/ lunes 11 de marzo de 2019

Adopción de niños… el camino a la felicidad

El proceso pasa por distintas etapas, que concluye alrededor del 60 % de los aspirantes que se registran

Tras siete años de intentar crecer su familia, Janne y Eri decidieron que ya no invertirían tiempo y dinero en terapias de embarazo, por lo cual buscaron la opción, para ellos, más sensata: adoptar a uno de esos niños que, al carecer de un hogar que los proteja, se encuentran bajo el resguardo del DIF

Antes de conocer a tu hijo, al leer el expediente, ya te duele por lo que tuvo que pasar, y sabes que darías tu vida para que no sufriera, analiza Janne al recordar, junto a su esposo, los procesos que permitieron que a su hogar se sumaran dos hijas, que explicó, son educadas en un ambiente de amor, pero también de reglas.

Como ellos, decenas de parejas acuden cada año al Sistema Integral para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) de Querétaro, con el firme deseo de adoptar, pero lo importante es garantizar el bienestar del niño, de ahí que el proceso se compone de tres etapas, entre ellas 12 baterías de prueba, filtro que concluye alrededor del 60 % de los aspirantes que se registran, indicó Lourdes Ángeles Castrejón, coordinadora de adopciones del DIF estatal.

El proceso sí ese largo, altamente emocional, y hace que los solicitantes se pregunten cosas de su formación como personas que nunca se habían detenido a pensar, analizaron Jeni y Eri, al recordar que pasaron de largo las recomendaciones tanto de sus familiares como amigos para que mejor buscaran ampliar los integrantes del hogar por otros medios, en vez de enfrentarse a los procesos del DIF.

Pero quienes hablan de la adopción nunca vivieron el proceso, señala Eri, al recordar que se encontraron con el respaldo de otros padres que también buscaban, o concretaron, el proceso de adopción en el DIF, con quienes aún mantienen contacto, pues las hijas de todos juegan entre sí como si fueran primas.

En el primer proceso de adopción que realizaron debieron invertir alrededor de dos años, pues se conjuntaron diferentes factores, como: ser padres primerizos, el maltrato que había sufrido la niña, y que la pequeña padece de un trastorno de espectro alcohólico fetal, que le genera problemas en su desarrollo mental.

“Ya la amas, desde el momento en que te dicen es tu hija, darías la vida y la defiendes, así con garras. Te presentan el expediente, con ella, hubo un maltrato por su familia biológica, y tú te enteras ahí. Te leen todo… es muy duro… te cuentan con minuciosidad de detalles”, dijeron.

A su primera hija la conocieron en enero del 2015. Tras la primera visita pasaron unas cuatro semanas hasta que se fortaleció el vínculo y llegó el momento de llevarla a su nuevo hogar. Consideraron que el proceso fue igual que una gestación normal, pero en tiempo “ballena”, si se toma en cuenta todo lo que implica, y que los dos años que, en total, invirtieron en el primer proceso experimentaron “un sube y baja de emociones”.

“La enfermera de la casa hogar, la que nos cuidaba, nos dijo: “yo no la había escuchado llorar, ésta bebé”, tenía dos años, ocho meses, “yo no conocía su llanto”, narraron respecto al primer día en que la conocieron. Tuvieron que turnarse para cumplir con las visitas diarias de 8:00 a 20:00. Antes de que se les permitiera llevarla con ellos los demás niños ya los reconocían como “los padres”.

El segundo proceso de adopción resultó más ágil, en la etapa de visitas invirtieron dos semanas, tiempo que se cumplió en abril del año pasado. Decidieron adoptar por segunda vez porque su hija pedía una hermana.

Como padres de dos niñas pequeñas, les narran cuentos de cómo la cigüeña se equivocó de casa y ellos las tuvieron que buscar, pero saben que, conforme pasen los años, deberán analizar formas diferentes para despejarles las dudas que puedan surgir sobre el pasado antes de su hogar.

DE LOS PROCESOS

El personal del DIF solo indaga temas que se relacionan con el bienestar de los hijos, por lo que se desconoce, expresó Castrejón, la cantidad de personas homosexuales que solicitan a un niño en adopción. Los matrimonios constituidos por un hombre y una mujer conforman el 99 % de quienes tramitan los procesos, mientras que el 1 % restante lo integran las personas solteras.

Cada enero se determina la cantidad de niños que, tras liberar su proceso legal, serán dados en adopción, mientras que cada junio se reciben las solicitudes, momento en el que hasta filas forman una noche antes quienes desean obtener un turno para ingresar al proceso.

Entre las 12 baterías de idoneidad se toman encuentra la situación socioeconómica, la relación con los vecinos y las relaciones familiares. Las decisiones se toman al interior del Consejo Técnico de Adopciones, en el que participan el Tribunal Superior de Justicia y la Fiscalía.

El proceso administrativo toma de cuatro a ocho meses, quienes pasan las pruebas, pasan a una lista de espera, y conforme se resuelve la situación jurídica de los menores se va asignando a los niños y, si todo marcha bien, se da inicio a la parte judicial para que el niño tome el apellido de sus nuevos padres. En ese punto, el 80 % de los menores (principalmente en la infancia) pide que también se le cambie el nombre de pila.

Los más buscados son los bebés, mientras que los menos solicitados son quienes superan los 7 años de edad, o conforman un grupo de hermanos, pues el DIF prioriza que todos integren el nuevo hogar. En este punto detalló que se han tenido en adopción grupos de hasta 7 hermanos.

Los hermanos de niños que fueron retirados de sus hogares por omisión de cuidados también podrían solicitar la adopción, si cumplieran con los requisitos, pero no se tiene registro que ello haya ocurrido, expresó Castrejón.

“Legalmente no hay un impedimento, sin embargo, como te digo, la adopción es una figura jurídica con la finalidad de integrar a un niño a una familia que no lo tiene y, en este caso ya hay un lazo, que son hermanos, no sería la naturaleza propia de la adopción… no es la naturaleza de esta institución jurídica, que es la adopción”.

Quienes adoptan conocen todo del niño, la situación jurídica, psicológica y las expectativas que, de acuerdo a sus necesidades, se tienen del nuevo hogar. Los papás ven por primera vez a su posible hijo a través de una cámara de cristal, si deciden seguir con el proceso, comienza el periodo de convivencia y alrededor del 95 % de los padres concluyen ese proceso de asignación.

Tras esa etapa, una psicóloga sigue el desarrollo de los niños por cuatro años, aunque el periodo puede ser mayor, pues ese lo determina un juez. El proceso concluye al verificar que el niño se encuentra en un hogar que le garantizará su sano desarrollo y felicidad.

Remarcó, por último, que todos los procesos que se realizan al interior del DIF son completamente gratuitos y que tienen por objetivo principal, cuidar por el bienestar del niño.

Tras siete años de intentar crecer su familia, Janne y Eri decidieron que ya no invertirían tiempo y dinero en terapias de embarazo, por lo cual buscaron la opción, para ellos, más sensata: adoptar a uno de esos niños que, al carecer de un hogar que los proteja, se encuentran bajo el resguardo del DIF

Antes de conocer a tu hijo, al leer el expediente, ya te duele por lo que tuvo que pasar, y sabes que darías tu vida para que no sufriera, analiza Janne al recordar, junto a su esposo, los procesos que permitieron que a su hogar se sumaran dos hijas, que explicó, son educadas en un ambiente de amor, pero también de reglas.

Como ellos, decenas de parejas acuden cada año al Sistema Integral para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) de Querétaro, con el firme deseo de adoptar, pero lo importante es garantizar el bienestar del niño, de ahí que el proceso se compone de tres etapas, entre ellas 12 baterías de prueba, filtro que concluye alrededor del 60 % de los aspirantes que se registran, indicó Lourdes Ángeles Castrejón, coordinadora de adopciones del DIF estatal.

El proceso sí ese largo, altamente emocional, y hace que los solicitantes se pregunten cosas de su formación como personas que nunca se habían detenido a pensar, analizaron Jeni y Eri, al recordar que pasaron de largo las recomendaciones tanto de sus familiares como amigos para que mejor buscaran ampliar los integrantes del hogar por otros medios, en vez de enfrentarse a los procesos del DIF.

Pero quienes hablan de la adopción nunca vivieron el proceso, señala Eri, al recordar que se encontraron con el respaldo de otros padres que también buscaban, o concretaron, el proceso de adopción en el DIF, con quienes aún mantienen contacto, pues las hijas de todos juegan entre sí como si fueran primas.

En el primer proceso de adopción que realizaron debieron invertir alrededor de dos años, pues se conjuntaron diferentes factores, como: ser padres primerizos, el maltrato que había sufrido la niña, y que la pequeña padece de un trastorno de espectro alcohólico fetal, que le genera problemas en su desarrollo mental.

“Ya la amas, desde el momento en que te dicen es tu hija, darías la vida y la defiendes, así con garras. Te presentan el expediente, con ella, hubo un maltrato por su familia biológica, y tú te enteras ahí. Te leen todo… es muy duro… te cuentan con minuciosidad de detalles”, dijeron.

A su primera hija la conocieron en enero del 2015. Tras la primera visita pasaron unas cuatro semanas hasta que se fortaleció el vínculo y llegó el momento de llevarla a su nuevo hogar. Consideraron que el proceso fue igual que una gestación normal, pero en tiempo “ballena”, si se toma en cuenta todo lo que implica, y que los dos años que, en total, invirtieron en el primer proceso experimentaron “un sube y baja de emociones”.

“La enfermera de la casa hogar, la que nos cuidaba, nos dijo: “yo no la había escuchado llorar, ésta bebé”, tenía dos años, ocho meses, “yo no conocía su llanto”, narraron respecto al primer día en que la conocieron. Tuvieron que turnarse para cumplir con las visitas diarias de 8:00 a 20:00. Antes de que se les permitiera llevarla con ellos los demás niños ya los reconocían como “los padres”.

El segundo proceso de adopción resultó más ágil, en la etapa de visitas invirtieron dos semanas, tiempo que se cumplió en abril del año pasado. Decidieron adoptar por segunda vez porque su hija pedía una hermana.

Como padres de dos niñas pequeñas, les narran cuentos de cómo la cigüeña se equivocó de casa y ellos las tuvieron que buscar, pero saben que, conforme pasen los años, deberán analizar formas diferentes para despejarles las dudas que puedan surgir sobre el pasado antes de su hogar.

DE LOS PROCESOS

El personal del DIF solo indaga temas que se relacionan con el bienestar de los hijos, por lo que se desconoce, expresó Castrejón, la cantidad de personas homosexuales que solicitan a un niño en adopción. Los matrimonios constituidos por un hombre y una mujer conforman el 99 % de quienes tramitan los procesos, mientras que el 1 % restante lo integran las personas solteras.

Cada enero se determina la cantidad de niños que, tras liberar su proceso legal, serán dados en adopción, mientras que cada junio se reciben las solicitudes, momento en el que hasta filas forman una noche antes quienes desean obtener un turno para ingresar al proceso.

Entre las 12 baterías de idoneidad se toman encuentra la situación socioeconómica, la relación con los vecinos y las relaciones familiares. Las decisiones se toman al interior del Consejo Técnico de Adopciones, en el que participan el Tribunal Superior de Justicia y la Fiscalía.

El proceso administrativo toma de cuatro a ocho meses, quienes pasan las pruebas, pasan a una lista de espera, y conforme se resuelve la situación jurídica de los menores se va asignando a los niños y, si todo marcha bien, se da inicio a la parte judicial para que el niño tome el apellido de sus nuevos padres. En ese punto, el 80 % de los menores (principalmente en la infancia) pide que también se le cambie el nombre de pila.

Los más buscados son los bebés, mientras que los menos solicitados son quienes superan los 7 años de edad, o conforman un grupo de hermanos, pues el DIF prioriza que todos integren el nuevo hogar. En este punto detalló que se han tenido en adopción grupos de hasta 7 hermanos.

Los hermanos de niños que fueron retirados de sus hogares por omisión de cuidados también podrían solicitar la adopción, si cumplieran con los requisitos, pero no se tiene registro que ello haya ocurrido, expresó Castrejón.

“Legalmente no hay un impedimento, sin embargo, como te digo, la adopción es una figura jurídica con la finalidad de integrar a un niño a una familia que no lo tiene y, en este caso ya hay un lazo, que son hermanos, no sería la naturaleza propia de la adopción… no es la naturaleza de esta institución jurídica, que es la adopción”.

Quienes adoptan conocen todo del niño, la situación jurídica, psicológica y las expectativas que, de acuerdo a sus necesidades, se tienen del nuevo hogar. Los papás ven por primera vez a su posible hijo a través de una cámara de cristal, si deciden seguir con el proceso, comienza el periodo de convivencia y alrededor del 95 % de los padres concluyen ese proceso de asignación.

Tras esa etapa, una psicóloga sigue el desarrollo de los niños por cuatro años, aunque el periodo puede ser mayor, pues ese lo determina un juez. El proceso concluye al verificar que el niño se encuentra en un hogar que le garantizará su sano desarrollo y felicidad.

Remarcó, por último, que todos los procesos que se realizan al interior del DIF son completamente gratuitos y que tienen por objetivo principal, cuidar por el bienestar del niño.

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