/ jueves 29 de julio de 2021

Los planetas influyen en la actividad magnética solar: Estudio

El equipo científico internacional propone la resonancia estocástica como la explicación de la influencia de los planetas en la actividad magnética del Sol

Científicos españoles del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) participan en una investigación internacional que plantea que los planetas afectan a la actividad magnética solar, una teoría que permitiría predecir con más precisión eventos como las tormentas solares.

El equipo científico internacional propone la resonancia estocástica como la explicación de la influencia de los planetas en la actividad magnética del Sol.

El IAA-CSIC, con sede en Granada (sur de España), recuerda que ya publicó en 2012 la hipótesis de que los planetas podrían influir en el Sol, un trabajo en el que se reconstruyó la actividad magnética solar durante los últimos diez mil años analizando la concentración de berilio-10 y carbono-14 en hielos de la Antártida y Groenlandia, y se comparó con el movimiento de los planetas alrededor del Sol.

Se hallaron entonces coincidencias que sugerían un vínculo frente a la convicción generalizada de que la influencia de los planetas sobre el Sol resulta insignificante.

Ahora, un trabajo internacional explica teóricamente esa influencia, un nuevo modelo que si se confirma permitirá predecir con más precisión los fenómenos solares.

El mecanismo de resonancia estocástica fue propuesto en 1981 para explicar la alternancia entre los periodos glaciales e interglaciares terrestres como consecuencia de la variación de los parámetros orbitales de la Tierra.

El Sol presenta un ciclo de once años, a lo largo del que su actividad magnética oscila desde un mínimo hasta un máximo, aunque hay otros ciclos de periodos más largos.

"Hemos podido demostrar que el Sol tiene dos estados de actividad estables: un estado activo con gran amplitud y alta actividad solar, y un estado más tranquilo con una pequeña amplitud y menor actividad solar", explica el investigador de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (EHT) Carlo Albert, que participa en el trabajo.

Este investigador describe un sistema biestable y apunta que el Sol saltaría entre esos dos estados debido a las turbulencias en su interior.

Los datos de medición de la actividad solar sugieren que el salto de un estado a otro no ocurre al azar, sino que a menudo tiene un ritmo de unos doscientos años, un ciclo superpuesto al de once años.

Los resultados de la investigación, que publica este jueves la revista Astrophysical Journal Letters, proponen una manera de amplificar esa influencia de los planetas, de menor masa.

"Los ingredientes de nuestro modelo son tres: biestabilidad, una señal modulada periódicamente, y ruido en el sistema originado por la convección turbulenta existente en una zona del Sol que va desde la superficie hasta una profundidad de unos 200.000 kilómetros", añade el investigador español del IAA-CSIC Antonio Ferriz.

El próximo paso es estudiar hasta qué punto las observaciones de la actividad solar a lo largo de los últimos siglos se pueden reproducir con este método para comprobar si se confirmaría la teoría, para poder después predecir la actividad solar para las próximas décadas y siglos.

Esta predicción sería de gran interés, ya que la hipótesis de 2012 que ahora apoya este trabajo apunta que el Sol se encuentra al final de una fase activa y se dirige hacia una más tranquila.

Estas fases tranquilas se conocen como grandes mínimos, y los datos apuntan a que el Sol experimentó varios a lo largo de los últimos milenios, el último entre 1645 y 1715, y que coincidió con la etapa más intensa de un periodo especialmente frío.

Científicos españoles del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) participan en una investigación internacional que plantea que los planetas afectan a la actividad magnética solar, una teoría que permitiría predecir con más precisión eventos como las tormentas solares.

El equipo científico internacional propone la resonancia estocástica como la explicación de la influencia de los planetas en la actividad magnética del Sol.

El IAA-CSIC, con sede en Granada (sur de España), recuerda que ya publicó en 2012 la hipótesis de que los planetas podrían influir en el Sol, un trabajo en el que se reconstruyó la actividad magnética solar durante los últimos diez mil años analizando la concentración de berilio-10 y carbono-14 en hielos de la Antártida y Groenlandia, y se comparó con el movimiento de los planetas alrededor del Sol.

Se hallaron entonces coincidencias que sugerían un vínculo frente a la convicción generalizada de que la influencia de los planetas sobre el Sol resulta insignificante.

Ahora, un trabajo internacional explica teóricamente esa influencia, un nuevo modelo que si se confirma permitirá predecir con más precisión los fenómenos solares.

El mecanismo de resonancia estocástica fue propuesto en 1981 para explicar la alternancia entre los periodos glaciales e interglaciares terrestres como consecuencia de la variación de los parámetros orbitales de la Tierra.

El Sol presenta un ciclo de once años, a lo largo del que su actividad magnética oscila desde un mínimo hasta un máximo, aunque hay otros ciclos de periodos más largos.

"Hemos podido demostrar que el Sol tiene dos estados de actividad estables: un estado activo con gran amplitud y alta actividad solar, y un estado más tranquilo con una pequeña amplitud y menor actividad solar", explica el investigador de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (EHT) Carlo Albert, que participa en el trabajo.

Este investigador describe un sistema biestable y apunta que el Sol saltaría entre esos dos estados debido a las turbulencias en su interior.

Los datos de medición de la actividad solar sugieren que el salto de un estado a otro no ocurre al azar, sino que a menudo tiene un ritmo de unos doscientos años, un ciclo superpuesto al de once años.

Los resultados de la investigación, que publica este jueves la revista Astrophysical Journal Letters, proponen una manera de amplificar esa influencia de los planetas, de menor masa.

"Los ingredientes de nuestro modelo son tres: biestabilidad, una señal modulada periódicamente, y ruido en el sistema originado por la convección turbulenta existente en una zona del Sol que va desde la superficie hasta una profundidad de unos 200.000 kilómetros", añade el investigador español del IAA-CSIC Antonio Ferriz.

El próximo paso es estudiar hasta qué punto las observaciones de la actividad solar a lo largo de los últimos siglos se pueden reproducir con este método para comprobar si se confirmaría la teoría, para poder después predecir la actividad solar para las próximas décadas y siglos.

Esta predicción sería de gran interés, ya que la hipótesis de 2012 que ahora apoya este trabajo apunta que el Sol se encuentra al final de una fase activa y se dirige hacia una más tranquila.

Estas fases tranquilas se conocen como grandes mínimos, y los datos apuntan a que el Sol experimentó varios a lo largo de los últimos milenios, el último entre 1645 y 1715, y que coincidió con la etapa más intensa de un periodo especialmente frío.

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