuela Nacional de Arte Teatral; también en la Universidad Anáhuac y en la Universidad Autónoma del Estado de México, entre muchas otras instituciones educativas en donde colaboró en vida. Aunque es preciso señalar que hace veinticinco años el docente inició su proyecto de vida, la creación de una compañía teatral: Ápeiron Teatro, que también funcionaría como centro educativo formador de las nuevas generaciones de gente de teatro.

Ápeiron Teatro, como un homenaje a la memoria del maestro, seguirá ahora como asociación civil -ahora a cargo de los socios y colaboradores del grupo- y con la misión con que el mismo maestro Monroy la concibió. Ahí está su página en Facebook y su foro en la Ciudad de México, para quien guste explorarlos.

Tuvimos el privilegio de conocer a Monroy cuando ambos éramos muy jóvenes, como alumnos de Luisa Josefina Hernández en la licenciatura de Literatura Dramática y Teatro. Desde aquellos lejanos años, Fernando se destacaba por ser el adjunto de Hernández y, no obstante, su manera de ser era ya desde entonces accesible, amistosa y enormemente generosa.

Por aquellos años, Fernando, un par de años mayor que nosotros, estaba a punto de titularse, razón que nos permitió ser testigos del nacimiento y evolución de su tesis de licenciatura: eligió como tema el análisis de las formas del género trágico en la dramaturgia de Arthur Miller, con la asesoría de la maestra Luisa Josefina Hernández, y consistía en abordar cuatro obras fundamentales del dramaturgo norteamericano (a saber: Todos eran mis hijos, Panorama desde el puente, La muerte de un viajante y Las brujas de Salem). Al requerir información mucho más específica, Fernando consiguió la dirección postal de Miller y audazmente le escribió explicándole el tema de su tesis y solicitándole ayuda. Para sorpresa de todos, incluyendo a Fernando mismo, Miller le respondió amablemente disculpándose de no contar con el material que Fernando requería. Fernando atesoraba esta misiva, ¡y con toda razón!

Con todo, Fernando terminó su tesis y hoy se puede consultar en la biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Es un magnífico ejemplo del instinto analítico de un todavía muy joven Fernando pero que ya daba señas de la asombrosa capacidad de observación detallada, característica muy particular del sistema de análisis de Martínez Monroy.

Al poco tiempo de su titulación Fernando logró una beca para irse a estudiar a la Universidad Complutense de Madrid, como candidato a Doctor en Filología, y durante algún tiempo nuestra amistad se mantuvo a partir de cartas (aún no existía la magia del internet), con eventuales visitas relámpago a México en sus cortos periodos vacacionales, hasta que finalmente, a su regreso, Fernando comenzó a destacarse como un gran profesor: este era el inicio de una larga y fructífera trayectoria profesional que lo llevó a ser solicitado en muchas instituciones educativas debido a su profundo talento para comunicar grandes y complejas verdades de manera accesible, es decir, el toque distintivo de los grandes maestros.

Durante la pandemia, el maestro Monroy, al igual que miles de docentes de todo el mundo, se vio obligado a confinarse en su domicilio para continuar con su labor a través de las clases en línea. Generoso como era usual en él, siempre que la institución educativa para la que trabajara lo permitiera, subía sus clases de análisis de texto a la plataforma Youtube para que toda la gente que así lo quisiera, pudiera tener acceso a sus clases. Hoy este material es inestimable; en ese canal abierto a todo público -en el que se encuentra como “Fernando Martínez Monroy In Memoriam”- se tiene acceso a mas de 70 videos que en su mayoría son de muy larga duración (más de dos horas), en donde podemos observar el gran maestro que fue Fernando Martínez Monroy.

Observar el análisis que lleva a cabo de obras de dramaturgos tales como Shakespeare, Ibsen, Arthur Miller, Eugene O’Neill, Tennesse Williams, Sergio Magaña, Juan Ruiz de Alarcón, Sófocles, Esquilo, Aristófanes, Eurípides, entre varios otros, es una muy afortunada experiencia que se recomienda plenamente, sobre todo porque Fernando sabe y logra destacar la esencia vital de estas grandiosas obras maestras de la literatura dramática universal, de forma tal que sus clases, si bien inician como lecciones de teoría y composición dramática, terminan por convertirse en auténticos compendios de sabiduría para vivir la vida. Invitamos al amable lector a que no se pierda esta experiencia y aproveche el legado de un maestro generoso como los ha habido pocos.

Nacido en la Ciudad de México el 26 de mayo de 1964, Fernando Martínez Monroy falleció el pasado 16 de diciembre a la edad de 57 años.

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