/ sábado 12 de octubre de 2019

La revolución inalámbrica

Calificada como "la nueva mina de oro para almacenar datos", la tecnología de comunicación e identificación inalámbrica RFID, reduce cada vez más sus costos, multiplica las ventajas para empresas y clientes y aumenta sus aplicaciones

Te abrochas en la muñeca tu pulsera de silicona o tela antes de entrar a un festival o concierto y, a partir de ese instante, solo tienes que acercar ese colorido brazalete sin baterías a un lector electrónico, para poder acceder al evento o pagar tus compras o consumiciones dentro del recinto, sin necesidad de usar tarjetas, el móvil ni dinero en efectivo.

El control de acceso y la gestión de pagos en diversos eventos es una de las aplicaciones más innovadoras de la tecnología RFID, un sistema para identificar usuarios y objetos y almacenar sus datos mediante ondas electromagnéticas.

Esta tecnología RFID (Identificación por Radiofrecuencia) se puede comparar con un código de barras, aunque en lugar de marcas de tinta se utilizan ondas de radio, explican a Efe desde la Universidad Internacional de Valencia (VIU).

Las etiquetas con esta tecnología se utilizan en la industria, para localizar objetos y evitar que salgan sin permiso; se colocan en prendas de ropa y todo tipo de artículos para detectar su robo en tiendas y supermercados; mientras que los chips que tienen las mascotas también son identificadores RFID, según la VIU.

Esta tecnología también permite agilizar el paso por las autopistas, mediante el ‘telepeaje’, pago automático a distancia y el pago mediante las tarjetas “contactless” que permite el abono acercando la tarjeta a un terminal sin insertarlas en ningún dispositivo.

“Este sistema de radiofrecuencia es una de las tecnologías con mayor crecimiento y cada vez más compañías la usan e implantan”, señala Ismael Herreros, especialista en RFID, de Moinsa (www.moinsa.es/start.do).

Este experto señala que leer a distancia la información de una etiqueta, “permite almacenar y recuperar datos de forma remota y protegerlos con cifrados y contraseñas en tiempo real, además de simplificar la logística, aumentar la eficiencia de las operaciones y aportar una mayor seguridad”.

TECNOLOGÍA EN AUGE.

También explica que la tecnología RFID es considerada como ‘la nueva mina de oro para almacenar datos’, “porque en los últimos tiempos ha disminuido su precio, facilitando su adopción, y está en plena ebullición, gracias a que posibilita el ahorro de tiempo y costes, haciendo a las empresas más eficientes y competitivas”.

“El RFID se compone de un lector o concentrador, y las antenas conectadas a este concentrador , que envían y reciben las señales que éste genera y transportan la información”, señala.

Añade que normalmente, el lector emite ondas que sirven de energía para excitar el chip electrónico que contienen las etiquetas, pulseras u otros soportes.

“Cuando el chip recibe y se carga de energía con esta onda, evalúa el tipo de mensaje recibido en la misma y lo responde”, puntualiza.

Según Herreros, uno de los mensajes normales sería el equivalente a “dime que información contienes” o “dime tu Identificador Único o UID (números y letras que identifican objetos dentro de un sistema informático)”, a lo que el chip responderá, “tengo esta información” o “este es mi UID”.

Además de identificar de manera inequívoca a cada chip portado por un usuario u objeto como si fuera un documento de identidad unipersonal, este sistema tiene las ventajas de que su información puede cifrarse y también permite hacer lecturas múltiples en milisegundos, aportando rapidez y seguridad a los procesos, tanto para las empresas como para los usuarios.

Las pulseras RFID utilizadas en festivales permiten un acceso más rápido a los eventos y el control, identificación y pago sin dinero en efectivo, y simplifican el control de aforo, además de recoger el comportamiento de los asistentes en forma de datos.

EL POTENCIAL DE LOS DATOS.

“Datos sobre los días y horas en los que cada cliente accedió; los alimentos que compró; las zonas o espacios donde estuvo y los conciertos a los que asistió, permiten a los organizadores diseñar futuras decisiones y estrategias. También formular a los patrocinadores propuestas que les garanticen más visibilidad o interacción con los asistentes”, apunta.

Recalca que, además el cifrado y la posibilidad de interactuar con la información del chip, “hacen que sea un sistema infalible, evitando la reventa de entradas y las falsificaciones”.

“En el ámbito comercial la tecnología RFID ayuda a automatizar el seguimiento de cada artículo de manera inequívoca a lo largo de la cadena de suministros, desde la fabricación y distribución, hasta la llegada al consumidor”, señala Herreros.

Apunta que los minoristas y mayoristas, “están adoptando este sistema para gestionar con mayor precisión el inventario y conocer la trazabilidad del producto, agilizando la manipulación de los artículos y sus procesos de entradas y salidas”.

“El RFID permite también leer los contenidos de las cajas que se envían entre el almacén y las tiendas, sin abrirlas, ahorrando tiempo y acelerando el “cross doking” (preparar y enviar un pedido al cliente sin almacenar la mercancía), y habilita los traspasos entre almacenes de manera automática, sin interactuación por parte del operario”, según Herreros.

“También posibilita las entradas masivas de materiales o productos a los almacenes, sin tener que gestionarlos uno por uno, sino todos de una vez”, enfatiza.

Te abrochas en la muñeca tu pulsera de silicona o tela antes de entrar a un festival o concierto y, a partir de ese instante, solo tienes que acercar ese colorido brazalete sin baterías a un lector electrónico, para poder acceder al evento o pagar tus compras o consumiciones dentro del recinto, sin necesidad de usar tarjetas, el móvil ni dinero en efectivo.

El control de acceso y la gestión de pagos en diversos eventos es una de las aplicaciones más innovadoras de la tecnología RFID, un sistema para identificar usuarios y objetos y almacenar sus datos mediante ondas electromagnéticas.

Esta tecnología RFID (Identificación por Radiofrecuencia) se puede comparar con un código de barras, aunque en lugar de marcas de tinta se utilizan ondas de radio, explican a Efe desde la Universidad Internacional de Valencia (VIU).

Las etiquetas con esta tecnología se utilizan en la industria, para localizar objetos y evitar que salgan sin permiso; se colocan en prendas de ropa y todo tipo de artículos para detectar su robo en tiendas y supermercados; mientras que los chips que tienen las mascotas también son identificadores RFID, según la VIU.

Esta tecnología también permite agilizar el paso por las autopistas, mediante el ‘telepeaje’, pago automático a distancia y el pago mediante las tarjetas “contactless” que permite el abono acercando la tarjeta a un terminal sin insertarlas en ningún dispositivo.

“Este sistema de radiofrecuencia es una de las tecnologías con mayor crecimiento y cada vez más compañías la usan e implantan”, señala Ismael Herreros, especialista en RFID, de Moinsa (www.moinsa.es/start.do).

Este experto señala que leer a distancia la información de una etiqueta, “permite almacenar y recuperar datos de forma remota y protegerlos con cifrados y contraseñas en tiempo real, además de simplificar la logística, aumentar la eficiencia de las operaciones y aportar una mayor seguridad”.

TECNOLOGÍA EN AUGE.

También explica que la tecnología RFID es considerada como ‘la nueva mina de oro para almacenar datos’, “porque en los últimos tiempos ha disminuido su precio, facilitando su adopción, y está en plena ebullición, gracias a que posibilita el ahorro de tiempo y costes, haciendo a las empresas más eficientes y competitivas”.

“El RFID se compone de un lector o concentrador, y las antenas conectadas a este concentrador , que envían y reciben las señales que éste genera y transportan la información”, señala.

Añade que normalmente, el lector emite ondas que sirven de energía para excitar el chip electrónico que contienen las etiquetas, pulseras u otros soportes.

“Cuando el chip recibe y se carga de energía con esta onda, evalúa el tipo de mensaje recibido en la misma y lo responde”, puntualiza.

Según Herreros, uno de los mensajes normales sería el equivalente a “dime que información contienes” o “dime tu Identificador Único o UID (números y letras que identifican objetos dentro de un sistema informático)”, a lo que el chip responderá, “tengo esta información” o “este es mi UID”.

Además de identificar de manera inequívoca a cada chip portado por un usuario u objeto como si fuera un documento de identidad unipersonal, este sistema tiene las ventajas de que su información puede cifrarse y también permite hacer lecturas múltiples en milisegundos, aportando rapidez y seguridad a los procesos, tanto para las empresas como para los usuarios.

Las pulseras RFID utilizadas en festivales permiten un acceso más rápido a los eventos y el control, identificación y pago sin dinero en efectivo, y simplifican el control de aforo, además de recoger el comportamiento de los asistentes en forma de datos.

EL POTENCIAL DE LOS DATOS.

“Datos sobre los días y horas en los que cada cliente accedió; los alimentos que compró; las zonas o espacios donde estuvo y los conciertos a los que asistió, permiten a los organizadores diseñar futuras decisiones y estrategias. También formular a los patrocinadores propuestas que les garanticen más visibilidad o interacción con los asistentes”, apunta.

Recalca que, además el cifrado y la posibilidad de interactuar con la información del chip, “hacen que sea un sistema infalible, evitando la reventa de entradas y las falsificaciones”.

“En el ámbito comercial la tecnología RFID ayuda a automatizar el seguimiento de cada artículo de manera inequívoca a lo largo de la cadena de suministros, desde la fabricación y distribución, hasta la llegada al consumidor”, señala Herreros.

Apunta que los minoristas y mayoristas, “están adoptando este sistema para gestionar con mayor precisión el inventario y conocer la trazabilidad del producto, agilizando la manipulación de los artículos y sus procesos de entradas y salidas”.

“El RFID permite también leer los contenidos de las cajas que se envían entre el almacén y las tiendas, sin abrirlas, ahorrando tiempo y acelerando el “cross doking” (preparar y enviar un pedido al cliente sin almacenar la mercancía), y habilita los traspasos entre almacenes de manera automática, sin interactuación por parte del operario”, según Herreros.

“También posibilita las entradas masivas de materiales o productos a los almacenes, sin tener que gestionarlos uno por uno, sino todos de una vez”, enfatiza.

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