/ viernes 2 de noviembre de 2018

Humanitas: arte y pasión

El día de hoy contaremos una historia de amor y desamor, la de Aurelio Agustín quien abandonó a su mujer a causa de su conversión al cristianismo. Floria Emilia fue su novia, su mujer, su concubina, tuvieron un hijo de nombre Adeodato, nacido en el año 373 al cual amaron mucho.

Aurelio Agustín en su adolescencia se formó en la retórica, gramática y literatura, las lecturas del filósofo Marco Tulio Cicerón, particularmente Hortensius, lo llevaron a buscar la verdad y la sabiduría. En algún momento de su vida se encontró con el maniqueísmo, la doctrina de Mani, una verdad. Abrazó otros pensamientos filosóficos y las costumbres romanas de su época, más tarde en el año 385 se convirtió al cristianismo después de conocer a San Ambrosio en Milán y leer las epístolas de San Pablo. Fundó en el año 391 el primer monasterio en Tagaste. Escribió el texto de Magistro. Recibe un severo golpe emocional con la muerte de su hijo Adeodato. Es ordenado sacerdote en el año 391 y funda un segundo monasterio en Hipona. Redacta en el 398 su libro las “Confesiones” en donde critica fuertemente el amor y las pasiones carnales.

Se retira a una villa a las afueras de Hipona a causa de su estado de salud. Redacta los veintidós libros de “La ciudad de Dios”. En el 429 comienza la invasión de los vándalos desde España al Norte de África. Muere un 28 de agosto del año 430.

Jostein Gaarder en su extraordinaria novela Vita Brevis nos narra la versión de Floria Emilia al abandono de Agustín luego de su conversión al cristianismo. La versión de Gaarder es a través de una carta (Codex Floriae) que Floria le escribió al obispo de Hipona en donde le reclama haber abandonado el verdadero y auténtico amor humano para entregarse al amor divino del que poco sabe.

En el capítulo V relata la experiencia nocturna de un viaje a Cartago, en el que se hicieron a la mar en compañía de Adeodato. Cuenta Floria que en aquella aventura, Aurelio Agustín le hablaba de Eneas y Dido la reina de Cartago, de cómo juntos se marcharían a fundar Roma. Sabemos que Eneas dejó abandonada a Dido en Cartago, con el argumento de que los dioses le demandaban su presencia en la península itálica para fundar la gran Roma con el linaje troyano que el portaba. Dido que estaba enamorada de este príncipe Troyano no pudo soportar el abandono y se suicidó.

Floria como compañera de un hombre sabio, era capaz de establecer diálogos y argumentos para conversar con su pareja, compartían el gusto por el teatro y la filosofía.

También en la novela recuerda Floria Emilia su viaje a Milán y Florencia, en donde quedaron extasiados mirando el Arno y las colinas nevadas. Luego fue abandonada.

Durante su juventud fueron una pareja apasionada, amorosa, que retozaban por los campos y la alegría los acompañaba. Él siempre le murmuraba al oído la frase: “Vita Brevis” la vida es breve, para que ella accediera a realizar alguna locura. Su relación siempre tuvo la sombra de Mónica, la madre de Agustín, quien no aceptaba esa relación para su hijo.

La vida es breve y sabemos demasiado. Floria luego de leer las Confesiones de Agustín escribe la carta como respuesta diciendo: Ya he hablado y he redimido mi alma. ¡Y ahora, honorable obispo, a beber! Estoy sentada bajo nuestra vieja higuera en Cartago. Florece por tercera vez este año, pero no da frutos. Quedo en paz.

bobiglez@gmail.com

El día de hoy contaremos una historia de amor y desamor, la de Aurelio Agustín quien abandonó a su mujer a causa de su conversión al cristianismo. Floria Emilia fue su novia, su mujer, su concubina, tuvieron un hijo de nombre Adeodato, nacido en el año 373 al cual amaron mucho.

Aurelio Agustín en su adolescencia se formó en la retórica, gramática y literatura, las lecturas del filósofo Marco Tulio Cicerón, particularmente Hortensius, lo llevaron a buscar la verdad y la sabiduría. En algún momento de su vida se encontró con el maniqueísmo, la doctrina de Mani, una verdad. Abrazó otros pensamientos filosóficos y las costumbres romanas de su época, más tarde en el año 385 se convirtió al cristianismo después de conocer a San Ambrosio en Milán y leer las epístolas de San Pablo. Fundó en el año 391 el primer monasterio en Tagaste. Escribió el texto de Magistro. Recibe un severo golpe emocional con la muerte de su hijo Adeodato. Es ordenado sacerdote en el año 391 y funda un segundo monasterio en Hipona. Redacta en el 398 su libro las “Confesiones” en donde critica fuertemente el amor y las pasiones carnales.

Se retira a una villa a las afueras de Hipona a causa de su estado de salud. Redacta los veintidós libros de “La ciudad de Dios”. En el 429 comienza la invasión de los vándalos desde España al Norte de África. Muere un 28 de agosto del año 430.

Jostein Gaarder en su extraordinaria novela Vita Brevis nos narra la versión de Floria Emilia al abandono de Agustín luego de su conversión al cristianismo. La versión de Gaarder es a través de una carta (Codex Floriae) que Floria le escribió al obispo de Hipona en donde le reclama haber abandonado el verdadero y auténtico amor humano para entregarse al amor divino del que poco sabe.

En el capítulo V relata la experiencia nocturna de un viaje a Cartago, en el que se hicieron a la mar en compañía de Adeodato. Cuenta Floria que en aquella aventura, Aurelio Agustín le hablaba de Eneas y Dido la reina de Cartago, de cómo juntos se marcharían a fundar Roma. Sabemos que Eneas dejó abandonada a Dido en Cartago, con el argumento de que los dioses le demandaban su presencia en la península itálica para fundar la gran Roma con el linaje troyano que el portaba. Dido que estaba enamorada de este príncipe Troyano no pudo soportar el abandono y se suicidó.

Floria como compañera de un hombre sabio, era capaz de establecer diálogos y argumentos para conversar con su pareja, compartían el gusto por el teatro y la filosofía.

También en la novela recuerda Floria Emilia su viaje a Milán y Florencia, en donde quedaron extasiados mirando el Arno y las colinas nevadas. Luego fue abandonada.

Durante su juventud fueron una pareja apasionada, amorosa, que retozaban por los campos y la alegría los acompañaba. Él siempre le murmuraba al oído la frase: “Vita Brevis” la vida es breve, para que ella accediera a realizar alguna locura. Su relación siempre tuvo la sombra de Mónica, la madre de Agustín, quien no aceptaba esa relación para su hijo.

La vida es breve y sabemos demasiado. Floria luego de leer las Confesiones de Agustín escribe la carta como respuesta diciendo: Ya he hablado y he redimido mi alma. ¡Y ahora, honorable obispo, a beber! Estoy sentada bajo nuestra vieja higuera en Cartago. Florece por tercera vez este año, pero no da frutos. Quedo en paz.

bobiglez@gmail.com