José Guadalupe Esparza al frente del escenario y en sus flancos sus hijos René y Adán, más el fiel Ramiro y Javier, recibieron inmediata respuesta del coro de los queretanos con los primeros acordes de Adoro en punto de las 23 horas la noche del viernes al ocupar el escenario, ya ocupado previamente por Bandita Sonidero y un imitador del Buki.
Durante las siguientes dos horas ofrecieron un galope musical que recorrió una gran variedad de géneros regionales mexicanos confirmando que el grupo nacido en 1979 sigue vigente y en el gusto de nuevas generaciones.
“Se puso de moda el duranguense, la banda y el tribal” dijo Lupe, “pero Bronco sigue”, al tiempo que aseguró que el grupo fue pionero al combinar públicos, y así lo demostró al entonar El sheriff Chocolate, para toda la racilla chiquilla. Sonaron también Libros tontos, Cómo te lo digo, Que te han visto llorar y Un fin de semana. Lupe, quien arrancó muchos suspiros de varias cuarentonas del público, saludó diciendo: A pesar del paso de los años y del camino recorrido, siempre me pregunto ¿quién se enamoró con esta canción? A lo que el público inmediatamente respondió “¡yo!”.
Alan y René, la nueva generación de Bronco, “los potrillos” como les llamó Lupe, entonaron Doctor, lo nuevo del grupo grabado en su álbum primera fila, y al igual que su padre, arrancaron gritos y piropos.
El grupo se apoyó en el escenario con gran despliegue tecnológico a través de pantallas a los costados, atrás y al fondo con lo cual el grupo quedaba lo mismo dentro de una cantina que dentro de una lluvia de palabras o píldoras, ya fuera para Pastillas de amnesia o Aunque no me quieras.
Grande de caderas, Que no quede huella, Dos mujeres un camino y muchas más coreó el público, integrado principalmente por adultos jóvenes que pagaron entre 400 y 100 pesos por entrar.