Desde Lima, Perú llegó a México Lenin Canchari “El Hijo de la Luna”, un cuentacuentos que con ayuda de tapetes bordados, narra fascinantes historias que ha retomado de la tradición oral y de algunos clásicos de la literatura mundial.
“El Hijo de la Luna” arribó al país en octubre para participar en el VII Festival Internacional de Kamishibai y Narración Oral “Un, nutsi”, con la cual se ha presentado en estados como Querétaro y Nuevo León, y esta semana concluirá su visita en la Ciudad de México.
A su paso por la ciudad, Canchari habló con DIARIO DE QUERÉTARO sobre su proyecto, el cual ha realizado desde hace seis años, inspirado en el trabajo del colectivo brasileño Tapetes Contadores de Historias.
La técnica consiste en la simbiosis entre el teatro, la narrativa y el arte textil, y el engarce de historias que adapta en bordado, para llevarlas fácilmente a cualquier rincón.
Cuentos como “Rosita la soltera” del poeta español Federico García Lorca y “La reina de los colores” de la escritora alemana Jutta Bauer, además de narraciones tradicionales rusos y chinos como “El pez de oro” y “Boda de ratones”; la leyenda africana “El sol, la luna y el agua” y el mito mapuche “Domo y lituche” –que habla sobre cómo se origina la vida en la tierra–, ha transportado el artista hasta Bolivia, Paraguay, Ecuador , Colombia, Panamá, Nicaragua y Guatemala, con el objetivo de promover e incentivar la lectura entre jóvenes, niñas y niños.
Aunque esta forma de narrar no corresponde al contexto sociocultural de América Latina, el autor asevera que la técnica es cercana a diversas prácticas culturales en la región, “en Chile están las arpilleras; un movimiento de artesanía comunitaria que toma fuerza en la época de Pinochet, durante la dictadura, pues muchas mujeres hacían pequeñas arpilleras, retazos de tela y muñecos bordados, que mandaban a sus esposos para comunicarles algo. También nuestras culturas incas utilizaban lo textil para decir cosas, para graficar guerras, cosas que querían que se preservar”.
Había una vez...
Luego de desdoblar sobre una estructura inclinada sus escenarios, construidos con retazos de telas de diferentes colores y texturas, el cuentacuentos suena una campana para dar inicio a la historia.
“Ella tenía hambre, tanta hambre que no la dejaba de pensar. Si trataba de dormir para olvidarlo, el hambre se le aparecía en sueños como un fantasma con la boca abierta”, relata con voz profunda el “Hijo de la Luna”, mientras ante los ojos expectantes del público, va sacando de compartimentos secretos a los personajes de la narración.
Al final de esta leyenda que habla sobre la formación de la Cordillera de los Andes, el también miembro de la Red Internacional de Cuentacuentos comparte que el siguiente paso en esta aventura de bordar y contar cuentos, es trasladar las narraciones a prendas textiles como faldas y sacos.