En la post-pandemia parece fundamental preguntarse por el sentido de la educación y de los espacios educativos tradicionales. Las universidades vemos la necesidad de llevar los procesos de enseñanza-aprendizaje a ser compartidos con la comunidad extendida, con el fin de incentivar al alumnado a que analicen, postulen y generen ideas que puedan ser llevadas a cabo en nuestros contextos propios y extendidos, trabajando y compartiendo con toda la comunidad dentro, pero sobre todo fuera de los recintos educativos.
Es bajo esta postura que pensamos en la idea de sacar la universidad a la ciudad. Necesitamos herramientas que posibiliten la construcción colectiva, la participación de la comunidad en la creación de nuevas realidades y prácticas de las comunidades educativas. Las universidades requieren involucrar activamente a sus miembros en el desarrollo de nuevas formas de ser y hacer de la educación. Como idear, desarrollar, y pilotear una propuesta en, con y para la comunidad extendida, respondiendo a las problemáticas que conciernen al acto educativo.
Bajo esta premisa debemos llevar a cabo procesos de agenciamiento y comunitarización del aprendizaje que hoy se lleva a cabo casi de manera exclusiva en los recintos universitarios. Una apuesta sería trasladar las clases tradicionalmente programadas en los campus a espacios dentro de la ciudad, como museos, centros comunitarios y plazas abiertas, por una semana completa, con el propósito de tener personas de la comunidad en general dentro de las clases. La dinámica que en el aula está dictada, en la ciudad no. Con esto, se desarrollan habilidades que en la protección del campus no es posible, repensando el acto educativo en sí mismo.
Una iniciativa de innovación social educativa que busca esto es Campus Alameda, liderada por la Escuela de Arquitectura Arte y Diseño del Tecnológico de Monterrey en Querétaro, cuyo fin es fomentar la educación abierta, la regeneración urbana, la creación de redes locales y los espacios educativos abiertos para todos, todas y todes. La socialización del conocimiento, a través de iniciativas como esta, permite que la experiencia educativa cambie, no sea tan institucional, sino más comunitaria, familiar y personal.
Como miembro de una institución educativa reconozco que nuestra labor impacta no solo a una persona, sino al contexto inmediato en el que esta persona se desenvuelve. Estoy segura que estar en la ciudad y no en el aula, reinventa lo cotidiano y contribuye al pensamiento de la ética planetaria.
*Directora del Departamento Regional de Arquitectura del Tec de Monterrey Campus Querétaro