La depredación que hay por los colibríes ha ido en aumento día con día, el tráfico de esta ave la ha colocado como una especie en peligro de extinción en México, pues sus vistosas plumas para realizar adornos, los rituales para hacer los famosos amarres e incluso la creencia de que al consumir su corazón hervido es un remedio efectivo contra enfermedades cardíacas y de epilepsia, las convierten en blanco perfecto de cazadores que las atrapan con piedras de plomo.
Según el sitio especializado Earthgonomic, estas pequeñas aves son utilizadas para realizar rituales de amor conocidos como ‘amarres’. De acuerdo con las creencias de quienes elaboran los hechizos amorosos, los colibríes son atrapados, envueltos en paños íntimos, cubiertos de miel y vendidos para presuntamente “atraer el amor de una persona”.
Su precio en mercados populares, como el Escobedo en la capital queretana oscila entre los 350 a 500 pesos donde se puede adquirir vivo o muerto, según lo requiera el comprador.
El mercado de Sonora en la Ciudad de México es uno de los sitios más conocidos para la adquisición de la especie y donde se practican un sinfín de rituales basados en creencias culturales prehispánicas. Aunque un artículo publicado en National Geographic ha revelado que la mayoría de los locatarios del lugar tienen una forma de apropiación cultural errónea, pues estos ejemplares eran considerados por los mayas como aves sagradas, hechas para ser libres y se tenía la creencia de que si alguien se atrevía a enjaular o capturar a un colibrí, sería castigado por los dioses, es decir nada tiene que ver sus orígenes ancestrales con las prácticas de hoy en día.
A decir de uno de los comerciantes de herbolaria y esoterismo del Mercado Escobedo quien pidió mantener el anonimato, no sólo los colibríes son utilizados para el amor, también para remedios medicinales pues se tiene la creencia que si se consume el corazón hervido del también llamado chupamirto resulta un remedio altamente efectivo para distintas cardiopatías y otras enfermedades, e incluso para controlar trastornos de epilepsia.
Es importante mencionar que la pequeña ave juega un papel sumamente importante en el ecosistema como polinizador y se trata de una especie única en su tipo, la cual puede batir sus alas 200 veces por segundo. Su dieta está basada en el néctar que extraen de las flores y su trabajo como polinizador consiste en transportar el polen de una planta masculina a una femenina, por lo que los convierte en parte fundamental en la reproducción sexual de estas.