[...] nosotros incluimos en la noción de lugar. Sobre memoria colectiva, marcos sociales, artefactos e historia antropológica, la posibilidad de los recorridos que en él se efectúen, los discursos que allí se sostienen y el lenguaje que lo caracteriza.
(Auge: 1992, p. 86-87).
Diversos nombres
El espacio que nos ha ocupado en las últimas entregas se encuentra ubicado en las actuales calles de Benito Juárez, Ángela Peralta y Miguel Hidalgo. Zona de gran movilidad por estar emplazado en pleno Centro Histórico de la ciudad de Querétaro. Sin duda un espacio de la memoria por la apropiación que hacemos y los significados que le otorgamos. Territorio simbólico por las relaciones que establecemos con él. El teatro fue nombrado originalmente como Teatro Iturbide; en la publicidad del último cuarto del siglo XIX se le nombra Gran Teatro de Iturbide; en las fotografías de esa época se aprecia en el frontis; Gran Teatro de Iturbide. En el proscenio se encontraba una escultura de Agustín de Iturbide con el acta de la Independencia en la mano diestra. (Se encuentra actualmente en el depósito de colecciones del Museo Regional de Querétaro). En 1915 se le cambió el nombre a Teatro Vicente F. Escobedo. (Periodista que firmaba con el nombre de "Ego", antes de morir perteneció a las filas del Ejército Constitucionalista con el grado de coronel). Por instrucciones del Primer Jefe V. Carranza, el teatro recuperó nuevamente el nombre de Iturbide. Se tenía previsto que el 1º de diciembre de 1916 sería el escenario de los debates del Constituyente. El arquitecto Francisco D’ Amico, de origen italiano, se encargó de las reparaciones del teatro. Fue colocado un telón de boca con la representación del Zócalo, El Palacio Nacional y las torres de la Catedral de la CDMX. En los palcos colocaron los escudos de algunos de los estados de la Federación. Las estatuas que se encontraban en vestíbulo representando a la Comedia y la Tragedia fueron removidas. (Trueba: 1954). El 5 de febrero se le impuso el nombre que conocemos hasta ahora: Teatro de la República.
Teatro en venta
En 2016 la Fundación Josefa Vergara y Hernández puso en venta el inmueble –Teatro de la República–, originando una serie de especulaciones y preguntas. También fue materia de diversos artículos periodísticos, de recuperación de la memoria por parte de académicos. Además de ingeniosos memes, el bulo que proponía una tienda de conveniencia de doble equis; una plaza comercial, con tiendas departamentales, bares y restaurantes; estacionamiento y más. Por su parte, la Fundación aseguró que el objetivo era que el teatro pasara a "formar parte de los bienes de la nación". El capital que se obtuviera sería invertido en una escuela para niños ciegos y débiles visuales, además para tres albergues. Con esta acción se cumpliría el testamento [1809] de doña Josefa Vergara de que sus propiedades fueran dedicadas "a labores altruistas". Inicialmente se propuso al Ejecutivo Federal la adquisición. Finalmente, el Senado de la República etiquetó 130 millones de pesos para realizar la compra del recinto histórico y habilitarlo para los festejos del Centenario de la Constitución. (100 mdp., para la compra y 30 mdp para mantenimiento). Proponiendo una carpeta de intervención para aprovechar como "museo virtual" y espacio cívico el edificio. Además de nueva escenografía, iluminación, entre otras adecuaciones.
Actores sociales
En los vaivenes de los fenómenos socio-históricos hemos visto que fue el escenario de la sociedad queretana, sede de diversas expresiones cívicas, teatrales, artísticas, circenses y cinematográficas. Acogió las caravanas artísticas que patrocinaba una industria cervecera, ¡hasta funciones de box y lucha libre! Lugar de la confluencia de camaleones que escapan a un ejercicio de inventariarlos. Pícaros oportunistas expertos en el servilismo y la adulación, de la intriga y el cohecho. Clase política que se eternizó por décadas en el poder, estableciendo redes de compadrazgo para obtener empleos públicos, abogadillos con aspiraciones políticas, demagogos y chambistas. Pero también es escenario de la manifestación social, a pesar de que en los eventos oficiales el entorno se convierte en un lugar sitiado y vedado para el ciudadano común. "Los nadies" –diría Galeano–.
En el recorrido del intenso tráfico, de camiones que abastecen a los negocios, el deambular cotidiano de la gente, podemos descubrir huellas del pasado, por la avenida Juárez estuvo el Salón Pathé (1908-1913) que se quemó. Le siguió en el mismo lugar el Salón Ideal. Muy cerca la Panadería Vienesa, (fundada en 1919), al interior las calas nos permiten ver la arquería que formaba parte de la Alhóndiga. En aquellas banquetas donde "cabían más de una persona y menos de dos" (Bojóquez: 1987). En las crónicas y en las fotografías de las primeras décadas del siglo XIX, se aprecia el Querétaro rural y mercantil, cargadores con su mecapal, los sombreros campesinos y las viejas carretas. Para mitigar el aburrimiento y llevar a cabo el cabildeo, los constituyentes asistían a los bares y casinos –que también fueron remodelados–. El Casino de Querétaro, El Salón Verde, El Cosmos, el Centro Fronterizo, en el perímetro del Teatro Iturbide, El Águila de Oro, El Puerto de Mazatlán y La Madrileña. Por la calle Ángela Peralta opera La Mariposa, de las más antiguas cafeterías, restaurante y dulcería fundada en 1940, ha ocupado diversos locales. En esta última mirada al espacio queda la sensación de caminar para volver a ver y mirar con otros ojos ese territorio, para seguir construyendo nuestra historia contemporánea. Ahí se encuentra otro registro de la vida cotidiana, de la memoria histórica.
APOSTILLA: El sitio que hemos reseñado es, sin duda, un lugar de pertenencia, que el imaginario colectivo le otorga; de la misma manera los valores simbólicos, políticos y sociales, revelados en rituales y diversas expresiones. Jelin y Langlad (2003) proponen que “construir monumentos, marcar espacios, respetar y conservar ruinas, son procesos que se desarrollan en el tiempo, que implican luchas sociales, y que producen –o fracasan en producir–, semantización de los espacios materiales”. En este mes de octubre con “sus lunas”, habría que decir con Álvaro Carillo: “yo quiero luz de luna”.
En la próxima entrega nos ubicaremos en otro espacio para contar sus historias...
Desde Anbanica - Teocalhueyacan. Octubre de MMXX.
