/ jueves 27 de enero de 2022

Antes de agosto | Qué, cómo y cuándo

Tan simple que es la simpleza, y aún así se hacen bolas.

Santoveño.


México es un país sobrediagnosticado, para eso hemos tenido muy buenos políticos e imitadores de intelectuales, pero a la hora de atender las propias valoraciones, resulta que nomás nada, y todo se apila nuevamente en la bodega del “haremos”.

Ya hemos platicado en este mismo espacio de toda la avalancha de elecciones que se vienen en el país de aquí a la “grande” en 2024. Pienso que esta vez quienes se adueñen de la simpleza de la realidad, tendrán grandes oportunidades de ganar el voto razonado, porque no necesito explicar que además del voto razonado hay otro tipo de voto ¿verdad? Sí, eso mismo pensé.

Les decía pues que hoy más que nunca aquellas y aquellos que logren vencer sus monstruosos egos (quienes los tengan desde luego) y aterricen en su oferta política la simpleza de tres cosas, el qué, el cómo y el cuándo, harán “click” de inmediato con el electorado.

Un poco de contexto; imagínense que un candidato le dice a la gente que a partir de que sea electo presidente, al día siguiente ya no habrá corrupción ni violencia. ¿Se imaginan? Dios nos libre.

Usemos pues el mismo ejemplo, paso por paso; en es “propuesta” de campaña tiene un “qué” o más bien dos, -terminar con la corrupción- y -terminar con la violencia-, hasta ahí podríamos decir que la cosa va bien. Pero oh sorpresa, al momento de decir el “cuándo” se avienta la temeraria, desvergonzada e increíble (bueno ni tan increíble) mentira de decir que al “día siguiente” de ganar la elección. Y pues del “cómo” ya ni hablamos porque es ahí donde la puerca torció el rabo, ese es justo la última frontera en la que la sensatez y el sentido común no admiten experimentos ni sandeces.

Bien, pues si nos ponemos un poco juiciosos, con toda la razón se puede decir: “es imposible saber “cuándo” quedará resuelto o atendido un “qué ``''. Y sí, la demagogia y el populismo, nos han alejado de la planeación, las rutas y las estrategias. Para fortuna de la clase política, no tienen que rascar mucho su ingenio (o sí, no sé, espero que no) para exponer un “cuándo” por etapas y con planeación. Aquí sí cabe la calibración, la autocrítica, el poder sortear imponderables. Claro que se pueden ofertar “cuándos”, la cosa es no decir mentiras, esto poco a poco nos llevará a los ciudadanos a “desaprender” los paradigmas de las propuestas en tiempos electorales.

En el “qué”, la cosa es más fácil, es evidente que hay temas prioritarios, aquí es donde entra esa lucha que les decía, la lucha contra el ego. Hipotéticamente, para qué van a ofertar un centro espacial, si no hay drenajes. Eso se hace para diferenciarse de otras ofertas, e innovar. No se puede innovar si las necesidades más elementales no están cubiertas (los qué).

El “cómo”, aquí mero entra una de las lecciones de liderazgo más añejas que pueda haber, número uno, reconocer que no hay una sola persona (ni la ha habido, ni la habrá) que sepa todo, bueno pues entonces hay que rodearse de expertos y sobretodo ¡hacerles caso!
Esto garantiza, que la ciencia y la teoría estén por encima de las ocurrencias y de las necedades.

Desde lo local y hasta lo federal, las ofertas políticas (las serias, de las otras ya quedamos que no tienen lugar en la mesa) tendrán que cumplir con estas tres llaves: qué, cuándo y cómo.



Nos leemos el próximo jueves.

@julio_cabrera


Tan simple que es la simpleza, y aún así se hacen bolas.

Santoveño.


México es un país sobrediagnosticado, para eso hemos tenido muy buenos políticos e imitadores de intelectuales, pero a la hora de atender las propias valoraciones, resulta que nomás nada, y todo se apila nuevamente en la bodega del “haremos”.

Ya hemos platicado en este mismo espacio de toda la avalancha de elecciones que se vienen en el país de aquí a la “grande” en 2024. Pienso que esta vez quienes se adueñen de la simpleza de la realidad, tendrán grandes oportunidades de ganar el voto razonado, porque no necesito explicar que además del voto razonado hay otro tipo de voto ¿verdad? Sí, eso mismo pensé.

Les decía pues que hoy más que nunca aquellas y aquellos que logren vencer sus monstruosos egos (quienes los tengan desde luego) y aterricen en su oferta política la simpleza de tres cosas, el qué, el cómo y el cuándo, harán “click” de inmediato con el electorado.

Un poco de contexto; imagínense que un candidato le dice a la gente que a partir de que sea electo presidente, al día siguiente ya no habrá corrupción ni violencia. ¿Se imaginan? Dios nos libre.

Usemos pues el mismo ejemplo, paso por paso; en es “propuesta” de campaña tiene un “qué” o más bien dos, -terminar con la corrupción- y -terminar con la violencia-, hasta ahí podríamos decir que la cosa va bien. Pero oh sorpresa, al momento de decir el “cuándo” se avienta la temeraria, desvergonzada e increíble (bueno ni tan increíble) mentira de decir que al “día siguiente” de ganar la elección. Y pues del “cómo” ya ni hablamos porque es ahí donde la puerca torció el rabo, ese es justo la última frontera en la que la sensatez y el sentido común no admiten experimentos ni sandeces.

Bien, pues si nos ponemos un poco juiciosos, con toda la razón se puede decir: “es imposible saber “cuándo” quedará resuelto o atendido un “qué ``''. Y sí, la demagogia y el populismo, nos han alejado de la planeación, las rutas y las estrategias. Para fortuna de la clase política, no tienen que rascar mucho su ingenio (o sí, no sé, espero que no) para exponer un “cuándo” por etapas y con planeación. Aquí sí cabe la calibración, la autocrítica, el poder sortear imponderables. Claro que se pueden ofertar “cuándos”, la cosa es no decir mentiras, esto poco a poco nos llevará a los ciudadanos a “desaprender” los paradigmas de las propuestas en tiempos electorales.

En el “qué”, la cosa es más fácil, es evidente que hay temas prioritarios, aquí es donde entra esa lucha que les decía, la lucha contra el ego. Hipotéticamente, para qué van a ofertar un centro espacial, si no hay drenajes. Eso se hace para diferenciarse de otras ofertas, e innovar. No se puede innovar si las necesidades más elementales no están cubiertas (los qué).

El “cómo”, aquí mero entra una de las lecciones de liderazgo más añejas que pueda haber, número uno, reconocer que no hay una sola persona (ni la ha habido, ni la habrá) que sepa todo, bueno pues entonces hay que rodearse de expertos y sobretodo ¡hacerles caso!
Esto garantiza, que la ciencia y la teoría estén por encima de las ocurrencias y de las necedades.

Desde lo local y hasta lo federal, las ofertas políticas (las serias, de las otras ya quedamos que no tienen lugar en la mesa) tendrán que cumplir con estas tres llaves: qué, cuándo y cómo.



Nos leemos el próximo jueves.

@julio_cabrera


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