/ viernes 27 de marzo de 2020

¿Sabías que por segunda vez se evapora el sueño de los juegos olímpicos en Japón?

La historia se repite luego de renunciar a celebrar la edición de 1940, por la política expansionista japonesa en China

La decisión de aplazar los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 a causa de la pandemia de coronavirus que ha afectado a casi todos los rincones del mundo, ha desvanecido por segunda vez el sueño de la justa deportiva en el país nipón, luego de que en 1940 tuvo que renunciar a la celebración que le había sido concedida, como una víctima colateral de la Segunda Guerra Mundial, pasando a la historia con el apodo “Missing Games” (Juegos ausentes)

Dos años antes de aquella cita, en 1938, fue la política expansionista japonesa en China lo que motivó que el sueño se evaporara.

Para promocionar su candidatura, los japoneses vendieron entonces la resiliencia del pueblo nipón, que había sido víctima de un devastador sismo en 1923, explica David Goldblatt, autor de una historia de los Juegos Olímpicos.

La candidatura "era parte integrante de una diplomacia cultural internacional destinada a mejorar las relaciones con las democracias occidentales, en particular, con el Reino Unido y los Estados Unidos", expone en el 'Asia-Pacific Journal' Asato Ikeda, un universitario que ha escrito sobre los Juegos de 1940.

En el plano interior, el año 1940 marca los 2 mil 600 años de la entronización del emperador Jinmu, el legendario fundador de la dinastía imperial.

La defensa del proyecto japonés ante el Comité Olímpico Internacional (COI) certifica la importancia que dieron los japoneses a esta empresa lanzada en 1932.

Y en la lucha contra Roma y Helsinki por ser la sede olímpica, todos los medios fueron válidos. Con el dictador italiano Benito Mussolini acordaron su apoyo a Tokio en 1940 con la promesa del respaldo nipón a Roma para 1944.

La estrategia de la retirada de Roma funcionó y Tokio se llevó la elección por 37 votos por los 26 de Helsinki.

Los preparativos comenzaron, se imprimieron los carteles, se diseñó un programa y se fijó la ceremonia de apertura para el 21 de septiembre de 1940.

Pero la geopolítica vino de nuevo a perturbar los planes. Desde la invasión de la Manchuria china por parte del ejército imperial, en 1931, la presión creció para Japón. La Sociedad de Naciones rechazó aceptar la anexión, lo que llevó al archipiélago a retirarse en 1933 del organismo internacional predecesor de la ONU.

En este contexto de tensiones, la población nipona llama a utilizar para fines militares el dinero reservado para los Juegos.

Frente a las amenazas de un eventual boicot británico y estadounidense a los Juegos de Tokio, los diplomáticos tratan primero de calmarles. Finalmente, el Comité Olímpico Japonés cede a las presiones y renuncia a albergar los Juegos en julio de 1938, invocando insalvables "problemas con China".

Los Juegos de Invierno, previstos en Sapporo, al norte del Archipiélago, conocen la misma situación y acabarán corriendo la misma suerte que los de verano: deslocalización y posterior cancelación.

El final de la historia llegó 24 años más tarde: en 1964, Tokio se convirtió en la primera ciudad asiática en albergar los Juegos Olímpicos y esta ocasión, parece que la capital japonesa sólo tendrá que esperar un año para ver competir a los atletas.

La decisión de aplazar los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 a causa de la pandemia de coronavirus que ha afectado a casi todos los rincones del mundo, ha desvanecido por segunda vez el sueño de la justa deportiva en el país nipón, luego de que en 1940 tuvo que renunciar a la celebración que le había sido concedida, como una víctima colateral de la Segunda Guerra Mundial, pasando a la historia con el apodo “Missing Games” (Juegos ausentes)

Dos años antes de aquella cita, en 1938, fue la política expansionista japonesa en China lo que motivó que el sueño se evaporara.

Para promocionar su candidatura, los japoneses vendieron entonces la resiliencia del pueblo nipón, que había sido víctima de un devastador sismo en 1923, explica David Goldblatt, autor de una historia de los Juegos Olímpicos.

La candidatura "era parte integrante de una diplomacia cultural internacional destinada a mejorar las relaciones con las democracias occidentales, en particular, con el Reino Unido y los Estados Unidos", expone en el 'Asia-Pacific Journal' Asato Ikeda, un universitario que ha escrito sobre los Juegos de 1940.

En el plano interior, el año 1940 marca los 2 mil 600 años de la entronización del emperador Jinmu, el legendario fundador de la dinastía imperial.

La defensa del proyecto japonés ante el Comité Olímpico Internacional (COI) certifica la importancia que dieron los japoneses a esta empresa lanzada en 1932.

Y en la lucha contra Roma y Helsinki por ser la sede olímpica, todos los medios fueron válidos. Con el dictador italiano Benito Mussolini acordaron su apoyo a Tokio en 1940 con la promesa del respaldo nipón a Roma para 1944.

La estrategia de la retirada de Roma funcionó y Tokio se llevó la elección por 37 votos por los 26 de Helsinki.

Los preparativos comenzaron, se imprimieron los carteles, se diseñó un programa y se fijó la ceremonia de apertura para el 21 de septiembre de 1940.

Pero la geopolítica vino de nuevo a perturbar los planes. Desde la invasión de la Manchuria china por parte del ejército imperial, en 1931, la presión creció para Japón. La Sociedad de Naciones rechazó aceptar la anexión, lo que llevó al archipiélago a retirarse en 1933 del organismo internacional predecesor de la ONU.

En este contexto de tensiones, la población nipona llama a utilizar para fines militares el dinero reservado para los Juegos.

Frente a las amenazas de un eventual boicot británico y estadounidense a los Juegos de Tokio, los diplomáticos tratan primero de calmarles. Finalmente, el Comité Olímpico Japonés cede a las presiones y renuncia a albergar los Juegos en julio de 1938, invocando insalvables "problemas con China".

Los Juegos de Invierno, previstos en Sapporo, al norte del Archipiélago, conocen la misma situación y acabarán corriendo la misma suerte que los de verano: deslocalización y posterior cancelación.

El final de la historia llegó 24 años más tarde: en 1964, Tokio se convirtió en la primera ciudad asiática en albergar los Juegos Olímpicos y esta ocasión, parece que la capital japonesa sólo tendrá que esperar un año para ver competir a los atletas.

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