Un hecho histórico fue la sentencia que se le dio a quien hoy se sabe que se llama Vicente “N”, el hombre que envenenó a Tango y Athos y quien siempre se identificó como “Benjamín”.
Mónica Huerta, quien llevó todo el proceso, platicó con Diario de Querétaro los pormenores del caso y bajo qué criterios se llegó a la resolución final.
De acuerdo con la abogada, la agresión fue realizada con premeditación y alevosía por parte de hasta quien en ese momento se hacía llamar Benjamín y que durante el proceso se descubrió que había falsificado su identificación. “Durante el proceso se descubrió que existe un acta de nacimiento que lo identifica como Vicente y donde incluso consiguió un INE falsificado con el nombre con el que vecinos y personas cercanas a él lo conocían”.
Dado a que Vicente N. era vecino de Edgar Martínez, dedicado a la crianza y protección de binomios, había una cierta cordialidad entre ambos, cosa que aprovechó el hoy homicida confeso para indagar y preguntar todo acerca de los canes.
“Tango y Athos, estaban perfectamente entrenados, ellos no comían nada que estuviera en la calle, - así fuera un filete -, pero Vicente Benjamín N se encargó de indagar aspectos como con que eran premiados los perros, cuál era su rutina diaria, entre otros datos. Fue bastante el tiempo que el hombre destino para conocer y observar la rutina de los binomios, fue así como supo que, eran las salchichas lo único que consumían fuera de su alimentación básica, pues era con lo que Edgar los premiaba”. Explica Huerta Muñoz.
Fue el 13 de junio de 2021, cuando ocurrió el hecho y aprovechando que los canes salían un rato sin correa al jardín del condominio para activarse un poco, su vecino colocó las salchichas para poner fin a la vida de los perros.
Al cuestionar a Mónica Huerta qué declaró Vicente N con respecto al hecho, precisó que siempre mantuvo su derecho a guardar silencio y fueron las declaraciones de 34 testigos, así como ciertos detalles con respecto a su familia así como los diferentes estudios psicológicos lo que los llevó a entender que era un hombre problemático, resentido con la vida y con una nula convivencia familiar
“En la casa de Vicente (Benjamín) al momento del cateo se encontraron a unos perros con signos de violencia, uno incluso presentó una pata mal soldada producto de una lesión vieja”, reconoció.
Tras la denuncia interpuesta por Edgar Martínez, con la ayuda de cámaras lograron identificar a quien en esos momentos Edgar ubicaba como Benjamín, colocando las salchichas en el jardín y cuando se giró la orden para presentarlo, el individuo había abandonado el domicilio con una maleta, a decir de testigos que lo vieron abandonar el inmueble.
Cuando Vicente finalmente se entregó, su abogado defensor refirió que él se había ido de la ciudad por temor a represalias ya que varios usuarios a través de las redes sociales lo amenazaban con dañarlo e incluso matarlo como él mismo lo hizo con los perritos.
Mónica huerta menciona que el juicio que duró 14 meses y 8 meses de arduas investigaciones fue complicado primeramente porque la juez determinó que no era necesario que el imputado permaneciera detenido y podía llevar su proceso en libertad, pero con las restricciones necesarias, como mantenerse lejos del afectado, motivo por el cual Edgar tuvo que cambiar su domicilio pues no se sentía seguro”.
¿POR QUÉ LA SENTENCIA?
Para quienes desconocen la labor de los binomios estos eran perros de asistencia y servicio en favor de la humanidad, ambos contaban con certificaciones que los acreditaban como rescatistas y habían participado en varios rescates, “por ejemplo Athos tenía un récord más amplio que la perrita Frida, la cual se hizo famosa por el montaje que se le hizo".
Por su parte Tango era un perro de asistencia, durante el inicio de la pandemia y hasta su deceso asistía a una pequeña con Síndrome de Down”.
La multa se basó en la inversión que se tenía con estos animales que además eran de gran ayuda para salvar vidas humanas, “las certificaciones, los años de entrenamiento, crianza y su labor altruista fue el tabulador con el que se basaron para calcular la reparación.
“Por eso para Athos fue de más de 2 millones de pesos, porque además era de los pocos binomios especializados en buscar cuerpos sumergidos en el agua. La indemnización de Tango fue menor porque tenía menos certificaciones”, explicó.
Finalmente la abogada mencionó que esta pena sirve como precedente para que más personas piensen dos veces antes de cometer delitos en agravio de los animales.