Su nombre proviene del náhuatl ahuacatl, que significa testículo, y desde tiempos atrás se le atribuían propiedades afrodisíacas; se divide en tres tipos: mexicano, guatemalteco y antillano. En la época prehispánica, se cultivaba desde el Río Bravo hasta Guatemala y en la actualidad, en todo el mundo, principalmente en regiones con clima cálido.
Entre sus beneficios está la vitamina K que ayuda a coagular la sangre y a mantener la salud de los huesos, vitamina E que es un importante antioxidante, vitamina C ayudando al organismo a absorber el hierro, posee vitamina B5, asociada a múltiples funciones de suma importancia en el organismo.
También contiene potasio, esencial para el funcionamiento adecuado de los músculos, tiene un alto contenido en fibra; por lo que ayudan a la digestión y a un buen control de los niveles de glucosa en la sangre, el tipo de grasa que posee favorece la absorción de nutrientes “liposolubles” presentes en vegetales, gracias a su presencia de luteína puede proteger nuestra vista de daño solar y tiene un alto porcentaje de ácido fólico, que se recomienda especialmente durante el embarazo para ayudar a la correcta formación del feto y a evitar posibles malformaciones.
Fuente: Gourmet de México