/ jueves 24 de noviembre de 2016

Catrina de Erik de Luna traspasa fronteras

Son 17 años los que han pasado desde que Erik de Luna se pusopor primera vez el vestido negro, los guantes, el sombrero y sepintó la cara de Catrina, 17 años en los que esa míticapresencia ha ido cobrando fuerza y se ha encarnado en la voluntadde este actor; hoy, cuando Erik pisa el escenario con los zapatosde la muerte, es un ente superior el que toma la palabra, un sersobrenatural al que poco le puede pasar.

Así lo refirió el actor Erik de Luna en entrevista con DIARIODE QUERÉTARO después de la rueda de prensa en la que compartiósu experiencia en Madrid, España, donde representó una vez más ala folclórica Catrina, mérito que lo llevó a aparecer en laportada del suplemento “Michoacán, Noche de Muertos”, de larevista Traveler, de National Geographic.

Al mirar hacia atrás, Erik señala que la portada de la famosarevista en la que aparece es como la cereza en el pastel que coronalos esfuerzos de su carrera, pues antes de La Catrina, Erik de Lunaya había estudiado diseño de modas en el Instituto de ArteBribiesca, en Guadalajara, había descubierto su talento paradibujar y para desempeñarse como actor en Cómicos de la Legua,pero no todo ha sido siempre miel sobre hojuelas.

A los 33 años una idea rondaba su cabeza, no le permitíacontinuar con normalidad, sabía que era una persona talentosa,pero pensaba que el éxito debió llegar desde temprano a su vida yal ver que todavía no conseguía un logro memorable, ladesesperanza reclamó su parte de su proceder.

“Todos piensan que La Catrina nació un día, que me despertéy dije, ‘voy a ser La Catrina’ no, para ser La Catrina, empecéen el teatro en 1983 en Cómicos de la Legua, haciendo un personajeque se llamaba Thomas Diafoirus, pero desde que comencé, me haperseguido la risa, desde el primer día que pisé el escenario lagente ya se estaba riendo y yo todavía ni decía nada. Y cuando metoca La Catrina fue el tiempo perfecto”, recuerda Erik deLuna.

Recuerda que Amelia Kobeh lo invitó a representar a La Catrinapor primera vez en 1999, a lo que Erik accedió porque tenía unvestuario que podía usar, una versión negra de un vestido blancoque usó la actriz María Félix; Erik sólo tenía que ponerse atrabajar en el sombrero, los guantes y el maquillaje.

“Salió tan bien, que Arturo Pérez me tomó una sesión defotos en el Jardín Zenea, pero los rollos se acabaron y en lo quefue a su estudio por otro, me quedé con su esposa y con toda lagente que estaba esperando a ver qué decía; como ya había hechomi investigación, empecé a hablar sobre José Guadalupe Posada,unos chistes de muertitos, algunos versos, dichos y refranes delrefranero popular mexicano y cuando él regresó, la gente meestaba aplaudiendo”, relató.

Al ver el furor que causó, el fotógrafo le hizo la propuestade hacer una obra de teatro con el personaje de la Catrina, Erik,al principio tuvo sus reservas, pero finalmente accedió, esa obrade teatro derivó en una obra anual, en recorridos por las callesdel Centro Histórico, en otros vestuarios, en la publicación delibros y loterías de la muerte, la carrera de Erik ha idocreciendo como si de una bola de nieve se tratara.

Su primer juego de loterías de la muerte salió a la luz en2003, el segundo en 2005, esto le dio la oportunidad de dar aconocer su trabajo en otras partes de la República y hoy aseguraque se siente muy agradecido con La Catrina y con el creador deesta figura, José Guadalupe Posada, además, con la historia deMéxico, pues asegura que es un recurso que se puede aprovechar ycrecer con ello orgullosamente. El trabajo de Erik de Luna se hadestacado por la investigación que respalda cada chiste, cadavestuario, cada elemento artístico.

“Lo básico de la investigación es enfocarse en lo que estásbuscando y que no te pierdas, aunque, hay veces que te pierdes yencuentras cosas muy interesantes. Internet, revistas y librosespecializados son imprescindibles, pero también la entrevista,porque lo importante no es saber, sino tener el teléfono del quesabe”, advierte Erik.

Además, el trabajo del actor y vestuarista siempre se ha vistoimpulsado por las peticiones de otras personas, “siempre me andancolgando santitos, milagritos y muertitos”, señala.

Erik piensa que por épocas se encarna en él La Catrina, peroestá seguro de que eso es lo que tiene que pasar con un buenactor, “cuando yo salgo de la Catrina, siento que no me puedepasar nada, porque soy como un ser sobrenatural, si no me sintieraasí, le hablaría a mis amigos y eso no existe, porque la muerteno es amiga de nadie”, asevera. El actor asegura que es difícilseparar la percepción de Erik de Luna de la de La Catrina, perosí sabe que respeta mucho a su personaje y que tiene unaresponsabilidad cuando está ataviado con los diferentes vestidosde la muerte.

De todos ellos, Erik de Luna señala el de la Monja Coronadacomo su favorito, pero aún así dicha imagen le sigue inspirandocierto temor y asegura que no puede verse en el espejo porque le damiedo.

“La Catrina ha crecido mucho y tiene que seguir creciendo, enmi intención, quiero que la lleven a las ferias mundiales, aParís, a Florencia, a Rusia y si tengo que aprender el idioma dedonde vaya, lo aprenderé. En el futuro veo más proyectos, megustaría dar algún curso, porque un día me voy a morir y quierohacer algo que quede para la posteridad”, agrega Erik de Luna,con la convicción de que a La Catrina le faltan muchas historiaspor contar.

Son 17 años los que han pasado desde que Erik de Luna se pusopor primera vez el vestido negro, los guantes, el sombrero y sepintó la cara de Catrina, 17 años en los que esa míticapresencia ha ido cobrando fuerza y se ha encarnado en la voluntadde este actor; hoy, cuando Erik pisa el escenario con los zapatosde la muerte, es un ente superior el que toma la palabra, un sersobrenatural al que poco le puede pasar.

Así lo refirió el actor Erik de Luna en entrevista con DIARIODE QUERÉTARO después de la rueda de prensa en la que compartiósu experiencia en Madrid, España, donde representó una vez más ala folclórica Catrina, mérito que lo llevó a aparecer en laportada del suplemento “Michoacán, Noche de Muertos”, de larevista Traveler, de National Geographic.

Al mirar hacia atrás, Erik señala que la portada de la famosarevista en la que aparece es como la cereza en el pastel que coronalos esfuerzos de su carrera, pues antes de La Catrina, Erik de Lunaya había estudiado diseño de modas en el Instituto de ArteBribiesca, en Guadalajara, había descubierto su talento paradibujar y para desempeñarse como actor en Cómicos de la Legua,pero no todo ha sido siempre miel sobre hojuelas.

A los 33 años una idea rondaba su cabeza, no le permitíacontinuar con normalidad, sabía que era una persona talentosa,pero pensaba que el éxito debió llegar desde temprano a su vida yal ver que todavía no conseguía un logro memorable, ladesesperanza reclamó su parte de su proceder.

“Todos piensan que La Catrina nació un día, que me despertéy dije, ‘voy a ser La Catrina’ no, para ser La Catrina, empecéen el teatro en 1983 en Cómicos de la Legua, haciendo un personajeque se llamaba Thomas Diafoirus, pero desde que comencé, me haperseguido la risa, desde el primer día que pisé el escenario lagente ya se estaba riendo y yo todavía ni decía nada. Y cuando metoca La Catrina fue el tiempo perfecto”, recuerda Erik deLuna.

Recuerda que Amelia Kobeh lo invitó a representar a La Catrinapor primera vez en 1999, a lo que Erik accedió porque tenía unvestuario que podía usar, una versión negra de un vestido blancoque usó la actriz María Félix; Erik sólo tenía que ponerse atrabajar en el sombrero, los guantes y el maquillaje.

“Salió tan bien, que Arturo Pérez me tomó una sesión defotos en el Jardín Zenea, pero los rollos se acabaron y en lo quefue a su estudio por otro, me quedé con su esposa y con toda lagente que estaba esperando a ver qué decía; como ya había hechomi investigación, empecé a hablar sobre José Guadalupe Posada,unos chistes de muertitos, algunos versos, dichos y refranes delrefranero popular mexicano y cuando él regresó, la gente meestaba aplaudiendo”, relató.

Al ver el furor que causó, el fotógrafo le hizo la propuestade hacer una obra de teatro con el personaje de la Catrina, Erik,al principio tuvo sus reservas, pero finalmente accedió, esa obrade teatro derivó en una obra anual, en recorridos por las callesdel Centro Histórico, en otros vestuarios, en la publicación delibros y loterías de la muerte, la carrera de Erik ha idocreciendo como si de una bola de nieve se tratara.

Su primer juego de loterías de la muerte salió a la luz en2003, el segundo en 2005, esto le dio la oportunidad de dar aconocer su trabajo en otras partes de la República y hoy aseguraque se siente muy agradecido con La Catrina y con el creador deesta figura, José Guadalupe Posada, además, con la historia deMéxico, pues asegura que es un recurso que se puede aprovechar ycrecer con ello orgullosamente. El trabajo de Erik de Luna se hadestacado por la investigación que respalda cada chiste, cadavestuario, cada elemento artístico.

“Lo básico de la investigación es enfocarse en lo que estásbuscando y que no te pierdas, aunque, hay veces que te pierdes yencuentras cosas muy interesantes. Internet, revistas y librosespecializados son imprescindibles, pero también la entrevista,porque lo importante no es saber, sino tener el teléfono del quesabe”, advierte Erik.

Además, el trabajo del actor y vestuarista siempre se ha vistoimpulsado por las peticiones de otras personas, “siempre me andancolgando santitos, milagritos y muertitos”, señala.

Erik piensa que por épocas se encarna en él La Catrina, peroestá seguro de que eso es lo que tiene que pasar con un buenactor, “cuando yo salgo de la Catrina, siento que no me puedepasar nada, porque soy como un ser sobrenatural, si no me sintieraasí, le hablaría a mis amigos y eso no existe, porque la muerteno es amiga de nadie”, asevera. El actor asegura que es difícilseparar la percepción de Erik de Luna de la de La Catrina, perosí sabe que respeta mucho a su personaje y que tiene unaresponsabilidad cuando está ataviado con los diferentes vestidosde la muerte.

De todos ellos, Erik de Luna señala el de la Monja Coronadacomo su favorito, pero aún así dicha imagen le sigue inspirandocierto temor y asegura que no puede verse en el espejo porque le damiedo.

“La Catrina ha crecido mucho y tiene que seguir creciendo, enmi intención, quiero que la lleven a las ferias mundiales, aParís, a Florencia, a Rusia y si tengo que aprender el idioma dedonde vaya, lo aprenderé. En el futuro veo más proyectos, megustaría dar algún curso, porque un día me voy a morir y quierohacer algo que quede para la posteridad”, agrega Erik de Luna,con la convicción de que a La Catrina le faltan muchas historiaspor contar.

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