Ante un auditorio Josefa Ortiz de Domínguez totalmente lleno, Leo Dan y José María Napoleón deleitaron al público queretano con un recorrido musical por los éxitos que los han consolidado.
A pesar de haberle cumplido al público, el concierto inició con ciertos problemas desde un acceso atropellado, pues a minutos de que el show comenzara, entre gritos, reclamos y portazos, el público que adquirió sus boletos en línea no podía entrar. Argumentaron que la entrada se les estaba negando porque el equipo operativo del evento sostenía que debían haber llegado tres horas antes para cambiar su hoja de orden por un boleto, lo cual no se manifestaba en el mencionado documento. Ante la suma de gritos, reclamos y que únicamente una persona se encargaba de la taquilla, poco a poco se les dio el acceso.
En punto de las 21:00 horas, Leo Dan se encargó de abrir esta velada de recuerdos. Al ritmo del mariachi, el argentino inauguró el escenario con “Que Dios te aleje de mí” y “Esa pared”. Algunas fallas técnicas del sonido se hicieron evidentes, pero rápidamente fueron corregidas. Él, desde el inicio de esta noche se mostró cálido y cercano al público, incluso con ánimos de hacer chistes entre canción y canción.
Le siguieron algunas otras como “Jesús es mi pastor”, “La niña está triste” y “Estelita”. El público, aunque de pie, no dejó de ovacionar al cantautor con aplausos y un coro a todo pulmón.
Después de confesar sus ganas de retirarse, el público le pidió que no lo hiciera y entre una atmósfera cálida, invitó tanto a mujeres, hombres y a uno que otro niño que ahí estaba, a subir al escenario para interpretar junto a él algunas canciones. “Raquel”, “Como te extraño”, “Extraños” y “Siempre estoy pensando en ella”, dieron cierre a su concierto después de poco más de una hora.
Tras un largo intermedio en el que los técnicos arreglaban todo para la presentación de Napoleón, las luces se volvieron a pagar, la gente se emocionó y entre aplausos recibió en el escenario a José María Napoleón hijo. “Sé a quién vienen a ver, prometo no tardar”, fueron sus palabras. En un formato acústico, presentó dos canciones que dejaron en claro que es el heredero del talento de su padre.
Cerca de las 22:30 cedió el escenario y el micrófono a su papá, quien, elegantemente vestido con traje negro y corbata gris inició con su concierto con “Espero”. Ante los primeros acordes, el público llenó el recinto con una oleada de aplausos.
A éste le siguieron una serie de canciones que revivieron los recuerdos del público, “Eres”, “Ella se llamaba Martha”, “Celos”, “Leña verde”, se hicieron sonar.
