Se ha dicho que geografía es destino. Para México, la vecindad con Estados Unidos, la primera democracia de la era moderna y el actor más importante en las relaciones internacionales y potencia económica del mundo, ha sido una influencia determinante.
Una historia compleja y, por momentos, atribulada, nos ha permitido pasar del antagonismo y la suspicacia al entendimiento y la convergencia de valores; de la idea de “destino manifiesto” a la de “responsabilidad compartida”.
Los innumerables vínculos que unen a las sociedades mexicana y estadounidense, y la voluntad de los gobiernos de ambos países por forjar una relación más estrecha y mutuamente benéfica, han hecho de México y Estados Unidos socios comerciales y aliados cercanos.
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte, vigente durante más de un cuarto de siglo, generó prosperidad en toda la región. Por la dimensión de su economía, Estados Unidos es el eje económico de la región y el socio principal de Canadá y México.
México se convirtió así en el principal socio comercial de Estados Unidos. El año pasado, el comercio total entre ambos países superó los 614 mil millones de dólares. En los primeros cuatro meses de 2020 el comercio entre México y Estados Unidos sumó más de 176 mil millones de dólares. Cada minuto el intercambio entre los dos países suma, en promedio, un millón de dólares.
El 2020 resultará, por muchos motivos, un año difícil de olvidar. La pandemia de Covid-19, la contracción económica global más profunda que se encuentra a la vista; la pugna comercial entre Estados Unidos China, y el complejo escenario político estadounidense con miras a las elecciones de noviembre representan enormes retos.
Este año deberá ser recordado también por el avance en la superación de esos retos. Y, desde la perspectiva de América del Norte, por la consolidación de los vínculos económicos y políticos que unen a nuestros países y que son parte de la solución, no del problema.
Por eso es tan importante la entrada en vigor del TMEC. Más allá de las distintas opiniones sobre la inminente visita del Presidente Andrés Manuel López Obrador a Washington la semana entrante, la prioridad debe ser el fortalecimiento de una relación que es. Sea cual sea a futuro el resultado de la elección norteamericana. Los mandatarios, las afinidades y, por lo tanto, las prioridades son cambiantes y pendulares; sin embargo, la cercanía será permanente e ineludible.
La entrada en vigor del TMEC contribuirá a la reactivación económica de la región y, sobre todo, fortalecerá la certidumbre y la confianza en la economía mexicana, condiciones indispensables para lograr una prosperidad sostenible, en el marco del acentuamiento de un enfoque de economías altamente regionalizadas.
En un tiempo de muros y confrontaciones; de cuarentenas y confinamientos; y de las propias ansias en la redefinición del capitalismo y sus olvidados; el TMEC representa la confirmación de que existe un puente firme que nos une con nuestro destino.
