/ domingo 4 de abril de 2021

Calla Iglesia en Sábado Santo; y no de “Gloria”

La Iglesia Católica en Querétaro, preocupada por clarificar los ritos y costumbres llama a considerar al Sábado de Luto y no “de Gloria”

La Iglesia Católica en Querétaro, preocupada por clarificar los ritos y costumbres llama a considerar al Sábado de Luto y no “de Gloria”, pues no hay nada que celebrar, sino hasta este Domingo, Día de la Resurrección de Jesucristo.

A pesar de que nuestra infancia estuvo marcada por ciertas costumbres religiosas, en tiempos en que los adultos no daban explicaciones, hay algunas equivocadas, sobre todo en materia religiosa. Es por ello que, entre diversos puntos está este.

Es así que la Diócesis de Querétaro, ha insistido en que los feligreses preocupados por la verdad, comprendan el verdadero significado del Sábado Santo (como debe llamarse) y lo usen para la reflexión, pues Jesucristo a esta fecha estaba inerte, en su tumba y los dolientes sufrían al pensar que jamás sabrían ya de él.

Por ello, este sábado es Sábado Santo, día de luto, día de orar en la Santa Cruz, día del Cirio Pascual, día de silencio, de meditación, de arrepentimiento, día de ausencia, día en que experimentamos el vacío, el dolor profundo de ese ser querido que nos dejó, y si no se es creyente, es día de incertidumbre, mismo que nos hará pasar al júbilo con una emoción indescriptible, porque mañana, Jesucristo nos dará la mayor sorpresa de nuestras vidas.

“Durante el Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y su muerte, su descenso a los infiernos y esperando en oración y ayuno su resurrección. La comunidad cristiana vela junto al sepulcro. Callan las campanas y los instrumentos. Es día para profundizar. Para contemplar. El altar está despojado. El sagrario, abierto y vacío”, expone la Diócesis de Querétaro en un comunicado enviado de manera previa, ante la incapacidad de romper el silencio.

La Santa Cruz sigue entronizada desde este viernes, que fue su día, “central, iluminada, con un paño rojo, con un laurel de victoria. Dios ha muerto. Ha querido vencer con su propio dolor el mal de la humanidad”, explica la curia.

El Sábado está en el corazón mismo del Triduo Pascual. Entre la muerte del Viernes y la resurrección del Domingo nos detenemos en el sepulcro. Un día puente, pero con personalidad. Son tres aspectos – no tanto momentos cronológicos – de un mismo y único misterio, el misterio de la Pascua de Jesús (por ello la luz del Cirio Pascual): muerto, sepultado, resucitado:

“…se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo…se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, es decir conociese el estado de muerte, el estado de separación entre su alma y su cuerpo, durante el tiempo comprendido entre el momento en que Él expiró en la cruz y el momento en que resucitó. Este estado de Cristo muerto es el misterio del sepulcro y del descenso a los infiernos. Es el misterio del Sábado Santo en el que Cristo depositado en la tumba manifiesta el gran reposo sabático de Dios después de realizar la salvación de los hombres, que establece en la paz al universo entero”.

Es el día de la ausencia que nos llama a repasar nuestras vidas, nuestros hechos, nuestros aciertos, nuestros errores, nuestro papel en la sociedad y la actualidad que vivimos, como lo es la pandemia y es tiempo de pedir, de rogar, pero es tiempo más de ofrecer y dar:

El Esposo nos ha sido arrebatado. Día de dolor, de reposo, de esperanza, de soledad. El mismo Cristo está callado. Él, que es el Verbo, la Palabra, está callado. Después de su último grito de la cruz “¿por qué me has abandonado”? - ahora él calla en el sepulcro. Descansa: “consummatum est”, “todo se ha cumplido”.

El sábado es el día en que experimentamos el vacío. Si la fe, ungida de esperanza, no viera el horizonte último de esta realidad, caeríamos en el desaliento: “nosotros esperábamos… “, decían los discípulos de Emaús.

Es un día de meditación y silencio. Eso sí, no es un día vacío en el que “no pasa nada”. Ni un duplicado del Viernes. La gran lección es ésta: Cristo está en el sepulcro, ha bajado al lugar de los muertos, a lo más profundo a donde puede bajar una persona. Y junto a Él, como su Madre María, está la Iglesia, la esposa. Callada, como él.

La Iglesia Católica en Querétaro, preocupada por clarificar los ritos y costumbres llama a considerar al Sábado de Luto y no “de Gloria”, pues no hay nada que celebrar, sino hasta este Domingo, Día de la Resurrección de Jesucristo.

A pesar de que nuestra infancia estuvo marcada por ciertas costumbres religiosas, en tiempos en que los adultos no daban explicaciones, hay algunas equivocadas, sobre todo en materia religiosa. Es por ello que, entre diversos puntos está este.

Es así que la Diócesis de Querétaro, ha insistido en que los feligreses preocupados por la verdad, comprendan el verdadero significado del Sábado Santo (como debe llamarse) y lo usen para la reflexión, pues Jesucristo a esta fecha estaba inerte, en su tumba y los dolientes sufrían al pensar que jamás sabrían ya de él.

Por ello, este sábado es Sábado Santo, día de luto, día de orar en la Santa Cruz, día del Cirio Pascual, día de silencio, de meditación, de arrepentimiento, día de ausencia, día en que experimentamos el vacío, el dolor profundo de ese ser querido que nos dejó, y si no se es creyente, es día de incertidumbre, mismo que nos hará pasar al júbilo con una emoción indescriptible, porque mañana, Jesucristo nos dará la mayor sorpresa de nuestras vidas.

“Durante el Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y su muerte, su descenso a los infiernos y esperando en oración y ayuno su resurrección. La comunidad cristiana vela junto al sepulcro. Callan las campanas y los instrumentos. Es día para profundizar. Para contemplar. El altar está despojado. El sagrario, abierto y vacío”, expone la Diócesis de Querétaro en un comunicado enviado de manera previa, ante la incapacidad de romper el silencio.

La Santa Cruz sigue entronizada desde este viernes, que fue su día, “central, iluminada, con un paño rojo, con un laurel de victoria. Dios ha muerto. Ha querido vencer con su propio dolor el mal de la humanidad”, explica la curia.

El Sábado está en el corazón mismo del Triduo Pascual. Entre la muerte del Viernes y la resurrección del Domingo nos detenemos en el sepulcro. Un día puente, pero con personalidad. Son tres aspectos – no tanto momentos cronológicos – de un mismo y único misterio, el misterio de la Pascua de Jesús (por ello la luz del Cirio Pascual): muerto, sepultado, resucitado:

“…se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo…se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, es decir conociese el estado de muerte, el estado de separación entre su alma y su cuerpo, durante el tiempo comprendido entre el momento en que Él expiró en la cruz y el momento en que resucitó. Este estado de Cristo muerto es el misterio del sepulcro y del descenso a los infiernos. Es el misterio del Sábado Santo en el que Cristo depositado en la tumba manifiesta el gran reposo sabático de Dios después de realizar la salvación de los hombres, que establece en la paz al universo entero”.

Es el día de la ausencia que nos llama a repasar nuestras vidas, nuestros hechos, nuestros aciertos, nuestros errores, nuestro papel en la sociedad y la actualidad que vivimos, como lo es la pandemia y es tiempo de pedir, de rogar, pero es tiempo más de ofrecer y dar:

El Esposo nos ha sido arrebatado. Día de dolor, de reposo, de esperanza, de soledad. El mismo Cristo está callado. Él, que es el Verbo, la Palabra, está callado. Después de su último grito de la cruz “¿por qué me has abandonado”? - ahora él calla en el sepulcro. Descansa: “consummatum est”, “todo se ha cumplido”.

El sábado es el día en que experimentamos el vacío. Si la fe, ungida de esperanza, no viera el horizonte último de esta realidad, caeríamos en el desaliento: “nosotros esperábamos… “, decían los discípulos de Emaús.

Es un día de meditación y silencio. Eso sí, no es un día vacío en el que “no pasa nada”. Ni un duplicado del Viernes. La gran lección es ésta: Cristo está en el sepulcro, ha bajado al lugar de los muertos, a lo más profundo a donde puede bajar una persona. Y junto a Él, como su Madre María, está la Iglesia, la esposa. Callada, como él.

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